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1.2.2.- La riqueza minera
from Sabero Museo 2018
by editorialmic
crisis de los minerales y de sus explotaciones. Desde luego, la provincia de León, al igual que todo el noroeste peninsular, destaca por su riqueza de productos minerales. En 1980, España todavía ocupaba el sexto puesto mundial por el número de minerales extraídos, posición que es aún más favorable si la comparación la hacemos con países de la UE, y concretamente, en productos de cantera, wolframio, uranio, mercurio, caolín, hierro, etc.
La evaluación del peso específico de la minería en el conjunto de la economía presenta, además de los problemas propios del análisis de cualquier sector, el añadido de que su importancia real no es reflejada con exactitud por los indicadores económicos al uso; así, el porcentaje final que pretende representar su valor en el conjunto de la economía es siempre inferior a su valor estratégico y cualitativo. Sin embargo, esta característica no podemos aplicarla de forma general a cualquier país, ya que en realidad solamente se cumple en aquellos que han alcanzado un desarrollo medio o alto. Esta situación es lógica desde el punto de vista de una economía de mercado, donde a partir de un determinado grado de crecimiento, algunas actividades económicas incorporan un alto valor añadido, que hace aumentar considerablemente su porcentaje de participación en el PIB, circunstancia que, en general, no se produce en las extractivas.
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En cualquier caso, el análisis del sector minero comporta toda una serie de problemas derivados, primordialmente, del alto grado de complejidad y heterogeneidad, producto del elevado número de factores que, de una u otra forma, están presentes, y de la enorme variedad de productos extraíbles, con sus propias características y peculiaridades.
1.2.2.- La riqueza minera.
Como ya hemos planteado, el carbón y el hierro son los dos minerales esenciales en la Primera Revolución Industrial. Sobre ellos se apoyan las expectativas de crecimiento de los diferentes países, su posesión y explotación se hacen imprescindibles para el despegue económico. La coexistencia en Sabero de ambos minerales es lo que fuerza la idea de su explotación y beneficio.
Sus reservas carboníferas son las correspondientes a la parte meridional del sistema montañoso que va desde el cabo de Creus (punto más oriental de la península), hasta el de Ortegal en La Coruña. De forma casi rectilínea, esta banda carbonífera recorre la provincia de León, empezando en “Santibáñez en el partido de Ponferrada, y más al E., en Otero de las Dueñas; los crestones o cabezas reposan sobre los últimos estribos de la sierra de Gistredo al N. de León, viniendo a morir en grandes capas en el valle de Sabero,… donde una serie de capas, las de Sotillos, presentan un espesor de más de 100 varas que asoman a la superficie”57 .
Forma parte de la que se llamó Cuenca de Castilla la Vieja, que atraviesa “de Levante a Poniente la parte septentrional de las provincias de León y Palencia en una extensión de 170 kilómetros próximamente”58. En León comienza en la divisoria del río Carrión y Cea, extendiéndose, a lo largo de unos 120 kilómetros, hasta El Bierzo, aunque no de forma continua, si no con interrupciones que han originado distintos depósitos o cuencas. Entre ellas la de Valdesabero, situada entre el río Esla y Porma, limitando al este con la de Valderrueda y al oeste con la de Matallana, asentada entre el Curueño y el Bernesga.
57] LANDRIN, H. O. (hijo). “La riqueza mineral de España”, Revista Minera. Periódico Científico e Industrial. Tomo III, 1852, 15 de agosto, pp. 499-505. El espesor de 100 varas equivale aproximadamente a 84 metros, tomando el valor de la vara de 0.835 metros. 58] MONREAL, Luis N. Memoria remitida al Excmo. Sr. Ministro de Fomento sobre el estado de la industria minera, en el año de 1859 de la provincia de León. 1860, p. 7. Es Ingeniero de Minas en el distrito de León.
La de Sabero se extiende por todos los pueblos del actual ayuntamiento. En 1859 la mayoría de las explotaciones pertenecían a la Palentina Leonesa, extendiéndose en una superficie de aproximadamente 8, 5 kilómetros cuadrados. Hay dos tipos de hulla, una grasa y otra seca; la primera, ocupa la mayor parte de la superficie y sus condiciones de explotación son buenas por el grosor de las capas y porque no tienen cortes. Por el contrario, la segunda aparece más reducida “en extensión y espesor, y no forma coque, siendo además bastante deleznable”59. En este año la producción estimada por Luis Monreal oscila entre 300.000 y 400.000 quintales (de 13.800 a 18.400 toneladas aproximadamente) de hulla, y entre 60.000 y 70.000 (2.760 – 3.220 toneladas) de coque60 .
A finales de la década de los cincuenta, podemos decir que la realmente activa es la de Sabero. En Valderrueda, en la que la mayoría de sus 52 concesiones son propiedad de la Sociedad del Crédito Mobiliario Español, solamente se realizan labores de investigación y preparación, bajo la dirección del ingeniero Patricio Filgueira. En la de Matallana, la explotación es muy reducida, alcanzando solamente entre 1.000 y 1.100 quintales (46 a 51 toneladas) de carbón. La de Otero de las Dueñas tiene también una producción muy reducida, aunque superior a la de Matallana, extrayendo de 6 a 7 mil quintales (276 a 322 toneladas) de carbón61 .
El hierro, que es el mineral más cuantioso en la tierra, también es abundante en nuestra provincia62. Las investigaciones hechas en Sabero en el siglo XIX detectaron la existencia de hierro en cantidades considerables. En 1852 la Revista Minera recoge la opinión de Landrin (hijo) quien afirma que “A 500 varas del criadero carbonífero de Sabero, una montaña justamente llamada la Imponderable, ofrece uno de los depósitos ferruginosos más vastos que existen en Europa, después de los de la isla de Elba y Somorrostro…Este potente criadero tan próximo a la excelente hulla para cok de la Palentina, bastará solo para cubrir las necesidades de toda Castilla la vieja”63. El rendimiento medio de este hierro se estimaba en un 43 %, algo superior al de la cuenca palentina que era del 42 %. El privilegio de la proximidad de los criaderos de hierro y carbón se puede hacer extensivo a la práctica totalidad del territorio nacional; no ocurre así en otros países como por ejemplo en Francia. Es indudable que esta importante ventaja no fue lo suficientemente aprovechada en España, fruto de la confluencia de diversos factores a los que haremos referencia a lo largo de los distintos apartados. En 1852, como consecuencia de la Real Orden del 31 de marzo, Ramón Pellico visita las explotaciones de carbón de la zona comprendida entre Sabero y Orbó. Su amplitud la evalúa en aproximadamente 87 kilómetros de longitud por 3 de ancho, es decir, en torno a 260 kilómetros cuadrados. En ella se encuentran más de 20 capas de una potencia de 3 a 6 pies64, que contienen combustible “en lo general de muy buena calidad”65. Las explotaciones más importantes están en Sabero, Cerezal, Valderrueda, San Felices, Brañosera, Valle de Santullan y Orbó, aunque también se realizan otras menores. Llama la atención que todavía en este año el autor considera que en general los trabajos están muy poco adelantados.
Por lo que se refiere a las reservas, Ramón Pellico mantiene que “podemos considerar estos criaderos como inagotables, siendo además muy de notar la favorable circunstancia de que con solo el carbón que puede explotarse
59] MONREAL, Luis N. op. cit., p. 12. 60] MONREAL, Luis N. op. cit., p. 13. 61] MONREAL, Luis N. op. cit., p. 15. 62] En la actualidad se estima que las reservas ascienden a 226.5 Mt en Coto Vivaldi, a 30 Mt en el Coto San Bernardo y a 13 Mt el
Coto Wagner. 63] LANDRIN, H. O. (hijo). “La riqueza mineral de España”, Revista Minera. Periódico Científico e Industrial. Tomo III, 1852, 1 de octubre, pp. 589-600. 64] El pie equivale a 27.6 centímetros, por tanto la potencia estimada de las capas se sitúa entre 83 y 166 metros aproximadamente. 65] PELLICO, Ramón. “Minas de carbón en Castilla la Vieja”, Revista Minera. Periódico Científico e Industrial. Tomo III, 1852, 1 de diciembre, pp. 705-707, p. 705.
sobre el nivel de los valles, y por lo tanto sin necesidad de desagüe artificial, puede satisfacerse al consumo de muchos años aun cuando, por los adelantos de la industria, este se generalice tanto como en Inglaterra y Bélgica”66. Sin embargo, además de otros problemas, la industria minera española adolece de falta de información precisa acerca del volumen y calidad de las reservas.
La situación llega a ser tan preocupante que en 1854 el gobierno publica una Real Orden el 8 de abril en la que, tras reconocer esta carencia, establece que se lleve a cabo “un reconocimiento sucesivo de las diferentes formaciones de carbón, empezando en este año por las llamadas de Espiel y Belmez, en la provincia de Córdoba; las de Sabero, Orbó y Santullán, en las de León y Palencia; y la cuenca de San Juan de las Abadesas en la provincia de Gerona”67. Con la misma fecha, otra Real Orden comisiona a Casiano de Prado para que reconozca las formaciones carboníferas de Orbó y Sabero.
En el verano de 1845, la Palentina Leonesa encarga a Casiano de Prado el reconocimiento del terreno en el que tenía las concesiones de hulla y de hierro y, si lo considera oportuno, su ampliación68. Fruto de este trabajo es la elaboración de una memoria y un plano geológico del Valle de Sabero y sus inmediaciones; sin embargo, sus trabajos sobre la cuenca los había iniciado años antes69(ver plano geológico). Años más tarde, en 1868, este trabajo será reconocido como perfectamente válido por Fernando Fourdinier, al afirmar: “acepto y nada hallo que añadir a la descripción y plano geológico de los terrenos de Valdesabero y sus cercanías,…, publicado por el ilustrado y eminente geólogo D. Casiano de Prado, cuya respetada memoria es imperecedera (sic)”70 .
La superficie estimada de hulla alcanza las 2.313 hectáreas, en las que se han llegado a establecer hasta trece capas de diferente calidad, dependiendo de su lugar de formación. Este hecho es de gran importancia, ya que, las que se hallan próximas a las partes calizas se asemejan a la antracita, debido a que han perdido parte de los betunes, convirtiéndolas en poco aptas para la obtención de coque71. Por el contrario, las que se encuentran más alejadas del terreno de transición son más grasas, uniformes y de mayor potencia, siendo las mejores para coque.
Significativo, e importante desde el punto de vista económico, es que el grosor de las capas es variable, aunque lo corriente es que cada una tenga diferente potencia a lo largo de toda su extensión72. Por término medio, nunca es inferior a un metro, excepto en los puntos de confluencia de dos o más capas, donde pueden alcanzar más de 16 metros.
Para el cálculo de las reservas de hulla en la cuenca de Sabero, Eduardo Fourdinier se hace la siguiente composición: en primer lugar, calcula que las trece capas, ya reconocidas, tienen una potencia media de 20 metros, con
66] Ídem. p. 706. 67] GACETA DE MADRID. 8 de abril de 1854, nº 463. 68] La Palentina Leonesa se proponía la explotación de los yacimientos de hierro y hulla que poseía en la ribera derecha del Esla 69] PRADO, Casiano de. Note géologique sur les terrains de Sabero et de ses environs, dans les montagnes de Léon (Espagne), suivie d’une
Description des fossiles de ces terrains, par M. Ed. de Verneuil. Impr. de L. Martinet. Paris, 1850. La primera publicación de este trabajo la hace en Bulletin de la Société Géologique de France, 2e série, t. VII p. 137, 21 janvier 1850. 70] FOURDINIER, Eduardo. Copia de la memoria original sobre la cuenca de Sabero [Manuscrito], escrita por el ingeniero jefe de minas del distrito de León Eduardo Fourdinier en 17 de abril de 1868. Esta memoria le fue solicitada por la empresa propietaria, conforme a lo que disponía la Ley de 20 de julio de 1862 en el artículo segundo. 71] FOURDINIER, Eduardo. op. cit., p. 5. 72] A pesar de ello, una capa puede mantener el mismo grosor en una longitud considerable; así por ejemplo en las minas Juanita, Sucesiva, Escondida y Florida, se llegar a alcanzar longitudes de 1.300, 1.500 y 1.700 metros con el mismo grosor, y ello a pesar de los cortes.
una longitud de 7.000 metros, estimando una altura promediada de 250. Con estos datos y considerando el peso específico de la hulla de 1,6, concluye que la cantidad de hulla reconocida es de 56 millones de toneladas73. Cantidad que considera muy inferior a la real “pues no hay que perder de vista que en este cálculo…, no atiendo ni a la parte del terreno hullero inferior al nivel del thalovega del Esla, ni a la que de aquel recubre el terreno cretáceo desde Llama a Boñar”74. En su opinión, añadiendo esas cantidades se podría duplicar o triplicar el valor de las reservas. Buscando un planteamiento más realista, calcula una reducción del 10 % por los imprevistos que se puedan presentar y establece la cifra final en 50.400.000 toneladas.
Como conclusión, podemos afirmar que, a pesar de quienes han querido adoptar posturas más realistas, el optimismo acerca de las posibilidades económicas de León es generalizado. Así, Luis Monreal termina la Memoria que envía al Ministerio de Fomento, con el siguiente párrafo: “La provincia de León, pues, aparece predestinada por la naturaleza a un gran porvenir industrial. Tiene el país las más ventajosas circunstancias para toda clase de industrias, pues además de un clima sano se encuentran con abundancia las hullas, los minerales de hierro, las caídas de agua y las maderas para la construcción y para la fortificación de las minas, siendo además económica la mano de obra a causa de la abundancia de brazos, y reúnen los habitantes las cualidades de frugalidad y carácter pacífico y sumiso”75. Está claro que no hay desperdicio y que la situación no puede ser mejor; sin embargo, si bien es cierto que, desde el punto de vista de los recursos, León es una provincia casi completa, por su cantidad y variedad, nadie se adentra a considerar, más allá de planteamientos generales, los factores o las circunstancias negativas que retrasan, e incluso impiden, el aprovechamiento de tales ventajas; así como los medios que se deben movilizar para contrarrestar la situación.
Como apéndice a su trabajo, Luis Monreal incluye varios resúmenes estadísticos a los que atribuimos importancia, dado que el autor es Ingeniero de minas destinado en el Distrito de León. A través de los mismos podemos formarnos una idea del desarrollo de la minería leonesa en la década de 1850, y su situación a finales de 1859. La información la hemos distribuido en diferentes cuadros, cuyo fin es conseguir una estructura homogénea y ceñirnos al tema que nos ocupa.
El volumen de expedientes tramitados en las oficinas de los distritos mineros es indicativo del interés que despierta la minería en cado uno de ellos, de las posibilidades consideradas reales de encontrar criaderos, así como de la creencia en la explotación minera como medio de ganar mucho dinero y pronto. En el cuadro 3 mostramos el movimiento de expedientes, aunque solamente los referentes a hierro y carbón, excepto en el cómputo total provincial, donde están reflejados todos los minerales. El primer aspecto que resalta es la gran cantidad de solicitudes presentadas, 1.126 entre 1850 y 1859, con un promedio anual de 113. Los años más destacados son 1850 y 1856, con 230 y 222, respectivamente. En el primero, debe su alto número a que se desata la “fiebre de oro”76, lo que provoca que, en 1850, el porcentaje de las de hierro y carbón descienda hasta el 0,9 y 0,4 del total provincial; aun así, su peso específico es muy relevante a lo largo de estos años, alcanzando el 64 % del total provincial entre ambos minerales. En el gráfico 1, representamos la importancia relativa del movimiento de expedientes de hierro y carbón tramitados a lo largo del decenio.
El alto número de expedientes no se transforma directamente en minas, pero sí hay una correspondencia con las explotaciones efectivas (cuadro 4). Al final de 1859 había 109 minas de carbón, lo que representa el 86,5 %
73] FOURDINIER, Eduardo. op. cit., p. 8. 74] FOURDINIER, Eduardo. op. cit., p. 9. 75] MONREAL, Luis N. op. cit., p. 22. 76] MONREAL, Luis N. op. cit., p. 21.
del total de las que hay en la provincia, contabilizando también las de hierro, cobre y plomo. Por cuencas (gráfico 2), el primer lugar lo ocupa Valderrueda, seguida de Otero, Sabero, Matallana y Fabero. Considerablemente inferior es el número de las de hierro, alcanzando tan solo 7, aunque faltan por contabilizar dos que, presumiblemente, pertenecen a la sociedad Palentina Leonesa (gráfico 3). En cuanto a la superficie, se mantiene la misma relación que acabamos de ver (gráfico 4). El carbón ocupa el 94 % del total de la superficie, mientras que el hierro solo alcanza el 3,2 %, pero entre ambos abarcan el 96 % del total, lo que los sitúa como los dos minerales más importantes.
Por lo que se refiere a la producción de carbón, comprobamos que es inferior a la que cabría esperar en función del número de explotaciones (cuadro 5). Lo primero que llama la atención es que hay años vacíos en cuencas, como Sabero, en las que sabemos que había producción; nos inclinamos a pensar que el autor no las ha consignado por no estar seguro de su montante77. De aquí que, la importancia de la información de que disponemos sea muy relativa. Con los datos disponibles, podemos concluir que la cuenca más activa es la de Sabero (gráfico 5), llegando a alcanzar, en 1859, 14.538 toneladas, es decir, el 88 % del total de carbón extraído. Sin embargo, su evolución a lo largo del decenio tiene fuertes oscilaciones (gráfico 6), sobre todo, en los tres últimos años del decenio.
Por su parte, la producción de coque nos parece excesivamente baja. Nos ha llamado la atención que Luis Monreal no haga referencia a la extracción de hierro, cuando la confluencia de ambos minerales era esencial para la cuenca de Sabero. A pesar de las deficiencias de información, a las que constantemente tenemos que hacer referencia, no perdemos la esperanza de que con el tiempo podamos ir cubriendo los vacíos.
En el cuadro 6 recogemos lo que genéricamente hemos denominado hornos y maquinaria. En él podemos destacar la puesta en marcha del segundo alto horno de Sabero, y la existencia de una única herrería común. Los cuadros 7 y 8, se refieren al ramo de beneficio y laboreo respectivamente, aunque abarcan solamente desde 1857 a 1859. En el primero, cabe destacar la existencia de una única oficina de beneficio, que es la ferrería de San Blas y la existencia de trece forjas a la catalana, situadas en la zona occidental de la provincia. Asimismo, apuntamos el considerable aumento del personal empleado, pasando de 90 en 1857 a 490 en 1859, ello se corresponde con un aumento considerable también de la producción de distintos tipos de hierro.
En el de laboreo, llamamos la atención del movimiento que hay en este ramo de solicitudes, registros, abandonos etc., al final las minas productivas quedan reducidas a 27, 32, y 40 en los últimos tres años. Al igual que en el de beneficio, se produce un aumento muy importante de empleados, alcanzando los 1.000 en 1859. Este crecimiento cuadra con el de producción, dándose además un aumento de la productividad. Las 7 toneladas por operario y año en 1857, llegan a 11 en 1858 y a 15 en 1859; en tres años se duplica la cantidad media extraída por persona y año.
Independientemente de los diferentes problemas a los que hemos hecho referencia, es evidente el interés en el sector extractivo y su importancia en el conjunto de la economía de León. Al comienzo de la década de los sesenta (1862), asistimos al desmoronamiento del proyecto de Sabero78, con la construcción de la línea de vía estrecha de la Robla a Valmaseda (El Hullero), y la inauguración del trazado completo en 1894, comenzará una nueva época de esplendor.
77] En la cuenca de Valderrueda, la propietaria de la mayoría de las explotaciones era la Sociedad de Crédito Mobiliario Español, pero sus intereses en la compañía ferroviaria de Norte y la distancia al ferrocarril de Alar a Santander, hizo que no pusiese mucho empeño en activar la extracción en Valderrueda. 78] Como si fuese una premonición, un siglo después se inicia una nueva crisis en la minería en León.