
3 minute read
3.3.2.- De Palencia directamente a Sabero: la familia Arija
from Sabero Museo 2018
by editorialmic
No obstante, la muerte tan temprana del paterfamilias en el año 1869, con tan sólo 44 años, truncó la excelente trayectoria de la familia, ya que dejaba a cargo de la viuda cuatro hijos menores, donde el mayor sólo tenía 15 años. El testamento de don Tomás fue muy simple: después de las cláusulas religiosas perceptivas –creencia en el Misterio de la Santísima Trinidad y solicitar la intercesión de La Reina de los Ángeles, María Santísima- dispone que su cuerpo sea enterrado en “…el sitio desocupado del cementerio del lugar de San Pedro de Valdesabero…”. Tampoco solicita la presencia en su entierro, cabo de año, honras, ofrendas, etc., de un número elevado de religiosos, tan sólo los cuatro curas párrocos del valle y el párroco de San Pedro de Valdesabero. El resto “…ofrendas y luces…”, lo deja a voluntad de su esposa, doña Juana Madrazo. Y lo mismo sucede con las misas tanto comunes como votivas159. Posteriormente, el día del entierro, 3 de febrero de 1869, fueron en total doce los clérigos que acompañaron al párroco en la ceremonia, siendo el vicario de Méjico, don Santiago García Sánchez el que asumió el papel del párroco. Y la viuda encargó un total de 50 misas rezadas por el alma del esposo y seis votivas a varios santos160. En fin, un entierro más acorde con su posición económica y social.
Tras la muerte del paterfamilias es la viuda la que, al ser dejada en el testamento como tutora de sus hijos, tiene que encargarse de los mismos, pero para ello se ve obligada a un farragoso proceso legal, donde testigos tienen que declarar la validez del testamento y los testigos del esposo, en el cual figura dicha disposición de tutela de los menores. Doña Juana realiza los trámites y consigue ser la tutora de sus hijos, los cuales lógicamente han sido nombrados como únicos herederos por el padre.
Advertisement
Los trece años que consiguió la viuda sobrevivir al marido no tuvieron el esplendor en los negocios de su esposo, según podemos conocer por las huellas dejadas en la documentación notarial, pero todo indica que la viuda sacó adelante la familia, Juan el hijo mayor ya tenía unos veinte y ocho años, con la ayuda de su hermano Juan Madrazo, residente en la localidad próxima de Boñar, y a pesar de los recuerdos siguió viviendo en Sabero, ya que su fallecimiento se produjo en dicha localidad en 1882. Su entierro, en el cementerio de la parroquia de San Pedro de Valdesabero, fue al igual que el de su marido muy sencillo: sólo acompañaron al párroco dos clérigos. Dispuso que sólo asistiese a su “entierro, honras y cabo de año”, el párroco. Y dejó a la voluntad de sus hijos los sufragios por su alma, los cuales fueron: “…ocho misas cono ocho oficios por los dos clérigos asistentes y cuatro con sus oficios por el infrascrito párroco…”161 .
En fin, en las páginas anteriores hemos dibujado los rasgos de la trayectoria vital de una familia, los Madrazo, que estuvo totalmente relacionada con la industria férrica de San Blas y que, además, tiene la gran particularidad de su residencia en la localidad de Sabero, hasta que fallecen los dos progenitores. Indudablemente, han quedado sin reconstruir muchos aspectos de la familia, pero su estudio es un ejemplo de las grandes oportunidades en negocios que ofreció la actividad siderúrgica y del atractivo que tuvo a la hora de lograr asentamientos de población, tanto de provincias españolas como de Europa, bien como simples mineros o como empleados de mayor categoría en busca de fortuna.
3.3.2.- De Palencia directamente a Sabero: la familia Arija.
Manuel Arija también tiene una procedencia palentina, natural de Astudillo, lo mismo que su mujer, Dorotea Merino, natural de Carrión de los Condes, y, como ya se ha señalado, figura en la documentación del valle de Sabero,
159] Id., Manuel Vega, Caja 11.359. 160] A.H.P.O. 161] Ibidem.