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1.2.3.- La hulla
from Sabero Museo 2018
by editorialmic
1.2.3.- La hulla.
Durante largo tiempo, la industria del carbón se ha debatido en España bajo dos increíbles contradicciones: por una parte, la creencia generalizada, creada y potenciada fundamentalmente por la prensa, que éramos los segundos o terceros mayores poseedores de este mineral en Europa; por otra, el permanente lamento de la baja producción y la poca repercusión que esta industria tenía en el conjunto de la economía. Sin embargo, algunas voces se alzan en pro del realismo, este es el caso de la Sociedad de Crédito Mobiliario Español: “Las minas llegarán á ser algún día para España un manantial abundante de riqueza, porque ningún país de Europa encierra en su seno tantos criaderos de metales o de minerales útiles. Solo escasea el carbón de tierra: se hallan, si, grandes depósitos de lignitos: pero este combustible no puede sustituir la hulla en todas sus aplicaciones. Es evidente, pues, que el día en que conociéndose mejor y dirigiéndose con más acierto se multipliquen las empresas metalúrgicas y tomen el desarrollo a que deben llegar; el día, quizá próximo, en que España vuelva a ocupar su puesto entre las grandes naciones industriales y en que el país se vea surcado de caminos de hierro, la hulla será el artículo de más importancia para las necesidades de la industria, y los poseedores de los pocos depósitos carboníferos que aquí se encuentran serán los dueños de aquella y del comercio de metales”79 .
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Sin lugar a duda, el párrafo precedente evidencia la mezcla de optimismo y predicción que imperaba en el ambiente económico de la España del momento. La seguridad y la certeza que traslucen los múltiples escritos de este estilo contribuyen con firmeza a la creación del convencimiento de que la extracción y beneficio de los recursos minerales es negocio seguro, sin tener en cuenta la influencia de otros factores. En cualquier caso, Lucas Aldana se muestra claramente crítico con quienes se manifiestan excesivamente optimistas con la minería energética española. Valga como ejemplo su comentario acerca de un artículo aparecido en la Revista Minera: “La entendida y respetable persona que ha comentado de esta manera las noticias de la Gaceta Minera de Leipzig, ilustrando sus explicaciones con un mapa, reúne á sus extensos y variados conocimientos la circunstancia de haber administrado por largo tiempo el ramo de minas en el Principado de Asturias, lo que da bastante autoridad a sus opiniones por una parte, aunque por otra esta misma circunstancia ha creado en ella hábitos de afección y simpatía hacia aquella provincia y su industria del porvenir, que tal vez, sin conocerlo, le lleven a considerar bajo un prisma demasiado halagüeño la importancia de aquellos carbones, y por analogía los del resto de la Península”80 .
Lo cierto es que, España tiene evidentes desventajas comparativas en la minería energética respecto a los principales productores europeos como Inglaterra, Prusia o Bélgica. Aunque no es nuestro objeto el análisis de tan importante cuestión, los valores de magnitudes como superficie de las cuencas, reservas, potencia de las capas y su situación en el terreno, profundidad a la que se encuentran, configuración del terreno, calidad del mineral, infraestructura de servicios y vías de transporte, etc., son decisivos para la viabilidad económica de las empresas. Estas desventajas aparecen también entre las cuencas carboníferas españolas; de esta forma, y a modo de ejemplo, es evidente que, de partida, Asturias goza de ventaja comparativa respecto a Sabero, ya que su condición de provincia
79] Extracto de la Memoria del Consejo de Administración de la Sociedad de Crédito Mobiliario Español que fue presentada a la junta general de accionistas el 30 de mayo de 1859. Citado por: ALDANA, Lucas de. Consideraciones generales sobre la industria hullera en
España. Oficina tipográfica del hospicio, Madrid, 1862, p. 4. Además de la prensa también culpa a los que llama “declamadores del
Parlamento” de no preocuparse por las posibles utilidades del combustible, ni de examinar las causas diversas de la baja producción, atribuyéndola exclusivamente al problema del transporte sin caer en la cuenta que las mayores reservas están en una provincia del litoral como es Asturias. 80] ALDANA, Lucas de. op. cit. p. 20.Se refiere al artículo “Explotación de la hulla y del hierro en España” en Revista Minera, 1856, tomo VII, pp. 10-17; todo indica que su autor es D. Guillermo Schulz; Inspector general que a la altura de 1862 ya estaba jubilado.
marítima supone mejores condiciones para el transporte del carbón y, por tanto, para su comercialización; ello a pesar de que, en los años centrales del siglo XIX, las comunicaciones con el interior de la península son todavía difíciles y muy costosas.
El despegue inicial de la importancia de la hulla se debe, en primer término, al perfeccionamiento de la máquina de vapor de Newcomen por Watt en 1769 y al comienzo del ferrocarril en 1825. Ambos hechos sentarán las bases mecánicas de lo que será el despegue definitivo de la Revolución Industrial. El primer permiso para la explotación de una mina de hulla se da en 1742 a D. Juan Ledis en Villanueva del Río. Sin embargo, inicialmente y al igual que sucedió con otras innovaciones, no se pudieron comenzar los trabajos por la oposición de los pueblos vecinos al considerar que su utilización como combustible sería perjudicial para la salud81. Con todo, su más fiel consumidora será la industria siderúrgica tras verse obligada al abandono del carbón vegetal, cuyo precio aumentaba y su rendimiento descendía a la par que progresaba la deforestación.
Como ya hemos apuntado en otro apartado de este trabajo, la ley de 1825 abre nuevas puertas para la minería española. De este modo, en 1828 salieron del puerto de Gijón 3.709 toneladas, cantidad que fue ascendiendo hasta llegar a 21.660 en 184582. Ya en estas fechas comienza a aparecer lo que en nuestra opinión es una característica de la minería española: el establecimiento de empresas que crean unas expectativas que en pocas ocasiones se ven avaladas por la realidad económica.
La finalización de la Primera Guerra Carlista (guerra civil de los siete años) y los descubrimientos de Sierra Almagrara renuevan el interés por los yacimientos metálicos y energéticos. Es en este contexto en el que se sitúa el inicio de las actividades mineras en Sabero. Poco después, la Ley de 11 de Abril de 1849, que crea la Junta Facultativa de Minas, dará un nuevo impulso al interés por la hulla, el lignito y la antracita. Sin embargo, este interés debe verse secundado por la realidad de los recursos disponibles. En el cuadro 9,mostramos la evaluación de la superficie de hulla en Europa y América del Norte. De los más de 2.800.000 hectáreas con que cuentan los países europeos, España solo tiene 130.000, es decir el 5%, mientras que Inglaterra cuenta con el 55 %, si le añadimos Francia y Prusia los tres acumulan el 77 % del total de Europa. Estos porcentajes se ven considerablemente modificados si contabilizamos los 50 millones de hectáreas de América, en cuyo caso el total europeo solamente ascendería al 5,43, y el de España se vería reducido al 0,25; en el gráfico 7 representamos los valores relativos en porcentaje.
Por lo que se refiere a España, los valores de superficie y reservas los recogemos en el cuadro 10. En cuanto a la superficie hullera, únicamente seis provincias tienen una cantidad destacable; de ellas, la más importante es Asturias con 62.000 hectáreas, seguida de León y Palencia con 31.000 entre ambas; Burgos, Soria y Córdoba tienen cantidades inferiores, ya que las dos primeras suman el 72 % del total de superficie. El montante de las reservas asciende a 1.883 millones de toneladas, de las que más de la mitad (53 %) se encuentran en Asturias; le siguen en importancia León y Palencia con 500 millones, que representan el 27 % del total español. En capítulo 8, simbolizamos la importancia relativa, en orden decreciente, de la superficie y reservas de las provincias.
Parece claro que, en términos comparativos, España no representa una potencia hullera en el conjunto de Europa, y menos, si tenemos en cuenta otras partes del mundo. A esta altura del capítulo, parece que podemos comenzar a concluir que, la prudencia en las evaluaciones y en las posibilidades económicas hubiese sido
81] ALDANA, Lucas de. op. cit. p. 5. Es un hecho común, sobre todo en el ámbito rural, donde el aislamiento era mucho mayor, que haya resistencia a la incorporación de lo novedoso. Esto nos recuerda que, cuando en los años setenta, el ferrocarril, procedente de León, comienza a introducirse en Asturias, los ganaderos de las montañas decían que las vacas dejarían de dar leche. 82] ALDANA, Lucas de. op. cit. p. 11.
una buena consejera. Si a ello unimos el enclave de las cuencas hulleras de León, el panorama de su explotación comienza a tener un cariz un tanto diferente. A este respecto, Lucas de Aldana resalta la importancia de la potencia de las capas: “la potencia media reunida de las capas de carbón es en Inglaterra de 12,11 metros, en Prusia de siete y de 68 centímetros en España…Véase, pues, si puede llamarse asombrosa riqueza nuestra relativa pequeñez y compréndase al cabo una de las causas de nuestra inferioridad en la producción de este artículo”83 .
A pesar de todo, es innegable el interés por la extracción y beneficio de los recursos minerales, así como por el negocio minero y metalúrgico. Es obvio también el convencimiento de muchos inversores de la viabilidad económica del negocio. Esta realidad, en nuestra opinión evidente, introduce un sesgo distinto en el análisis histórico de la actividad minero metalúrgica, y casi nos atrevemos a decir que también es aplicable al conjunto de la economía decimonónica española, aunque con algunas excepciones, como por ejemplo en el tendido y explotación ferroviaria, donde primó más la especulación que la inversión con vistas al futuro.
Las peticiones de concesiones, para la explotación de los distintos tipos de combustibles fósiles, se suceden ante la Junta Facultativa de Minas. En el período comprendido entre el 1 de septiembre de 1849 y el final de 1861, se tramitan en total 1.001 expedientes de carbón, abarcando 2.174 pertenencias y con una cadencia media anual de 81 (cuadro 11). Si tenemos en cuenta que salvo en Sevilla y Asturias apenas existían concesiones de carbón anteriores a 184984, y a ello unimos, que los expedientes de carbón solamente representan aproximadamente el 10 % del total de los examinados por la Junta Facultativa, podremos apreciar hasta qué punto la explotación minera despertó interés. En el gráfico 9, representamos en porcentaje la importancia en la minería del carbón de cada una de las provincias, en función del número de expedientes y superficie. Oviedo, Barcelona, León y Palencia son las que acopian las cantidades más significativas, respectivamente, acumulando el 75 y el 72.4 % de los totales nacionales de expedientes y superficie de la minería energética.
Solo nueve provincias cuentan con expedientes para la explotación de hulla, lo que representa el 72 % del total de la minería energética; de este porcentaje, Oviedo, León y Palencia suman el 64 %, mientras que abarcan el 89 % del total de hulla (gráfico 10). Por lo que se refiere a la superficie la situación es similar, el conjunto de provincias hulleras alcanzan el 75 % de la superficie carbonífera, y las tres más importantes el 65 % y el 92 % del total de hulla (gráfico 11).
Por el contrario, las explotaciones de lignito, siendo Barcelona la que tiene el mayor número de expedientes (109), lo que la sitúa con el 41 %. Oviedo y Palencia no tienen ningún expediente y León figura solamente con uno (gráfico 12). La contabilización de la superficie presenta una situación prácticamente idéntica, aunque con variaciones en los porcentajes (gráfico 13). Guipúzcoa es la única provincia que tiene explotaciones de antracita. Como es sabido, la explotación de este carbón tardará todavía bastante tiempo en llegar a León.
Ya hemos planteado, que la posesión de reservas minerales no implica necesariamente que su explotación sea rentable. Se hace necesario considerar otros factores como las condiciones de acceso (cielo abierto o subterráneo), la potencia de las capas a explotar y, fundamentalmente, la calidad del mineral. A este respecto, y para el tema que nos ocupa, nos parece de gran interés el artículo sobre el análisis de las hullas de Castilla la Vieja, publicado en la
83] ALDANA, Lucas de. op. cit. p. 34. Puede verse también SÁNCHEZ MELADO, Jesús. “El despegue de la industria del carbón en la cuenca minera de Sabero”. Tierras de León: Revista de la Diputación Provincial, vol.44, nº 122, 2006, pp. 117-145. 84] En Sevilla la compañía del Guadalquivir obtuvo concesiones en 1815.
Revista Minera por Patricio Filgueira85. En el (cuadro 12), mostramos la completa información que de sus análisis nos proporciona. Recoge el número de inscripción, el propietario, la mina, su ubicación y hasta la capa de la que obtuvo la muestra del análisis, además de los datos de las siete variables que consideró.
Con el fin de que la información tenga una estructura más clara para el lector, y que podamos establecer comparación entre las distintas minas, calculamos los valores medios de cada una de las variables en cada mina; los datos los exponemos en el (cuadro 13). Es indudable, que una de las características esenciales para que la explotación de un yacimiento sea viable es la potencia o grosor de las capas, ya que junto con la longitud y la anchura nos da los metros cúbicos de mineral que, con el valor de la densidad nos proporciona el número aproximado de toneladas que podemos obtener. Pero este dato, ya de por sí importante, no es el único que debemos tener en cuenta; la potencia es un indicador, junto a otros, del coste por tonelada arrancada. En términos generales podemos decir, que las potencias de las explotaciones de la minería energética española son pequeñas en comparación con las de otros países de nuestro entorno europeo.
El espesor máximo que nos proporciona Patricio Filgueira es de 1,84 metros en la mina Esmeralda, ubicada en Soto, cuenca de Valderrueda; le siguen en importancia las tres minas de la Palentina Leonesa, Sucesiva, Abundante y Palentina; la primera y la tercera en Sabero y la segunda en Olleros. El espesor es de 1,50 en las primeras y de 1,40 en la última. Podemos concluir que las capas de mayor potencia están en las explotaciones de los Señores Mollinedo y Lafuente y de la Palentina Leonesa86; todas ellas están bastante por encima del valor medio de 1,13 metros (gráfico 14). En la provincia de Palencia, la capa de mayor espesor la tiene la mina Florida, en San Felices de Castillería, propiedad de Luis María Pastor, alcanzando 1,75 metros. El resto de las analizadas están entre el metro y medio y los cincuenta centímetros, siendo la potencia media inferior a la de León, ya que apenas sobrepasa el metro. Sin embargo, la densidad tiene valores muy similares en ambas provincias, prueba de ello es que el promedio es de 1,32 para las dos.
Es sabido, que la cantidad de carbono determina la capacidad calorífica. Por ello, en la hulla su cantidad en estado puro “puede considerarse como representación, hasta cierto punto, de su efecto útil en su empleo en estado de coke”87. Conforme a este planteamiento se puede hacer una clasificación de las hullas en función de su contenido de carbono. En el (gráfico 15), mostramos, en orden decreciente el contenido de carbono de la hulla de León y Palencia. La más rica es la de la mina Sucesiva, propiedad de la Palentina Leonesa en Sabero, con 79, 53 %; le siguen Esmeralda y abundante, esta última pertenece a la misma empresa en Olleros. El valor medio de la hulla leonesa es del 68,43 % de carbono, ligeramente inferior a la de Palencia, que alcanza el 69,08 %. Sin embargo, esta clasificación no implica que el coque obtenido sea necesariamente mejor, ya que depende del sistema de obtención,
85] FILGUEIRA, Patrico. “Ensayo docimástico de las hullas que se explotan en la zona carbonífera de Castilla la Vieja”. Revista Minera,
Tomo VII, 15 de marzo de 1856, pp. 177-179. El cuadro en el que recoge los datos figura al final del tomo. Aunque no se refieren al marco geográfico concreto de nuestro estudio, son de gran interés sus trabajos: Memoria sobre las minas de hulla de los Sres. Mollinedo y Lafuente en la cuenca carbonífera de Valderrueda. Imprenta, fundición y librería de D. Eusebio Aguado Pontejos. Madrid, 1856. Memoria facultativa sobre las minas de Vergaño y San Cebrián de Muda, en la provincia de Palencia. Imprenta de T. Fortanet. Madrid, 1859. 86] Según una reseña publicada por el director de la Palentina Leonesa en 1860, la sociedad contaba con 17 minas de hulla, en las que las capas reconocidas tenían una potencia que variaba entre 2 y 16 metros. La explotación se realiza en galerías horizontales, con una longitud total próxima a los 6.000 metros y una extracción anual cercana a las 40.000 Tm. También posee 5 minas de hierro, cuyo rendimiento oscila entre el 32 y 42 %. Dos altos hornos de 15,88 metros de altura y 10,86 en la base. Además de otros hornos para la fundición de bronces, así como para la segunda fusión de hierro (son los cubilotes). Tres máquinas soplantes, una vertical de 50 caballos y dos gemelas acopladas de cilindro horizontal y de 45 caballos de potencia cada una. Una máquina de vapor para los trenes laminadores de 60 caballos, además de un martillo-pilón de vapor, producido con el calor de un horno de afino. En: CANALEJAS
Y CASAS, José. La Lectura para todos. Semanario Ilustrado. Madrid, 8 de diciembre de 1860, Tomo II, nº 102, pp. 781-2. 87] FILGUEIRA, Patrico. op. cit. p. 179.