intervenían ante el ataque masivo de ácaros y garrapatas que habían abandonado los maltrechos perros para intentar ir desestabilizando a los demás escarabajos; después de varias horas ambos ejércitos comprendieron que eran ajenos a aquel lugar donde se enfrentaban, se sintieron ridículos y fueron retirándose espontáneamente. Tras ellos los dos perros transportando a lo que se podía calificar como la retaguardia de los Arácnidos: todos iban salpicados por el excremento de los murciélagos, que ni se enteraron de los acontecimientos, excepto de la presencia del pájaro que después de tanto girar cayó al suelo y comenzó a dormir no se sabe exactamente por cuánto tiempo».
Ricardo Alberto Pérez
Arácnidos
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