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Boris Karloff .................................................................................................................................. 154
sus muslos en el que también afloraban oscuros pelitos dispuestos a sellar un plano de contraste. Esto sigue siendo tan frustrante como no haber dormido nunca con Verónica a pesar de haberme convidado a hacerlo una medianoche en Porto Alegre cuando salimos de un bar en la Sarmiento Leyte; pero hay cuestiones irreversibles, debe ser ese tipo de desencuentro el que ocurre entre los cuerpos celestes.
En la mañana su rostro era una mezcla de complacencia y dolor. Muchos de los parientes susurraban maliciosamente sobre su súbita desaparición durante toda la madrugada. Ya se acercaba la hora del entierro. Había imaginado tantas veces estas circunstancias que ahora ante ellas se sentía torpe. Todos se incorporaron en pos del ataúd que iba a ser introducido en el carro fúnebre. Se levantó con dificultad, pero en ese instante sintió el brazo del muchacho que la apoyaba y conducía. Casi toda la familia montó en una guagüita Girón V hasta Colón. Allí la tierra empezó a caer encima de su madre como una granizada. Comprendió que estaba comenzando una difícil etapa de su sobrevivencia.
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