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La muerte de Dalia ..................................................................................................................... 184
recostado a uno de los muslos. Tal imagen lo iba inquietando, era como si una mirada imposible de evitar lo acosara una y otra vez. Fueron servidos los dos últimos tragos con recelosa igualdad, un último brindis. Al darse un buche, El Jíbaro comprendió que el tiempo para la conquista sería reducido, por lo que comenzó a conversar con más fluidez con el pretexto de apoyar sus palabras con la mano atrevida que una y otra vez se posaba en el muslo del Hombre de Birán. En una de las ocasiones decidió lanzarse, por lo que la palma de su mano acarició aquel objeto ajeno que en definitiva lo enloquecía; el regordete que al parecer ya estaba alerta, se levantó a gran velocidad y dijo gritando: «¿Qué le pasa a este gran hijo de puta?», le pegó dos veces con el puño cerrado en el rostro y después se retiró avergonzado; los demás inquilinos del bar al descubrir el motivo de la pelea, la emprendieron contra El Jíbaro hasta que llegó la policía y se lo llevó. Era esta la primera ocasión en que quedaba detenido por «maricón».
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