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27 La muerte del tío Alberto
27 LA MUERTE DEL TÍO ALBERTO
El Gorila ha enviado a La Estrella a tratar de enterarse qué libros le ha dado por leer a la joven amante de Raíza, sobre todo parece que al Gorila le preocupan los libros de ciencia ficción, ya que entre sus misiones parece estar la de preservar el futuro. Pero entre las amenazas de ser desterrada para la Nebulosa del Cangrejo y la escasa preparación para poder comprender las lecturas de dicha joven, poco ha aportado esta vez La Estrella, a la más reciente obsesión del Gorila.
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Volvamos otra vez a Porto Alegre, ciudad donde gocé del divertido erotismo de las prostitutas. Allí mi pensamiento expandido entre pequeñas nubes de incienso construyó, bajo las referencias de esos seres, fantasías de múltiples rizomas que iban erizándome como si finalmente me estuviera ocurriendo un singular tipo de exorcismo. En el Bom Fim quedaba mi bar preferido, con los frascos de aguardientes permitiendo reposar variados organismos que en algún momento fueron vivos, estos cedían sus tejidos para macerar el aguardiente y, al final, cuando fueran servidos los tragos, volverían a comunicarse con nosotros. Una noche sentado frente a los vidrios me ocurrió algo electrizante y conmovedor, en uno de los frascos se quebraba la transparencia habitual del líquido, para hacer aparecer una imagen que algo me quería decir del tío Alberto. Lo que percibí fue un endeble pulmón que lentamente dejaba de funcionar, un hilillo de sangre como de una vena que fue hasta el fondo. El tío Alberto acababa de morir.