Barrio último rincón de resistencia
Un sueño sigue vivo La zona Noroccidental de la ciudad de Medellín puede distinguirse por el movimiento artístico. Desde la década de 1970; el Centro artístico de Castilla (CAC), el movimiento artístico del Colegio Ricardo Rendón Bravo, el del Alfredo Cock y el CASD; las tertulias artísticas, el punk, las bibliotecas rodantes y populares. Desde la década de 1980; las comparsas, los zanqueros, el teatro, los títeres. Fueron haciéndose fuertes, se tomaron la calle y dieron vida a Inventario de Sueños, el teatro más pequeño del mundo, y a Barrio Comparsa. Allí estuvo ella. Siempre al frente, siempre dispuesta, siempre altiva, siempre REBELDE. Soraya Cataño, lideresa, artista, activista estudiantil y militante política, ella creyó desde siempre en el arte como posibilidad de cambio y transformación. En diciembre de 1991 fue asesinada, se dice que por las fuerzas militares estatales. Ya para esta época la cosa se había puesto “maluca”, se había incrementado la persecución política, se asistía al asesinato y exterminio de muchos militantes de organizaciones políticas. Muerta Soraya, la gallada de la 69, un grupo de amigos del cual ella hacía parte, y que se reunía en Inventario de sueños o en aquella piedra, seguía encontrando allí los lugares precisos para soñar y cambiar el mundo. Aún con miedo, continuaron su camino, trasegaron las calles de esta ladera e hicieron enamorar a los jóvenes de la música, las quenas y las zampoñas. 06 de noviembre de 1996: el maquillaje se hace espeso en los cuerpos, la vaselina mezclada con polvos platas y dorados, que duraría impregnada unos días, permitió vestirse de fiesta para tan importante homenaje. Una cometa gigante, con forma de luna, con forma de sol, abre el desfile; zanqueros, danzas, fuego… cubren la carrera 80, es la fiesta de la Luna Sora, que daría inicio al sueño colectivo. Primero, un espacio de 2 x 2 mts. para guardar los zancos y las espumas. Después una casa, arroz con leche, salpicones, no hay plata. Una pieza, de 3 x 4 mts., zancos, instrumentos, gabinetes, 30 o 40 personas. Vino el sueño de tener lo propio, cartas, negociaciones, reciclaje, más salpicón, sanduches, retazos de tela, espuma, pintura, bombos; nace la casa de la cultura. Exprópiese el lugar a los propios, divagar, llorar, morirse de la rabia, no tener padrinos políticos, obligarnos a salir. La acogida,
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