
1 minute read
Jahn Andrey Penagos Muñoz
96 Barrio último rincón de resistencia
El ser que no duda
Advertisement
¿Cómo describir el tiempo? la capacidad del ser humano al existir, seguimos caminando por voluntad o estamos sujetos a otros motivos lejanos a la condición propia.
A diferencia de dioses que junto con los animales o entes como el clima, estos nunca dudan, o cuestionan sus acciones. Un árbol no cae en arrepentimiento por crecer, por dar fruto, menos es consciente de su propia existencia.
Por ello no existe para éste el tiempo. ¿A caso es un concepto netamente humano? Horas, días, minutos, los recuerdos a caso, fragmentos robados de éste, que habitan recovecos en el alma.
Bañamos con un vertido vinotinto a las manecillas para que ande más lento, más apacible. Cruzando los dedos para mágicamente frenar el frenetismo y lograrlo embriagar, convencerlo de que no vale correr, sentar al tiempo ante las obras de Tarkovski y nuevamente cruzar los dedos para con la alquimia del vino y el cine, transformar al tiempo en un ser apreciativo.
También, es real la posibilidad de que solo sea nuestro este instante, aún permanece entre nuestros dedos, previo a escapar, o peor. Puede que me haya convertido en un ladrón de tiempo para quién lee dichos pensamientos diáfanos y magnificentes, iridiscencias nocturnas y deambulatorios del desasosiego mental acompañados de un gato negro que en mi regazo duerme a placidez.
El ser humano ha creado el tiempo y lo ha cargado de incógnitas válidas, cuestionar lo etéreo, lo concluido, lo plausible y lo efímero, lo banal y lo divino. La belleza de aquellos ojos que pueden robarte el aliento, enmudecer cualquier valentía vikinga.
Pero seguir siendo de una maravillosa imperfección humana, con sus propias dudas y certezas.
Entonces, el dejar de sentir, de dudar, de amar o incluso en la posibilidad de escapar de ese ser que no duda llamado tiempo, sería la muerte en nuestro ser, una liberación o exorcismo de los males... temo al alba, llegar a él, con más tiempo enclaustrado de dagas, espinas al alma como veneno que recorre bajo cada tramo de piel buscando lo más esencial de la vida, sentir, anhelar, fallar, caer en pasiones e idealizar amanecer no tan solitarios, quizás solo envidio el pernoctar del felino y quizás soy demasiado humano para entender el deleite del amor en la vida misma.
Jahn Andrey Penagos Muñoz