En su artículo Robles de Benito hace una mofa disimulada del reclamo justo de las comunidades, como si dicho reclamo fuera por defecto de ignorancia o candidez; ejemplifica perfectamente el tipo de pensamiento colonialista, parte complejo de superioridad, parte condescendencia; que es precisamente parte de los esquemas del ambientalismo neoliberal impulsado por décadas por la tríada, que han manejado ante la opinión pública que los pobladores locales son como los “indios” de la época de la colonia, que necesitan ser educados, orientados, protegidos de ellos mismos, curados de su “ignorancia”, necesitados de ser salvados por ellos, los comenderos ambientales modernos, dueños únicos de la verdad absoluta. Según esta percepción, "el resto de la sociedad" (las comunidades, los no científicos occidentales) se les considera como un conjunto de actores influenciables, sin capacidad ni legitimidad para evaluar la naturaleza o la severidad de los problemas ambientales o para hacer algo al respecto, de manera efectiva y organizada; y mucho menos para resolverlos. Una postura que sirve de referencia para que las comunidades y actores locales puedan identificar a miembros de la tríada que se acercan con discursos de urgencia, especies amenazadas, señalando criminales y prometiendo la salvación con sus instrumentos.
El mito de la Capacidad de Carga para Turismo Capacidad de carga recreativa, capacidad de carga ecológica, capacidad de carga turística, o solo capacidad de carga. De acuerdo a Sayre (2008) en su Génesis, historia, y límites de la capacidad de carga, este concepto puede entenderse en cuatro definiciones distintas: 1) Como un atributo mecánico o de ingeniería de objetos o sistemas manufacturados, que data alrededor de 1840, en el contexto del transporte marítimo internacional que, hasta cierto punto, puede medirse en valores y números fijos de manera relativamente objetiva; es decir, ¿Cuánta carga soporta un barco? Por ejemplo.
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