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El mito del turismo y el turismo en ANP, pro-pobres

mercadológico de la tríada, aunque venga presentado con un título de doctorado.

El LCA no proporciona respuestas simples a las preguntas complicadas, planteadas por el desarrollo de actividades turísticas o de cualquier tipo en un sistema y el impacto significativo que pueden ejercer, pero tampoco se logra buscando un número mágico de capacidad de carga. Requiere información, fortalecimiento de capacidades, liderazgos y gobernanza reales.

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Por ello, la forma tan enmarañada en la que se construyó el PROTUR, por ejemplo, argumentando que se buscó establecer el Límite de Cambio Aceptable con una planeación tan deficiente y desarticulada, resultó a todas luces solo un discurso mediático para presionar la imposición de un instrumento, sin bases reales y simulando la construcción participativa, que no existió.

El mito del turismo y el turismo en ANP, propobres

En Quintana Roo, el pretexto de la imposición de todos los instrumentos ambientales regulatorios neoliberales ha sido UNA SOLA actividad económica: el turismo. La base para establecer Áreas Naturales Protegidas, Ordenamientos Territoriales y el mismo PROTUR, todos se basan en la hipótesis de que es necesario y justificable, incluso urgente, imponer ese o el otro tipo de instrumentos, por el bien del medio ambiente y las bellezas naturales del Estado, a favor de la industria turística que es la principal actividad económica de la entidad y que es clave para contribuir al bienestar de la población. Se presenta al turismo como la solución para reducir la pobreza, creadora de fuentes de empleo y detonadora de aquellas áreas provistas de recursos naturales e históricos, y presentando por otra parte como “pobres y poco desarrollados” a los ejidatarios, comunidades y otros actores locales que no han “sabido administrar adecuadamente sus territorios” por lo que hay que imponerles un instrumento adecuado; pero ¿El turismo realmente contribuye a reducir la pobreza?

En su investigación, Calderón Maya (2014) delinea cómo el modelo urbano de Cancún, que surgió a partir del modelo de desarrollo turístico del

INFRATUR en 1973, se ha vuelto una muestra de cómo el desarrollo turístico, lejos de promover un crecimiento ordenado y beneficiosos para las poblaciones locales la ha vuelto una ciudad cada vez más polarizada socialmente en cuanto al acceso a la vivienda y los servicios, de la calidad de vida de sus habitantes. Establece que si bien, por un lado, están los grandes desarrollos hoteleros, inmobiliarios, comerciales y corporativos; por el otro, están las “Regiones” caracterizadas en su mayoría por zonas sin servicios básicos, de infraestructura, vivienda precaria y sin servicios de salud… Más de 60 mil personas habitan en más de 30 asentamientos irregulares en los que por su condición de áreas no regularizadas por los gobiernos federal, estatal y local, padecen la falta de calles, agua potable, electricidad, drenaje, servicios de salud y educativos entre otros…. Es una realidad que muchas de estas familias que en promedio tienen tres o cuatro hijos, padecen hambre, falta de empleo y carecen de acceso de servicios de salud y vivienda por la falta de oportunidades.

Muchos investigadores coinciden con este “hallazgo”. En sus investigaciones Alam, & Paramati (2016) al realizar una evaluación del impacto del turismo en la desigualdad de ingresos en un panel de 49 economías en desarrollo de todo el mundo entre 1991 y 2012, encontraron una relación positiva entre la industria del turismo y la desigualdad de ingresos debido a la naturaleza oligopolística del mercado turístico. Algo muy al modelo Quintanarroense, donde la oferta de servicios turísticos como alojamiento, viajes y otros servicios son gestionados únicamente por unas pocas empresas multinacionales, dejando a las pequeñas y medianas empresas (PYME) a nivel local, sin poder competir con estos grandes conglomerados, y sin poder pagar el precio ambiental impuesto por la tríada en el modelo de ambientalismo neoliberal, terminan cediendo a las presiones de pseudoambientalistas y de agencias guberna-mentales, sin poder fortalecer su capacidad de competir, terminando por abandonar sus negocios. Lo que eventualmente conduce una distribución desigual del ingreso; donde los beneficios del desarrollo del turismo sólo se limitan a una clase selecta de personas de la sociedad, como los propietarios de los grandes proveedores de servicios turísticos, los empresarios, los inversionistas y los administradores de empresas turísticas, el gran capital, al que sirve y del que se sirve la tríada. También se argumenta que el turismo es fuente generadora de empleos para la población, pero lo cierto es que como sucede en el modelo de

turismo en el Estado de Quintana Roo, las empresas relacionadas con el turismo crean puestos de trabajo de bajos salarios en las comunidades locales y explotan los servicios y recursos, lo que a la larga aumenta la desigualdad de ingresos en cualquier sociedad. A nivel internacional, algunos investigadores, al evaluar estudios de 13 economías de turismo intensivo entre 1995 y 2012, con diferentes metodologías, encontraron solo uno donde el turismo contribuía en algunos casos a disminuir desigualdades de ingresos y reducir la pobreza. La mayoría de los estudios examinados encontraron que el turismo “no es pro pobres” En algunos casos incluso aumentaba la desigualdad de ingresos a nivel local o regional de manera notable, rara vez se encontró que el turismo beneficiaba significativamente a los pobres.

Pero el sector turismo insiste en que son la panacea para garantizar la calidad de vida de la población. En su publicación de 2018 denominada Nuestro Turismo, la Secretaria de Turismo Federal exponía una situación que generaba expectativas y un panorama ideal:

“…En este periodo (2012 a 2018), el PIB turístico registró un mayor crecimiento con relación al PIB nacional, por lo que la participación de esta actividad pasó de 8.2% en 2012 a alrededor de 8.8% en 2017. Para poner en contexto la participación del turismo en el PIB, es importante mencionar que la industria de la construcción participa con 7.5% y la minería incluyendo al petróleo con 3.7%.

De manera similar, el crecimiento del empleo que se registró en el sector turístico fue superior al del conjunto de la economía durante este periodo. De diciembre de 2012 a diciembre de 2017, el empleo turístico creció 3% en promedio cada año, más del doble del crecimiento del empleo en el resto de la economía. Actualmente, alrededor de 10 millones de trabajadores dependen de manera directa e indirecta del turismo de México.

Asimismo, se registraron nuevos máximos históricos en llegada de visitantes internacionales y captación de divisas, lo que nos colocó como el sexto país más visitado del mundo en 2017 por primera vez en nuestra historia y el décimo quinto con mayor recepción de divisas…” La CONANP también asevera algo similar a turismo. En el documento denominado Marco Estratégico de Turismo Sustentable en Áreas Naturales Protegidas de México (CONANP, 2018) se afirma:

“…La llegada de visitantes, tanto nacionales e internacionales tiene efectos en los objetos de conservación y las comunidades que habitan las ANP. … brindan beneficios socioeconómicos, entre los que se incluyen: la derrama económica que favorece a los habitantes locales y comunidades, la generación de empleos, disminución de la migración local y la oportunidad de emprendimientos turísticos en las temporadas de alta visitación…” Y en este sentido, las Áreas Naturales Protegidas (ANP) establecidas para garantizar la sustentabilidad del desarrollo turístico en el estado de Quintana Roo ¿estaban contribuyendo a reducir la pobreza en los municipios y comunidades donde se establecieron / impusieron? Porque como ya vimos anteriormente, no están contribuyendo a minimizar o evitar los impactos ambientales, ¿al menos están cumpliendo en materia de indicadores sociales y económicos?

Para responder esta pregunta analizamos un poco los datos proporcionados por el Consejo de Evaluación de la política de Desarrollo Social (CONEVAL) quien investiga y analiza lo referente a pobreza en México; este organismo establece que el índice de pobreza aumentó entre 2008 y 2018, alrededor del mismo período cuando CONANP y SECTUR afirmaban que el turismo y el turismo en ANP eran generadores de beneficios económicos y oportunidades para las comunidades locales.

Cantidad y porcentaje de población en situación de pobreza en México.

Año Población (millones) Porcentaje población

Población en pobreza (millones) Porcentaje 2008 111.6 100 49.5504 44.4 2018 125.1 100 52.4169 41.9 2.8665

Construcción propia. Fuente de dato: Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Informe de la pobreza multidimensional 2008-2018. Una década de medición multidimensional de la pobreza en México. Ciudad de México: CONEVAL, 2020.

A primera vista parecería que el porcentaje de pobres se redujo de 44.4 a 41.9%, pero si se toma en cuenta, como sugiere el propio CONEVAL, que la población creció en ese período, nos encontramos con 49.55 millones de pobres en 2008 y 52.41 millones de pobres de 2018. 2.9 millones más de pobres o medio pobres, adicionales. “Medio pobres”, porque CONEVAL aclara, en este período 3 millones de personas pasaron de ser extremadamente pobres a medianamente pobres. Si hacemos una referencia cruzada del discurso de CONANP y de SECTUR, sobre el

beneficio que el turismo y las ANP traen a las poblaciones locales nos topamos con el contraste del análisis de indicadores de pobreza del CONEVAL por municipio, en Quintana Roo. Es alarmante percatarnos que, específicamente para Quintana Roo, y hablando de turismo, entre 2008 y 2018, se tenía una pobreza alimentaria de entre el 55.0 al 65.8% de las poblaciones de los municipios de Felipe Carrillo Puerto (donde se ubica la Reserva de la Biósfera de Sian Ka’an), José María Morelos (donde se localiza en parte la Reserva de Yum Ka’ax) y el municipio de Lázaro Cárdenas (donde se ubica la Reserva de Yum Balam y Holbox – Tiburón Ballena). ¿Qué significa esto? La pobreza alimentaria es el indicador que establece la baja capacidad de acceder a una nutrición adecuada de la población. En resumen, qué tan seguido deja de comer una persona por falta de dinero, o qué calidad nutricional obtiene el individuo en lo que come (por falta de capacidad adquisitiva). De acuerdo a CONEVAL, más de la mitad de la población de los municipios donde las ANP son generadoras destacadas y publicitadas de turismo y riqueza, no les alcanza el ingreso para comer. CONEVAL también se muestra un índice de pobreza de capacidades de 61.0 a 72.3% en esos mismos municipios (Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos y Lázaro Cárdenas) y de hasta un 27.2 a un 38.5% en Solidaridad (donde se localiza Playa del Carmen) y Othón P. Blanco (en pleno proceso de dividirse con Bacalar). Es decir, en estos municipios dos terceras partes de la población están en situación de insuficiencia del ingreso disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y educación, aun dedicando el ingreso total de los hogares nada más que para estos fines, según lo expone CONEVAL en su estudio.

Más alarmante es que hubo, en el período de reportes de éxito de Turismo y CONANP, un 74.2 a un 84.7% de pobreza de patrimonio en Felipe Carrillo Puerto, Morelos y Lázaro Cárdenas, de nuevo; y un 53.2 a un 63.7% para Othón P. Blanco (luego incluyó Bacalar) y Solidaridad (luego incluyó Tulum). ¿Qué significan estas cifras?). Quiere decir que prácticamente 8 de cada 10 habitantes de estos municipios sufrían de insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria, así como realizar los gastos necesarios en salud, vestido, vivienda, transporte y educación, aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado

exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios, expuso CONEVAL.

¿Dónde queda toda la riqueza que el turismo supuestamente está trayendo para las poblaciones locales que cedieron – o perdieron alevosamente- sus territorios a nombre de las Áreas Naturales Protegidas y que ahora son tesoros para el turismo? Cuando los indicadores de turismo, de capacidad de carga turística y de Limite de Cambio aceptable para ANP enfocadas a turismo giran en torno a la satisfacción del visitante, y las iniciativas de proyectos productivos a mano de las ONGA, financiadas por agencias internacionales, se limitan a formar guías, artesanos o a ser atracciones folclóricas de las poblaciones locales (para disfrute del turista), cuando se hace un show de la conservación ambiental y, ni se cumple con la protección ambiental, ni con los beneficios económicos y de justicia social que supuestamente motivan la imposición de una reserva en un área natural de potencial turístico, resulta que todo el discurso del turismo y del turismo en ANP impulsado por la tríada, es solo eso, un discurso. Explicado por Palafox-Muñoz & Vilchis-Onofre (2019)

“…El papel del Estado es el de establecer las condiciones para la mercantilización de la naturaleza, para lo cual se basa en dos estrategias: turismo para la valoración económica del paisaje; y Áreas Naturales

Protegidas para garantizar la propiedad del territorio; ambos elementos siempre bajo el discurso de la sustentabilidad…” Al final, el discurso de la sustentabilidad y las oportunidades para las poblaciones locales, propietarias de los territorios, que pierden su patrimonio biocultural ante la tríada, para beneficio de los grandes capitales, en este modelo de ambientalismo neoliberal, resulta ser solo una treta publicitaria, mercadológica, una promesa incumplida por un despojo simulado sin beneficios para las comunidades locales. Las ANP truncan el derecho al acceso a las áreas de mayor valor, las monetizan y se reservan resguardadas para los capitales, los cuales se encuentran la mayoría, en las playas.

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