AGN 84
DICTADORES DOMINICAt"lOS DEL SIGLO XIX
tinada a proteger a los agricultores mediante la obligación de que los criadores cercaran sus predios. Ante la disposición de algunos caudillos a rebelarse, Heureaux comprendió que, en aras de la estabilidad de sus intereses, no valía la pena comprometerse con la aplicación de la ley, por lo que prefirió dejarla sin efecto.
EL OCASO
Al momento de instalarse en el país, la Improvement le prestó al gobierno la suma de 250,000 dólares, suma que en lo inmediato alivió las dificultades financieras. Luego acordó nuevas operaciones que implicaban ventajas exorbitantes para los desaprensivos administradores de las aduanas. En los turbios contubernios entre el presidente y la compañía estadounidense quedaba de manifiesto el contenido depredador de la tiranía, sustentada en el fraude generalizado contra el pueblo. Al concluir la tiranía, en 1899, el país tenía acreencias reconocÍdas en el exterior por 34 millones de pesos fuertes, siendo gran parte de esta cifra producto de operaciones fraudulentas. Ahora bien, a la larga, estos manejos debilitaron la propia capacidad de supervivencia del poder. En la medida en que había decrecido notablemente el auge que había experimentado la economía durante el primer lustro de la década de 1880 y se drenaba del país una porción considerable de recursos por concepto de pago de capital e intereses de la deuda externa, Heureaux requería sumas crecientes y las operaciones financieras del Estado se hacían el terreno de fraudes monumentales. Los intereses cobrados por estos recursos volvieron a ser muy altos, con lo que existía una tendencia constante al déficit en las finanzas del gobierno. La propia corrupción contribuía a ese círculo vicioso, al autorizar generalizadamente el contrabando a cambio de recursos insignificantes. Esta irracionalidad era el precio de las seguridades que otorgaba la tiranía a los agentes del alabado progreso. Inicialmente estos no se inquietaron, pues participaban del botín que conllevaba este inmenso desorden, pero pronto se puso de manifiesto que el poder