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El 26 de julio

Heureauxconcibió nuevos planes que evidencian la situación desesperante enquesehallaba. El másimportante consistió en ofertas descabelladas al gobierno de Estados Unidos, llegando al extremo de ofrecerle colocar el país bajo su protectorado e insinuando que podría serel antecedente de la anexión. También renovó la oferta de entregade la península de Samaná. Enlas condiciones de avance de la influencia estadounidense después de la guerra hispanonorteamericana, Heureaux debió captar que lo único que podía interesarles a los norteamericanos era una entrega incondicional del país. En aras de salvarse enlo inmediato, el Pacificador estaba dispuesto a todo, hasta a renunciar en el futuro a su propio poder personal, reiterando la actitud de Pedro SantanayBuenaventura Báez. Hastaese momento había tenido éxito enmantenersu autonomíarespecto a todos los poderes internacionales. A pesar de su alianza con Estados Unidos, los sectores de poder de ese país lo tenían que reconocer como elfactor clave de poder de República Dominicana. Evidentemente, a pesar de su pasado de luchador liberal, esaindependencia no sevinculaba con postulados nacionalistas. Heureauxcarecía de cualquier sentido de orgullo nacional, pueslo único que contaba era supoder personal.

EL 26 DE JULIO

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Cuandovioque teníalapartidaperdidacon los poderososyque los norteamericanosnoseinteresaban ensusabsurdas propuestas, Heureauxfue presa de un estado de desesperación. Este hombre tan vibrante, que no se detenía ante ningún obstáculo, y a quien todos temían, se encontró con unasituacióninsoluble. Eravíctima de sus propias'pasionesy de un estilo de desarrollo del cual había sido el principal artífice. De golpe, le entraron ganas de morir, según confesó veladamente a algunos de sus íntimos. Parece que ese estado depresivo también fue provocado por un decaimiento de sus energíasviriles, no obstante contarcon poco más de 50 años de edad, a causade los excesosde unalibido desordenada, el único aspecto en que dio muestras de carecer de sentido de disciplina.

En medio de esta situación se produjo la expedición del vapor "Fanita", llegada a Monte Cristi e12 de junio de 1898. La acción tenía el propósito de derrocar el régimen yestaba comandada por luanIsidrolimenes, uno de los hombres más ricos del país. limenes había labradosufortuna sobre todo enlaexportacióndelcampeche, madera de la cual se extraía un tinte para la industria textil. Cuando apareció un colorante sintético, las operaciones de la Casa limenes decayeron y, en medio de la depresión económica de fines de la década de 1890, se abrió un conflicto entre el prominente burguésprovincianoyeltirano. Hasta entonceslimenes habíasido uno de los tantos devotos de Heureaux, al igual que lo había sido de Báez hasta que captó, a fines de la década de 1870, que el porvenir le estaba reservado a los azules. limenes tuvo lavalentía de asumir las consecuencias de su convencimiento de que el tirano resultaba un obstáculo para el desenvolvimiento de los negocios, de lo que derivó unavocación que lo llevaría a seruna de las figuras más influyentes de la política dominicana durante las primeras dos décadas del siglo xx.

La expedición del "Fanita" concluyó enfracaso a las pocas horas, entre otras cosas porque limenes se negó a ejecutar algobernador de la ciudad, MiguelAndrés Pichardo, uno de los caudillos regionales sobre los cuales descansaba la paz que por primeravez era seriamente puesta a prueba. "Guelito" escapóyla misma noche organizó fuerzas que derrotaron a los expedicionarios. El jefe de la expedicióntuvo que escaparprecipitadamente, apenas acompañado porunos pocos de sus parciales, mientras que otrosfueron capturadosyfusilados sumariamentepor orden expresadel tirano. Enlo inmediato no hubo señalesvisiblesque anunciaran elcolapso del régimen, pues aun entre los ricos reinaba un miedo sepulcral antelacapacidaddeviolenciaque eracapazde aplicarel Presidente.

Este fracaso, sin embargo, no pudo obviar las consecuencias adversas que tuvo la expedición para la estabilidad. Poruna parte, el hecho de que un connotado empresario se hubiera atrevido a desafiar la maquinaria de terror constituía un hecho sinprecedentesque paramuchos, entreelloselmismo tirano, presagiabalaproximidad de un cambiopolítico. luan Isidrolimenespasó a erigirse en

un símbolo compactadorpara todos aquellos que anhelaban el final del despotismo. Porotraparte, se hizo de público conocimiento laversión de que sectores del gobierno de Estados Unidos habían propiciado o, porlo menos, habían dado su asentimiento a la expedición. Se registró que uno de sus jefes, Agustín Morales, muerto en combate en Monte Cristiyuno de los más férreos enemigos de la tiranía desde sus primeros momentos, había tenido entrevistasconfuncionarios del Departamento de Estado. Aunque fue de manera ambiguaypara exaltar sentimientos nacionalistas, el gobierno dominicano permitió la difusión de laversión, con lo que le dabacierta credibilidad. Esto era señal de la desesperación que arropaba al tirano.

Esteestado de ánimo se agudizabaconlaagravación de lasituación económica. Cuando compre.ndió que no vencería la resistencia de comerciantesycampesinos a los billetes desvalorizados, el flamante jefede Estado acudió al expediente de ordenarlaincineración de grandes cantidades de esos billetes, que eran canjeados a una tasavil. Deigualmanera, concibió solucionesinconsistentes al problema, reiterando sucaracterísticade pésimo administrador de los asuntos públicos, como reconocer el pago de un porcentaje de los derechos aduanales con elpapel moneda, lo que simplemente encubría, sin resolver, el caos monetario.

Estos manejos tuvieron el efecto de atizar aún más el conflicto que enfrentaba al grueso de la sociedad contra el gobierno. Heureauxprocuró quelaincineración de billetesfuera dirigidapor personas honorables, con elfin de transmitirconfianza a los agentes económicos en el sentido de que él se encontrabasinceramente interesado en que se superara el motivo del malestar. Era tarde, pues la palabra del todopoderoso tirano ya no resultaba creíble y éstemostraba carecerde los recursos paraenderezarlamarcha de las cosas.

Porloquesepuedeinferirde testimoniosyde suspropias cartas, Heureauxerapresade un debateinterno entre las ansias de mando consustanciales asupersonayel estado depresivoqueseapoderaba de él a causa de la pérdida de perspectivas. En medio de la tensión, decidiórealizarunvajealCibao,precisamenteconelfindesupervisar

laincineración debilletes.Antes de emprenderelviaje,recibió confidencias de que en Moca se tramaba contra su vida. Incluso, de acuerdo con versiones, recibió los nombres de algunos de los que preparaban un atentado contrasuvida. Estos avisos no lo alteraron enlomásmínimo, comohabíasucedidoenocasiones anteriores. En Sánchez dispuso que sus acompañantes siguieran en vapor hasta PuertoPlata,ymarchó aLaVegaacompañadoúnicamente de uno desus ayudantes, obviamentenoconelfin de queloprotegiera, sino de que se hicieracargo de susobjetospersonales.

Esta reacción era el producto de su convicción destinista. Por sus escritosyactuaciones, se puede inferir que enverdad creía que cada quien tenía suvida predeterminada, con lo que justificabasu suerteyel arrojo que le habíapermitido obteneréxitos. Estesentimiento acercadelaimprontadel destino formabaparte de su compleja cosmovisión, fruto de la combinación de su inteligencia y la asunción de la mentalidad criolla: casi con total seguridad, él era ateo, pero al mismo tiempo podía creer-y sobre todo fingir hacerlo-en la acción de fuerzas sobrenaturales. Es posible que en esos días pusiese a prueba esaconvicción, decidido a afrontar sin temor alamuerte, como eratípicoenél. Laseguridad deque habíahecho ostentación no solo se sustentaba en una valentía a toda prueba, sino también en laconfianza que le deparabalapenetraciónpsicológica y el conocimiento detallado de todas las personas que de alguna manera pudieran tener relación con los asuntos políticos. Eso le permitió siempre darse el lujo de exhibirgestos como darla espaldasocarronamentea un enemigo que habíajuradoque le daría muerte.

Estavez sabía que lacosaibaen serio. Entre los nombres de los implicadosse encontrabasuviejoenemigoHoracioVásquez, quien habíaacompañado aLuperónenlasfaenas expedicionariasde 1893. Otro denunciado era Ramón Cáceres, hijo de ManuelAltagracia Cáceres, antiguovicepresidente de Báezasesinado en 1878,según muchos por orden del mismo Heureaux. El indicio de que, a pesar de su confianza, estaba al tanto de lo que se fraguaba, es que en medio de una recepción que se le ofreció en el clubsocial de Moca lanoche de su llegada, al verlos preguntó qué hacían ahí.

Al otro día, el 26 dejulio de 1899, antes de salirhacia Santiago, como siempre solo, fue a visitar aJacabo de Lara, uno de los comerciantes poderosos de la ciudad. De seguro sabía que su hijo Jacobita estaba involucrado en el complot, pero eso no era óbice para que dejara de cumplir con el ritual de saludar a los patricios cadavez que pasabapor una localidad. Hablaba despreocupadamente con el rico mercader cuando el hijo de éste le propinó un balazo a quemarropa. El impacto no le quitó fuerzas y pudo maniobrar el arma que portaba con su mano izquierda, la única que podía utilizar desde que fuera herido en una riña. De inmediato Ramón Cáceres avanzó sobre él, disparándole repetidamenteylogrando impactarle dos veces. Mientras se desplomaba, Heureaux pudo disparar una vez, alcanzando a un pordiosero que rondaba porlos alrededores. En ese trance, hizo señales sobre el suelo, que fueron luego interpretadas como fórmulas rituales mágicas.

Los testigos no podían creerlo queveían. Trasveinte años de su influjo abrumador, parecía imposible que este hombre yaciera sin vida. Enescasashoras\elpaísconocíalanoticia,queanunciabapara todos un cambio de época. Talvez poresepresentimiento, las autoridadeslocalespermanecieron atónitas, sinreaccionar, dando tiempo aqueloscomplotadosseretiraran enordenparainiciarunainsurrección. Tuvo queserunode susfieles, PedroPepín,gobernadorde Santiago,igual que él originario de medios humildes y salidos de ellosgraciasa lamontonera, quientomaralainiciativa de ir arescatarelcadáverapenas acompañado de unospocos soldados.

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