PENSAR UN PAIS CON JUSTICIA SOCIAL
Polémica – El periodismo y la política
El día del periodista en tiempos de billetera y relato oficial “Cristina sueña con un mundo sin periodistas, a juzgar por la obsesión enfermiza que muestra a cada momento con la prensa crítica, no sólo la del monopolio. Decir prensa crítica es como redundante porque el periodismo debe ser crítico y desconfiando por esencia”, opina Mario Albera del sitio sosperiodista. por Mario Albera (*) Nunca como ahora la tarea de un periodista fue señalada en forma acusatoria por otro periodista. Esto se produce en casi diez años de kirchnerismo en Argentina. Digamos que es su obra más maquiavélica: así como el sistema suele enfrentar al pobre contra el pobre, el kirchnerismo ha logrado dividir al periodismo con valederos y falsos debates. Porque es valedero discutir sobre la labor de la prensa. Pero es falso tergiversar el debate y hacer creer que se pueda ser periodista y militante. Estar de los dos lados del mostrador. Ya esto ni siquiera merecería una discusión seria o una diferenciación. Si el periodista quiere militar o tiene una vocación por la cosa pública, que funde un partido y se dedique al mentis de la política. Aprovecharse del periodismo para traficar y publicitar ideas, es deshonestidad pura. El periodista, a secas, está para otra cosa: buscar hechos de interés público, probarlo y contarlo de la forma más creativa. No para hacer propaganda de un interés privado, y menos de uno público. En este caso, del relato que se ha inventado un gobierno para controlar la opinión pública. Como no puede controlarla del todo porque, por suerte, hay un periodismo que resiste el embate del discurso oficial, ha propiciado desde el Estado (ya sea con
fondos, favores o ideas) la creación de medios paraoficiales tendientes a empardar la opinión. Esto trasunta la concepción que el gobierno tiene de la actividad periodística. Una concepción que se aleja del pluralismo que dice querer garantizar con la Ley de Medios Audiovisuales. No es más que un pluralismo amañado, artificial tendiente a manipular la información a partir de la llegada de empresarios y contratistas del poder a los medios masivos de comunicación. La compra de los canales y radios a Hadad por parte del zar del juego Cristóbal López es un ejemplo. La compra de radio Del Plata por parte de la firma Electroingeniería es otro ejemplo. Seis siete y ocho, por su parte, es otro ejemplo de lo que no debe hacerse: patrocinar con recursos públicos programas en medios estatales. Si es estatal es de todos, no del gobierno. De modo que allí, al menos, deberían estar representadas todas las voces.
Enfermizo Cristina sueña con un mundo sin periodistas, a juzgar por la obsesión enfermiza que muestra a cada momento con la prensa crítica, no sólo la del monopolio. (Decir prensa crítica es como redundante porque el periodismo debe ser crítico y desconfiando por esencia. Pero hay tanto colega adicto que es necesario) La presidenta detesta las preguntas, la repregunta y la pregunta que lo parió. Por eso no da conferencias y discursea sobre el atril. Es una obsesión que nace de la impotencia, la suya: la impotencia de no poder controlarlo todo, incluso lo que se escribe. Pero ¿qué culpa tiene Magnetto de que Ricardo Jaime no pueda justificar el patrimonio que tiene? ¿Qué culpa tiene La Nación de que Amado Boudou tenga un millón de amigos que parecen ser sus testaferros? ¿Qué culpa tiene Lanata de que en Angola no se haya vendido una sola de la decena de cosechadoras que el gobier-
no anunció que había vendido? ¿Qué culpa tiene Morales Solá de que los trenes en Argentina sean un arma homicida? Ya lo dijo el ex presidente uruguayo Jorge Batlle: “Los argentinos son una manga de ladrones”. Es triste ver que hay gente, colegas, creer que la causa de muchos males que sufre este país (el de la corrupción visceral, por ejemplo) es culpa de la prensa. Esto demuestra que algo quedó en la opinión pública de toda esta mentira gigantesca y repetida mil veces construida por los Kirchner (el finado y la viuda), en lo que han llamado la “batalla cultural”. Yo creo que el fanatismo empobrece. Ver que Horacio Verbitsky (“ministro sin cartera”) y Víctor Hugo Morales (relator deportivo devenido en el Bernardo Neustadt del modelo) fueron invitados hoy por la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba para participar de una jornada por el Día del Periodista es una muestra de ese fanatismo que embrutece. Una escuela que hizo del espíritu crítico una religión y donde el El Manifiesto Comunista o El Capital eran la Biblia obligada para sus alumnos, exhibe hoy su peor cara académica. Marx se revolcaría en la tumba de enterarse de este protocolar circo criollo. En definitiva, feliz día a los colegas. Sólo para aquellos que laburan con honradez, humildad y profesionalismo, sin dejarse callar por los cantos de sirena de la billetera pública y oficial. * Periodista y editor de www.sosperiodista.com. ar
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