Cultura El (anti) peronismo en la literatura
Borges-Bioy y los monstruosos muchachos peronistas por
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Alguna vez, Ricardo Piglia sentenció que los dos modos fundamentales en que los escritores se habían referido al peronismo eran la paranoia y la burla. El cuento “La fiesta del monstruo”, de H. Bustos Domeq -alias literario de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares-, es un ejemplo de la segunda opción. 16
Mariano pacheco
on el pseudónimo jocoso de “H. Bustos Domeq”, los escritores Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares publicaron a fines de 1955 (recién tras la caída del peronismo) este relato escrito en 1947. Y lo hicieron fuera del país, en la revista uruguaya Marcha. Desde el título, hasta el epígrafe de La refalosa, de Hilario Ascasubi (“Aquí empieza su aflicción”), pasando por la primera oración del relato (-Te prevengo, Nelly…), Borges y Bioy dan cuenta de su posición estético-política: quien contará la historia, en primera persona, es un cabecita negra, seguidor del Gran Monstruo Nacional. “El relato arma su escena textual y representa la escena política con un monologismo total, autoritario y represivo”, supo escribir alguna vez María Teresa Gramulglio, destacando que la voz del narrador se presenta como un Absoluto. Pero con el detalle de la cita de Ascasubi, el cuento va a salirse de la tradición gauchesca: quien habla puede ser considerado un descendiente de los sanguinarios federales, pero no así quienes escriben, letrados señores de la culta capital europea del continente. Es que la identificación del peronismo con el federalismo les impide inscribir sus plumas en ese legado. De allí también la asociación del título, en donde las palabras “fiesta” y “monstruo” aparecen juntas, remitiendo de manera casi directa a la barbarie. Porque tal como se ha señalado ya en otra oportunidad en este mismo Portal (“La mirada borgeana del peronismo”), “La fiesta…” está construido como una reescritura de los argumento de “El matadero”, de Esteban Echeverría, pero según el tono excesivo de “La refalosa”. El cuento trata de cómo lo monstruoso, lo animal, lo anormal, se desplaza desde la periferia hacia la ciudad. El narrador, que es un militante peronista, le