El Avión Negro N° 14

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HUMOR

cómo sabotear un

cacerolazo por

pablo torres

fotografías gentileza el argentino córdoba

Siete prácticos consejos para que usted y sus amigos echen a perder un cacerolazo de forma práctica, amena y divertida.

1

Arribe al lugar donde se está llevando a cabo el cacerolazo en una camioneta llena de choripanes y cajas de vino. Bájese y empiece a repartir vales entre los manifestantes, mientras le dice a cada uno “aquí tiene doñita/don/pibe/etc, pase con este vale a retirar por la chata el chori y el vino que se le prometió, no se agolpen que hay pa’ todos”. Luego de esto, diríjase a todos y dígales: “¡Che, acuerdensén de que en dos horas tenemos que estar en los bondis que nos van a estar esperando acá en la plaza de enfrente, eh! ¡No se me vaya a perder ninguno que después tengo quilombo con sus punteros!”. En lo posible, saque fotos de las expresiones de horror en sus rostros.

2

Con la ayuda de un camión, lleve un escenario portátil al lugar de la manifestación, despliéguelo delante de la concurrencia y súbase disfrazado de pastor evangelista. Si va acompañado de un coro y una banda musical, tanto mejor. Mientras vocifera aleluyas y bendiciones, explíquele a la concurrencia que el cacerolazo es parte de “una misión celestial que Dios nos encomendó para poner fin a este gobierno comandado por Satanás”. Exorcise militantes de

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La Cámpora. Cante canciones, muchas. Haga subir a algún cacerolero para que dé su testimonio. No escatime en luces, decorado y parafernalia en general.

3

Caiga al cacerolazo con un grupo de amigos, todos disfrazados de conchetos indignados (chombas Lacoste, camperas Columbia, anteojos Ray Ban y caras de orto). Mientras andan todos diseminados por ahí, meta queja, meta pataleo, meta quiero mis dólares, de repente uno deberá decirle en voz alta a los que lo rodean: “che... ahora que lo pienso bien... la verdad, no se que hago acá: no me falta nada, estoy lleno de plata, la vida me sonríe... ya fue, yo me voy a mi casa”. Acto seguido, el resto de los compañeros, que van a andar por ahí cerca, empezará a coincidir: “¡tiene razón el señor! ¡yo también me retiro! ¡mirá si voy a andar perdiendo el tiempo en estas pelotudeces!”, “¡sí, es cierto! ¡a mí tampoco me falta nada! ¡yo me las tomo de acá!”, “permiso, yo también me las pico... tengo unas películas en Blu-Ray para ver en mi plasma de 40 pulgadas”, etc. Hecho esto, todos juntos emprenderán la retirada. Con un poco de suerte, lograrán que algún cacerolero recapacite y los imite.


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