pensar un pais con justicia social
Mirarnos en el espejo venezolano por
C
uando escribo esto para El Avión Negro han pasado siete días de la elección venezolana. Como debía ser –por el presente y el futuro de la alternativa popular y democrática en nuestra patria grande- ganó el compañero Maduro, en una elección reñida, pero transparente y legítima. Desde ahora, es un desafío inmenso. Venezuela ha sido, es y será parte necesaria y fundamental del cambio latinoamericano, de la consolidación de un modelo para todos los pueblos que –como dice Ramonet- son víctimas del sadismo económico. Empero más allá de esta realidad, que nos tranquiliza y nos desafía, ningún partícipe de este proyecto inmenso puede esconder una cierta desazón, una inquietud,
luis rodeiro
un profundo sonido de alarma. Las preguntas que se hacen los compañeros venezolanos, como nosotros, como los bolivianos, los ecuatorianos, los brasileños, los uruguayos, son exactamente las mismas. ¿Qué pasó con los miles de votos que consagraron a Chávez, en una victoria aplastante? ¿Por qué esos miles de votos que nos faltan en esta nueva realidad electoral se pasaron a la derecha de Capriles? ¿Los grandes líderes populares son irremplazables? ¿Qué hicimos mal, qué no supimos leer en la escritura enrevesada de la sociedad, qué no supimos escuchar en la voz popular, qué batalla estratégica, qué desarrollo táctico no supimos plantear correctamente? A pesar de lo provisorio de las hipótesis y de las conclusiones, conscientes de las
particularidades de cada proceso, una pregunta fundamental para hacernos es ¿si es posible -más allá de las diferencias- mirarnos en el espejo venezolano, descifrar si no hay en esa realidad de triunfo disminuido, algún mensaje para nuestra propia construcción popular? Por cierto, una verdad de Perogrullo es que no hay partido ganado hasta que no suena el pitazo final; que un proyecto popular –por el tamaño y el poder de los adversarios- exige un compromiso permanente, una atención continua, un poder de autocrítica cotidiana. Es demasiado temprano para esbozar conclusiones cerradas, pero quizás valga la pena preguntarse en alta voz sobre riesgos, aunque sea de manera desordenada y provisoria.
11