LUBICANTES MARINOS
La pieza líquida del motor Por Juan José Vasini. Asistencia técnica de lubricantes y especialidades YPF
En el mundo de la industria, cada vez que necesitamos lograr que algo se mueva nos encontramos con que lo que genera ese movimiento es un dispositivo que quema combustible. La enorme cantidad de energía que se manifiesta en la combustión es transformada en energía mecánica, es decir, un eje que gira, un brazo que oscila, etcétera. Muy frecuentemente ese dispositivo es un motor de combustión interna. Las embarcaciones no son la excepción: dentro de cada una de ellas, incluso en pequeños veleros, hay un motor de combustión interna que mueve una hélice cuya función es impulsar el agua lejos de la embarcación. A medida que el agua se aleja, la embarcación se mueve en el sentido opuesto y así se logra el desplazamiento de la nave sobre el agua. Los motores son mecanismos relativamente complejos cuyas piezas tienen una forma, posición y función únicas. Sin embargo, existe una pieza que escapa a esta regla: el lubricante. El lubricante es una pieza fundamental del motor pero su importancia no radica en su “forma” porque es un líquido, no se relaciona con la posición que ocupa dentro del motor porque prácticamente está en casi todo su interior y no tiene una función definida sino, muy por el contrario, una multitud de tareas a su cargo. De todas estas tareas, la más
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evidente es la de evitar el daño mutuo que pueden infligirse las piezas que están en contacto y se mueven unas respecto de otras. Y sumadas a ésta, las otras funciones relevantes son evitar la corrosión en las piezas metálicas, impedir que se generen depósitos sobre ellas, y evacuar calor de las zonas más calientes del motor. Es cierto que todas estas funciones difícilmente podrían ser percibidas como propias y específicas de los motores de la industria naval. En realidad, estas funciones son aportes necesarios en cualquier motor de combustión interna. Sin embargo, los motores que impulsan las embarcaciones son dispositivos mecánicos especialmente adaptados a la realidad técnica, ambiental y económica propia de la industria naval, y los lubricantes marinos, como parte integral de ese mecanismo, se diseñan especialmente para satisfacer el conjunto de exigencias que se le plantean. La pregunta obvia que surge de lo dicho anteriormente es la cuestión acerca de cuáles son esas exigencias tan propias de la industria naval. Son de variada naturaleza y pueden clasificarse en exigencias derivadas de: • Logística asociada a la actividad naval • Gestión económica de la empresa naval
• Aspectos técnicos específicos de los motores marinos
Logística Naval Si se considera al barco como una planta industrial que flota sobre el agua, una diferencia obvia respecto de una planta industrial convencional es su inaccesibilidad mientras navega. El barco sólo se parece a una planta industrial convencional cuando está en puerto. Una vez allí, es posible acercarse a él por medios terrestres como nuestro propio auto, por ejemplo, pero mientras esté en el puerto no produce nada, por lo que esos momentos de accesibilidad y destinados a proveerle insumos o a visitarlo con personal de tierra para efectuar trabajos de distinta índole, deberían ser escasos. Eso implica que las posibilidades de reaprovisionarse de lubricante no abundan. Por muy importante que sea el lubricante, es impensable que un barco tenga que alterar su recorrido o abandonar su plan de pesca para dirigirse a un puerto a cambiar el lubricante de su motor. Eso ocasionaría pérdidas económicas inmensas, y para evitar esa situación, los motores cuentan con un volumen bastante grande de lubricante que se va renovando y purificando a través de centrífugas que extraen contaminantes como el hollín, el agua y el material particulado. Los