Soliloquio (De la suerte como un bien escaso) Marco Antonio Hernández Aguilar Egresado de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, UNAM. Ha publicado diversos ensayos, minirelatos y cuentos. Participó en el Proyecto de Investigación Conacyt 312027 “La emergencia de las noticias falsas en el ámbito de la salud en el contexto de la pandemia COVID-19 en México: discursos y construcción simbólica de los actores sociales”. Líneas de investigación: Populismos, Posneoliberalismo y Democracia Contacto: hdezantonioa1@gmail.com
Mi nombre es Benito Dalí Juárez Díaz. Mi padre dice que mi nombre representa tesis, antítesis y síntesis del acontecer histórico-político nacional. Mi madre dice que mi padre es un soñador trasnochado. Nací un 21 de marzo, es decir al inicio de la primavera. El ejercicio dialéctico que dio origen a mi existencia es el responsable de mi falta de esperanza. Soy escaso de suerte, algo que se vuelve indispensable cuando uno vive en el país de la eterna crisis. Muchos culpan a nuestra idiosincrasia de los traspiés que nos llevan a dar un paso al frente y luego dos para atrás. Me considero agnóstico, pues no debo prescindir de lo más elemental del ser humano: la fe. Quien no tiene fe carece de humanidad. Debo dejar claro que no debemos confundir fe con suerte, porque quien lo hace peca de optimista. Continuando con mi biografía, les cuento que vivo en los suburbios. En el Establo (Estado) de México, el inframundo de nuestra civilización. Lugar surrealista (como anillo al dedo para mi segundo nombre). Me considero liberal, aunque he crecido en una familia conservadora. Como mencioné al principio, la intención de mi padre fue darle sentido histórico a mi existencia. Que mi nombre trascendiera mi propia existencia. No soy yo, soy lo que estuvo antes de mí. 41