
4 minute read
Leonardo Fróes por Ayelén Medail Ayelén Medail
from La sílaba #6
LEONARDO FRÓES POR AYELÉN MEDAIL
Leonardo Fróes (Itaperuna – Río de Janeiro, 1941) Es, además de poeta, traductor, perio‐dista, crítico literario y naturalista. Tiene diez poemarios publicados y un libro de cuentos. Tradujo, entre otros, libros de Virginia Woolf, Shelley, Swift, George Elliot, Malcom Lowry. En la dé‐cada de 1970 se instaló, junto a su familia, en una casa en la selva de Pe‐trópolis donde vive hasta ahora. Fue una de las primeras personas en hablar sobre conciencia ecológica en Brasil. Ayelén Medail (Concordia – Argentina, 1987) Es traductora, investigadora y profesora de historia y lengua. Vive en Brasil desde 2012 donde busca establecer puentes entre las literaturas del continente a través de traducciones para el portugués y el español.
Advertisement
Mulher de pé no fim do mundo – em Quatorze quadros redondos (1998) Somente uns tufos secos de capim empedrado crescem na silenciosa baixada que se perde de vista. Somente uma árvore, grande e esgalhada mas com pouquíssimas folhas, abre-se em farrapos de sombra. Único ser nas cercanias, a mulher é magra, ossuda, seu rosto está lanhado de vento. Não se vê o cabelo, coberto por um pano desidratado. Mas seus olhos, a boca, a pele – tudo é de uma aridez sufocante. Ela está de pé. A seu lado está uma pedra. O sol explode. Deve ser um gavião que de vez em quando gritava. Ela estava de pé no fim do mundo. Como se andasse para aquela baixada largando para trás suas noções se si mesma. Não tem retratos na memória. Desapossada e despojada, não se debate em autoacusações e remorsos. Vive. Sua sombra somente é que lhe faz companhia. Sua sombra, que se derrama em traços grossos na areia, é que adoça como um gesto a claridade esquelética. A mulher esvaziada emudece, se dessangra, se cristaliza, se mineraliza. Já é quase de pedra como a pedra a seu lado. Mas os traços de sua sombra caminham e, tornando-se mais longos e finos, esticam-se para os farrapos de sombra da ossatura da árvore, com os quais se enlaçam. Mujer de pie en el fin del mundo Solamente unos tufos secos de paja empedrada crecen en la silenciosa bajada que se pierde de vista. Solamente un árbol, grande y rameado pero con poquísimas hojas, se abre en harapos de sombra. Único ser en las cercanías, la mujer es delgada, huesuda, su rostro está lastimado por el viento. No se le ve el cabello, cubierto por un paño deshidratado. Pero sus ojos, la boca, la piel – todo es de una aridez sofocante. Ella está de pie. A su lado hay una piedra. El sol explota. Debe ser un gavilán que de vez en cuando gritaba. Ella está de pie en el fin del mundo. Como si anduviera para aquella bajada dejando para atrás sus nociones de sí misma. No tiene retratos en la memoria. Desposeída y despojada, no se debate en autoacusaciones ni remordimientos. Vive. Su sombra solamente es quien le hace compañía. Su sombra, que se derrama en trazos gruesos en la arena, es la que endulza como un gesto la claridad esquelética. La mujer vaciada enmudece, se desangra, se cristaliza, se mineraliza. Ya es casi de piedra como la piedra a su lado. Pero los trazos de su sombra caminan y, volviéndose más largos y finos, se estiran hacia los harapos de sombra de la osamenta del árbol, con los cuales se enlazan.
Escritos numa banheira – em Esqueci de avisar que estou vivo (1975) O gástrico amor tremendo em toda tua estrutura de sol a chave que te ofereço e empunhas como um troféu de mútua aceitação a salvo da cobiça familiar a salvo das disputas políticas o pacto que selamos nessa banheira cheia de espuma e de ilusão a aula de geografia corporal que vou tomando enquanto a mão te alisa e te refresca e te arrepia nos delicados vales sob o ventre a carga elétrica da água que se armazena em angras debuxadas pelo teu busto a busca de minha infância em ti por todaparte onde me arrastas como a correnteza então daquele tempo. Escritos en una bañera
El gástrico amor temblando en toda su estructura de sol la llave que ofrezco y empuñas como un trofeo de mutua aceptación a salvo de la codicia familiar a salvo de las disputas políticas el pacto que sellamos en esta bañera llena de espuma y de ilusión la clase de geografía corporal que voy tomando mientras la mano te alisa y te refresca y te eriza en los delicados valles bajo el vientre la carga eléctrica del agua que se almacena en ensenadas dibujadas por tu busto la búsqueda de mi infancia en ti por todaparte donde me arrastras como 46 la corriente entonces de aquel tiempo.
Mulheres de milho – em Anjo tigrado (1975)
Milhares de mulheres de milho brotam do meu olho calado como espigas fortes. No ar elas se endireitam
como folhudas criaturas carnosas que ao vento transmudam, de fêmeas, em formosos penachos machos.
Acho graça na cruza; penso nisso que é ser mulher a passo de, sob a vertigem solar, virar confusa
hibridação. Abro-me. Brinco de me dar. Rapto-me e opto-me como se eu mesmo fosse me comer inteiro
enquanto as coisas simplesmente nascem.
Mujeres de maíz
Millares de mujeres de maíz brotan de mi ojo callado como espigas fuertes. En el aire ellas se enderechan
como hojudas criaturas carnosas que al viento transmudan, de hembras, en hermosos penachos machos.
Hallo gracia en la cruza; pienso en eso que es ser mujer al paso de, bajo el vértigo solar, volverse confusa
hibridación. Me abro. Juego a darme. Me rapto y me opto como si y yo mismo me fuera a comer entero
mientras las cosas simplemente nacen.