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Tres poemas Arturo Aguilar Hernández FOTOGRAFÍA

TRES POEMAS Arturo Aguilar Hernández

(Zacatecas, 1991) es licenciado en Letras por la Universidad Autónoma de Zacatecas. En 2012 recibió el Premio Municipal de la Juventud, en 2016 fue galardonado con un premio al folclor municipal de calaveritas literarias; en 2017, 2018 y 2019 ganó distintos concursos literarios en el sector empre‐sarial, en 2020 obtuvo el tercer lugar en el concurso “Cuando la poesía nos alcance” categoría B. Ha escrito cuentos, poemas, ensayos y artículos de opinión política y social; ha colaborado en el periódico online Periómetro, en Regeneración Zacatecas, en La Soldadera suplemento cultural de El Sol de Zacatecas, en Efecto Antabús, en el proyecto independiente FA Carto‐nera y en las revistas literarias virtuales El Guardatextos y Collhibri.

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LITERALMENTE PROHIBIDA

Nunca mis pupilas grabaron cómo tus pelos enmarañados íbanse haciendo sedosos, pulcros, suaves y largos. Apenas mi conciencia aprende que tu cabello es ya pieza artística de ti, que me seduce y me petrifica. Envuelves en el deseo a cada una de mis fibras. … La belleza te poseyó y te formó a su imagen y semejanza. Con retazos de las estrellas moldeó tus ojos y te dio brillo. Me llevas a la prohibición. Me llevas a la perdición. A veces tu deseo me sonríe, pero sólo para mí eres prohibida. … Con alambre me cosí los labios para jamás susurrarte cuánta fascinación y tentación me provocas,

¡Ahora sé qué sintió Eva! … Al acariciar tu recuerdo, se me regalan cálidos escenarios contigo. Mi cuerpo vibra al verte deseando romper nuestras cadenas para poder acercarme a ti. Me deleitas, todo mi cuerpo me delata. … Más allá de que tu corazón empiece a causar tumultos en el mío y de que mi avidez por verte comienza a pulverizar mi voluntad y de que mis manos sean tus siervas; más allá de que comienzas a hacerme sentir emociones, más allá de todo eso y de amor retorcido, se halla la sombra de lo que mayormente me provocas, se oculta como una bestia. … No se trata de banalidad de mi piel, se trata de que a nada más podría acceder a ti, de que me eres prohibida, de que desearte es una forma de acallar y de controlar el amor que descansa en lo más oscuro de mi corazón por ti.

CABELLO DIBUJADO POR EL SOL

Solo el tenue brillo de mis ojos me insinúa quien mira –y mis ojos a veces con dureza me interrogan. Cuando me encaro ante el espejo veo con dolor que falta la mitad de mi rostro. Me falta la sonrisa, o lo que sea esa mueca, no la tengo porque se la comió el mundo. La engulló viva y clamando piedad. La voracidad con la que devoramos el mundo dio vuelta y me halló también a mí.

Parece venganza por años de maltrato, destrucción y caos

que los poderosos le han hecho a nuestra casa. Una casa con inquilinos ancestrales que matamos y sobajamos, una casa que está siendo tapiada porque se desmorona como un tejado viejo. Logró golpearnos con la misma oscuridad y martirio que es golpeada. Jamás he sido un hombre feliz y quizá jamás lo seré. Solo soy un drogadicto, a pesar de todo. Uno que solo mirándola sonríe. Verla fue lo más cercano a la alegría. Ahora pago, también millones, mis crímenes de civil. Con intereses que me arrebatan lo poco que tuve: un recuerdo que era como la vela con la que me guiaba descalzo en la oscuridad caminando entre vidrios.

Memoricé sus hábitos; También su pelo pintado por el sol

y por supuesto su cuerpo. Guardo como tesoro sus ojos de perla. Había una barrera que no osé desafiar. Hoy lejos de tirarla le puse castillos, concreto y más ladrillos. Todos los días juraba derribarla y nunca lo hice. Aquel día de sol, cálido y bello, la vi y me petrifiqué. Sin sonrisa, sus labios no me invitaron un beso, ni sus pómulos se sonrojaron. Un cubreboca miserablemente apenas me mostraba sus ojos de perla. Ese día fui aún más miserable, ella como agua se me escabulló entre los dedos.

Los ávidos de tierras, los devoradores de árboles, los que tragan aún sin hambre nos han borrado la belleza, desdibujado la armonía, arruinado lo que decían que era estabilidad. Solo pude acceder a sus ojos de perla y su cabello dibujado por el sol. Ahora hasta su recuerdo comienzo a perder.

Güerita

Quizá mis párpados se adueñaron de tu imagen, güerita, y de tu jovial sonrisa, en algún sueño, o en alguna fantasía de esas que me consumen.

Yo te tenía en esa fantasía donde podía pasear mis dedos por tus mejillas, donde podía flanquear tus labios prohibidos y devorarlos, donde tu mirada –que me veta– me acaricia con dulzura y me abre las puertas al Edén, a ti. Yo te tenía en esa fantasía donde me abrazas Y me pierdo en ti.

Tú también me estás vetada. Tú también me estás prohibida. Tus manos son fuego para mí. Tus mejillas, con su burbuja protectora de mis caricias y besos, me torturan. Yo quisiera dormir cobijado por tu cuerpo. Quisiera que tus brazos me apresaran y me metieran a tu pecho, Ahí encerrado solo pediría que me alimentaras con miradas, risas, caricias y besos.

Cuando rauda vuelas en las calles y jalas, con violencia, pasiones y corazones, cuando vuelas soberbia y arrogante yo te veo y enloquezco. Tanto que puedo abrirme el pecho y mirar cómo mi corazón lleva tu semblante tatuado. A veces me ves y se me reinicia la vida.

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