ESPAÑA
El regreso de
CONXEMAR En octubre pasado, y luego del obligado bache de 2020, volvió a Vigo la Exposición Internacional de Productos del Mar Congelados. Un muy esperado encuentro que, con los límites del caso, mostró la vitalidad del negocio y de CONXEMAR, responsable de la organización. El peso de la patronal volvió a reflejarse en el informe anual CONXEMAR-ZFV, con una presentación que calificó de “ataque potente” a la organización, la feria del rubro que se anuncia en Barcelona. Las páginas que siguen incursionan en el tema y en el análisis de la coyuntura seafood del mercado español, agregando apostillas de la feria y las respuestas del CEO del Grupo Iberconsa a un cuestionario de R&S.
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El título es un tanto engañoso y viene a cuento citar lo dicho por la autoridad española, el pasado octubre, en la XXII Feria de Productos del Mar Congelados. Fue en Vigo, en la jornada inaugural, donde Alicia Villariz, secretaria general de Pesca, subrayó con acierto que „la feria ha vuelto pero el sector nunca se fue‰. Es que la exposición, aunque ausente en 2020, es una referencia internacional, y la confusión surge porque hace tiempo se la identifica con el nombre de sus autores. Detrás de la sigla CONXEMAR está la Asociación Española de Mayoristas, Importadores, Transformadores y Exportadores de Productos de la Pesca y la Acuicultura, que como bien señaló Villariz, nunca se fue. No le resultaría sencillo: su cuota sectorial en España equivale al 61% de la facturación y al 51% del empleo, sin mencionar su liderazgo ferial, hoy asediado por la competencia (ver aparte). En resumen, y para bien o para mal, CONXEMAR marca el ritmo del negocio, que como sucede en todo el mundo, llega a 2022 dominado por la incertidumbre. Menos, claro, cuando se abrieron las puertas de la feria. De hecho, todo era optimismo por la sorpresa del verano, que arrancó plagado de pronósticos agoreros pero tuvo un remate a toda orquesta. Es que había inquietud por la caída del turismo extranjero, pero el volantazo lo dieron los propios españoles que también se quedaron en casa: tras un año de ahorro forzoso, invadieron playas, hoteles y restaurantes