BIBLIA Y MISIÓN Hno. Omar Peña FMS, Hno. Jorge Lozano MJ
El mes de
María:
Una oportunidad para reavivar nuestro ser «discípulos-misioneros» La Iglesia, desde sus orígenes, ha sido acompañada por la presencia maternal de María (Jn 19, 26-27).
L
as primeras comunidades cristianas son testigo de ello. La presencia de María en la comunidad que ora y espera la venida del Espíritu (Hch 1, 14) nos revela como la madre de Jesús esta presente en los primeros pasos de la Iglesia naciente. Su presencia en la comunidad cristiana nos recuerda el rostro de Jesús, siendo también signo de la fidelidad de la Iglesia a Cristo. Esta presencia y cercanía de María ha sido siempre reconocida a lo largo de la historia de la Iglesia. Es por ello por lo que el amor y la devoción a la madre de Jesús es un elemento intrínseco del culto cristiano (Pablo VI, 1974). Prueba de ello son los múltiples títulos y advocaciones con los que veneramos e invocamos a María: refugio de pecadores, auxilio de los cristianos, consoladora de los afligidos, madre de la Iglesia, reina de la paz. Expresiones que reflejan cercanía, protección y reconocimiento de una presencia que anima y fortalece la vida y fe de la comunidad cristiana. Encontrarnos con María significa, en último término, encontrarnos con Jesús mismo. Tal como nos recuerda la Exhortación apostólica
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Mayo - Junio 2021