Corporación Bíblica
“La Historia de Tobías”
Ellos Que grande parecía todo y que lejana la Semana Santa de aquellos hombres que parecían tan mayores, de grandes cuarteles e impresionantes figuras. Que inalcanzable quedaban las Cofradías y sus imágenes. Que tiempo en el que todo se hacía con pocas cosas y todo era tan importante, todo se magnificaba y se reconocía como único. Que tiempos en los que se aprendía con la mirada, el oído, los olores, los sabores, el tacto de pelucas, rasos, terciopelos etc. Que época tan dichosa, en la que empezábamos a tener nuestras primeras reflexiones, serias, de charlas larguísimas a las que le sorprendía en multitud de ocasiones el alba, de razonamientos todos validos pues venían a sumar uno tras otro de cada cual el mismo interés, la misma ilusión, las mismas intenciones, la misma dedicación, el mismo tiempo, las mismas esperanzas y sobre todo el mismo cariño. Y después de tantos buenos y agradables momentos percibo que es una de las épocas que todavía no ha terminado, y espero que dure para siempre, en la que mi mente, mi corazón y mi alma se han ido completando y madurando a la sombra de estos mis hermanos y sobre todo buenos y amados amigos. Mi madurez en la infancia, madurez en la pubertad, madurez en la juventud y madurez en la etapa adulta no se puede concebir sin haber pasado, vivido y compartido tantas cosas buenas, regulares y malas que la vida nos ha ido ofreciendo con ellos. Sin ellos sería otra persona, seguramente en nada parecida a la que soy. Ellos me han criado, mimado, consentido, reñido, entristecido y alegrado tantas veces que nada tiene más valor e importancia que la que tiene en ese mismo instante, inmediatamente después, si era enojo se convierte en perdón, si era alegría se convierte en bienestar común, si era dolor se convierte en padecimiento compartido y sentido como propio. Ellos me mantienen en el camino de la amistad que no hay que recuperarla, pues siempre está hay, en la ilusión de compartir momentos que no tenemos que provocar pues son siempre iguales, cotidianos, familiares; en un sentirse querido permanentemente sin condiciones y de manera atemporal. Ese es el 25 aniversario que en este año recordamos y de los que me siento particularmente satisfecho y orgulloso. 25 años vividos con ELLOS con los que he disfrutado intensamente y de cuya relación y perseverancia es culpable parte de esta impresionante Corporación a la que tantísimo quiero y en la que tantísimo tiempo, trabajo, dedicación, esfuerzo, cariño e ilusiones e vertido con ELLOS durante estos veinticinco años maravillosos al igual como con todos los que estabais en la fusión y con los que habéis ido llegando sucesivamente. Hermanos muchas gracias por vuestro cariño y hermandad y ¡¡VIVAS EL PEZ POR SIEMPRE Y SUS HERMANOS!!
Juan Fernando García Arroyo Abril 2007
La Pecera — Página 14
