
2 minute read
Mi 300 aniversario
Como ya sabéis hermanos, este año se ha cumplido el 300 Aniversario de la llegada del Señor de la Humildad y Paciencia a Puente Genil. En los días previos a la procesión conmemorativa, algunos hermanos de la cofradía estaban preparando todo, para que los actos salieran lo mejor posible. Yo no tenía previsto asistir a esos preparativos. Pero un día que estaba en el grupo preparando algunos asuntos para este acontecimiento, me pasé por la Iglesia. Estaba sólo Jesús “Chifarri” y me dijo que le ayudara, que no había llegado nadie. Yo sin dudarlo me pongo, con él, manos a la obra. Tras pasar una hora aproximadamente y al llegar ya más personas para terminar todo el montaje, se dirige Cristóbal Beato “hijo” y me dice que le ayudara a bajar al Señor al Altar. Acepto sin dudarlo, con la responsabilidad de bajar al Señor y que no le pase nada en el trayecto. Una vez arriba en el camarín… Pasaron muchos sentimientos, algo de miedo por la responsabilidad, pero sobre todo, y contrariamente, una tranquilidad enorme y un embelesamiento por el rostro que llevaba en brazos, por lo que estaba cargando sin varal ni almohadilla…con mis manos y la única protección de mi camisa. Una vez que llegas al camarín del Señor, se respira otra atmósfera, una tranquilidad que te pone nervioso, pero no un nerviosismo de malas sensaciones, sino benigno, pero nerviosismo. Es como si el camarín estuviera a parte de todo. No escuchas a nadie, ni ves nada, sólo ves al Señor y escuchas el silencio que allí reina, por mucho ruido que pueda existir abajo. Ya por el trayecto para bajarlo, que es muy sinuoso y difícil debido a su estado de conservación, aunque los demás asistentes te advierten que tengas cuidado y tú sabes que lo tienes que tener…no temes que pase nada. Cómo va a pasar nada con lo que llevas cargado. Es una sensación que no se puede explicar. Una vez puesto en el suelo y lo suelto, sigues con ese “atontamiento” de antes y me quedo un rato mirándolo. Sin trono, sin paso, sin nada, sólo Él y yo. Otra estampa que nunca había presenciado nunca. El aturdimiento pasa por el hablar de todos los presentes y por acudir a realizar otra tarea. Esa noche en cama, me quedé un rato pensando en lo que me había pasado y cómo me podía haber pasado. Y sólo encontré respuesta en la fe. A alguien que no crea en Él es imposible que le pase, es como si bajara un trozo de madera más bonito o más feo. Pero con fe, todo es posible. Y para culminar mi 300 Aniversario, además de disfrutar del recorrido único que aconteció en el día de la procesión, un día antes, en el traslado tuve la oportunidad de portar al Señor de la Humildad y Paciencia junto con mi hermano Rafa Jiménez, “amarguro” como yo. Oportunidad que no creo que se presente muchas veces y que para mi fue muy importante. El poder ser bastonero del Humilde, aunque sea por unas pocas horas. Por todo lo dicho, además de la importancia del acontecimiento, del aniversario, para mi fue también muy especial e importante por su significado, por reconfortar mi fe.
Con cariño de vuestro hermano: Mario Quero Delgado La Pecera — Página 38
Advertisement