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Cuaresma
¡Jueves Lardero! Las cigüeñas ya anidan en sus torres, la campanita resuena en nuestras calles, rabanillas, cohetes, la vieja cuaresmera y sus patas están a punto: Es el inicio de un itinerario que impacientes esperábamos. ¡Miércoles de ceniza! Las ramas de olivo que esplendorosas lucieron en el Domingo de Ramos, hoy hechas cenizas depositadas sobre nuestra frente, nos sitúan en el umbral de la cuaresma, recordándonos, “que polvo eres, y en polvo te has de convertir”, símbolo de la penitencia. Se ha puesto en marcha el ritual imparable, en los cuarteles germina un tiempo nuevo que dará lugar al encuentro, al renacer de una enriquecedora marea de sentimientos colectivos arrebatadores. En estos días resucita de nuevo, recuperando todo su esplendor, la religiosidad manantera, fundiéndose en un todo peculiar emocionante y hermoso, la tradición y su estética, para poner en práctica el recuerdo y seguimiento a Jesús de Nazaret, encarnación de la generosidad, del amor y de la esperanza. Es tiempo de reavivar e intensificar nuestra convivencia, puesto que la humanidad ha sido creada para la compañía, como indica el “Génesis”: “No es bueno que el hombre esté solo”. Es tiempo de ejercitar en el camino diario, el altruismo, la lealtad, el sacrificio, la comprensión, la renuncia y la honradez, desterrando las miserias cotidianas del interés, la infidelidad, el desquite, la violencia, y la envidia. Es tiempo de reconciliación. Solo los buenos sentimientos pueden unirnos, el interés jamás ha forjado uniones duraderas. Para adquirir la virtud, hay que practicarla y estos días son propicios a ello, puede ser en un momento dado, pedir una fruslería y obtenerla de mi hermano sin perder la sonrisa, es un abrazo oportuno ante un roce, una palabra de aliento, o el perdón, puesto que los defectos de unos y otros, son el signo de nuestra humanidad, sin ellos seríamos ángeles o dioses, y entonces seríamos dignos de ser admirados y obedecidos, pero no amados, y el amor fraternal que nos trajo Jesús es la gran virtud que debe orientar nuestras vidas. Mientras mis hermanos celebran el 3º sábado, en comunión con ellos he realizado esta reflexión, que “aminore” mi ausencia, que no es tal. Un año más llegará el final del ciclo y de nuevo la cuenta atrás con tristeza y resignación, porque amas todo esto, lo que hemos sentido nadie nos lo va a quitar, y como amamos, agradezcamos a Dios el regalo de otra mananta más. Antonio García García. H.H 3º Sábado (Transfiguración)
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