La Pecera 2006

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Corporación Bíblica

“La Historia de Tobías”

¿POR QUÉ UN BACALAO? Juan Fernando García Arroyo

La popularidad que goza el bacalao en la actualidad como alimento delicado no siempre fue así, su introducción en la dieta alimenticia de España y Portugal está más ligada a obligaciones religiosas que a un deseo de tomarlo como manjar. La imposición por parte de la iglesia en la Edad Media de abstenerse de comer carne en la Cuaresma y todos los viernes del año hizo que el consumo de arenques y bacalao fuera casi forzado, costumbre esta que se extendió hasta entrados los años sesenta del pasado siglo. El bacalao era un pescado barato y abundante que se podía encontrar en cualquier mercado y conservar fácilmente mediante la salazón, por lo que llegaba en buenas condiciones a los lugares más apartados de las ciudades grandes con puertos y lonjas. Durante siglos el bacalao fue un alimento para hogares sin grandes recursos económicos, y no muy apreciado. Podemos comprobar en las Crónicas de Jaime I de Aragón (1.202 - 1.276) como llama a un ballestero 'bacalar pudent', o lo que es lo mismo: 'bacalao maloliente', por haberlo dejado sólo en una batalla. Incluso la etimología de la palabra fue peyorativa ya que se aplicaba a los villanos el apelativo de 'bacallar', que a su vez venía del latín bacallarius. Al no poder disponer de los embutidos de la matanza, ni del tocino, mantecas, ni de pollos, patos y pavos de los corrales propios durante los viernes, ni en el tiempo de cuaresma, era casi obligado comenzar la abstinencia comiendo bacalao, ya que no había mucho donde elegir, sobre todo en los hogares más humildes, que eran la inmensa mayoría. La Cuaresma era representada popularmente por una vieja con siete pies, que eran las semanas que duraba el periodo de ayuno. En la mano izquierda un cesto con verduras, un cayado de peregrino o en el caso de la figura que acompaña este artículo, una sartén; y en la mano izquierda o bien sobre el hombro enarbolaba un bacalao ya que era la única alternativa que se tenía para poder hacer la abstinencia junto con verduras y hortalizas. Esta famosa vieja también se exhibía en los escaparates de los comercios donde se vendía el bacalao a modo de aviso para recordar la prohibición canónica de comer carne. Los domingos, los niños de la casa arrancaban un pié a la vieja en un rito a caballo entre juego y solemne, para a la hora de comer quemarlo entre el jolgorio de todos.

El domingo de Pascua se quemaba a la vieja con el único pié que le quedaba y se procedía a la primera comida suculenta, que generalmente, si la economía lo permitía, era cordero pascual y embutidos.

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