3 minute read

Vestir la túnica

Next Article
Una buena noticia

Una buena noticia

Lorenzo Jurado Luque-Romero

Ahora que se acerca la Semana Santa, y comenzamos a abrir la parte de los armarios en donde tenemos guardadas las túnicas para llevarlas a la lavandería, o los Directores Artísticos ojean los ropajes que necesitan un repaso, es cuando me doy cuenta del significado que entrañan estas prendas, pues no solo son las ropas que nos ponemos para poder acompañar a las diferentes cofradías en su estación de penitencia, o para formar el cortejo de una procesión, sino que para mí encierran otros valores, los cuales paso a explicaros. La primera sensación que experimento es en el sorteo que el Domingo de Ramos llevamos a cabo, ya que el nerviosismo se apodera de mí al pensar que este año quizá no pueda vestir alguna de las túnicas que llevan nuestras Figuras Bíblicas, pues estoy seguro de que todos los mananteros siempre están sedientos de beber en ese manantial de las tradiciones y anhela poder desfilar los días de nuestra Semana Santa vistiendo, probablemente, los mismos personajes que ya vistieron sus padres y abuelos. Ya entrados los días en que La Historia de Tobías se dispone a participar de ese catecismo viviente en la calles de Puente Genil, la alegría o el desánimo cunde en mi ánimo, pues siempre hay que estar pendiente del tiempo, y cuando amenazan las nubes no paro de mirar hacia el cielo, pensando y deseando que el gris de los nimbos sea absorbido por el azul esplendoroso de los cielos andaluces en las aromáticas primaveras. Muchas veces pienso que esta actitud con el tiempo desaparece por el paso de los años, pero eso no es verdad, pues el mismo cosquilleo que ya experimentaba cuando era niño y me vestía el Día de la Cruz, ahora de nuevo renace, pues pienso que así me enseñaron mis antecesores, a sentir en mis carnes los sentimientos de estos personajes que están dispuestos a catequetizar a los presentes en las procesiones. Otro sentimiento que experimento cuando voy debajo del rostrillo, es el del recuerdo. ¿Quién no se acuerda, cuando se te acerca un chiquillo o tu propio hijo, cuando tú con esa misma edad y algo receloso te aproximabas a las carrefila, como magistralmente lo describe Pérez Carrascosa, de Figuras y te interesabas por leer la placa del personaje e indagar el porqué de ese martirio? ¿Quién no ha soñado siempre el poder desfilar acompasado como su padre lo ha hecho, esos días en que nos sentíamos aún más orgullosos de ellos, cuando lo vigilábamos de cerca, cuando iban vestidos de Figura? ¿Quién no ha deseado poder gritar a los cuatros vientos que “esa Figura es mi padre” y que tu cuando seas mayor lo imitarás, como él lo está haciendo ahora con la enseñanza de tu abuelo? Pero estos sentimientos que me afloran cuando visto nuestras Figuras, son los mismos que cuando me pongo la túnica grana o morada, o viceversa, y en ella se reafirma otra de las responsabilidades más importantes que puede contraer un hermano que ama y cree firmemente en nuestra Semana Santa, que no es otra que el poder transmitir con la máxima exactitud, que a ti te lo hicieron, estas enseñanzas y estas vivencias, con el compromiso de que esta comunicación sea lo más parecida a la que recibimos de nuestros mayores. De manera que ya os he explicado el importante significado, que simboliza para mi, el vestir una túnica, significado que estoy seguro comparten todos los hermanos mananteros, que no es otro que tener siempre presente, las enseñanzas que recibimos desde pequeños de nuestros mayores, el haber sabido mantenerlas lo más precisas y exactas posibles, y tener la responsabilidad de poderlo transmitir a nuestros hijos, dando ejemplo de nuestra actitud en cada momento.

Advertisement

Sevilla, 6 de marzo de 2006, Festividad de San Olegario

This article is from: