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2. CONTEXTO Durante aproximadamente cinco mil años de historia humana, existieron principalmente dos tipos de asentamientos predominantes y bien definidos: el pueblo rural y la ciudad. Este sistema prevaleció hasta finales del siglo XVIII, cuando ocurrió un cambio significativo con la Revolución Industrial. (Blumenfeld, 1967). La Revolución Industrial representó un cambio fundamental en los métodos de producción al introducir una revolución mecánica que sustituyó la producción artesanal. Esto dio lugar a la división del trabajo y un notable aumento en la productividad, lo que condujo a una importante concentración de población en las ciudades. Las personas buscaban empleo en las industrias y mejores oportunidades, lo que resultó en un significativo crecimiento demográfico en los núcleos urbanos (Caballero, 1993; Blumenfeld, 1967). En el lapso de una sola generación entre 1760-1790, se experimentaron avances técnicos que posibilitaron un aumento ilimitado de la producción industrial; el desarrollo de las industrias y su concentración, atrajeron a numerosas familias, de los distritos agrícolas, asentándose en barrios compactos construidos en las proximidades de las fábricas, así nacieron, de pronto, nuevas ciudades, y muchas de las antiguas crecieron en forma desmesurada (Benévolo, 1967). En este contexto de la Revolución Industrial y su profundo impacto en las ciudades, se observa una transformación importante en la estructura urbana. Desde el punto de vista cuantitativo la ciudad va a ser violentamente trastocada y esto va a tener que ver con dos fenómenos concomitantes, por un lado el aumento del crecimiento vegetativo, y por el otro los movimientos de población. En este estallido de la población de la ciudad del Siglo XIX, estos dos fenómenos actúan superpuestos. Por un lado hay un efectivo aumento de las tasas de nacimientos y disminución de defunciones -vinculado a las mejoras de la condiciones de vida- y por el otro se produce el ingreso masivo de población rural a la ciudad (Caballero, 1993). Este desplazamiento de las áreas rurales a las urbanas está impulsado por dinámicas socioeconómicas, como el parcelamiento de campos, la aparición de la empresa rural, la expulsión de los intrusos de la propiedad feudal. Donde había un estado de indefinición de la propiedad, que permitía que hubiera muchos intrusos que estaban instalados en la propiedad feudal. Cuando se cercan los campos estos sectores deben fugarse pues están afectando el nuevo concepto de propiedad y al mismo tiempo el nuevo rendimiento de la producción rural vinculado a mejoras tecnológicas hace que haya mucha población ahora innecesaria en el proceso de producción. Se produce más con mucha menos mano de obra. Todo este sector de población innecesaria -intrusos expulsados o mano de obra no requerida tienen que ir a parar inexorablemente a la ciudad (Caballero, 1993).