SIMBIOSIS Aideé a. Rivas
Lo conocí en una de esas aplicaciones de mala reputación, donde las personas solitarias vamos a parar cuando el flujo de la existencia se hace tan insoportable que debemos buscar una salida fácil. Por desgracia siempre pensamos que el amor es una de esas salidas, que el hecho de adherirnos a otro ser vivo nos dará la suficiente fuerza para salir adelante en este medio absurdo, lleno de humedad y olores fétidos emanados por las voraces bocas perfectas de las redes sociales. Pensamos que el corazón cálido de otro nos puede llegar a calentar sin necesidad de forzarnos a sentir vitalidad; que la estructura ósea de un segundo agente nos debe sostener, para luego dejar caer el peso de nuestra existencia en alguien más, porque deseamos sentirnos rescatados. Así, nos dejamos fluir sobre los hombros de cualquiera que muestre interés, porque sabemos que el amor es una cuestión de peso, como dice Kundera. Creo que nunca entendí lo que es el amor, siempre lo aprecié como una cuestión biológica en todos los sentidos y no sólo en el sexual, ya que amar es un acto simbiótico. Lo que pasó con el huésped fue lo siguiente: él vivía a unos cuatrocientos kilómetros de mi ciudad, se
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