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Llamar amor al mar Isabel P. Gutiérrez
from La sílaba #5
LLAMAR AMOR AL MAR Isabel Gutiérrez P.
Rafa se fue con la incertidumbre de morir en tiempos turbios, donde la muerte se explica por enfermedad inexplicable. Octubre fue y en pueblo de brujas se veló su cuerpo. ¡Qué difícil explicar a tu hermano, que no puede abrazar a tus hijos! Que esta enfermedad nos replantea la vida en preguntas y yo, por ejemplo, me cuestionaba cómo es sentir el amor desde lo que nos enseñaron a llamar hogar. Tu muerte vino a darme las respuestas que estaban nubladas. Heme aquí, viendo cómo a papá se le derrama la tristeza y es abrazado por nosotros, sus hijos. En una casa que le cimbra el abismo y que, a pesar de cosechar ausencia, en el recuerdo quedó sembrada la nobleza y el amor.
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Y el muro que construyó mi madre, ese que no lleva abrazos ni besos, sí hace un mole para que a papá se le reavive el rostro, en sus palabras, para que se le alegre el corazón. Y en lo cotidiano, mientras la muerte nos abraza, papá respeta que a María todo le moleste y le guarda un silencio, como si bastase para que su amor a ella llegue. Desde mi ignorancia, veo que se quieren, pero es más bien un amor a la persona. Un cuidar que me enseña por qué yo le doy amor a mi manada. Hablar cuando es preciso. Abrazar cuando el alma se rompe. Estar cuando la muerte llega. Guardar silencio. Romper en llanto. El amor circunda a un hogar que yo creía apagado, pero aquí hay fuego. Hay hoguera y busca ser luz de vez en cuando en esta casa. Estoy en este sitio que me enseñó a incendiar mi propia llama, a formar mi hogar. Ahora entiendo porqué Timoteo y María decidieron su vida junto al mar, su amor necesitaba la calidez que una ciudad no da; la humedad que una cama no provee. Necesitaban de un amor que, a pesar de todos los dolores, sólo un mar picado en lluvia busca sanar.
