Almafuerte visitó una vez más la ciudad de Córdoba, esta vez para presentar “Trillando la fina”, octavo disco de estudio del antes trío y ahora cuarteto emblemático de rock pesado. Lo que debería seguir a continuación es una entrevista con Ricardo Iorio, su líder, la cual finalmente no pudo concretarse. Pero la experiencia bien vale la pena ser contada. A continuación, lo que tres integrantes del staff de El Avión Negro vivieron con el padre del heavy nacional.
El amasijo de un gran sueño por
Marina Miguel
E
n el sur del país, donde viven los pingüinos, se escucha mucho metal pesado nacional. Se pueden ver diseminados por muchos paredones los grafitis que dicen “V8 no murió”, “Aguante Hermética”, “Iorio es lo más grande del Heavy Nacional”, y por esta razón me toca incluirme en esta nota, a mí, que soy nacida y criada en Santa Cruz. Desde los 13 años esa música me inculcó valores de la mano del líder de una de las mejores bandas del género, porque sin su paso y su prosa me animo a decir que no hubieran sido lo que fueron. Incluso el fanatismo por el rock fue el impulso que me llevó a estudiar periodismo para lograr charlas con esas personas que hacen de su música un hito. Y Iorio me acompaña hasta el día de hoy con todas sus enseñanzas, y asumo que en vez de leer libros de autoayuda (¡por Dios!) me inclino por aprender de Almafuerte, a pesar de no compartir la dura ideología de derecha que expresa Ricardo, porque en lo que respecta a valores humanos tiene mucha razón. Haciendo este pequeño encuadre, intento remarcar que mi opinión va a estar sesgada por mi fanatismo por el tipo, algo que por supuesto que no veo mal. Y si muchos lo tildan de facho, pueden escuchar una respuesta en cualquiera de sus entrevistas. Hace más de un mes que nos anticiparon el momento: saldría una de las notas más esperadas por cualquier novato del periodismo de rock. Iorio tocaba dentro de poco en Córdoba y El Avión Negro tenía su pase asegurado a una entrevista con el líder de Almafuerte, cuya personalidad es bastante complicada, y el “personaje” que dicen que es, no es tal; el Iorio que vemos en los medios de comunicación es así como lo ven e incluso con más potencia energética. No fue nada fácil. Más de siete horas de espera para que nos indicaran adónde iba a ser el encuentro. Nos anticipaban que no estaba de buen humor... Ya en el show, la resignación se hacía presente, aunque escuchar a Almafuerte en vivo un sábado sin planes y de lluvia, equilibraba el momento. La emoción cholula comenzaba a aparecer, y ya sabíamos que aunque sea le robaríamos un abrazo, que victoriosamente sucedió. “Pasen muchachitos”, se escuchó en el camarín; nos recibía un viejito de cresta remarcada vestido con un largo piloto color beige. Hubo
34
TRES MIRADAS SOBRE CINCO MINUTOS CON RICARDO IORIO abrazos fuertes de nuestro lado, simples del suyo, y se comprende. “Acá no se pregunta, te sentás y se escucha”, nos advertían... Y el “chamán” del metal comenzaba a hablar de cosas sin conexión con el momento, pero con mucha convicción. No es ni por asomo el mismo Iorio, ni siquiera de hace un año atrás. A su lado unas chicas muy jovencitas, con caras de malas, parecían las gárgolas que lo escudaban, cuyas miradas nos penetraban constantemente, y hasta se notaba una molestia de su parte por semejante intromisión. Ellas eran amigas de Iorio, por el trato y la confianza con las que les hablaba. Pero de igual modo se comportó como un caballero. Habló él y nos pidieron que no le hiciéramos preguntas, quizás porque no somos de un “gran medio”, o porque el señor estaba cansado. No importaba, el momento fue suficiente. “Cerrá la puerta, Soldado Chamamé”, le pidió Iorio a su asistente, y luego dio comienzo a su discurso. “Eso de un hombre sentado en el piso no me va”, amonesta a uno de los nuestros, y ya empezamos a sentir un poco de tensión, pero nos acomodamos. Luego de un silencio se para mirándonos a nosotros y nos habla sobre cómo se miden los árboles, para contar una anécdota bélica que nos deja con la moraleja de que “la muerte no es otra cosa que dar un salto en la oscuridad sin saber dónde se va a caer”, y se queda en un largo silencio mirándonos fijo. “¿Y quién ganó el Martín Fierro de Oro? Graduados, judíos boludo”, y opina que hay un “problema muy enorme” en la sociedad, porque la gente cree que “nazi” son los que odian a los negros “y no, ‘nazi’ es la abreviatura de Nacional Socialismo”, y lo fundamenta con ejemplos que no vienen al caso. “Este es el único lugar del planeta donde los hippies no se drogan, hacen aritos y son comunistas”, argumenta Ricardo. Conocida es su opinión sobre este tipo de temas, e incluso una semana después de nuestro encuentro se conoció que una colega se sintió maltratada por Iorio al hacerle una entrevista para la Revista Ñ. “Señorita, ¿usted sabe que las tetas no están para poner la pija? Son para dar de mamar”, mientras hace la mímica de sostener un bebé y acunarlo entre sus brazos. Fue lo más fuerte que le dijo Ricardo, quien antes de comenzar la nota le preguntó si era judía. Desde hace tiempo que a Iorio no se lo ve bien, y no es una cuestión achacable al paso del tiempo, pero tampoco es leit motiv de esta nota juzgar su condición. Aunque claro está que lo que se ve en televisión no es un personaje, es complejo encontrarte con alguien al que admirás en un estado contradictorio, cambiante y que con cada declaración que hace provoca ambivalencias en torno a su carrera,