
4 minute read
durán bArbA y los “PolítiCos CoMModitiEs”
pensar un pais con justicia social
por LuiS RoDeiRo
Advertisement
Las declaraciones de Barba Durán, el asesor de imagen de Mauricio Macri, provocaron un pequeño revuelo. Definir a Hitler como un personaje espectacular, no sólo es un despropósito, sino una aberración tremenda. Pero quizá el tamaño de la infamia nos impida ver la dimensión de sus palabras, el alcance no sólo en su significado histórico, sino de su presencia en la política actual a través de pensamientos, actitudes, comportamientos éticos.
Lo que Durán Barba reivindica de Hitler como de Stalin, pasando por líderes que nada tienen que ver con estos exponentes extremos del autoritarismo, es su capacidad –más allá de los medios empleados- para hacerse del poder, sin importar que ese poder surja de una propuesta o de un engaño, de una convocatoria a la liberación o de una manipulación. El tema de Durán Barba es cómo hacerse del poder. Es una técnica, con un pensamiento ideológico velado o escondido, donde las ideas deben adecuarse a las circunstancias, al objetivo de ganar la voluntad de la sociedad.
Esta interpretación no es una mera especulación, sino que el propio asesor de imagen lo ha hecho. Todos deberían recordar la patraña de inventar un padre con falsos atributos, a Daniel Filmus, en busca del desprestigio político, para favorecer las chances de su candidato Macri. Un método inmoral, al servicio de llegar como sea al poder. Pero no sólo lo hizo, como está probado a pesar de las falsas negaciones de Durán, sino que lo escribió en su manual de cómo ganar una elección, donde relata la necesidad de estudiar las debilidades reales o mentirosas de un candidato ajeno, para destruirlo moralmente. Es más, se ufana de un caso, donde ese adversario acusado con falsedad, no sólo fue destruido políticamente, sino que humanamente lo condujo al suicidio.
Es esta mentalidad la que está en el sustrato de su elogio, de su admiración por un miserable como Hitler; está en la decisión de llegar al poder por cualquier miedo, ocultando lo que hay que ocultar, donde las ideas son secundarias con respecto a la técnica de venta del producto político. No es que no haya ideología, la hay; pero confesarla, puede ser contraproducente en la estrategia electoral. El ejemplo más claro era cuando Menen decía, tras de su aplastante victoria electoral, que si daba a conocer lo que realmente pensaba (el proyecto neoliberal) ponía en peligro el resultado, seguramente asesorado por algún Durán Barba. Como me dice otro Rodeiro, el sociólogo, lo que aterra es ese pensamiento oculto, esa ideología que está como fondo y que asoma asiduamente en estas afirmaciones o en actitudes, hechos de esta vieja y, a su vez, nueva derecha. (*)
Para el desarrollo de esta técnica se requiere de un tipo de políticos especiales, que contrariamente a lo que se puede pensar, lejos de escasear lamentablemente abundan por estas tierras. Natanson los define, diría con precisión, como los “políticos commodities”, que son resultado de las perversas transformaciones que trajo consigo la revolución conservadora, expresada en el modelo neoliberal.
No se trata de un fenómeno nuevo que haya aparecido en las últimas elecciones con las imágenes estelares de Massa o Insaurralde, Scioli o Macri. Ya tiene su historia. Allá por 1999, cuando compitió por la gobernación, supe escribir que De la Sota cultivó –desde entonces- una imagen de político posmoderno, que tenía algo de Aznar, pero también de Felipe González, los líderes españoles de moda; que era como el inglés John Major, pero a la vez a su connacional Tony Blair. Al igual que sus modelos: sonrisa amplia, dientes perfectos, especial énfasis en una vestimenta acorde a la ocasión, facilidad de palabra y don de ubicuidad, pero ninguna definición determinante. Imagen pulcra pensada desde el objetivo de una cámara televisiva permanente, escasez de escrúpulos y abandono de postulados ideológicos por un discurso ambiguo.
En el transcurso del tiempo esa imagen se ha perfeccionado y ya se puede hablar de una verdadera generación de “políticos commodities”. Apelaciones a la conciliación, invocaciones al diálogo, fin de las ideologías y reinado absoluto de la gestión, como una suerte de tarjeta de presentación y supeditación total al consejo, sugerencias y discursos de los Durán Barba, mientras éstos desarrollan, intensifican, planifican el trabajo permanente de desprestigio hacia el adversario, con medias verdades, mentiras o calumnias, con la complicidad de los medios hegemónicos.
Con asesoría puntual se convierten en “estrellas de sentido común”, como expresa Natanson en el análisis poselectoral, capaces de “combinar barrialidad y gestión, sobre el fondo de un peronismo omnipresente pero que apenas se menciona, como si diera por hecho. Más que ubicarse a uno u otro lado de la frontera K, habitan las zonas desmilitarizadas de la Guerra Fría. Tranquilos en su paralelo 38, prometen correcciones, construir sobre lo ya edificado”.
Y ganan elecciones, lo que plantea el mayor desafío que tiene el movimiento nacional, popular y democrático. ¿Será una solución responder con espejos? Sin duda, Durán Barba jamás habría podido asesor a Néstor Kirchner.
(*) El otro Rodeiro, que es Matías, después de leer la nota, me escribe: “Viejo, ¿no te parece que el poder decir que “Hitler era un tipo espectacular” y al mismo tiempo promover el aniquilamiento del adversario político, lejos de ser un encubrimiento de la ideología (de no decir lo que en realidad se piensa) es la más obscena declaración de principios (inconfensables)? A mí, ese poder decir alegremente lo inconfesable es lo que más miedo me da del macrismo (que encima tiene a un rabino como legislador). Ése me parece un plus (fascista) del macrismo respecto al resto de los “candidatos comodities”; un Scioli-Massa-Insaurralde, creo que no dirían eso.