• Construcción de Paz •
¿Alguien tiene una curita para todas las heridas de Colombia? “Colombia necesita una clase intensiva de perdón y sanación, una sesión charlada que sane viejas heridas que nunca se han cerrado”. Natalia Andrea Rueda Suárez Comunicación Social
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l 10 de marzo del 2000 es un día crucial para la historia de Mampuján, corregimiento del departamento de Bolívar, porque la vida y la muerte fueron forzadas a unirse en un sauce del caserío Las Brisas, testigo mudo que presenció la tortura y el asesinato de 12 campesinos a manos de un grupo paramilitar¹; dándole a Mampuján, un pueblo tranquilo ahora arrastrado por el conflicto armado, un inicio y un final. Esta historia –como muchas otras–, nos muestra cómo en Colombia las personas que sufren los vestigios de la violencia tienen algo que nosotros no, la población urbana que nunca ha experimentado en carne propia la muerte a causa del conflicto como la población rural: perdón, sanación y memoria. Y nosotros, que tan deliberadamente hablamos de este país como si lo conociéramos todo, practicamos arduamente algo que ellos no: olvido. Las tejedoras de Mampuján2, colectivo de mujeres que sufrieron de la violencia y las consecuencias del conflicto junto a su pueblo, son un ejemplo de catarsis que, en sus pocas posibilidades de sanar el gran dolor de la muerte y el desplazamiento, encontraron entre hilos, telas y agujas el primer paso para la construcción de una memoria colectiva y un camino hacía el perdón y la sanación. Años después, luego de haber aprendido el arte del quilting³, el colectivo perdonó públicamente a los paramilitares, transformando sus dolores y remordimientos en una bella historia de esperanza, paz y reconciliación. Sin embargo, nosotros, que nos sentimos revolucionarios, que pedimos a gritos un mejor país y que vivimos una violencia muy distinta a aquella que se da en el campo; necesitamos de algo grande y básico: una catarsis canalizadora que
Recuperada de El Espectador. (2015). Las tejedoras de Mampuján: la fuerza femenina del perdón. [Revista Cromos / David Schwarz]
nos permiel dolor con ta construir el único fin caminos code progresar. rrectos hacia Necesitamos un perdón –como las que nos intejedoras de “Necesitamos –como las tejedoras volucre a toMampuján– dos. Somos unos hilos, de Mampuján– unos hilos, unas un país que unas agujas agujas y unas telas para pensar en desde hace y unas telas un futuro en el que el silencio no sea siglos cierra para pensar los ojos ante en un futuro miedo ni corrupción, sino tranquila desgracia en el que el lidad interna y perdón.” y se muerde silencio no los labios del sea miedo ni dolor, pero corrupción, que le tiene sino tranquimiedo al perlidad interna dón y vive y perdón. Neatormentado por la justicia, la venganza cesitamos un vendaje que nos cubra a toy la muerte. Colombia necesita una cla- dos y que, durante el proceso de reposo, se intensiva de perdón y sanación, una nos permitamos entender las dinámicas sesión charlada que sane viejas heridas del campo y así, por primera vez en nuesque nunca se han cerrado. tras vidas, darle voz a los que sufren para En las ciudades necesitamos desarro- que sean nuestros maestros, dándoles la llar con más ímpetu un arte que nos per- posibilidad nos enseñen a llorar de vermita sanar, que nos sirva para canalizar dad y más importante aún, a perdonar.
Información recogida de ¡Pacifista! (2016) Las tejedoras de Mampuján. [Documental] 2 En caso de querer saber más sobre este colectivo de mujeres, la organización Comunicar Derechos en el Posconflicto y su publicación “Comunicar derechos en el posconflicto. Caja de herramientas y estrategias” (2018) son una buena referencia para esta búsqueda, al igual que el Centro Nacional de Memoria Histórica. 3 Método clásico de acolchado que consiste en coser a mano diferentes piezas de tela para formar una gran colcha.
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