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Egresados
La conversación como un lugar de posibilidad
“Lo que comienza como un espacio indiferenciado se vuelve lugar en la medida en que lo conocemos mejor y le asignamos un valor”. Yi-Fu Tuan, 1977
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Ángela María Sarmiento Camelo
Egresada Lic. en Lenguas Modernas con Énfasis en Inglés y Francés
Imagino este texto como un espacio para hablar/escribir desde las experiencias vividas; en plural, contradictorias, reveladoras, que conectan y desconectan fl ujos de pensamiento que nos interpelan y nos permiten habitar intermitentemente un lugar de conversación, un lugar de preguntas. Es allí, en ese lugar en el que me quiero detener en un intento por resignifi car la conversación como una apuesta pedagógica, en palabras de Hall (2014) “como un lugar de pedagogía potencial” (2014) para la vida.
Volviendo a la experiencia vivida como estudiante, vuelvo a la universidad, un lugar que signifi có para mí aperturas, rupturas y la posibilidad de conocer el mundo de otros modos, probando lentes diferentes, y probando la vida
misma, retando las creencias e imaginarios que me habían acompañado hasta
entonces. Sin duda alguna fue un espacio importante, incluso un lugar al cual anhelé volver; un lugar al cual volví. Fue un lugar fértil para cuestionarlo todo, la sociedad, el estado-nación, el país, la educación y hasta la profesión que había elegido.
De esos días de estudiante de la Licenciatura en Lenguas Modernas quedaron muchas preguntas que a través de la experiencia en colegios y universidades se fueron reconfi gurando, en ocasiones desdibujando, y otras fueron consolidándose en un habitus, una forma de resistencia a todo aquello que generaba ruido, una forma otra de entrar a los salones, de interactuar con mis estudiantes, de hablar con colegas, de pensar en el para qué de lo que hacemos y no encontrar sentido. Este fl ujo de pensamientos y prácticas no fue interno, no fue aislado ni solitario, emergió en el lugar mismo de la conversación, ese lugar al cual doto de valor y sentido en tanto lugar desde y para el pensamiento y el saber.
En la Universidad, fueron los salones, las bancas en los pasillos del 67, la cafetería que ya no existe subiendo por la calle a la en-
trada del mismo edifi cio. Fueron también otros espacios por fuera de la universidad, en sus márgenes, los bares, las tiendas, los lugares sin los cuales las conversaciones no habrían existido. Cada uno de estos espacios tomó la forma de un lugar cuando propició “buenas conversaciones”, siguiendo a Hall (2017), unas conversaciones que “tienen burlas, coqueteos y rechazos. Tienen todos esos movimientos, nunca completados, nunca fi nalizados”.
En los colegios y universidades los lugares de conversación fueron los salones repletos de estudiantes mamados y las salas de profesores con montañas de exámenes por calificar y formatos ISO 9000 para llenar. Aquí me permito una pausa, un inciso y un reclamo, pues lamento profundamente no conocer aún el espacio de las escuelas, uno al cual escasamente llegamos las y los licenciados de la Javeriana, algo que me cuestioné y cuestioné siendo estudiante, algo que quedó presente en las buenas conversaciones y ausente en las apuestas prácticas. Lo menciono y lo escribo porque aún hace ruido.
Estos ruidos de los que hablo, las experiencias a través de las cuales se va tejiendo esta urdimbre de afectos, sentires y pensares que van configurando quienes somos en contingencia, y en relación con las personas y los mun-
dos en los que interactuamos, cobra un sentido vital y transformador cuando entramos al lugar de la conversación; creo que a eso se refiere Bell Hooks con “la posibilidad de buscar el saber traspasando diferentes tipos de límites” (2017), y es que conversando saltamos muros o al menos intentamos asomarnos al otro lado, al lugar del otro, es ahí donde rescato esa fuerza pedagógica de la conversación, pensándola desde distintos lugares, sobre todo desde esos lugares de búsqueda que sé residen en mi mente y en la de muchas personas que buscamos la contingencia, el cambio, algo más.
Este texto termina entonces siendo una apuesta, ojalá una provocación, una invitación por lo menos a darle el tiempo y el espacio a la conversación, a que cada quién la dote de significado, que pruebe darle un lugar diferente y ver si este potencial del que habla Stuart Hall resuena o vibra en algunas de sus conversaciones.
“Nos han robado el tiempo y con el tiempo se fue el arte y el placer de conversar. Podemos recuperar todavía algo de su creativa incerteza.” (Rita Segato, 2018)
Referencias
Hooks, B., & Hall, S. (2020). Funk sin límites. Un diálogo refl exivo (J. Sáez, Trans.). Bellaterra.
Segato, R. L. (2918). Contrapedagogías de la crueldad. Prometeo Libros.
Tuan, Y. F. (1977). Space and Place: The Perspective of Experience. University of Minnesota Press.