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Ensayo
En torno a la relación homosexual que sostuvieron Borges y Heidegger
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Kaleb Achai-Kanani
Egresado de Estudios Literarios
El lenguaje, como la vida, y por la misma razón, es víctima del ser humano: las personas lo manipulan sin conocerlo, sin pensar en él, por ósmosis, como un avión en piloto automático.
Por ejemplo, el homosexual.
Contrario a las certezas de nuestros días, el DRAE de 1936 sostenía que homosexual venía del latín: homo, hombre (como en homo sapiens) y sexual, derivado de sexus, defi nido como “relativo a los órganos reproductores”.
Homosexual = Hombre sexual.
Hoy sabemos (?) que el término deriva realmente de una mezcla de griego y latín: homo, que en griego signifi ca igual (como en homónimo u homófono), y el sexus ya mencionado. Homosexual = Igual sexual. ¿Dónde, en la palabra, escojamos la etimología que escojamos, encontramos el signifi cado que Sale a la luz la relación homosexual que sostuvieron el escritor argentino y el fi lósofo alemán. Imagen editada de la obra original “las dos Fridas” de Frida Khalo y los retratos de Borges tomado de https://www.latimes.com/espanol/vida-y-estilo/ articulo/2021-07-20/borges-entendio-la-literatura-como-un-espacio-lleno-de-vida y el retrato de Heidegger tomado de https://www.latercera.com/noticia/martin-heidetiene para nosotros homosexual (a gger-mas-capitulos-una-historia-sin-fi n/ saber, hombre (o mujer) atraído –a lo mejor no meramente en el plano sexual– a otro hom- “Los que hicieron el lenguaje dieron bre (o mu- en equiparar hombre a humano, mujer)? jer queda contenida en las dos síla-Si se toma el primer camino, bas del varón. Diríamos, pues, que la mujer es también un hombre sexual, un homosexual per se.” latino puro, no es difícil concluir que todos los hombres, los homos (incluso, por decir algo, un Borges, si damos fe a antiguos rumores, nunca comprobados a ciencia cierta), somos homosexuales: hombres sexuales. Este término ambivalente incluye, no obstante, también a las mujeres, que si fuéramos rigurosos no son homo, sino gyné, femina o mulier, pero como los que hicieron el lenguaje dieron en equiparar hombre a humano, mujer queda contenida en las dos sílabas del varón. Diríamos, pues, que la mujer es también un hombre sexual, un homosexual per se. Intentándolo por la segunda vía, tenemos al homosexual híbrido, griego y latino, mitad Homero, mitad Virgilio: el homosexual Eneas, digamos por entendernos. Este homosexual es un igual sexual, como establecimos ya. Pero,
¿igual a qué? Decimos, verbigracia, que ola y hola son homófonas entre sí, esto es, suenan (fóno) igual, suenan homo.
Cuando hoy por hoy se dice homosexual no hay marco de referencia. Si decimos, a manera de modelo, Heidegger es homosexual, tenemos una frase a medio andar, sin terminar, a medio camino. Lo correcto sería aportar en relación con qué, con quién, Heidegger es homosexual. Digamos Borges, que le tenemos cariño. Borges y Heidegger son homosexuales, ¿quién lo podría dudar?, son igual sexuales, son hombres, biológicamente, así lo biológico sea materia de tercera relevancia en nuestra actualidad. Nuestra frase, ahora sí, está completa.
Como soy consciente de que en este mundo rastrero y mezquino los contradictores nunca faltan, procedo a anticiparme a ellos y a sus argumentos falaces. Habrá quién, afi ncado en la relevancia capital que se otorga actualmente a las dimensiones anatómicas del hombre, pueda esgrimir la idea de que las longitudes arias de un Heidegger son inigualables (no homologables) con respecto a las humildes extensiones argentinas, siempre mal reputadas en los estándares mundiales (que, dicho sea de paso, ¡oh gloria inmarcesible!, ¡oh júbilo inmortal!, tienen en buena estima la prodigiosa magnitud de los viriles ejemplares colombianos).
Queridos lectores, especialmente lectores varones, legítimamente homos: resolvamos de una vez y para siempre esta cuestión inmor-
tal, y que las ideas de estos vanos críticos no los confundan (ni entristezcan en caso de no encarnar –en propia carne– las grandezas propias de nosotros los colombianos): el tamaño no importa. Todos los hombres somos homosexuales, dejemos la comparación centimétrica a los matemáticos y los complejos a Freud. Todos los homos somos homos, que no es mera redundancia a lo Gertrude Stein, sino declaración humanista para quién sepa leerla. Ahora bien, si persistimos en el rumbo híbrido: ¿es la mujer Eneas homosexual (igual-sexual) respecto al hombre, y “Todos los hombres somos homosexuales, dejemos la comparación así hombre con hombre, mujer centimétrica a los matemáticos y los con mujer, complejos a Freud.” del mismo modo en el sentido contrario? Depende. Si entendemos sexual como sexual, sí, pero eso sería equivalente a afi rmar que el hombre (el humano) y el perro son homosexuales entre sí, y virtualmente todo lo que ha salido de la mano de Dios es homosexual, esto es, sexual. Pero como decir que los animales son homosexuales puede ser un tema sensible para colectivos animalistas y defensores del buen nombre del perro, prefi ero curarme en salud y dejar la idea sin desarrollar. Nos tocaron, como a todos los homos, malos tiempos en qué vivir, como dijera Borges… viejo homosexual. Desde otro ángulo, si por sexual nos referimos a sistemas reproductivos determinados, el hombre y la mujer son evidentemente heterosexuales. Escoja el lector si prefi ere ser homosexual o heterosexual con respecto a su pareja, cuestión de perspectiva, a fi n de cuentas.
Los hay más osados que prefi eren declararse bisexuales. Esto, aquí, sobrepasa nuestra capacidad, y nos limitamos a referir al lector al libro IV de Las metamorfosis de Ovidio, versos 285 al 388, y solucione como mejor pueda.
Lastimosamente, porque nos estábamos divirtiendo, la extensión que me exige la prestigiosa (hermosa, deliciosa y maravillosa) Rosetta me obliga a cerrar aquí (me obligaba a cerrar hace un par de párrafos, pero no me preocupo: sé que mis lectores, embelesados por mi ingenio, sabrán perdonar… no todos los días se encuentra uno con lecturas tan excelentes). Todo lo bueno acaba, nada que hacer. Pero no quiero terminar sin moraleja, porque, horaciano que soy, pretendo deleitar e instruir.
Primero, que es evidente, si todos somos homosexuales nadie lo es, y la palabra merecería extinguirse a la manera de los tigres siberianos o la buena literatura; pero, más allá, debemos concluir que antes de fi jar nuestra energía en la resignifi cación y reivindicación del lenguaje, capricho característico de nuestros días, deberíamos centrarnos en la signifi cación y vindicación del mismo. En pensarlo y conocerlo antes de chapucearlo. Pues, tanto tiempo lleva el lenguaje en piloto automático que pretender tomar el mando de improviso, sin leer las instrucciones de vuelo, augura accidente. Y, como en todo accidente de avión, las víctimas calcinadas rara vez suelen ser siquiera reconocidas.
Referencias
El Diccionario histórico de la lengua española (1933-1936).
Núñez y Sindici (1920). Himno nacional de Colombia.
Oviedo (8 d.c). Las metamorfosis. Versos 285 al 388.
Borges. (1952). Otras inquisiciones. Nota preliminar de Nueva refutación del tiempo.