El día más feliz de mi vida Hace varios años padecía mucho de las amígdalas, parecía una alergia, pero a la vez no lo era, visite médicos, pero el diagnóstico que recibía no era muy claro, me recetaron inyectarme penicilina cada mes, lo estuve haciendo por varios meses, pero no sentía mejoría; cada vez que llovía o hacía mucho frio, se me secaba la garganta y si había mucho calor lo mismo, todo el tiempo tenía que usar bufanda y gorro, la verdad es que era muy incómodo andar así todo el tiempo. En el año 2010, busque ayuda de otro médico, quien me dejo varios exámenes entre ellos un examen con la saliva (cultivo) para detectar el problema de las vías respiratorias, el médico utilizaba términos poco comunes para mí, lo que en cierto modo me asustaba. Días después me entregaron los resultados, al parecer todo normal, los resultados tendrían que haberme alegrado, pero no era así, ya que lo que sentía no era normal y me asustaba no tener una respuesta clara y sencilla al problema, por lo que con dolor quise asimilar la situación haciendo lo que sentía que me hacía bien, pero no estaba tranquila. Un día de mayo del año 2011, alguien toca a mí puerta y me dice: - mija- como te sentís? ¿Acaso vas a estar toda la vida utilizando bufanda y gorro? Tenes que hacer algo para curarte. Y, yo respondo triste- ¡la verdad no sé qué más podría hacer, me he estado inyectando, pero es lo mismo, los médicos no me dan una respuesta clara, si ellos no saben cómo tratarme, mucho menos yo. Hubo un momento de silencio. Mi tía me dice: - ¡te voy a decir algo! conozco a una señora, ella únicamente ora, si quieres podemos ir, te la puedo presentar. Sin dudarlo más le dije, -está bien vamos te acompaño. Llegando a la casa de la señora, quien abre sus puertas amablemente, nos atendió en un cuarto muy pequeño, donde tenía una venta de ropa típica, pero en el fondo tenía un altar con flores. Me pregunta- ¿Cómo estás?, le respondí bien y le expliqué mi preocupación. Ella me dijo vamos a orar… me quede preocupada porque no sabía realmente como era orar, pero, me arrodille, llore, después de un momento solo sentí algo dentro de mí, algo inexplicable, era como una suave brisa del viento, me sentía liberada, más ligera, mi respiración cambio… al finalizar el momento de oración me levante, ella me ungió con aceite me hizo unas recomendaciones, salí internamente diferente de ese lugar, al llegar a mi casa, recuerdo que comí algo, luego me agarro un sueño profundo, al día siguiente amanecí diferente, sin bufanda ni gorro, por la tarde me dirigí a la casa de la señora, a quien le explique lo sucedido, ella sonriente me dijo: - Dios hizo su obra, lo que ayer sentiste fue tu sanidad, ahora debes darle gracias a Dios, no fui yo sino él, de ahora en adelante le harás una promesa a Dios, la cual tendrás que cumplir. Ese día fue el más feliz de mi vida y más que feliz fue una bendición y lo sigue siendo, ese día fue como volver a nacer, cada año y cada mes de mayo, solo he podido decir “gracias Dios”, porque aún sin merecerlo, tuvo misericordia de mí, me hizo ver que sus planes son perfectos, y que él hace su obra en el momento menos pensado, por mucho que la ciencia diga hasta aquí, Dios dice aun no, tienes mucho que hacer por delante. Lo que recibí de Dios ese día fue algo 5