“Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”. Mateo 18:15-17 Rev. Humberto Henao
LA AMONESTACIÓN MUTUA (V) Al pecar, uno contra otro, la comunión se rompe, se vulnera. El Señor Jesucristo dio pautas para volver a la comunión entre aquellas personas. Primer paso. “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos…” (v. 15). Aquí está el ofendido y el ofensor; y para restaurar la comunión, uno de los dos tiene que tomar la iniciativa. ¿Quién sería el que tome la iniciativa, el ofendido o el ofensor? La Escritura dice que el ofendido debe ir al ofensor; generalmente esperamos que sea el ofensor, y por eso es que muchos problemas se quedan quietitos en la iglesia y se acumulan en el corazón y no se arreglan, porque el ofensor no va a venir. Hay personas en las iglesias que se especializan en molestar e incomodar a otros, esas personas tienen un perfil espiritual tan escaso que no tienen el valor para pedir perdón. ¿Qué debo hacer? En aras de mejorar mi comunión con Dios, entonces debo ir, así sea sufriendo el oprobio. Cierta vez un pastor tuvo un problema tan terrible con otro, estaba tan ofendido que pensaba entregar la iglesia para no dañar la obra, y dentro de unos seis meses conseguir un revólver y encañonar al hermano para que le pida perdón. Y llamó al supervisor para entregar la obra, y mientras oraba, en el templo, para luego presentar al supervisor, de repente Dios levantó una hermana y vino palabra profética, y le dijo “lo que vas hacer lo has pensado en la carne, esa no es mi voluntad, saca de tu mente esos pensamientos malos y perversos, pídele perdón a mi siervo y a la congregación, porque viene camino largo para ti, y ve ante esa persona y humíllate ante él”. Este pastor tuvo valor, y dijo “hermanos, yo había pensado esto y esto… perdóneme; hermano supervisor, perdóneme”. Y al otro día tomó camino, como de diez horas en carretera, para ir a buscar al hermano, cuando llegó le dijo “yo había pensado esto, y esto… de esta manera
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