
4 minute read
DEVOCIONAL
“Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”. Mateo 18:15-17
Rev. Humberto Henao
Advertisement
LA AMONESTACIÓN MUTUA (V)
Al pecar, uno contra otro, la comunión se rompe, se vulnera. El Señor Jesucristo dio pautas para volver a la comunión entre aquellas personas.
Primer paso.“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos…” (v. 15). Aquí está el ofendido y el ofensor; y para restaurar la comunión, uno de los dos tiene que tomar la iniciativa. ¿Quién sería el que tome la iniciativa, el ofendido o el ofensor? La Escritura dice que el ofendido debe ir al ofensor; generalmente esperamos que sea el ofensor, y por eso es que muchos problemas se quedan quietitos en la iglesia y se acumulan en el corazón y no se arreglan, porque el ofensor no va a venir. Hay personas en las iglesias que se especializan en molestar e incomodar a otros, esas personas tienen un perfil espiritual tan escaso que no tienen el valor para pedir perdón. ¿Qué debo hacer? En aras de mejorar mi comunión con Dios, entonces debo ir, así sea sufriendo el oprobio.
Cierta vez un pastor tuvo un problema tan terrible con otro, estaba tan ofendido que pensaba entregar la iglesia para no dañar la obra, y dentro de unos seis meses conseguir un revólver y encañonar al hermano para que le pida perdón. Y llamó al supervisor para entregar la obra, y mientras oraba, en el templo, para luego presentar al supervisor, de repente Dios levantó una hermana y vino palabra profética, y le dijo “lo que vas hacer lo has pensado en la carne, esa no es mi voluntad, saca de tu mente esos pensamientos malos y perversos, pídele perdón a mi siervo y a la congregación, porque viene camino largo para ti, y ve ante esa persona y humíllate ante él”.
Este pastor tuvo valor, y dijo “hermanos, yo había pensado esto y esto… perdóneme; hermano supervisor, perdóneme”. Y al otro día tomó camino, como de diez horas en carretera, para ir a buscar al hermano, cuando llegó le dijo “yo había pensado esto, y esto… de esta manera
contigo…”. Y el otro le dijo “está usted arrepentido, entonces arrodíllese y pídame perdón”. El pastor le pidió perdón. Después ese otro le dijo a la iglesia “se dan cuenta, vino humillado, yo quería ver eso”. Pero Dios abatió a ese hombre, hoy está sin hogar, sin familia, descarriado totalmente; y Dios honró al pastor, está en un lugar de mucha bendición, porque la Biblia dice que “cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lc. 14:11). “Si te oyere, has ganado a tu hermano”. Si el ofensor nos oyere, se acabó el problema, la comunión se restituye, entonces “has ganado a tu hermano”. Si no lo oyere, hay que ir a otra instancia. Segundo paso. “Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra” (v. 16). Sigue la comunión rota entre esos dos creyentes, pero uno quiere mejorar, el ofendido, entonces trae dos o tres testigos y le dice “mire hermano, yo le quiero decirle a usted delante de ellos, arreglemos esto, y perdóneme”. Si el otro sigue intransigente, se agota la segunda instancia.
Tercer paso. “Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano” (v. 17). Hay que acercarse a la autoridad de la congregación, ahora el pastor tiene que ayudar, entonces, el creyente, el ofendido, se dirige a la iglesia y dice: “hermanos, yo tengo una diferencia con la hermana o con el hermano, y no se ha podido arreglar, quiero que ustedes me ayuden delante del Señor… hermano, discúlpeme, arreglemos esto”. Es el último paso, hasta ahí ya no hay más que hacer. Si el otro dice “que vergüenza, que dolor, haberlo llevado hasta aquí, perdóneme”; pero si el otro no cede, y dice “esto no es para tanto”. Hay una última instancia, ¿cuál es?, “tenle por gentil y publicano”, o sea, esa persona no tiene ningún interés en tener comunión y compañerismo, no tiene ninguna motivación para estar en la iglesia, crea problemas, no se le puede tener como un cristiano, porque un cristiano anhela la comunión con otro cristiano. Hermano, uno que en verdad se ha convertido a Jesucristo nunca se va a sentir bien cuando sabe que tiene un problema con otra persona; y cuando se soluciona esa diferencia uno siente una sensación de alivio. La comunión es tan linda que cuando se vulnera uno siente la incomodidad interna; por qué no ir y decirle “hermano, perdóneme, reconozco que hice mal”. (Continuará próxima edición)
