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HISTORIA DE VIDA

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HÉROE DE LA FE

HÉROE DE LA FE

Después de vivir una niñez llena de abusos, maltratos y de muchos sufrimientos, alejada de su madre, abandonada por su padre, Catalina Castellano Garay encontró en Dios la felicidad que tanto anhelaba su alma.

ELISEO AQUINO FOTOS: ARCHIVO FAMILIAR

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DEL SUFRIMIENTO A LA FELICIDAD

El infortunio llegó a la vida de Catalina desde su nacimiento en el año 1982 en la ciudad de Danlí, ubicado en el departamento del Paraíso, Honduras. Su madre la tuvo a la edad de 14 años y su padre tenía solo 17 años; ambos se unieron para formar una familia que solo duró tres años.

Lamentablemente la pareja se separó y su madre tuvo otro compromiso. Cuando su padre de enteró, la raptó y la llevó a vivir con sus bisabuelos y una tía. Es ahí donde empezó el sufrimiento y los maltratos para ella.

El padre la dejó abandonada porque tenía que trabajar y empezó a beber constantemente. Catalina fue infestada de piojos y su tía la rapó completamente, no la alimentaban, la golpeaban; ella se bañaba sola en un río sin mayor cuidado y como producto de ese descuido le dio ataques de asma. La tristeza inundo su vida.

La mamá quería verla, pero el papá lo impedía. Cuando alguien visitaba la casa donde vivía la niña, la ocultaban y mandaban al monte. Nunca le celebraron sus cumpleaños, su padre jamás se acordaba de ese día especial y con el tiempo ella no pudo recordar la fecha exacta en que había nacido.

Cuando ella cumplió los 6 años, su padre tuvo un nuevo compromiso sentimental y se fue de ese lugar dejándola completamente sola. La situación se agravó más; los maltratos de parte de su tía y la bisabuela aumentaron; la enviaban descalza a la escuela, sin uniforme, ni útiles escolares y los niños se burlaban de ella. Todo ese tiempo pudo estudiar gracias a la ayuda de su profesor que le regalaba sus materiales de estudio.

El poco afecto que pudo encontrar en la casa donde vivía eran de parte de su bisabuelo, pero lamentablemente él falleció cuando ella tenía 9 años. Unos meses después falleció también su bisabuela; al verse desprotegida su papá la recogió y la llevó a vivir en su nuevo hogar, con su esposa.

En esta casa, la madrastra no la quería; la insultaba y la empezó a golpear y siempre la acusaba con mentiras delante de su

papá para que él la castigue con violencia. Cierta vez, cuando Catalina le preguntó porque la odiaba tanto, la mujer la golpeó tan fuerte que llegó reventarle sus labios.

A los diez años la enviaron a vender dulces en las calles; en medio de esa situación Catalina lloraba y pensaba porqué tenía que pasar todas esas cosas, anhelaba irse con su mama.

Cuando ya tenía 12 años se enfermó nuevamente y tuvo un ataque de asma; la esposa de su padre le echó agua fría en su cama pensando que solo fingía. Aterrada salió de su casa, empezó a correr sin rumbo; solo quería escapar de todo el sufrimiento que tenía. Cuando estaba a punto de caer a un precipicio, un muchacho la detuvo. Al percatarse del peligro que corría, Catalina se puso a llorar.

UN ESCAPE AL SUFRIMIENTO Por esos días, la tía con la que vivió en su niñez temprana, le propuso regresar con ella y pueda ayudarla en su negocio. Al oír esas palabras pensó que sería una buena opción para escaparse de tanto maltrato y aceptó.

Con el permiso de su papá se fue a vivir a una bodega. Todos los días se levantaban a las cuatro de la mañana para preparar comida para vender, pero su tormento continuó, su tía la golpeaba y empezó a maltratarla sin piedad delante de todos los clientes que estaban en el comedor. A los 14 catorce años parecía que nunca podría salir de ese modo de vida. No entendía cómo podía sufrir tanto teniendo un padre y una madre. Sin embargo, todo empezó a cambiar cuando su mamá le empezó a visitar.

EL ENCUENTRO CON SU MADRE Catalina se contentó mucho de reencontrarse con su mamá quien le aseguró que nunca la quiso abandonar y le pidió que se fuera a vivir con ella, pero la jovencita tenía mucho miedo de su papá que era muy violento.

En ese tiempo, conoció un muchacho que la empezó a enamorar; ella nunca había escuchado palabras llenas de amor, se ilusionó y a los 15 años decidió irse con su mamá para poder ver al galán.

Un día ella le dijo a su papá que quería visitar a su madre y decidió no regresar. Cuando su padre acudió a llevársela, su madre se opuso y hubo una discusión. Al final él, desde la calle se fue lanzando advertencias y amenazas.

Catalina estaba feliz por estar al lado de su madre. Se enteró que ella se había convertido a Cristo hace unos años y buscó llevarla a una iglesia, pero ella no aceptaba.

LA ILUSIÓN Y DESILUSIÓN El muchacho que la estaba enamorando le dijo muchas cosas que cautivaron su corazón. Después de unos meses, ilusionada por las palabras encandiladoras, aceptó escaparse de la casa de su mamá siguiendo al galán.

Al final, él la engañó y dejó embarazada. Al verse sola en esa situación difícil, decidió volver a la casa de su madre que la aceptó de nuevo, sintiendo mucha pena por la situación. Cuando su papá se enteró, vino a verla y para sorpresa de la chica, no se molestó y, al contrario, anunció que le iba apoyar.

Catalina dio a luz a los 16 años. Poco después, un joven que la pretendía y que ella no le hacía caso, vino a visitarla y quiso ayudarla ante lo sucedido. Empezaron a salir como amigos. Después de un tiempo nació el amor y, con el consentimiento de su mamá, se fueron a vivir cerca, al costado de la iglesia donde su madre congregaba.

Catalina no era feliz, tenía mucho resentimiento en su corazón por todo lo que sufrió cuando era niña. Como vivía cerca de la iglesia, escuchaba las alabanzas a diario. Esos coros tocaron su corazón, le parecían muy bonitos y un día acordó con su esposo ir a aquel lugar. Tenía 18 años y había dado a luz a su segundo hijo.

Cuando entraron, ambos sintieron algo especial. Después de escuchar la Palabra de Dios, ella no esperó a que le dijeran

Catalina empezó a criar a sus hijos con el amor que ella no tuvo cuando era niña, al lado de un esposo que la ama y respeta. Ahora ella vive feliz sirviendo a Dios en la iglesia, sus hijos han crecido en los caminos del Señor y forman parte activa de la congregación.

dos veces para que pase al altar; salió de su lugar llorando para entregar su vida a Cristo; sintió como el Señor quitaba todo ese resentimiento de su corazón, sintió como Jesucristo la consolaba por todo el sufrimiento que tuvo que pasar, para su sorpresa. Su esposo también fue con ella al altar y los dos juntos buscaron de Dios.

Un día Dios habló a su corazón y le dijo que Él le iba a sanar todas las heridas de su corazón, pero ella tenía que perdonar a los que le habían maltratado. Para Catalina fue difícil pasar por esa situación, le costó mucho, pero al final pudo perdonar a todos los que le hicieron sufrir y así sanar su corazón.

Se mudaron a un solar que su papá le regaló, por el barrio de Sapotino. Ahí no había una iglesia donde congregar; sin embargo, un pastor fue a visitar a su familia y empezaron a congregar en la iglesia que él presidía.

SANANDO HERIDAS Algunas de las personas que habían tratado mal a Catalina cuando era niña habían fallecido, pero otras persistían en su actitud malévola. La tía que la golpeaba desde niña murió de una manera penosa por la enfermedad de Alzheimer.

Una vez su madrastra le fue a reclamar a su casa; ella le respondió que la perdonaba por todo el dolor que le había causado, contó que era una hija de Dios y no le guardaba rencor.

Las cosas fueron mejorando para Catalina. Se reconcilió con su papá después conversar profundamente. Él le pidió disculpa por todo lo que había pasado y admitió que nunca se imaginó todo el daño que le causó cuando era niña.

A la edad de 21 años, ya con tres hijos, empezó a ver un cambió total en su vida. La enfermedad del asma que contrajo cuando era niña desapareció por un milagro de Dios; las cosas habían cambiado totalmente en su vida; por fin encontró la felicidad que tanto anhelaba su alma. A los 25 años se casó y después llegó a bautizarse a la edad de 28 años.

UN NUEVO COMIENZO Lamentablemente el pastor que había en aquella iglesia se marchó y se quedaron prédicas. Tiempo después unos hermanos empezaron a congregar en un anexo cercano del Movimiento Misionero Mundial. Ella al ver que algunos hermanos de la anterior iglesia se estaban reuniendo ahí también acudió y empezó a sentirse como en casa. Trajo a toda su familia y empezaron a congregar.

Catalina empezó a criar a sus hijos con el amor que ella no tuvo cuando era niña, al lado de un esposo que la ama y respeta. Ahora ella vive feliz sirviendo a Dios en la iglesia, sus hijos han crecido en los caminos del Señor y forman parte activa de la congregación.

Su testimonio ha sido de mucha bendición para miles de personas que han pasado por la misma situación que ella. Catalina ahora espera que todo lo que vivió sea un ejemplo del poder de restauración que tiene conoce nuestro Dios.

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