El tedio sagrado 1ª ed. - Buenos Aires, diciembre de 2022. 75 págs.; A4.
Título original: El tedio sagrado, 2019
E d i c i o n e s N a n a s h i
Directora editorial: Maija Meier Diseño y producción: Nýcolas Nomi
@COPYLEFT, 2022 Todos los errores reservados
Permitida la reproducción parcial o total de este libro sin la autorización previa del editor.
EL TEDIO SAGRADO
Jean MarcelÍNDICE
¿Qué busco?
66
La primera palabra es importante 8 No me gusta ser, no me encanta 9 Un cielo azul violáceo 10 La conciencia 11 El mar lejano ni siquiera me llama 12 Yace en la mundana amargura 13 La pregunta examinada 14 Con frecuencia el texto guarnecido 15 La bosta del caballo 16 Escuchar Wagner en pedo 17 Extraño 18 Anexo 19
La sutil malignidad 20 Pasó tanto 21
A veces, las cosas son como son 22 Un domingo de febrero 23 Si no fuera poeta 24 Me harté de la magia 25 Reflexiono frente al monitor 26 El tiempo se pierde 27 Lo único que importa 28 Hice todo lo posible 29 Mis habilidades prolépticas 30 Qué tontería la vida 31 No hay nada más que hacer 32 La insoportable levedad del estío 33 Fui encontrado entre pecios 34 Ensayo de un destino 35 La mente es silenciosa 36 Detesto todo 37 Ni siquiera sabemos 38 Entre murmullos ficcionales 39 La abejita tierna 40 Mi néctar blanco es espeso 41 El motor 42 El órgano que late 43 El aprendiz de fauno 44 El cielo grisáceo 45 Con la cabeza en la guillotina 46 Coloqué en la cazoleta 47 La sangre es vinagre 48 Nada de lo que yo 49 Me desvestí a guisa de lascivia 50 Muy pronto 51 Ir a matar el tiempo 52 La noche profunda 53 Habrá que azuzar 54
Nosotros perdimos el sueño 55
Los recuerdos hondos 56
Las luces artificiales 57
Tengo que marchar 58 Tengo viviendo en las sombras 59
La sombra está comprendiendo 60 Ella, la sombra, a que sale 61 Las paredes nocturnas 62 A los desolados 63 He de ser lo imposible 64 Me aburren todos 65 Quisiera que me lean 67
La primera palabra es importante.
Un artículo. Una banalidad. Los acontecimientos de la vida están encadenados por artículos, situaciones banales, sin sentido.
Un sábado de enero, soleado, algo fresco por la tarde, irrumpe en un encuentro.
La depresión crónica parece esta vez extinguirse. La destructividad conjunta, sin embargo aislada, su ojo izquierdo a punto de salirse, sin embargo nada. El orgasmo de su salida nos ilusiona haciéndonos creer que podremos extinguir el mal.
El mal inmanente, la idea del mal.
Sin embargo nada. Ni el jardín más bello podrá rescatarnos del mal. Un artículo. Una banalidad. Los acontecimientos de la vida están encadenados por artículos, situaciones banales, sin sentido.
No me gusta ser, no me encanta, no me divierte, nada.
El amor no garpa, nada. ¿La escritura? No esperes nada. Pero es Pérez algo, alguien. Tampoco lo esperes. No es un nombre real. ¿Quién de nosotros posee un nombre real? ¿Quién de nosotros es un hombre real? Ninguno. Nadie.
¿Y las mujeres? ¿Y la otredad? Yo respondo por mí. No canto a mí mismo, sólo canto. ¿Canto? Escribo. La palabra silenciosa contiene música.
Las cuestiones legales me aburren. La burocracia del mercado de la poesía: un montón de mierda. ¿Y qué son las palabras, entonces? El ruido de un pájaro al amanecer que se despierta y canta porque no tiene nada más que hacer. ¿Y la poesía? ¿Qué es la poesía? No sé pero lo único que sé es que la poesía no eres tú.
No es nadie, al igual que un nombre real, al igual que un hombre real. .
Un cielo azul violáceo, un árbol que se muere.
Un domingo con la forma de un bostezo abierto a la existencia, sin nada que decir. Mis manos acaso reflejen, en sus torpes ademanes, determinadas conexiones del cerebelo. En realidad (o en fantasía) es el cuerpo una expresión de la mente. Incómodo, inquieto, perezoso. Del tierno juego con las manos podrá emerger un nudo con sus dedos. De las líneas en la hoja, fútiles garabatos, podrá emerger un mundo con sus trazos. ¿Mejor que este? No importa: Hay que distraerse.
Una película, una buena paja, malos poemas, novelas viejas, lo que sea antes que pensar. Si pensamos podemos transformar el mundo, ¿y quién quiere transformarlo, si gracias a toda esta miseria podemos escribir basura embellecida? El mercado laboral exige siempre lo mismo, y a fin de cuentas no es cierto que los árboles mueran de pie. Observé un árbol muriendo, y se caía, a tal punto que tuvieron que colocarle unos palos para sostenerlo, unos postes. La gravedad nos pesa a todos por igual. En realidad, o en fantasía, es nuestro propio peso; del mismo modo que nos pesa la cabeza cuando estamos aburridos. .
La conciencia como una cripta de sensaciones fallidas.
La voz visible que me dice que niegue el mundo.
La luz anaranjada del atardecer que me dice que todo lo que se confunde es bello.
El lunes que sorprende como una sombra horrible.
La textura de todo lo que existe adobada por corazones inocentes clama silenciosamente noches.
.
El mar lejano ni siquiera me llama, el cielo, más cercano, más distante… La arena en las lejanías descansa como si me conociese.
Las lejanías también descansan como si supieran que mi ser ha negado la existencia, la divina existencia.
Un rescoldo de esperanza se aviva al más tierno suspiro. .
Yace en la mundana amargura aunque sea un dios.
Es seguro que un fastidio olímpico abraza con rencor a la especie toda.
Supimos reinventar la dulzura, pero carecemos de toda fe.
Hemos sido instruidos por el ángel más bello.
La doctrina poética, la génesis del mito, la primigenia escritura que también supo hablar.
La ingratitud vespertina, un dorado desenlace o un desenlace adorado: la intolerable vocación de adversario.
La pregunta examinada, algo así como un cráneo de vida breve.
La respuesta desnuda, vanidosa algo así como de un cráneo la vida bebe. Yo expongo la visión, los pechos desnudos, puntiagudos, las piernas blancas con su carne justa, la piel de misteriosos lunares.
Pero también expongo la repugnancia. .
Con frecuencia el texto guarnecido de adjetivos infumables compone sobre sí una nueva vida.
Una comunión asquerosa nutrida en la práctica del malestar. Siempre en los límites de un fastidioso sermón. .
La bosta del caballo es poética.
Las heces del perro salchicha en la calle.
El viernes lluvioso de verano que no me inspira nada.
Hoy ni siquiera te tocó trabajar. Que suerte al menos que no te tocó, porque podría existir la posibilidad de que ni siquiera pueda no tocarte.
La posibilidad de la ausencia. Eso que la posibilidad ya es ausencia. La ausencia de la ausencia
Algo así como pisar bosta o las heces del perro salchicha en la calle. .
Escuchar Wagner en pedo
un sábado por la madrugada, ¿no es también belleza?
Soy de los que quiere morir y me embriago. Y escribo. Y me embriago. Eso ya lo dije.
El ruido de las teclas, las melodías, el sonido del silencio de la lluvia acabada.
Sobretodo el sonido del poema terminado.
Quiero decir que hay extrañas formas de percepción.
O no estoy diciendo nada y sólo estoy en pedo, un sábado por la madrugada escuchando Wagner.
Extraño y temo dejar de sentir.
Hay silencios que son más hondos que otros.
Silencios peligrosos, perjudiciales para la salud. .
Anexo:
Aquello que no garpa encadena.
Qué puede hacer el hombre estúpido. Impotente ante el aquello Pequeño ante el aquello La silenciosa peligrosidad del aquello consiste en la espera. El paciente dolor, o el dolor como paciente habitándonos en nuestro cuerpo hospital de sensaciones adoloridas. El silencio arduo, el deseo venenoso de querer terminarlo todo: arrasar con la espera, olvidar, no olvidar, retroceder al pasado, viajar al futuro… Ni lo uno, ni lo otro, ni esto ni nada. Confusión en el silencio arduo. La más dura de todas las pruebas: la esperanza. .
La sutil malignidad de una espera corroe la sangre joven.
Las pálidas paredes de un resguardo de enfermos tarde o temprano se pudren.
¿Hay que acabar con la espera?
¿O hay que acabar en la espera?
En el seno de la espera, sometido, clamo desesperadamente palabras.
Señales, voces, llamadas, fantasmas de un corazón desdichadamente solitario.
Inútiles divagaciones: no hay nada que pueda hacerse. También el suicida no está determinado a suicidarse: no hay escapatoria de la vida (para algunos).
En la espera o en la vida, por ahí a veces lo mismo, frágiles criaturas en su seno somos sin ser o siendo arrojados a la crueldad del azar algunos o devotos de antiguos dioses otros.
En la espera o en la vida por ahí a veces lo mismo: la prueba final de la existencia, el examen final de existir.
¿Y si mejor matamos el tiempo? .
Pasó tanto
trueno sobre cielos amarillentos izados sobre nubes galopantes en aquel invierno majestuoso, memoria vanidosa de un poeta peregrino en sueños fracasados oliendo al menos rosas de ciudad. Sentados en una plaza junto a compañías que ya no están el cielo se extiende como un papiro y parece decir algo, símbolos parecen esas palomas que revolotean ahítas y se conforma una palabra clara.
La leemos y luego pensamos con suma tristeza en todo aquello que no hemos hecho, dejando que el viento fresco galope, en todo aquello que nos arrepentimos de no haber hecho.
Se hace tarde y el sol se oculta, en ese instante excepcionalmente dorado, es hora de volver a casa. El cuerpo, rezagado, tiene que descansar. .
A veces, las cosas son como son y no podemos hacer demasiado.
No sirve de nada el silencio que quema, tampoco ese nudo que nos ahorca desde adentro.
Algo sin embargo sucede, inevitablemente como es el mundo.
El sol deja de ser hermoso, si alguna vez lo fue, y sólo el cielo negro estrellado pasa a ser el gran refugio, la morada tierna de los desconsolados, la moneda en la fuente.
Alzo la vista en la noche y encuentro el acicate necesario
para al menos una vez en la vida elegir. .
Un domingo de febrero fui a la feria.
Execrado por el estío al menos estuve acompañado de la diosa.
Sepan, miserables mortales, ella también siente calor.
.
Si no fuera poeta me habría gustado ser asesino a sueldo.
Entrar todas las noches a la red oscura revisar un correo encriptado dormir en un cuarto no rodeado de lápices y papeles sino de revólveres y cargadores.
En algo estas dos profesiones se parecen: debemos escoger un pseudónimo.
Me harté de la magia, mejor realizar el último ritual: desnudo debajo de una casulla negra, una vela roja, sobre todo.
Un calambur corrompido, una copa, y el yo teófobo implorando algo.
No diré qué. Hoy en día necesitamos más misterio. El misterio está en peligro de extinción.
Igual que cada uno de nosotros. .
Reflexiono frente al monitor en esta noche de febrero, cuerpo nocturno caluroso, iluminado por una lámpara roja como en los viejos tiempos.
Como si el silencio sólo me invitara a reflexionar, a pensarme como un ser deseante de la muerte.
Quisiera que en el otro mundo exista la posibilidad de elegir regresar. Elegiría no volver nunca más a este mundo.
Somos nuestro peor enemigo, esto se comprende con claridad en cuestiones muy particulares, quizás en la única cuestión por la que vale la pena vivir. .
El tiempo se pierde buscando palabras.
Hábil es quien hace de su vivir una prolepsis.
¿Por qué estoy acá?
Lo único que importa es lo que se pierde.
El resto no tiene demasiada importancia.
Un encendedor, las llaves o la esperanza. .
Hice todo lo posible por…
No da repetir demasiado ciertas palabras.
Pero hice todo lo posible. Me adelanto: me dirán que haga lo imposible, a mí, que fui mago y rey, águila y cerdo.
¿Debo habitar la paradoja?
En verdad, estoy perdido. Esto es una estupidez. .
Mis habilidades prolépticas emergen de la edad del sol.
En el solitario abismo me refiero a la soledad.
Todo un entero universo y yo solo necesitando una estrella.
Fracasé en mi misión en la Tierra. Es hora de volver al espacio negro.
Todo un entero universo y yo solo añorando su fuego lunar, sus llamas pálidas, su dilatada mirada, su braza suave.
Todo un entero universo y yo solo necesitando una estrella blanca.
Qué tontería la vida.
Anhelo la hora. Anhelo el ahora donde finalmente parta, partir para siempre irse.
¿No es ya la hora? .
No hay nada más que hacer y todo es estúpido.
El fuego intenso que cubre al cuerpo; cada átomo que vibra en la piel traicionada; la sangre hirviendo; la pupila agotada, ahogada, ecuménica.
El espíritu tiembla y se evapora porque también es estúpido.
La insoportable levedad del estío se consolida en la repugnancia, en el febrero de Pandora, abierto a la sarcástica existencia.
Navegar es otra forma de transitar el mundo, es soltar el cuerpo, abrirse al cielo soleado celeste o negro, dejar que los pensamientos (suicidas) floten y que todo sea curvo.
La lejanía azul es lo más parecido a la eternidad.
Qué absurdo es intensificar recuerdos, darle la forma, palpar al búho que se arrima todas las noches a vigilar un corazón estrellado.
Que absurdo es en poesía terminar un poema con una palabra grandilocuente.
Fui encontrado entre pecios a la orilla de esto que es la vida.
No estoy seguro de haber sobrevivido.
Soy vulnerable a dos pequeños cosmos, que holgados de sueños destruidos me miran como mira la lechuza a la noche; estelarmente desafinado, derruido, existiendo silenciosamente.
.
Ensayo de un destino:
La prueba fue superada. Me amo. El caluroso instante nos acoge nuevamente.
Sólo tuve dos sueños: la pronta muerte o la vejez acompañada.
Triunfó la visión: con nuestras dos pieles resquebrajas por la experiencia caminamos de la mano dejando trozos de vida a nuestro paso.
La perdición surge en el horizonte, desaparecemos silenciosamente, nadie sabrá de este milagro el caminar juntos a nuestro ocaso.
La mente es silenciosa, ruidosamente silenciosa, ruinosamente enmascarada, una nube negra repulsiva.
Oigo las quejas patéticas de imbéciles respecto a diminutivos.
Oigo la maquinaria de la noche. Oigo los sonidos de la autodestrucción.
Los anillos de un tiempo que no posee futuro. Palabras que aún no se juntaron, enlaces químicos que unan sustantivos esplendentes con verbos exaltados.
Sostengo el quicial que me permitirá construir nuevas entradas.
Necesito nuevas formas de aburrirme. .
Detesto todo y sin embargo nada.
Harto de viajar en el tiempo.
Creemos que no pero somos afortunados de vivir en este tiempo.
Lo que vi no vale la pena ser recordado.
Porque lo inevitable no vale la pena pensarse.
Ni siquiera sabemos por qué estamos acá, ninguno de nosotros.
Encadenados a la putrefacción solar, a los mecanismos de la noche, a las caminatas, a la labia insensible.
La desconcentración es una evidencia de la carencia absoluta de sentido.
La concentración es una prueba fehaciente de la ceguera y la cadena; una prueba fea.
¿Qué estás haciendo ahora? Tonterías, y pensamos en otra cosa.
Al cabo de un día más, un día menos, dejamos de estar para siempre.
Los párpados se cierran, el telón cae sin ninguna explicación, y nada valió demasiado la pena.
.
Entre murmullos ficcionales apenas podemos existir.
Entre el gentío de neón, a la sombra de rascacielos.
Maquillémonos un poco para disimular la horrible tristeza.
Habitamos nómades un frangollo inexplicable.
La mierda que nos rodea también es parte de nuestro hogar
La abejita tierna me confunde con una flor. Posa sobre mí e intenta extraerme polen. Al cabo de un instante colorido se las toma porque no encuentra más que pensamientos suicidas.
El fluido zumbón de su firma aérea me produce una terrorífica ternura. .
Mi néctar blanco es espeso y la flor pálida soñó polinizarme.
El zumbido erótico produce efectos colaterales sobre la mente borracha especialmente sobre el corazón derruido. .
El motor del tamaño de un puño que anima los cuerpos sudados necesita algo de aceite.
El vapor somnoliento de la dermis dorada se estremece y suda cuando a los pasos del tango se toman de la mano y se siente acariciar a la luna misma hecha carne.
La timidez lunar le da brillo a este estropajo falto de aceite, oxidado por el paso del tiempo y a la espera absurda de la última motivación escarlata. .
El órgano que late no merece ser nombrado.
Hago lo que puedo.
No soy digno del nombre.
Soy mi peor enemigo.
Soy el eterno niño.
Soy el eterno enamorado.
Estoy más allá del hombre.
Una gota de fuego elevándose pende delante de mí sobre una pequeña vela roja aromática.
A veces el sueño nos pone a prueba.
A veces el sueño es el terror.
Algo de ruido, algo de viento, el órgano temblando comienza a rezumar una sustancia lacrimosa.
Es en la noche lamentablemente cuando el infierno se hace presente cuando el infierno da su nombre.
.
El aprendiz de fauno toma tímidamente el caramillo y se pone a soplar una melodía llena de alma. Yo escucho. La lujuria se cohesiona en la naturaleza hambrienta… .
El cielo grisáceo acabando sobre nosotros nos da el panorama más bello que puede existir.
Nada más acorde a la realidad que una ciudad melancólica que pareciera que lloró desconsoladamente toda la noche.
Una ciudad por el día húmeda, algo caliente en pleno febrero. Una ciudad por la noche mojada a la espera de habitantes inquietos.
El silencio habitual de un finde, la soledad del abandono, la debilidad de la carne humana…
Con la cabeza en la guillotina se le otorgan al desgraciado unas últimas palabras.
El desgraciado pide tabaco holandés, y se le concede su último deseo.
El placer es importante incluso en la última hora.
Brilla la cuchilla y el sol también brilla por última vez. .
Coloqué en la cazoleta un tedio con sabor a los Países Bajos. Sostuve la pipa inglesa de opio desde el pisadientes de bronce para fumarme al tiempo.
Los días por la noche son peligrosos, son también peligrosamente insufribles.
El terrible estío disminuye como el vapor que se esfuma a través de la cánula, como el tiempo que se pudre en mis pulmones.
Los días pasan por mi garganta, aquello que es cotidiano me acaricia, al igual que la navaja amiga sobre mi brazo aquel día en su departamento… Me acarició y me dejó una cicatriz. .
La sangre es vinagre, el ameno tabaco es ceniza, y
la rosa todavía se pudre en la botellita de agua Villavicencio.
La carne será alimento de hambrientos gusanos y la conciencia un recuerdo de otros, la mente será huesos; la experiencia, olvido; el deseo, muerte.
Desde nuestro punto de vista, nada sobrevive en este mundo.
Desde el punto de vista de otros el legado todavía existe.
Sólo necesitamos un encendedor Hiper, en lo posible verde, para adentrarnos en la desgraciada belleza.
Nada de lo que yo diga puede ser tomado en serio. Nada porque escribo desde el delirio. Tengo derecho a guardar silencio y todo lo que yo diga puede ser usado en mi contra. .
Me desvestí a guisa de lascivia encubriendo la equivocidad de todo aquello que es pudoroso.
Me preparaba para escribir en anfíbracos delirantes mientras sonaba BJ Nilsen, un irrelevante bicho de ciudad.
Puede que su extraña música ambiental basada en sombras pueda rememorarnos al surrealismo de Lynch, a mí me rememora un cuerpo ausente con el que quisiera estar acompañado en estos instantes nocturnos y por el cual se me para la pija. .
Muy pronto perífrasis vacuas escritas de noche vendrán a cambiar la bravata infante.
Muy pronto quizás en el próximo verso. .
Ir a matar el tiempo o estar anocheciendo es más o menos lo mismo.
Poder matar el tiempo o deber matar el día a día la noche a noche es más o menos lo mismo. Deber de salir de este mundo tener que ir hacia donde anochece eternamente.
Soler desear, llevar amado un órgano vencido o permanecer deseando yacer amando
Es esta vez algo distinto. .
La noche profunda contiene sonidos fabriles, barriales en un fin de semana.
Las sirenas de la policía que va y viene, las ambulancias que quizá transporten un miserable agonizante chillando y cruzando en rojo todos los semáforos: así es la vida.
Llega un punto neutro en el cual pareciera que todos duermen. El instante silencioso.
El mismísimo instante en el cual afloran las ideas de suicidio en jovencitas enamoradas, en jovencitos empachados.
El mismísimo instante del corazón surrealista bombeando palabras pueriles; el instante silencioso ideal para fabricar bombitas de pintura con los foquitos de luz para enfrentarse en alguna protesta contra la yuta. .
«Luchar contra el imperialismo donde quiera que esté, esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura».
El Che Guevara en su carta de despedida a Fidel Castro.
Habrá que azuzar a la clase obrera a que luche contra la clase alta.
No tenemos nada que perder. ¿No estamos en las alcantarillas? .
Nosotros perdimos el sueño por eso somos de la especie que escribe durante la noche profunda Seres nocturnos, de numen noctámbulo; fuimos herederos del mal en este mundo
hijos e hijas de todo lo que está mal.
Nuestra poesía sólo puede ser leída seriamente silenciosamente.
Sólo vale la pena leernos en silencio.
Cada una de nuestras palabras sólo merecen el susurro.
El frágil susurro de la voz quebrada de la voz que tiembla.
Los recuerdos hondos que nunca serán dichos a nadie son los únicos que realmente merecen ser olvidados.
Un extraño pájaro desciende y observamos cómo se mueve, luego empina hacia el hogar celeste, solitario, cansado, derrotado.
Las luces artificiales de la ciudad insomne lograron apocar a la gente destrozada.
Increíblemente, formaron napas sobre cada espíritu. .
Tengo que marchar sobre cada verbo añilado a fin de las nuevas formas.
Si quien escribe no es ambicioso si quien lee no lo es qué le queda al resto. Hubiéramos cantado desafinando la bóveda estelar otra vez como dos estúpidos.
Caminar de la mano con los ojitos cerrados como dos amantes perdidos hasta que yo me lleve por delante un tacho de basura.
Me lastimaré la pierna y ella se lamentará seduciéndome y sus manos me acariciarán la pierna y sus labios me la curarán pero besándome.
Al menos en aquel instante fuimos verdaderamente felices.
Tengo viviendo en las sombras toda una vida.
Mi sombra azulada me vive repitiendo que prosiga hasta la locura.
Me vive diciendo que sin ella no vivo.
Me aviva como el viento adorado por antiguos aviva al fuego también dorado.
Ella ha salido de mí una noche y no logré volver más que a la noche susurrada.
Te tengo dicho que te exilies del silencio de la tierra hacia la tierra gutural que suele salir de los picos de las aves coloridas en aquellos cielos donde puede llover todos los días.
Va a cantar la sombra cuando sea liberada del martirio surreal.
.
La sombra está comprendiendo está lloviendo de sus ojos negros y lleva mirándola horas a su alma propia de sombras sin carne.
Suele salir de cuerpo en cuerpo suele pasear por el jardín
Ella ha salido de mi cuerpo ha dejado el lugar donde habito yo que soy yo con mi sombra.
Fui detenido en la hoja encerrado entre palabrerío sutil, fútil, inepto, inútil, conmutado por la tormenta, condenado a la brizna eterna.
¿Qué esperan de mí? ¿Qué esperan de nosotros?
Hombres o mujeres de letras. No estamos para conformar a nadie. El fracaso es habitual.
Quien somos, somos, a pesar de la derrota.
La sombra comprende entiende que ella no es yo. .
Ella, la sombra, a que sale a la busca porque es salidora en la noche profunda que tanto conoce y añora porque nunca es la misma, ella y la noche.
Puede que pasea en las calles desoladas en las calles asquerosas comprensiva de su soledad porque sabe o se dio cuenta que no somos iguales. .
Las paredes nocturnas han sido pintadas por la sombra de un pajarito lleno de colores.
La nocturnidad suele ser comprendida por cada estrella moribunda y soñante.
La frescura negra está siendo comprendida por cada par de brillitos en los ojos de cada transeúnte a la espera absurda de respuestas. .
A los desolados, un minuto de silencio por el alma que nunca retorna.
Entre cada sombra hay penumbras.
Una penumbra ha y señala señalado.
Una penumbra suele y comprende ir hacia atrás que avanza.
Está y comprendiendo hundida en el cielo oscuro que no hay fondo en la noche.
Ha evidentemente escapado de donde quiera que se escondía.
Suele naturalmente escapar por la noche de la noche misma lo que significa está claramente comprendiendo la naturaleza de la noche.
Ha díchole que yo soy la noche.
He de ser lo imposible.
He de ser el error.
Estoy a punto de revelarme empiezo a revelarme como una fotografía impasible.
Estoy meando dejo de mear no deja de ser la gran nocturna donde me habito.
Sigo analizando cada sombra a parte de la mía y no concluyo sino que acabo desde mi sombra mi carne palidecida sobre la sombra ausente que clamo que amo que no puedo nombrar más que por aspectuales.
Tengo anatomizada la estelar blanquecina cuyo lunar conforma cada estrellita.
Suelo desear todos los días la única noche que es blanca. Vuelvo a extrañar llevo extrañando toda la vida.
Yo voy leyendo en mis recuerdos los instantes más sagrados.
Tengo que estar yéndome, puedo partir estando: debe de mirar aunque sea una vez al año a las estrellas por ahora inmutables.
(Me aburren todos. Especialmente la gilada que sólo cita el lado Coelho de Sbarra.
Aunque generalmente prefiero a Panero hablando de la orina y el chancho.) .
¿Qué
busco?
Mi exención de la vida. La lívida alborada. La excusa de la existencia es todo lo que busco.
¡Miento descaradamente!
Amoratado en el repugnante ocaso atado a la cruz miserablemente: busco también la perdición absoluta.
O no miento un carajo y la perdición es también una excusa.
Busqué el amoratado labio en su rostro pálido y lo desaté de un beso.
Encontré el sueño aceitunado y se me presentó efímero, dejando sobre mi áurea mano un plúmbeo escozor.
Ebrio de espeluznantes fantasías busqué su nombre divino y me encontré sólo palabras y un ansioso silente lejano y voluptuosos pechos erguidos o el espectro inmortal que configura la quemazón despreciable, intolerante.
Hice de mí un monstruo. .
Quisiera que me lean sólo los que no están felices.
En momentos aborrecibles donde vivir es una idiotez.
Aunque mis poemas sean pura patraña al menos consolar al que llora.
Poemas con formas de pene o de vulva para consolar al cuerpo que solloza.
Lograr no la lamentable autoayuda sino más bien el mal: la coherencia con el ánima; reforzar la empatía de un marginado a otre.
Execrarte al execrarme excremento oloroso y formar así un conjunto de basura que nos haga sentir acompañados.
Pasando frío debajo de la misma tormenta. Pasando hambre, dándonos calor.
El invierno perpetuo que nos obliga a rellenar nuestras soledades nos obliga también a que nos masturbemos juntos.
A garchar. .
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