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Pasó tanto

La sutil malignidad de una espera corroe la sangre joven. Las pálidas paredes de un resguardo de enfermos tarde o temprano se pudren. ¿Hay que acabar con la espera? ¿O hay que acabar en la espera? En el seno de la espera, sometido, clamo desesperadamente palabras. Señales, voces, llamadas, fantasmas de un corazón desdichadamente solitario.

Inútiles divagaciones: no hay nada que pueda hacerse. También el suicida no está determinado a suicidarse: no hay escapatoria de la vida (para algunos). En la espera o en la vida, por ahí a veces lo mismo, frágiles criaturas en su seno somos sin ser o siendo arrojados a la crueldad del azar algunos o devotos de antiguos dioses otros.

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En la espera o en la vida por ahí a veces lo mismo: la prueba final de la existencia, el examen final de existir.

¿Y si mejor matamos el tiempo? .

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