identidad periférica
«Los buscadores de identidad tienen que enfrentarse indefectiblemente a la abrumadora tarea de cuadrar un círculo» (Bauman, 2005, pág. 30) La investigación parte del entendimiento de la identidad como el encuentro entre las percepciones de los agentes productores del espacio. Como ya se explicará, la identidad es un concepto dialéctico, es decir, no sólo se basa en la autopercepción del sujeto, sino también en su contexto y la imagen que representa para los demás. Por ello, la imagen de un territorio dependerá de cómo fue concebido urbanísticamente, cómo se ha modi cado por las «maneras de hacer» de sus habitantes y cómo se representa en la cultura. Verdaderamente, la identidad es un concepto nuevo y escurridizo. No es fácil nombrar una identidad, mucho menos, cuando es de un conjunto, no depende exclusivamente del individuo. Para ello hay que escuchar detenidamente, leer los lugares de reconocimiento y entender los sentimientos de pertenencia desde la empatía y tratando de dejar a un lado la subjetividad. Por otra parte, el estudio del territorio también es complejo, como dice Luis Llanos-Hernández en su tesis El concepto del territorio y la investigación en las ciencias sociales: «Como hay una gran diversidad de vectores que atraviesan la vida social en los territorios, existe una in nidad de posibles problemas de investigación que pueden encontrarse a lo largo de las vías sobre las que se desplazan los vectores.» (Llanos-Hernández, 2010, pág. 215) Pero en este caso, el objetivo es concreto, es nombrar o conseguir hallar la identidad paisajística de esta periferia. Una identidad visual que sea la traducción de esos vectores más difíciles de ahondar, por los que se pasará tangencialmente. Así, el reconocimiento nal de la identidad supondrá el re ejo de las características sociales y culturales de este territorio, en su forma urbana.
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