Ntra Sra de los Dolores Juan Francisco Moreno Márquez
Tras la tempestad, llegó la calma. Con la tristeza aún presente, pero que poco a poco se nos antoja ya lejana, de nuestra Semana Santa no vivida como de costumbre, y con el difuso espejismo de la añoranza de unos momentos sólo imaginados de reencuentros, procesiones y emociones, llega el momento de reflexionar. Un “bichito” microscópico nos da de bruces con la realidad, nos baja de nuestro pedestal egocéntrico y nos obliga a decir “hágase tu voluntad y no la mía”, toda una cura de humildad para el ser humano. Se dice que Dios aprieta pero no ahoga, o que cuando una puerta se cierra se abre una ventana, el ser humano siempre intenta buscar el lado positivo de la vida, y precisamente esta anómala situación nos proporciona a los cofrades una oportunidad única, que durante generaciones muy pocos pueden vivir, de encontrarnos cara a cara y en soledad con nuestra identidad cofrade. Al igual que Jesucristo, una vez lejos los sones de las alabanzas y las palmas de su entrada triunfal en Jerusalén, y despojado de sus vestiduras, se presenta casi desnudo ante Pilato para ser juzgado, nosotros los cofrades, despojados de nuestras vestiduras, nuestros tambores, nuestras procesiones y nuestra diversión nos presentamos, ligeros de equipaje como diría Machado, ante Jesucristo, o ante nosotros mismos, que cada cual elija, para nuestro propio juicio. Pilato le preguntó a Jesús, diciendo: “¿Eres tú el Rey de los Judíos?” Y Jesús le dijo: “Tú lo dices” (¿Se puede ser más humilde siendo el más grande?). A nosotros, cofrades, qué nos podrían preguntar, ¿eres creyente?, ¿eres cristiano? y finalmente, ¿eres cofrade?, y entonces ¿qué responderíamos? Por eso, ahora que el esplendor de nuestra Semana Santa y el ruido de nuestros tambores no nos distrae, tenemos como cofrades una oportunidad única para hacernos esas preguntas, y en la soledad de nuestro interior intentar encontrar las respuestas que nos hagan ser más, y mejores cofrades. ¿Soy creyente, o para mí todo esto es un rollo y sólo vengo por la diversión? Nuestra respuesta debería ser que sí somos creyentes, aún asumiendo la incertidumbre, las dudas, las contradicciones y nuestra debilidad humana, de no ser así mal empezamos. Si soy creyente, ¿soy cristiano, o todo esto es cosa de los curas o la Iglesia?
Nuestra respuesta no sólo debería ser que sí somos cristianos a pesar de nuestros errores, sino que además intentamos ser testimonios vivos de sus enseñanzas de paz, amor y bondad entre los hombres, de no ser esta nuestra respuesta mal seguimos. Y finalmente, ¿soy un cofrade, o sólo vengo a tocar el tambor, echar un rato con los amigos y dar una vuelta por los bares?, dependiendo de nuestras respuestas anteriores esta última no tendría mucho sentido, pero si hemos respondido que somos creyentes y cristianos, tenemos que gritar a los cuatro vientos que también somos cofrades, pero no cofrades de cuaresma y de bar, sino cofrades que sienten, viven, ayudan y respetan a su hermandad todos los días del año, si esta no fuese nuestra respuesta, mejor nos dedicamos a otra cosa. Seguro que más pronto que tarde toda esta pesadilla pasará, quedando sólo el recuerdo de un mal sueño, y volveremos a celebrar nuestra Semana Santa, a ponernos bien nuestra túnica, a ceñirnos bien el gorro, a colocarnos bien la capa y colgarnos nuestro ronco tambor, que no sonará muy fuerte, pero que a sentimiento no hay quien le gane, volverán los reencuentros, sentiremos otra vez el peso del paso en nuestro hombros, y volverán los abrazos y las lágrimas de emoción y felicidad delante de la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, pero hasta que llegue ese día, aprovechemos esta impuesta soledad para mirar a nuestros adentros, para hacernos preguntas de difícil respuesta, para dejar hablar a nuestro corazón, y finalmente salir siendo más y mejores cofrades. Que la Virgen de los Dolores siempre os acompañe, proteja y consuele. Un abrazo.