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Editorial
Agrupación de Hermandades de Albendin
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El 2020 fue un año muy difícil para todos. Desde el punto de vista cofrade también. La mayoría de las personas que viven intensamente la Semana Santa, el año pasado también la vivieron, pero interiormente, en el recogimiento de sus casas, con sones, tambores, cornetas y aplausos desde sus balcones. Aún así fue muy doloroso por muchas razones, pues, aunque todos vivimos intensamente estos momentos religiosos tan importantes, en redes sociales o desde ventanas, balcones y terrazas, para muchos fue extremadamente triste no poder vivir la Semana Santa en la calle, en la iglesia, preparando los pasos, compartiendo momentos con nuestros hermanos cofrades, emocionándonos con el pregón, disfrutando de ver nuestras bellas Imágenes en procesión, en definitiva, viviendo esta sagrada fiesta como siempre lo hemos hecho.
Creíamos que este 2021 sería el año de la esperanza, además este año le tocaba a la hermandad de la Esperanza como tema de cartel anunciador de nuestra fiesta mayor. Lamentablemente y por motivos obvios el concurso de cartel ha tenido que ser aplazado.Y tristemente, este año será, desde el punto de vista cofrade, tan complicado como el anterior. En la editorial de la revista Miserere del año 2018 exponíamos: “Es una celebración donde todos tenemos cabida, mayores y pequeños, albendinenses y forasteros, cofrades y espectadores, cirios y tambores, flores e incienso, … cada persona, cada cosa, cada acto, todo tiene su sitio, su función, su cometido, todo es valioso y necesario”. Todo esto fue desafortunadamente confirmado la pasada primavera, donde todos los cofrades echamos de menos cada acto, cada persona, cada objeto que no se pudo utilizar para su anhelado fin, cada familiar que desde su lejano o cercano hogar no pudo reunirse con sus seres queridos, cada abrazo, cada marcha, cada sonido, cada olor…
Un recuerdo doloroso que se une al pesar que nos provoca que esta Semana Santa sea algo similar. Pero hemos de seguir trabajando, con ilusión y fe, para que, de ahora en adelante, cada vez que veamos una de nuestras adoradas imágenes por nuestras calles lo vivamos más intensamente que nunca. Debe ser nuestro impulso para dignificar nuestra fiesta mayor, para engrandecerla, para recuperar la fe que se haya podido perder con los años, para volver a dar el significado que se merece a cada acto, y redescubrir su importancia, para valorar la grandeza de la celebración cristiana más importante de todas.
Este año, más que nunca, FELIZ SEMANA SANTA Y PASCUA DE RESURRECCIÓN.
