
5 minute read
Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores
Ntra Sra de los Dolores
Juan Francisco Moreno Márquez
Advertisement
Tras la tempestad, llegó la calma. Con la tristeza aún presente, pero que poco a poco se nos antoja ya lejana, de nuestra Semana Santa no vivida como de costumbre, y con el difuso espejismo de la añoranza de unos momentos sólo imaginados de reencuentros, procesiones y emociones, llega el momento de reflexionar. Un “bichito” microscópico nos da de bruces con la realidad, nos baja de nuestro pedestal egocéntrico y nos obliga a decir “hágase tu voluntad y no la mía”, toda una cura de humildad para el ser humano.
Se dice que Dios aprieta pero no ahoga, o que cuando una puerta se cierra se abre una ventana, el ser humano siempre intenta buscar el lado positivo de la vida, y precisamente esta anómala situación nos proporciona a los cofrades una oportunidad única, que durante generaciones muy pocos pueden vivir, de encontrarnos cara a cara y en soledad con nuestra identidad cofrade. Al igual que Jesucristo, una vez lejos los sones de las alabanzas y las palmas de su entrada triunfal en Jerusalén, y despojado de sus vestiduras, se presenta casi desnudo ante Pilato para ser juzgado, nosotros los cofrades, despojados de nuestras vestiduras, nuestros tambores, nuestras procesiones y nuestra diversión nos presentamos, ligeros de equipaje como diría Machado, ante Jesucristo, o ante nosotros mismos, que cada cual elija, para nuestro propio juicio. Pilato le preguntó a Jesús, diciendo: “¿Eres tú el Rey de los Judíos?” Y Jesús le dijo: “Tú lo dices” (¿Se puede ser más humilde siendo el más grande?). A nosotros, cofrades, qué nos podrían preguntar, ¿eres creyente?, ¿eres cristiano? y finalmente, ¿eres cofrade?, y entonces ¿qué responderíamos? Por eso, ahora que el esplendor de nuestra Semana Santa y el ruido de nuestros tambores no nos distrae, tenemos como cofrades una oportunidad única para hacernos esas preguntas, y en la soledad de nuestro interior intentar encontrar las respuestas que nos hagan ser más, y mejores cofrades. ¿Soy creyente, o para mí todo esto es un rollo y sólo vengo por la diversión? Nuestra respuesta debería ser que sí somos creyentes, aún asumiendo la incertidumbre, las dudas, las contradicciones y nuestra debilidad humana, de no ser así mal empezamos. Si soy creyente, ¿soy cristiano, o todo esto es cosa de los curas o la Iglesia? Nuestra respuesta no sólo debería ser que sí somos cristianos a pesar de nuestros errores, sino que además intentamos ser testimonios vivos de sus enseñanzas de paz, amor y bondad entre los hombres, de no ser esta nuestra respuesta mal seguimos. Y finalmente, ¿soy un cofrade, o sólo vengo a tocar el tambor, echar un rato con los amigos y dar una vuelta por los bares?, dependiendo de nuestras respuestas anteriores esta última no tendría mucho sentido, pero si hemos respondido que somos creyentes y cristianos, tenemos que gritar a los cuatro vientos que también somos cofrades, pero no cofrades de cuaresma y de bar, sino cofrades que sienten, viven, ayudan y respetan a su hermandad todos los días del año, si esta no fuese nuestra respuesta, mejor nos dedicamos a otra cosa.
Seguro que más pronto que tarde toda esta pesadilla pasará, quedando sólo el recuerdo de un mal sueño, y volveremos a celebrar nuestra Semana Santa, a ponernos bien nuestra túnica, a ceñirnos bien el gorro, a colocarnos bien la capa y colgarnos nuestro ronco tambor, que no sonará muy fuerte, pero que a sentimiento no hay quien le gane, volverán los reencuentros, sentiremos otra vez el peso del paso en nuestro hombros, y volverán los abrazos y las lágrimas de emoción y felicidad delante de la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, pero hasta que llegue ese día, aprovechemos esta impuesta soledad para mirar a nuestros adentros, para hacernos preguntas de difícil respuesta, para dejar hablar a nuestro corazón, y finalmente salir siendo más y mejores cofrades. Que la Virgen de los Dolores siempre os acompañe, proteja y consuele. Un abrazo.

Mª Santísima de Albendín
Manuel Porcuna Roldán

¿Cuantos días?, ¿cuántas noches?, ¿cuantas veces desde nuestra ventana, desde nuestro encierro, hemos dirigido la mirada al cielo y le hemos pedido a Nuestra Madre, María Santísima de Albendin, para que nos cubra con su manto en estos difíciles momentos?
Nuestra patrona nos ha acompañado en cada momento, en cada casa, en cada hospital, ha estado con cada enfermo, con cada confinado que se ha puesto en sus manos, y hoy tenemos que darle gracias por su protección, porque a pesar de todo, en Albendín hemos capoteado el temporal de la mejor manera que se podía, y nuestra Madre tiene mucho que ver en ello.
Fue nuestra patrona la última que procesionó por Albendín antes de que esta pandemia llegara a nuestras vidas, con motivo de la Candelaria, y nuestras esperanzas hoy están puestas en que las vacunas nos permitan que también sea la primera que vuelva a salir a nuestras calles, pues la Semana Santa esta muy cerca y difícilmente se podrá celebrar procesión alguna por precaución. Por eso, nuestras miradas ya están puestas en el próximo 15 de Agosto, que como hace siglos ya ocurrió, pudiera ser que María Santísima de Albendín saliese a la calle para acabar con esta ‘peste’ en forma de virus, Dios así lo quiera.
Desde estas líneas os pido que no abandonéis la fe en nuestra Madre, que sigamos poniendo en sus manos nuestros anhelos, nuestros problemas y nuestras suplicas, porque ella nos escucha y nos cuida, como viene haciendo desde siempre, y pronto la podremos ver con júbilo pasear por nuestras calles, lo que será motivo de que esta pesadilla ha terminado.
Mandaros a todos un afectuoso abrazo y pedir a María Santísima de Albendin que bendiga este que es su pueblo.
