Revista Vuelo N°4

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VUELO

REVISTA UNIVERSITARIA DE CULTURA Monterrey [marzo-abril, 2017]

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Índice Monterrey, México /

marzo-abril de

2017 /

número

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Editorial / 2

Las dos orillas Cris Villarreal Navarro / El sistema capitalista versus la alegría de vivir, 3 Alfonso Rangel Guerra / La autonomía universitaria en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 9 Armando Hugo Ortiz / Revolución sexual, 19 Samuel Flores Longoria / Raúl Roa y la Universidad de Nuevo León, 25 Gabriel Contreras / Brilla el gato, 30

El pasado presente Meynardo Vázquez Esquivel / Origen del más antiguo colegio seminario en el Nuevo Reino de León, 32 J. G. Martínez / Biblioteca “José Alvarado” de la Facultad de Filosofía y Letras, 37 Francisco Valdés Treviño / Don Moisés Sáenz Garza, maestro y diplomático, 41

Oficio de tinieblas Nazario Sepúlveda E. / El caso del cine maldito, 47 Sofía Gamboa Duarte / El placer de pintar, 50 Jorge Cantú de la Garza / Poemas, 52 Hernando Garza / “Piel de Eros” ( nota sobre una muestra fotográfica), 56 Francisco Barragán Codina / “Piel de Eros” , 57

Primera edición José Roberto Mendirichaga / Retrato del artista adolescente, 60

Sociedad y crítica Agrupaciones nuevoleonesas de cultura: Héctor Jaime Treviño Villarreal / Academia de la Lengua Viperina, 62 Erasmo Torres López / Sociedad Cultural “Virginia Treviño de Collins”, 66 Carlos González Rodríguez / Colegio de Cronistas e Historiadores de Nuevo León “Israel Cavazos”, A.C., 68 Hernán Farías Gómez / Asociación de Cronistas “José P. Saldaña”, 70


Raymundo Uviña

Editorial

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los ámbitos y niveles de poder público y privado– hoy no se discute. Las autoridades temen al debate por los rasgos de anarquía que sus extremos, de izquierda o de derecha, pudieran traer consigo, ante lo cual prefieren la imposición, es decir, la antidemocracia con sus prácticas intimidatorias, violentas e inmovilizadoras. Ante esta realidad, los universitarios debemos poner el ejemplo: privilegiar la discusión como condición previa a la toma de decisiones, sobre todo cuando esta afectan la vida interna y externa de la población mexicana. Debemos hacerlo sin temores, concibiéndola como método creador y enriquecedor del conocimiento; como proceso donde podemos intervenir todos, aprender todos el valor pedagógico y democrático de la misma. Sólo así podremos democratizar nuestra vida social. Desde luego, partiendo de la base siguiente: la buena y sana discusión nos obliga a estar informados, a escuchar, a analizar, a juzgar, a construir argumentos y, para que sea constructiva, a seguir un método; pero ante todo, a guiarnos por el compromiso honesto de aprender y de tener el valor de reconocer la verdad cuando se le encuentre, sean cuales fueren las consecuencias. §

ea concebida como “sistema político”, como “forma de organización política” o como “una de las formas de poder”, a la democracia se le caracteriza esencialmente por pregonar el principio de la subordinación de la minoría a la mayoría, así como por reconocer la libertad y la igualdad de derechos de las ciudadanas y los ciudadanos. Pero es frecuente no ir más allá de estos rasgos formales de la democracia, aislándola de las distintas condiciones económico-sociales donde surge y se manifiesta. Esta restringida concepción ha traído consigo la idea de la llamada “democracia pura”, útil a quienes por conveniencia pasan por alto el rasgo esencial de nuestra sociedad: la existencia de clases sociales antagónicas donde la gran burguesía, como clase dominante, corrompe y con eso envilece los principios y procesos democráticos en aras de la defensa de sus intereses económicos y políticos. Sin duda, uno de los factores determinantes de la descomposición en boga es el relacionado con la falta de discusión –de debate–, no obstante ser ésta un sustento primordial de la democracia. En nuestro país –en todos

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Manuel DurĂłn

Las dos orillas

El sistema capitalista versus la alegrĂ­a de vivir Cris Villarreal Navarro

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na de las características de las sociedades modernas es la cíclica recurrencia de las crisis que engendran una profunda sensación de miedo e incertidumbre. Cuando la gente empieza a hablar de los beneficios del progreso, de una aparente riqueza mejor distribuida, de repente se presenta la crisis. Ésta puede revestir el impacto de una brutal devaluación de la moneda, o la desolación impotente de percibir el propio país en manos del crimen organizado. En este horizonte de cataclismos en donde los ahorros se pulverizan y abundan noticias de secuestros, degollados y extremas brutalidades, un emotivo desequilibrio lleno de contradicciones y fundados temores aparece y da al traste con la aparente presunta prosperidad que se disfrutaba. El capitalismo ofrece estos escenarios en una forma cíclica y deja al ciudadano común con una escandalosa percepción general de ser víctima de un engaño colectivo, de estar acorralado en un callejón sin salida. El ser contemporáneo, en particular el mexicano con su habitual pasividad, se adapta al nuevo intenso habitat social que se le impone, acomoda como puede su libertad personal y tiende a ignorar la inseguridad y las implicaciones morales que esa pérdida de independencia personal conlleva. Desde hace décadas la sociedad mexicana enfrenta un estado de caos permanente. Este estado de aturdimiento general es explicado por Naomi Klein en su Doctrina del shock. La activista social canadiense lo describe como una desorientación pública producto de una colección masiva de shocks, que van desde desastres naturales hasta ataques terroristas o guerras, para así aplicar políticas “terapéuticas” cuyas características antipopulares jamás habrían sido aprobadas sin estas circunstancias extraordinarias (solapa anterior). Calderón con la implementación de su guerra contra el narcotráfico, o su burda fabricación de la epidemia de la influenza que paralizó al país, fue el introductor

de este método de reestructuración social, que sacó adelante la militarización sin objeciones del país para beneficio de la industria bélica y probó también su eficacia en el ámbito de la salud pública. En condiciones de excepción la resistencia de la sociedad a medidas arbitrarias se reduce. La estrategia capitalista de la utilización de desastres para beneficiar a las grandes corporaciones, ha tenido un éxito contundente en nuestro país. Las reformas neoliberales instrumentadas en este sexenio, sin consulta popular alguna, se han hecho bajo esos parámetros irracionales. En este nervioso marco de referencia el sistema capitalista compensa el desencanto con el relativo fácil acceso, generalmente a crédito, a infinidad de bienes materiales, la mayoría inútiles. Las grandes corporaciones consuelan al individuo con autos híbridos o teléfonos celulares de última generación que serán obsoletos al año siguiente. Al comprar objetos, el programa insertado en la mente del hombre actual por los medios del sistema, lo hace sentirse altamente gratificado: soy dueño de cosas, luego soy. El pago del Internet le ofrece acceso instantáneo a información de lo que sucede en cualquier rincón del mundo, pero todos estos sucedáneos de perecedera felicidad a las crisis que lo agobian, no satisfacen la más elemental de las necesidades humanas, que es la de vivir con una mínima arropada tranquilidad, no se diga con dignidad. Para pagar por esos bienes materiales promovidos por el sistema, es necesario tener una fuente de ingreso. Si partimos de la premisa de que el trabajo productivo es tedioso y poco satisfactorio la mayor parte del tiempo, podemos afirmar sin lugar a dudas que su desempeño no es generador de bienestar interior. Esta inferencia se hace más evidente en las actuales deterioradas relaciones laborales bajo contratos parciales favorables a las empresas, que así evitan el compromiso del otorgamiento de beneficios de

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Karl Marx

Naomi Klein

Karen Horney

Erich Fromm

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Aldous Huxley


salud a sus empleados. Bajo esta óptica beneficiosa sólo a una parte del binomio, el inseguro empleo remunerado aparece ante el trabajador como una solución ficticia a sus necesidades, un insulto a su potencial y una agresión a su derecho a la felicidad. El trabajo productivo no tendría que ser necesariamente una tarea tortuosa o desagradable, pero esa eventualidad no entra en la ecuación laboral actual. Los avances tecnológicos, salvo en contadas excepciones, no han redundado en la disminución de horas en los centros laborales. Las jornadas de trabajo van de 35 a 40 horas a la semana. Si a finales del siglo diecinueve un día laboral era de 10 a 12 horas, dos centurias después la jornada de trabajo se mantiene inalterable en 8 horas, 5 días a la semana. Durante este periodo de tiempo, la productividad se ha multiplicado decenas de veces, pero los trabajadores no han sido compensados por este aumento en la plusvalía de su rendimiento. Con el presente grado de sofisticación del desarrollo tecnológico, el tiempo invertido en el trabajo productivo, muchas veces tedioso y percibido como un castigo, tendría que ser replanteado y aminorado. Como dicen los manuales, este modelo cuaternario laboral empezó cuando un pequeño grupo de individuos tomó el control de los medios de producción y se hizo del marco jurídico para dominar y explotar a las mayorías. Actualmente, para desgracia del gremio obrero, esa atmósfera persiste en los centros de producción. Incluso se advierte que la relación obrero-patronal se ha vuelto más deshumanizada y menos dirigida a las necesidades del trabajador. Como es de esperarse, en el capitalismo las demandas de la sociedad giran en torno a las expectativas del sistema. Desde hace más de cuatro décadas Erich Fromm (1976), señalaba: “El desarrollo de este sistema económico ya no es determinado por la pregunta ¿qué es bueno para el hombre? sino

por el planteamiento: ¿qué es bueno para el crecimiento del sistema? Se trata de esconder la claridad de este conflicto vendiendo la suposición de que lo que es bueno para el crecimiento del sistema (o incluso para el crecimiento de una gran corporación en particular) es también bueno para la gente” [p.7]. La anterior es una hipótesis largamente manipulada. La iniciativa privada que controla los medios de producción cuenta con un aparato de propaganda que sustenta y promueve su ideología como algo irrebatible. La conciencia del hombre actual se inserta en un molde genérico conveniente a la preservación del sistema. Su imagen y semejanza es impuesta por la deidad de los intereses corporativos. Se le endilga la idea de que como trabajador asalariado debe besar la mano del empresario que le provee un empleo. La sociedad clasista imperceptiblemente obliga a sus miembros a vivir de una forma que es contraria a su plena realización como individuos. En una sociedad en que la propiedad privada se antepone a la preservación de la vida humana y a la salud del mismo planeta, la acumulación de bienes de consumo se convierte en enemiga de las más genuinas inclinaciones del hombre por mejorar sus condiciones de vida. El estado es de clase dijo Marx el siglo antepasado y el hombre de nuestros días lo tiene muy claro. El hombre contemporáneo percibe a la clase gobernante no como su legítimo representante y administrador de sus impuestos, sino como un abierto enemigo de sus propios intereses. La cofradía de las corporaciones nacionales e internacionales que mueven a los gobiernos locales como marionetas, y la falta de credibilidad en los medios, nunca han sido más palpables. El hombre actual enfrenta desalentado, la versión distorsionada de la realidad que propagan los medios. Estas embestidas cotidianas a su inteligencia le crean la sensación de una absoluta falta de control sobre su vida. Lo hacen sentir que está a merced de las decisiones impulsivas de

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gobernantes impredecibles sin escrúpulos ante quienes está totalmente indefenso. En Monterrey este paradigma es incuestionable. El regiomontano vive ese diario desamparo al respirar un aire completamente contaminado. Un aire delictivo producto del amasiato entre las autoridades fiscales locales y las empresas contaminadoras. El abandono a su suerte se advierte también en el análisis del agua de los grifos de sus casas e incluso de la embotellada, que ha arrojado resultados de una dudosa consumición humana. Los alimentos genéticamente alterados se venden sin control en tiendas de conveniencia y supermercados, al igual que los alimentos chatarra cuyos químicos preservadores son altamente tóxicos para el organismo. La rampante obesidad es también producto de la venta de refrescos con cantidades industriales de azúcar. Todo pareciera apuntar al sistemático e impune envenenamiento del ser humano de nuestro entorno. Para sortear su hastío, nuestro hombre promedio envuelto en un trabajo que no disfruta, rodeado de gente igual de indiferente a sus problemas comunes, se adhiere a todas las fuerzas de la industria del entretenimiento fútil. Consume bebidas alcohólicas, marihuana si hay a la mano, se afilia a clubes deportivos, y su necesidad existencial de sentirse parte de algo, por más peregrino que sea, lo hace adscribirse a un equipo de fútbol al que defiende con más celo que a su patria. Para no dejar un espacio libre en el que corra el riesgo de pensar qué sucede con su vida, se hace adicto a Netflix, Amazon Prime, YouTube, Facebook y a cualquier fuente de retransmisión continua en línea que le permita ausentarse de sí mismo. Envuelto en la vorágine del cultivo de la imagen, compra membresías a gimnasios que no visita. También, por aquello de la pose, descarga libros electrónicos para su Kindle que nunca tiene tiempo para leer, y se suscribe a revistas de matices pseudointelectuales que tampoco lee.

Para cultivarse y así pasar por buen conversador, compra discos compactos de audiolibros de obras clásicas, que intenta escuchar en su auto pero que al final los encuentra poco estimulantes. En referencia a este comportamiento, Karen Horney (1937), señala que: “…una de las tendencias neuróticas predominantes de nuestro tiempo es la excesiva dependencia de la aprobación o el afecto de otros. Todos deseamos ser apreciados o gustar a los demás, pero en el caso de las personas neuróticas la necesidad de afecto o aprobación de los demás es desproporcionada a la significación que esta dependencia tiene en las vidas de otras personas.” [p. 34]. El único espacio que el ser contemporáneo puede reclamar suyo es el dedicado al sueño. Aun así, para que el hombre no pierda tiempo mientras duerme, el sistema ha creado cursos para ser tomados mientras se esté en la cama descansando. Como Huxley (1932), escribió: “El principio del aprendizaje al estar dormido, o hipnopedia ha sido descubierto.” [p.27]. El otro momento libre, sin interferencias, que tendría que ser consignado a tomar los alimentos, también ha sido violado por la supeditación a los medios. La ingestión de los comestibles se hace frente a la televisión o a la laptop. La comida rápida preparada en serie también está hecha para ser engullida en la más clara estrategia de pérdida mínima de tiempo. El tiempo está tan valorado porque su venta puede ser intercambiada por cosas. Muchos doctores tienen en sus consultorios médicos varios apartados en su interior para así ver amplificadas sus cuentas bancarias con mayor rapidez. Atienden a varios pacientes simultáneamente y aplican el principio de la producción en serie a su práctica médica. Entran y salen de cada apartado a la velocidad de la luz tras dedicar de dos a tres minutos a cada paciente. Para ellos, éstos han perdido su dimensión humana para ser convertidos en vehículos de enriquecimiento.

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También padres y abuelos, quienes consideran su tiempo demasiado valioso para perderlo en la compañía familiar, compran regalos a sus hijos y nietos para ganar su aprecio. A los ojos de la ideología dominante todos los hombres deben demostrar sus habilidades para obtener el éxito material. Ser ambiciosos y agresivos son características vistas como deseables en la configuración del empresario del capitalismo salvaje. Aun así, la ansiedad que va aparejada con la búsqueda por la adquisición de un estatus económico elevado, genera una personalidad permeada por la frustración. Un trabajador que vende su fuerza de trabajo a una empresa o a una institución pública es considerado por el sistema como un ser prescindible, desechable, sin valor. Una buena persona, por ejemplo un maestro con un salario decente, por más contribuciones que haga al desarrollo de la sociedad, por más inspiración y entrega que tenga por la construcción de buenos ciudadanos, será siempre calificada por el capitalismo como un pobre diablo en la jerarquía de personalidades exitosas a emular. “El anhelado ideal del capitalismo no es tanto perfeccionar la capacidad de apropiarse de cosas materiales sino de seres humanos.” [p.76], nos dice Erich Fromm (1976). Bajo este planteamiento, nuestros sentimientos, nuestra voluntad, nuestra vocación, nuestra orientación sexual y hasta nuestro cuerpo en gran medida, dan la impresión de ser entidades ajenas susceptibles de ser controladas y reprimidas por la ideología dominante. La alternativa ética a esta orientación inmoral encaminada hacia el éxito individual a costa de los demás, es la lucha por el bienestar común. Si bien este sistema es el dueño absoluto de nuestro destino en muchos sentidos y la infraestructura de que dispone es muy poderosa, la perspectiva de abolirlo a través de pequeñas victorias en diversas arenas laborales y electorales, es la postura que se debe asumir. A pesar

del desencanto prevaleciente, habría que sacar fuerzas de flaqueza y generar una lucha persistente y sistemática por un mundo mejor donde los seres humanos no se vean poseídos por sus patrones ni sujetos a largas y desmoralizantes jornadas de trabajo. Pascal dijo que la única forma de amortiguar nuestras miserias es divertirnos, pero la diversión, agregó, es la más grande de nuestras miserias porque nos previene de vernos a nosotros mismos. A pesar de los signos de fatiga por tantos años de luchas infructuosas y de las múltiples contradicciones que se presentan en el camino hacia la construcción de una vida mejor, la derrota del neoliberalismo y la transformación social que traerá consigo la alegría de vivir nos compete a todos. Esta larga marcha ya no es tanto una lucha entre clases sociales, sino una firme tarea de multitud de colectivos entre los que se cuentan: intelectuales, estudiantes, obreros, feministas, ecologistas, homosexuales, campesinos, amas de casa, grupos organizados en torno a los desaparecidos por el narcoestado, y tantos otros que no han bajado las manos en la búsqueda del México feliz que todos añoramos. La alegría de vivir, la esperanza por lograr una interacción armónica entre los hombres, los sentimientos de solidaridad, la confianza en un porvenir más equitativo y justiciero, la prevalencia de los más caros valores morales, son acariciados ideales reñidos con el actual utilitario sistema capitalista. De nosotros depende cambiar este remedo de vida. §

Bibliografía Klein, Naomi. The Shock Doctrine. New York: Metropolitan Books. Henry Holt and Company, 2007. Fromm, Erich. To Have or To Be. New York: Harper & Row, 1976. Huxley, Aldous. Brave New World. New York: Harper & Row, 1932. Horney, Karen. The Neurotic Personality of Our Time. New York: W. W. Norton, 1937.

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La autonomía universitaria en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos

Manuel Durón

Alfonso Rangel Guerra

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9 de junio de 1980 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el “Decreto por el que se adiciona con una fracción VIII el artículo 3º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y cambia el número de la última fracción del mismo artículo”. Mediante esta adición se elevó a rango constitucional la autonomía universitaria, culminando así una larga tradición que ha sido parte sustancial de la educación superior mexicana. Suele ubicarse el origen de la autonomía universitaria en Latinoamérica, en el movimiento de reforma efectuado en Córdoba, Argentina, el año de 1918.* Entonces se proclamaron los derechos de los profesores y los estudiantes para regir los destinos de sus propias universidades. Entre las conclusiones del Primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios, celebrado en esa ciudad del 20 al 31 de julio de 1918, se estableció que los consejos directivos de las facultades estarían constituidos por representantes, en igual número, de profesores, diplomados y estudiantes. Así se obtuvo la autonomía administrativa, la libertad de enseñanza e investigación y el cogobierno, mediante un movimiento cuyas raíces ideológicas se ubican en el liberalismo del siglo XIX, pero orientado a alcanzar para la educación universitaria una verdadera democratización en instituciones en las que sobrevivía de una u otra manera la estructura colonial, tanto en el aspecto de organización como en sus contenidos de estudios y carreras. Pero la primera concepción sobre la educación superior entendida como una actividad separada del Estado, se debe en México a Justo Sierra, quien estableció como Ministro de Instrucción Pública la Universidad Nacional de México, inaugurando sus cursos el año de 1910. El proyecto de creación de la Universidad Nacional se remonta cuando menos al año de 1881. El 10 de febrero de este año, Justo Sierra publica en un diario de la ciudad de México, para someterlo a la opinión pública, un proyecto de

Ley para crean la Universidad Nacional. En este documento propone la creación de la Universidad Nacional como una corporación independiente, subvencionada por el Estado, constituida como “persona jurídica con plena capacidad legal para adquirir derechos y obligaciones en el orden civil” y con facultad para expedir títulos profesionales. El gobierno de la institución residía en un Director General, designado por el Estado a través del Poder Ejecutivo de la Unión, y en un consejo formado por directores, profesores y alumnos; los directores serían nombrados mediante el procedimiento que estableciera el Estatuto de la Institución, y los profesores ingresarían mediante un sistema de oposición.1 El 25 de marzo del mismo año, Justo Sierra publica de nuevo un documento, esta vez para defender su proyecto y responder a algunos cuestionamientos al mismo, en particular sobre la aparente contradicción de que se proponga la emancipación de la enseñanza del Estado al concebirse la Universidad como persona jurídica, y al mismo tiempo subvencionada por el Estado. En su respuesta afirma Justo Sierra que el “ideal debe ser la autonomía de la Universidad”; pero también hace referencia a una situación prevaleciente en esa época, esto es, que los partidos liberales de Europa consideraban toda disminución de los derechos del Estado en la cuestiones de enseñanza pública como una concesión al espíritu teológico. Tomando en cuenta esto, Justo Sierra afirma que “debe crearse una Universidad, pero no una Universidad particular, sino nacional, cuya órbita sea distinta de la administrativa, pero no excéntrica a ella, sino que Estado y Universidad graviten hacia un mismo ideal. Esto explicaría suficientemente la intervención que doy al gobierno en la Universidad proyectada, intervención bien inofensiva por cierto”.2 El proyecto llegó a realizarse 29 años después, en 1910, por el propio Justo Sierra. En los fundamentos que presentó ante la Cámara de Diputados el 26 de abril de 1910, en apoyo a la iniciativa de Ley para la fundación de la Uni-

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Julio Ruelas

versidad, Sierra explicó que la realización del proyecto se aplazó porque primero se atendió el problema de la educación primaria, el desarrollo de la educación secundaria y el de la educación profesional. En cuanto a la concepción de la Universidad, estableció: “La enseñanza superior no puede tener, como no tiene la ciencia, otra ley que el método; esto será normalmente fuera del alcance del gobierno. Ella misma, es decir, los docentes que forman por sus conocimientos esta agrupación que se llamará la Universidad Nacional (y así como lo veremos en México, así se ha verificado en todas partes), será la encargada de dictar las leyes propias, las reglas propias de su dirección científica; y no quiere decir esto que el gobierno puede desentenderse de ellas, ni impedir que lleguen a su conocimiento, ni prescindir, en bien del Estado, del derecho de darles su aprobación última”.3 Con este principio de autonomía limitado al ámbito de la actividad académica y la investigación, la Universidad Nacional de México inició sus actividades el 22 de septiembre de 1910. Será hasta el año de 1929 cuando se expida una nueva ley, en la que se amplía el ámbito de la autonomía al gobierno de la Universidad, con las características que se señalarán más adelante. En 1917, la Legislatura local del Estado de Michoacán dispuso por decreto la constitución y organización de la Universidad de Michoacán, concebida como una institución autónoma, expidiéndose su Ley Reglamentaria el 11de agosto de 1919. Esta Universidad fue la primera que se estableció en México con el carácter de autónoma. El artículo 1º de la Ley de 1917 establecía que “Se declaraba independiente del Estado la educación superior en los términos de la presente Ley”. En 1923, un decreto del gobierno local transformó en Universidad de San Luis Potosí al Instituto Científico y Literario del Estado. El artículo 10º de la Constitución local estableció que “la Universidad de San Luis Potosí es autónoma en todo lo que respecta a su régimen interior”. Sin embargo, el decreto de 1923 no tuvo ejecu-

Justo Sierra ción inmediata y fue hasta 1934 que se concedió autonomía al Instituto, y en 1949 se expidió la Ley Orgánica del artículo 10º de la Constitución Política local, por la cual se creó la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. La Ley de 1929, que otorgó la autonomía a la Universidad Nacional de México, estableció sin embargo limitaciones en varios aspectos, entre los cuales los más importantes eran: presentación de una terna por el Poder Ejecutivo para el nombramiento de rector; derecho de veto para el Poder Ejecutivo sobre las resoluciones del Consejo Universitario; acción de vigilancia del Gobierno Federal en el financiamiento de la Universidad; nombramiento por el Poder Ejecutivo de profesores y conferencistas, independientemente del procedimiento establecido por la propia Universidad.

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Cuatro años después, el 19 de agosto de 1933, el Congreso de la Unión expidió una nueva Ley Orgánica para la Universidad otorgándole la plena autonomía, pero suprimiendo su carácter “Nacional”. Esta Ley puso en manos de los universitarios la institución, sin intervención alguna del Estado, pero al mismo tiempo liberó a éste de toda responsabilidad económica ante la Universidad al otorgarle, por una sola vez, fondos que supuestamente darían autosuficiencia económica a la institución. Durante el periodo de vigencia de esta Ley, surgieron numerosos conflictos, presentándose el último en el Consejo Universitario (integrado en forma paritaria por el Estatuto de 1938), al dividirse en dos grupos que nombraron a diferente rector. La nueva Ley se promulgó el 30 de diciembre de 1944 y rige desde entonces a la Universidad Nacional. El texto de esta Ley fue elaborado originalmente en la misma Universidad y presentado después al Presidente de la República y al Congreso de la Unión, órgano legislativo que aprobó con pocas modificaciones el proyecto universitario. De acuerdo con el artículo 1º de esta Ley, la Universidad, denominada ahora Nacional Autónoma de México, “es una corporación pública –organismo descentralizado del Estado– dotado de plena capacidad jurídica…”, es decir, forma parte de la organización del Estado, pero desprendida del poder central o sea descentralizada. De acuerdo con la naturaleza de la institución, y con base en la definición del derecho administrativo, se identifica como “descentralizada por servicio”. Al promulgarse la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México (1944), sólo eran autónomas las universidades de Michoacán y San Luis Potosí, y el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca. A partir de entonces se generaliza en todo el país la tendencia a otorgar la autonomía a las universidades, bien por modificación de su Ley, porque se otorga este carácter cuando se transforman de institutos en universidades, o bien porque son creadas

desde un principio como autónomas, como es el caso de las cinco últimas universidades públicas establecidas a partir de 1973: Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Universidad Autónoma Metropolitana, Universidad Autónoma de Chiapas, Universidad Autónoma de Baja California Sur y Universidad Autónoma de Tlaxcala. En la actualidad, sólo cuatro universidades no son autónomas, en tanto el Poder Ejecutivo del Estado participa, en una o en otra forma, en la designación del rector, y en ocasiones también de sus directores o del personal docente y administrativo: Universidad de Colima, Universidad de Guadalajara, Universidad de Guanajuato y Universidad Veracruzana. Sin embargo, en lo académico estas universidades son propiamente autónomas. Con fecha 1º de octubre de 1979, el Presidente de la República envió al Congreso de la Unión la iniciativa de decreto para adicionar el artículo 3º constitucional. Nueve meses después, el 9 de junio de 1980, se publicó el decreto con la adición correspondiente de la nueva fracción VIII al artículo3º, que a la letra dice: “VIII. Las universidades y las demás instituciones de educación superior a las que la Ley otorgue autonomía, tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas; realizarán sus fines de educar, investigar y difundir la cultura de acuerdo con los principios de este artículo, respetando la libertad de cátedra e investigación y de libre examen y discusión de las ideas; determinarán sus planes y programas; fijarán los términos de ingreso, promoción y permanencia de su personal académico; y administrarán su patrimonio. Las relaciones laborales, tanto del personal académico como del administrativo, se normarán por el Apartado A del Artículo 123 de esta Constitución, en los términos y con las modalidades que establezca la Ley Federal del Trabajo conforme a las características propias de un trabajo especial, de manera que concuerden con la autonomía, la libertad de cátedra e investigación y los fines de las instituciones a que esta fracción se refiere.”

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La anterior fracción VIII pasó así a ser la IX, con el mismo texto: El Congreso de la Unión, con el fin de unificar y coordinarla educación en toda la República, expedirá las leyes necesarias, destinadas a distribuir la función social educativa entre la Federación, los Estados y los Municipios, a fijar las aportaciones económicas correspondientes a este servicio público y a señalar las sanciones aplicables a los funcionarios que no cumplan o no hagan cumplir las disposiciones relativas, lo mismo que a todos aquellos que las infrinjan.” Antes de pasar a considerar cada uno de los elementos que integran jurídicamente el concepto de autonomía, es conveniente precisar ciertos aspectos de carácter general que permitirán comprenderlo mejor. En primer lugar, la autonomía debe entenderse como el ejercicio de ciertas facultades que originalmente corresponden al Estado; es decir, éste se desprende de esas facultades que le son propias para depositarlas en otra entidad. Estas facultades están directamente relacionadas con el ejercicio del servicio público de educación, en este caso del tipo superior, y el Estado crea la institución en la cual deposita esas facultades. En este sentido, no puede concebirse la autonomía ni fuera del marco jurídico que le es propio ni otorgada por otra instancia que no sea el Estado. En segundo lugar, la autonomía se otorga sólo mediante un acto jurídico emanado del Poder Legislativo, sea federal o estatal. Esto significa que únicamente por ley puede concederse la autonomía a una institución, o sea que no existe autonomía emanada de actos del poder ejecutivo o del poder judicial. En tercer lugar, la autonomía se ejerce sólo en organismos descentralizados del Estado. En consecuencia, no es posible concebir una dependencia u organismo integrado a la estructura del gobierno central, que al mismo tiempo sea autónomo. La descentralización es una figura jurídica mediante la cual se retiran determinadas

actividades de decisión de una autoridad central para transferirlas a otra autoridad de competencia menos general. Es posible que haya organismos descentralizados que no sean autónomos, pero no es posible que haya organismos autónomos no descentralizados. En cuarto y último lugar, y como consecuencia de todo lo anterior, la autonomía es una condición jurídica que sólo puede otorgarse a instituciones públicas. Lo primero que encontramos en el texto constitucional es que la autonomía es, a un mismo tiempo, una facultad y una responsabilidad. La fracción VIII dice textualmente: Las universidades y las demás instituciones de educación superior a las que la Ley otorgue autonomía, tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas… Esta facultad se traduce en un derecho. Mediante este derecho de autogobierno la institución nombra o elige sus propias autoridades, de acuerdo con el procedimiento que determina la misma ley que le otorga la autonomía. El derecho o la facultad de las instituciones autónomas para gobernarse a sí mismas, además de la designación o elección de sus autoridades, se ejerce en la expedición de sus propias normas o reglamentos internos, también de acuerdo con la ley. En estricto sentido, estos dos aspectos configuran la capacidad de gobernarse a sí mismas de las instituciones autónomas. En un sentido más amplio, al gobernarse a sí mismas estas instituciones configuran toda su vida académica y administrativa, y así también puede afirmarse que con el autogobierno se deja en manos de las propias casa de estudios el ejercicio de todas las actividades que le son propias para el cumplimiento de sus fines. Sin embargo, como se desprende del propio texto constitucional, la disposición es explícita en todos y cada uno de los aspectos que conforman la autonomía. La facultad señalada en el artículo 3º, que es un derecho, va acompañada de la correspondiente responsabilidad, que es una obligación.

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Alfonso Reyes Aurrecoechea

la tesis de que la educación superior impartida en las universidades autónomas se sustraía por esta característica a lo dispuesto por el artículo 3º constitucional, hoy queda disipada cualquier duda ante la precisión textual del artículo que nos ocupa: la educación, y con esta la propia investigación y la difusión de la cultura, se realizarán de acuerdo con los principios de este artículo. El complemento establece, además, la condición en la que deberán realizarse los fines de docencia, investigación y difusión de la cultura: respetando la libertad de cátedra e investigación y de libre examen y discusión de las ideas. Podría afirmarse que en esta condición radica la razón de ser de la autonomía, pues de no existir este marco de libertad para las labores académicas, no se justificaría el desprendimiento de estas facultades que por decisión propia el Estado deposita en las instituciones de educación superior, y mucho menos elevar la autonomía a rango constitucional. Así, debe enseñarse, debe hacerse investigación y difundirse la cultura en las universidades autónomas, en un ámbito de libertad, de respeto y de pluralidad ideológica. Esto quiere decir que los fines para los cuales fueron creadas estas instituciones deben realizarse al margen de todo tipo de dogmatismos, sean religiosos, políticos o ideológicos, de acuerdo con el carácter universal que es intrínseco a la naturaleza de estas casa de estudios. Hacer que en las aulas de una institución pública autónoma prevalezca un determinado tipo de ideas, o una cierta interpretación del mundo, la vida o la sociedad, sólo puede lograrse sojuzgando, precisamente, la libertad de cátedra e investigación, e impidiendo que profesores o alumnos, o ambos, puedan examinar y discutir libremente las ideas, cualquiera sea su signo o procedencia. En México se cuenta con una larga tradición en el ejercicio de la libertad de cátedra. Puede decirse que esta tradición se inicia con nuestra independencia, a partir del momento en que se establecen los colegios civiles e institutos científicos y literarios en la primera

José Vasconcelos Las instituciones autónomas no sólo tienen el derecho al autogobierno, también tienen la obligación de gobernarse a sí mismas. La autonomía se ejerce con responsabilidad sólo si la institución es gobernada de acuerdo con la ley. A esta responsabilidad se añaden otras, como veremos más adelante. A continuación se dice en el texto constitucional, refiriéndose a las mismas universidades e instituciones a las que la Ley otorgue autonomía: realizarán sus fines de educar, investigar y difundir la cultura de acuerdo con los principios de este artículo, respetando la libertad de cátedra e investigación y de libre examen y discusión de las ideas… Importa destacar en esta parte que todo el sentido nacionalista, democrático, de solidaridad y de justicia que impera en el artículo3º constitucional, se impone a la educación superior impartida en establecimientos autónomos. Si anteriormente pudo alguien mantener

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mitad del siglo XIX, y las escuelas superiores creadas a partir de esos años. Al paso del tiempo la libertad de cátedra se ha vuelto consustancial a nuestra educación superior. En la Exposición de Motivos de la iniciativa de decreto para adicionar el artículo 3º de la Constitución, se afirma: “La filosofía educativa rechaza postulados cerrados a toda posibilidad dialéctica. Supone un sistema ajeno a fanatismos y prejuicios, abierto a todas las corrientes del pensamiento universal y atento a la convicción del interés general, a la comprensión de nuestros problemas y al acrecentamiento de nuestra cultura.” La elevación de la autonomía a rango constitucional es manifestación expresa del Estado de respetar la libertad de cátedra como factor primordial de la educación superior y por ello mismo de respetar la autonomía como condición para el ejercicio de esa libertad. En congruencia con lo anterior, las instituciones determinarán sus planes y programas, esto es, los estudios que ofrecen y el contenido de dichos estudios. Esta facultad, como la que sigue a continuación, se ejerce a través de los órganos colegiados especialmente creados para dicho propósito, en los que participan los miembros de la comunidad. El texto constitucional determina a continuación que las instituciones a que nos venimos refiriendo, fijarán los términos de ingreso, promoción y permanencia de su personal académico. Esta disposición se explica por sí sola: en una institución de carácter educativo, donde las tres funciones básicas son la docencia, la investigación y la difusión de la cultura, sólo la propia institución a través de sus órganos de gobierno académico-administrativo –establecidos por ella de acuerdo con lo previsto en la ley– y en el ejercicio de su facultad y el cumplimiento de su responsabilidad de gobernarse a sí misma, puede tener la facultad de designar y promover el personal encargado de las actividades relacionadas con el cumplimiento de sus finalidades. Para esto es precisamente autónoma la institución:

para realizar sus fines por sí misma, por el derecho que le otorga la ley y en el cumplimiento de su responsabilidad. Ni los profesores e investigadores como tales, ni los estudiantes, aunque ambos son parte de la institución, sino ésta a través de sus propios órganos, y con los procedimientos establecidos, puede designar a su persona académico. Este punto está relacionado con lo que en la fracción VIII se refiere, en su segunda parte, a los aspectos laborales. Volveremos a él. Por último, la primera parte concluye añadiendo un elemento más en el ejercicio de la autonomía: las instituciones a las que se ha otorgado ésta, tendrán las facultades antes mencionadas, y administrarán su patrimonio. Las leyes orgánicas de las universidades de las universidades e instituciones autónomas, establecen en su articulado que éstas tienen personalidad jurídica y patrimonio propios. El patrimonio de estas instituciones se compone generalmente de los bienes muebles e inmuebles que se les entregan, así como todos aquellos recursos económicos que reciben para el cumplimiento de sus fines, sean procedentes de los servicios educativos que prestan, o del Estado con el carácter de subsidios, más donativos y otros recursos de fuentes diversas. Puesto que se gobiernan a sí mismas y deben ejercer sus fines, el complemento último de este conjunto de facultades es la capacidad propia para administrar su patrimonio. Así se integra jurídicamente en nuestra Constitución Política el concepto de autonomía, fijando sus alcances y sus límites. Hay un elemento más, que no es propiamente una facultad como las anteriores, y que se refiere a las relaciones de tipo laboral que se crean entre las instituciones y su personal académico y administrativo. De acuerdo con el texto constitucional, estas relaciones se norman: a) Por el apartado A del artículo 123 de la Constitución. b) En los términos y con las modalidades que establezca la Ley Federal del Trabajo, confor-

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me a las características propias de un trabajo especial. c) Que los términos y las modalidades de este trabajo especial concuerden con la autonomía, la libertad de cátedra e investigación. d) Que concuerden también con los fines de las instituciones autónomas.

las Universidades e Instituciones de Educación Superior Autónomas por Ley”, y su primer artículo, el 353-J, establece: “Las disposiciones de este Capítulo se aplican a las universidades e instituciones de educación superior autónomas por ley y tienen por objeto conseguir el equilibrio y la justicia social en las relaciones de trabajo, de tal modo que concuerden con la autonomía, la libertad de cátedra e investigación y los fines propios de estas instituciones.” Si se analiza todo el contenido de Capítulo XVII del Título Sexto de la Ley Federal del Trabajo, podrá verse el notorio avance que en materia de legislación laboral se obtuvo con esta adición, en relaciones de trabajo que hasta entonces habían estado sujetas a todo tipo de interpretaciones: a) Se define, para aplicación de la ley, lo que es trabajo académico y trabajo administrativo. b) Se ubica en las instituciones la facultad de regular los aspectos relacionados con el personal académico: su ingreso, promoción y permanencia. c) Se toma en cuenta el tiempo desempeñado por el profesorado para su trabajo (jornada completa, media jornada y hora-clase) para efectos de contratación. d) Se considera diferencia de salarios para distintas categorías académicas. e) Se precisa los sindicatos que pueden constituirse. f) Se establece la contratación colectiva entre las instituciones y sus correspondientes sindicatos. g) Se identifican como sindicatos gremiales a los de trabajadores académicos y a los de trabajadores administrativos, y como sindicatos de empresa a los sindicatos de institución. h) Se reconoce el ejercicio del derecho de huelga. i) Se toma en cuenta en la integración de las juntas de conciliación y arbitraje, y las de conciliación permanente, a representantes de las instituciones y de los trabajadores. j) Se fija el disfrute de la seguridad social para los trabajadores de las instituciones, según

En esta segunda parte de la fracción VIII del artículo 3º constitucional se sientan las bases para el cabal ejercicio de la autonomía en las instituciones, sin menoscabo de los derechos laborales de sus trabajadores. A continuación veremos por separado cada uno de los aspectos incluidos en dicha segunda parte de la fracción VIII del artículo 3º constitucional. Desde que se planteó, hace varios años, la posibilidad de elevar a rango constitucional la autonomía universitaria, uno de los primero puntos que se discutieron fue el referente a la definición jurídica de las relaciones laborales de los trabajadores académico y administrativos de las universidades autónomas. Por la condición especial del trabajo académico, se propuso la creación de un nuevo apartado en el artículo 123, a fin de que el ejercicio de esos derechos laborales no afectara el ejercicio de la autonomía. La postura contraria pugnó porque se reconociera jurídicamente a esos derechos formando parte del apartado A de ese artículo. Finalmente, se concluyó reconociendo las relaciones laborales de los trabajadores universitarios en el apartado A, pero ubicándolas como “trabajo especial”. En esta forma la legislación precisa, por una parte, que la autonomía es el ejercicio de un conjunto de facultades primordiales para el cumplimiento de los fines de la educación superior, y el mismo establece las condiciones jurídicas para que se ejerzan los derechos de los trabajadores universitarios. El 20 de octubre de 1980 se publicó en el Diario Oficial el decreto que adiciona el Capítulo XVII al Título Sexto de la Ley Federal del Trabajo. El Capítulo XVII se titula Trabajo en

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sus leyes orgánicas o según los acuerdos que de ellas se deriven.

rea que realice tenga ese carácter, es necesario que apruebe la evaluación académica que efectúe el órgano competente conforme a los requisitos y procedimientos que las propias universidades o instituciones establezcan.” Con esta disposición se logra la concordancia que el texto constitucional determina debe existir entre los derechos laborales de estos trabajadores con la autonomía y la libertad de cátedra de las instituciones. “De esta manera –queda expresado en la citada Exposición de Motivos– no se afecta la potestad que la Constitución confiere a las universidades e instituciones autónomas para fijar los términos de ingreso, promoción y permanencia de su personal académico ni, tampoco, el principio general de que los aspectos académicos no están sujetos a negociación y fijarlos es de la exclusiva competencia de las instituciones autónomas por ley.” b) El segundo se refiere a los tipos de sindicatos que pueden constituirse: de personal académico, de personal administrativo o de institución si se incorporan los dos tipos de trabajadores. “La autonomía de que disfrutan estas instituciones de educación superior les

“No son muy numerosos –se dice en la Exposición de Motivos de la iniciativa para adicionar el Capítulo XVII al Título Sexto de la Ley Federal del Trabajo– ni los términos ni las modalidades que han de imponerse a nuestro sistema de derecho laboral para que resulte aplicable en las instituciones autónomas.” En consecuencia, sólo se han consignado aquéllos “en que las relaciones de trabajo de este tipo han de apartarse de los principios generales para coincidir en todo, con la autonomía y la libertad de cátedra.” De hecho son solamente dos puntos: a) El primero se refiere a las bases mediante las cuales podrá considerarse a los trabajadores académicos sujetos a una relación de trabajo por tiempo indefinido. El artículo 353-L dice textualmente: “Corresponde exclusivamente a las universidades o instituciones autónomas por ley regular los aspectos académicos. “Para que un trabajador académico pueda considerarse sujeto a una relación laboral por tiempo indeterminado, además de que la ta-

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garantiza, también, su independencia entre sí, y de ahí el principio de que sólo pueden formarse sindicatos para cada institución. De no entender así la autonomía universitaria, podría darse el caso de que intervinieran en la contratación colectiva personas ajenas a estas instituciones, impidiéndole a sus propios trabajadores el ejercicio directo de sus derechos laborales y afectaría el derecho constitucional de las universidades e instituciones autónomas para gobernarse a sí mismas.”

miento que implique un derecho territorial por encima de las facultades primigenias del Estado.” Llegamos así a una de las ideas expuestas en las páginas iniciales: la autonomía de las instituciones de educación superior existe sólo por una decisión jurídica del Estado, es parte del derecho positivo mexicano, y en el marco de la legislación nacional se determinan su alcance y sus límites. En este sentido, nadie puede atribuirse el derecho de intervenir en la vida interna de las instituciones autónomas, ni perturbar o entorpecer el ejercicio de las facultades que por ley les corresponde. §

El texto constitucional precisa la naturaleza de la autonomía y su ejercicio. En el espíritu de esta legislación priva el respeto a las condiciones esenciales para el cabal desempeño de las actividades académicas, consideradas como factor importante para el desarrollo del país. El Estado reconoce su compromiso de respetar irrestrictamente la autonomía, como se dice en forma expresa en la tantas veces citada Exposición de Motivos, pero este compromiso se reconoce para que las universidades, al organizarse, administrarse y funcionar libremente, “sean sustento de las libertades, jamás como fórmula de enfeuda-

Notas Justo Sierra, “La Universidad Nacional (Proyecto de creación)”, El Centinela Español, México, 10 de febrero de 1881. Reproducido por Jorge Pinto Mazal en La autonomía universitaria. Antología. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1974, pp. 23-27. 2 Op. cit., pp 30-31. 3 Justo Sierra, Discursos. Tomo V de sus obras completas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1948, pp. 420-421. 1

Amigos que apoyan a Vuelo:

Ing. José Hernández Cervantes Ing. Concepción Martínez Ávila Lic. Ramiro González Cárdenas Profr. Alfonso Víctor Villarreal Moreno Lic. Gerardo Leal Blanco

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Manuel Durรณn

Revoluciรณn sexual Armando Hugo Ortiz


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el tercer milenio, se levantaron evaluaciones y encuestas para integrar una lista de los descubrimientos e invenciones más notables del siglo XX. En este tipo de ejercicios nunca habrá unanimidad, pero en esa ocasión, la mayoría de los resultados incluyó entre lo más destacado a la píldora anticonceptiva. Tal vez la trascendencia se deba a su impacto polivalente, pues influyó en las esferas médica, política, religiosa y sociológica. Se le considera uno de los factores clave en la llamada revolución sexual que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XX, consistente en revalorar la moral y los comportamientos sexuales en la cultura occidental. El primer esteroide anticonceptivo fue elaborado en 1951, por un trío de jóvenes bioquímicos que trabajaban en la compañía Syntex de México, S. A., en la ciudad de México. Integraron el equipo: Carl Djerassi, de 28 años, George RossenKanz y el mexicano, Luis Ernesto Miramontes (1925- 2004). Este último tenía entonces 26 años. El doctor Miramontes nació en Tepic, Nayarit, y junto con su familia se mudó a la ciudad de México. Su formación representa un rotundo mentís a los detractores de la educación pública mexicana, pues cursó todos los estudios, desde la primaria hasta a la profesional, en escuelas “de gobierno”. Hizo el bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria y la licenciatura en la Facultad de Ciencias Química de la UNAM. El 15 de octubre de 1951, el grupo de jóvenes científicos consiguió la síntesis de la sustancia que llamaron noretisterona; en principio consideraron que podía utilizarse para los desórdenes menstruales y la infertilidad femenina. Posteriormente concluyeron que ingerida por la vía oral, altera el ciclo menstrual de la mujer e impide la ovulación, y con ello la fecundación. La noretisterona fue el elemento activo de la píldora anticonceptiva.

Luego de varios años dedicados a concluir el protocolo de investigación, en 1960, la compañía Syntex solicitó y obtuvo de la Agencia de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos, el permiso para la comercialización de la píldora. Desde ese mismo año se empezó a utilizar en la Unión Americana y su uso pronto se diseminó por todo el orbe. Al igual que las vacunas, antibióticos y medicamentos trascendentes, la píldora tiene muchas bondades: es de bajo costo, sin reacción colateral notoria y su efecto es reversible, al suspender el tratamiento se recupera la fertilidad. Existen hoy otras alternativas como el dispositivo intrauterino, el parche anticonceptivo, la píldora del día siguiente, la esponja anticonceptiva, el anillo vaginal, el implante hormonal subdérmico. También procedimientos quirúrgicos como la vasectomía, ligadura de los conductos seminales en el varón, y la salpingoclasia, ligadura de las Trompas de Falopio. Estos procedimientos son irreversibles. La píldora es el contraconceptivo más práctico y funcional, con 99% por ciento de eficacia. Cuando empezó a usarse la píldora en México, seguía vigente el adagio machista de que la vieja debía estar como la carabina: siempre cargada y arrinconada. Se mencionan casos de mujeres que prácticamente sólo tuvieron su menstruación inicial; desde entonces por siempre embarazadas o en el puerperio. La píldora se convirtió en munición de la carabina que abandonó el rincón; gracias a ella la mujer, por lo general junto con su pareja o sola, pudo elegir su futuro como madre, tener el control de su cuerpo, decidir la cantidad de hijos que quería y el momento deseado. Le permitió, pues, la actividad sexual sin la preocupación del embarazo. Desde el siglo XIX las demandas de la mujer se habían enfocado a la equidad de derechos en el matrimonio (en ciertos actos legales necesitaba el permiso del marido); más tarde se luchó por mejorar las condiciones laborales y del ámbito

n vísperas de iniciar

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político, como el derecho al voto femenino. Desde 1965, en la efervescencia de las movilizaciones estudiantiles en los países occidentales y el advenimiento de la píldora, se planteó también considerar para la mujer el acto sexual como placer y goce, y no sólo para la procreación. Cuando se popularizó el uso de la píldora, la Iglesia Católica tomó cartas en el asunto: en 1963, Juan XXIII nombró una comisión de teólogos para valorar el nuevo medicamento; tras fallecer este pontífice, dicha comisión continuó su labor bajo su sucesor, Juan Pablo VI. Legal y médicamente se considera que la vida empieza desde la unión del óvulo y un espermatozoide, o sea, con la fertilización. A partir de este momento la píldora es inocua. Sin embargo, la Iglesia Católica asumió en 1968 que la mujer no debía tomarla, pues provocaba en algunos casos el aborto. En la Encíclica Humanae Vitae, pontificó que la mentalidad anticonceptiva conduciría al adulterio, el divorcio, el aborto legalizado y la desintegración de la familia. La mayoría de los países aceptó y hasta promovió el uso de este anticonceptivo, salvo casos singulares como España. Allí, durante la dictadura de Franco, la píldora fue considerada ilegal y perseguida penalmente, y sólo se aceptó en la década de los 80, luego de la muerte del dictador. La Iglesia Católica continúa en su postura original y se opone a todo método anticonceptivo, salvo el ritmo biológico y la abstención. Es poco probable una variación en corto o mediano plazo. Recordemos que en el caso de Galileo Galilei, el Vaticano tardó casi cuatro siglos en rectificar su punto de vista. Se dio la coincidencia de que, por esos años 60 del siglo XX, surgieron voces de alarma entre algunos teóricos sobre la explosión demográfica. Se pintaban panoramas apocalípticos con la sobrepoblación. La mayoría de los gobiernos no sólo aceptó, sino también auspició entre las mujeres la rutina de las 28 píldoras por mes. Resultó un método confiable y económico para el con-

trol de la natalidad y la planificación familiar. El doctor Miramontes continuó con sus trabajos de docencia e investigación en la Facultad de Ciencias Químicas de la UNAM y en el Instituto Mexicano del Petróleo. Es notorio que cuando falleció en 2004, hubo poco reconocimiento a su obra en la esfera gubernamental. Tal vez haya influido que el presidente era Vicente Fox Quesada, católico reconocido y con una fiel devoción hacia el Vaticano y el papa Juan Pablo II. La píldora fue catalogada por instituciones mundiales como una de las 40 invenciones más importantes generadas entre 1794 y 1964. En el 2005 la Academia Mexicana de Ciencias denominó la invención del doctor Miramontes como la contribución mexicana más importante a la ciencia mundial en el siglo XX. Colateralmente, la píldora ayudó a disminuir el número de abortos hechos de manera ilegal o clandestina, a cargo de médicos, prácticos y comadronas, y a evitar consecuencias trágicas en algunos casos. En otro aspecto, su uso generalizado no propició el incremento de las relaciones premaritales, que han existido en toda la historia de la humanidad. Una faceta más de la liberación sexual fue la apología, entre algunos grupos, del amor libre o las relaciones sexuales colectivas. Para algunos, esto significaba promiscuidad, orgías. Las comunidades de este tipo ya se habían presentado desde el siglo XIX, en especial en los Estados Unidos, sobre todo por la iniciativa de migrantes europeos bajo la mística del Nuevo Mundo. Con el advenimiento de la píldora, de momento quedaron en la historia otros métodos anticonceptivos: el ritmo biológico, el coitus interruptus y el condón. Con todo y la píldora, continuaron los esfuerzos para legalizar el aborto inducido antes de los tres primeros meses de embarazo, sólo bajo expresa solicitud de la mujer, sin necesidad de dictamen médico o jurídico. Europa y los Estados Unidos fueron pioneros en atender esta demanda. En la ciudad de Méxi-

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Manuel Durón

principio a los homosexuales como propagadores de esta enfermedad, propició que ellos salieran del closet a ventilar a la luz pública prácticas y conductas disimuladas o clandestinas. Se pasó así, de la lucha por la equidad de género a conseguir la tolerancia a la diversidad de orientación sexual. En el orbe se organizaron grupos de lesbianas, homosexuales y personas que simpatizaban con esta demanda; se cabildeó al respecto, primero para legalizar uniones del mismo sexo, con todos los derechos y prestaciones de los matrimonios heterosexuales; después para obtener el derecho de estos matrimonios a la adopción de hijos. En este aspecto, la ciudad de México también va en avanzada en nuestro país, pues aceptó el matrimonio homosexual en diciembre de 2009. El lenguaje también tuvo cambios. Palabras de uso común en México por décadas, como: marica, joto, puto, manflora, machorra, marimacho, se consideran hoy agresiones “homofóbicas”, éste uno de los tantos términos novedosos. Más de un bocón ha tenido que acudir a los tribunales para responder judicialmente por demandas de esta naturaleza. La liberación femenina y la revolución sexual fueron aceptadas por la mayoría de los varones heterosexuales sencillamente porque no había opción. De manera indirecta se compartió con la compañera el beneficio de controlar el número de hijos; se entendió que tanto hombres como mujeres pueden hacer de su vida un rehilete, y que otras conductas y preferencias se deben, no tanto compartir o respaldar, sino al menos tolerar. Directamente, el heterosexual no había recibido beneficios, y aparentemente así iba a concluir el siglo y milenio, cuando apareció otra píldora, considerada por muchos como la versión masculina de la anticonceptiva: la pastilla azul, la vitamina V, el Viagra. Desde la prehistoria, cuando presuntamente se dio la transición del régimen matriarcal a pa-

co se legalizó desde el 2007. Como consecuencia, los hospitales públicos están obligados a atender a la mujer que solicite este procedimiento. Las estadísticas a la fecha señalan que no se ha incrementado el número de abortos. La tendencia a la liberación sexual tuvo un reflujo desde la aparición de la epidemia de VHS a principios de los años 80. Se habló entonces de sexo seguro con el uso del condón; el slogan fue: sólo con tu pareja, (sin especificar el sexo de la misma). La aparición del sida y el haber satanizado en

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triarcal, han quedado testimonios arqueológicos del falo como signo de la supremacía masculina. En un país tan machista como el nuestro, el asiento de la virilidad se localiza en el pene, prácticamente desde la infancia. Desde la época en que México se transformaba de país campesino en urbano, algunos mozuelos buscaban lugares poco frecuentados para presumir erecciones, practicar masturbación en grupo, y en ocasiones competir para ver quién eyaculaba primero, con mayor potencia y a más distancia. Posteriormente, al llegar el momento de “cumplirle” a cabalidad a la mujer, se recomendaba al varón próximo al matrimonio el reforzar su dieta, ingiriendo mariscos en abundancia, pues eran revitalizantes sexuales muy efectivos. El lenguaje agresivo y alburero del mexicano tenía y tiene connotación sexista. Se ufana de la fogosidad por los coitos que se pueden tener en una noche con una o varias mujeres y aun con otro varón (“siendo agujero hasta de caballero”); algunos afirmaban perder la cuenta de los orgasmos conseguidos. Sobre su abundancia, alguno se jactó de la conveniencia de establecer su cremería o lechería, alucinación de los futuros bancos de esperma. Con el paso de la edad disminuía la agresividad del lenguaje, y también las señales que mandan sus hormonas para la actividad sexual. De la cópula diaria se pasaba a la terciada, luego a la semanal. Una reflexión popular asienta que cuando eres joven, la preocupación durante el acto sexual es evitar al máximo la eyaculación y prolongar el goce; ya de viejo, la preocupación es simplemente terminar pronto. Llegaba un tiempo en que se bromeaba acerca del esfuerzo para juntar la “gotita”, el “encargo” mensual para la esposa o compañera. Todavía hay en algunas cantinas un popular cartel de la pareja de gordos desnudos en la cama: el varón manipula su miembro buscando en vano la erección, mientras la mujer se carcajea.

De manera silenciosa, sin oportunidad de una despedida formal, llegaba el momento en que: “Nomás no paraguas”, “Nicaragua ni Managua”, “Ni con el himno nacional” (se le para). Una opción era seguir el consejo del poema “Desiderata”: acatar dócilmente el consejo de los años y abandonar con donaire las cosas de la juventud. Pero con frecuencia la libido persiste en la mente y siempre se busca una vez más; se decía que la última instancia era el sexo oral. El maestro Armando Jiménez en su compilación de la Picardía mexicana, incluye unos versos publicados en El Jarochito, Veracruz, en 1913, posteriormente enriquecidos por otros líricos. Helos aquí: Así terminamos todos. Qué triste es llegar a viejo/es un constante sufrir el chile se hace pellejo/la vieja te hace pendejo todo se te va en dormir/y aunque tengas buena vieja no te le puedes subir. Crecen los hijos/merma la dicha pasan los años/merma la vida crecen las cejas/merma la vista crecen los huevos/merma la picha (pero si merma la picha/crece la lengua ¡y sigue la dicha!). Menciona además un refrán: “El que llega a los sesenta y nueve, no pasa del sesenta y nueve”, aludiendo a una postura para el intercambio de sexo oral en simultáneo. Entonces, como en cuento de hadas, apareció el Viagra y siguió la dicha. Con respecto a la píldora anticonceptiva, el maestro Luis Ernesto Miramontes comentó en alguna ocasión respecto a su hallazgo: “Me siento afortunado, porque el investigador en su afán de encontrar la verdad, ignora qué hallará finalmente y cuál será la magnitud o campo en que repercutirán los resultados”.

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Algo similar sucedió con la pastilla azul. En la investigación sistemática que llevan a cabo todos los laboratorios en busca de nuevas sustancias médicas, la compañía farmacéutica Pfizer experimentó en Inglaterra, en Sandwich Dover, con un compuesto al que llamó sildenafilo. Originalmente se pretendió utilizarlo para la hipertensión arterial pulmonar, enfermedad poco frecuente, y la angina de pecho, pero los estudios revelaron que producía una erección del pene más prolongada en tiempo y potencia. Se descubrió que se debe al incremento de irrigación sanguínea en las cavernas del falo. Queda la curiosidad sobre cómo se llegó a tal inferencia, pues este efecto sólo se presenta cuando hay excitación sexual. Cumplido el protocolo, el medicamento fue patentado por Pfizer en Inglaterra, en 1996. Como descubridores quedaron registrados Peter Dumm y Albert Wood. El nombre comercial Viagra deriva de un vocablo del idioma sánscrito que significa “tigre”, por los monumentos de este animal con el pene erecto que se encuentran en los portones de muchos templos hindúes. La FDA autorizó su venta pública en 1998. Salvo situaciones muy específicas, puede ingerirlo cualquier varón sin efectos colaterales indeseables. El primer nicho de consumidores fue el de los varones de la tercera edad con dificultades de erección, consideradas entonces inevitables. Con el fenómeno de envejecimiento de la población de los países del primer mundo, resultó ser un mercado sustancioso. Tal vez de manera inducida como estrategia publicitaria, aparecieron artículos médicos y estadísticas para aseverar que la disfunción eréctil no era exclusiva de los ancianos, sino que se presentaba a cualquier edad y por causas disímbolas. Otra deficiencia novedosa fue la eyaculación precoz. Con esto se amplió el campo de clientes y hoy la ingieren varones de cuarenta o cincuenta años. Sin embargo, los mismos laboratorios insisten en su inocuidad

cuando no hay disfunción eréctil. Pfizer obtuvo sustanciosas ganancias durante los primeros años, pero después surgió la competencia de otras marcas, algunas eficaces y otras fraudulentas. La variedad de medicamentos y el hecho de que la patente del Viagra ya prescribió, han provocado que estos fármacos se abaraten. En el apogeo del Viagra al inicio del tercer milenio, don Gabriel García Márquez publicó en 2004 su novela Memoria de mis putas tristes, donde el protagonista es un anciano que para festejar su cumpleaños 90 decide desflorar a una doncella de 15. No se localizó información respecto a que la novedad del Viagra haya influido en la novela, pero sí muchos comentarios sobre lo inverosímil del protagonista, incluyendo las acotaciones jocosas de su querido amigo José Saramago. El dicho más frecuente es que Memorias de mis putas tristes es la mejor obra de realismo mágico de García Márquez. Gracias a las novedades farmacológicas es posible prolongar el placer de la erección, pero sólo se difiere el momento en que el varón afronte la misma disyuntiva: abandonar con donaire las cosas de la juventud o ensayar el sesenta y nueve. El avance de la ciencia médica en el siglo XX coadyuvó en la revolución sexual, en la liberación femenina, en avanzar hacia la tolerancia de otras modalidades de parejas y en prolongar la edad del goce sexual. Para algunos, gran parte de ello sólo fue mera aceptación pública de actitudes y prácticas consideradas tabú en el mundo occidental, pero que han sido cotidianas en la historia de la humanidad. Tal vez lo más revolucionario fue lo que comentó uno de los padres de la píldora anticonceptiva, Carl Djerassi. Él expresó que gracias a esta se pudo efectuar el acto sexual sin obligadamente procrear. En el despunte del tercer milenio, merced al avance de la genética y la fecundación in vitro, se disoció el sentido inverso del binomio: hoy se puede procrear sin actividad sexual. §

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Raúl Roa y la Universidad de Nuevo León Samuel Flores Longoria


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RAN LOS AÑOS CINCUENTA del pasado siglo cuando el maestro Raúl Roa y otros distinguidos intelectuales cubanos visitaron la ciudad de Monterrey, Nuevo León, México y, particularmente, a la recién creada Universidad de Nuevo León. El México de la década de los cincuenta era, después de todo, un México optimista, a pesar de los problemas de desigualdad social que, aunque camuflados, allí se encontraban. En ese decenio se continuó la etapa que se había iniciado desde los cuarenta, conocida como el “milagro mexicano”. El crecimiento era, como decían los economistas, sostenido. Esta etapa correspondió a los periodos presidenciales de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán. Más tarde se le denominaría como el “desarrollo estabilizador”. Y aunque el presidente Alemán el 1 de diciembre de 1952 dejaría el poder a su sucesor, Adolfo Ruiz Cortines, bajo su mandato se había concluido en esta anualidad la majestuosa Ciudad Universitaria, que entraría en funciones en 1954. Fue sin duda una de las obras más espectaculares de su sexenio. Por su parte, el Monterrey de los cincuenta era todavía una ciudad tranquila y optimista, como por lo general lo eran las del resto de la República. Tenía en ese tiempo una población de 339 mil habitantes. Muy pronto casi

la duplicaría al transformarse en Área Metropolitana, durante la década 1950-1960. El estado de Nuevo León tenía, para 1950, una población total de 740 mil 191 personas. (Cavazos, R., 2007 en Villegas, J. p.55). Durante esta década fueron gobernadores del Estado de Nuevo León: Ignacio Morones Prieto (1949-1952); José S. Vivanco (1952-1955) y Raúl Rangel Frías (1955-1961). Los tres serían dinámicos promotores de la Ciudad Universitaria. Monterrey, por su parte era asimismo, una ciudad industrial y una de las más importantes del país. Por lo que a la educación superior se refiere Nuevo León contaba, en 1950, con dos grandes centros de enseñanza: el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (privado) y la Universidad de Nuevo León (público). Dado el objetivo de este texto, nos centraremos en esta última. Y de la misma, nos limitaremos a uno de sus proyectos culturales más ambiciosos: los cursos anuales de la Escuela de Verano, durante el periodo referido. Antes, sin embargo, es importante señalar que la Universidad de Nuevo León (que había sido creada en 1933), tenía para enero de 1950 una población escolar de 4 mil 183 alumnos de los cuales 2 mil 966 eran varones y mil 228 mujeres. En 1946 contaba con cinco fa-

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cultades, siete escuelas y tres departamentos. Es de justicia señalar que algunas dependencias como Derecho (nacida en 1824), Medicina y la Preparatoria, eran centenarias. Por lo que corresponde a la Escuela de Verano, esta prestigiada institución fundada en el año de 1946 por el maestro Francisco Mier Zertuche, fue una de las expresiones académicas y culturales más importantes del Monterrey de mediados del siglo XX. Fueron impulsores de la misma connotados universitarios encabezados por el licenciado Raúl Rangel Frías, quien fuera en su momento rector de la universidad y posteriormente Gobernador del Estado. La Escuela de Verano estaba constituida no solamente por su actividad más relevante que era su Sección de Humanidades. La integraban, entre otras, además, las siguientes divisiones: Ciencias Jurídicas, Económicas y Sociales; Ciencias Médicas y Odontológicas; Físico Matemáticas; Cursos de Recuperación Académica para Bachilleres; para posgrado; para Extranjeros; Idiomas; Ciencias Pedagógicas y Conciertos. Las secciones podían variar. Tenían por sede a las distintas escuelas y facultades universitarias y las de Humanidades se realizaban en el Colegio Civil. Los más destacados científicos e intelectuales participaban en los anteriores cursos. La Sección de Humanidades tenía como sede el venerable edificio del Colegio Civil y particularmente el aula que ahora lleva el nombre de Francisco M. Zertuche. Entre los maestros huéspedes más destacados se encontraban: el escritor Alfonso Reyes; los historiadores Daniel Cossío Villegas y Silvio Zavala; los poetas Octavio Paz, Pedro Garfias, Juan Rejano, Nicolás Guillén o Jorge Artel; el pintor José Luis Cuevas; los filósofos José Gaos y Leopoldo Zea; los ensayistas Edmundo O´Gorman y Manuel Moreno Sánchez; el periodista José Alvarado Santos; los escritores Raimundo Lida, Rafael Heliodoro Valle, Arturo Arnaiz y Freg, José Luis Martínez, Jesús Reyes Ruiz,

Francisco Giner de los Ríos, Francisco de la Maza, Antonio Castro Leal, Fernando Benítez, Salvador Azuela, Raúl Roa García y Felipe Martínez Arango; el arqueólogo Vladimiro Rosado Ojeda; el polígrafo Francisco Monterde García Icazbalceta, el historiador, jurista y ensayista José María Gallegos y Rocafull; Ignacio Burgoa y el dramaturgo Rodolfo Usigli. De la UNL había muchos y muy destacados, entre ellos Raúl Rangel Frías, el historiador Israel Cavazos Garza, el profesor Alfonso Reyes Aurrecoechea y el ensayista Alfonso Rangel Guerra. En una interesante entrevista que en agosto de 1954 hiciera la abogada Ma. Guadalupe Alcalá al maestro Francisco M. Zertuche, sobre los objetivos de la Escuela de Verano, éste señaló, entre otras razones: El ideal que como médula central alienta nuestra Escuela de Verano es aquel que señala nuestra misión como gestores de hombres que, al actuar en medios institucionales, aglutinen y hagan posible una nueva fisonomía de México, anulando los resabios del obscurantismo, de la miseria y de todas las lacras que han podido postergarse por nuestra falta de entendimiento. Más adelante agregaba: Su papel, en la cultura del noreste de México, es el de promover las más altas inquietudes del espíritu en la vida social; el de vigilar el rumbo de la juventud en el campo de la técnica, del humanismo, del arte, entidades que a la vez sirvan para dignificar la vida entera de las provincias norteñas de México. Este es el México, el Monterrey y la Universidad de Nuevo León a los que desde el año de 1952 visitaran en varias ocasiones el doctor Raúl Roa García y otros distinguidos intelectuales cubanos como el doctor y escritor Felipe Martínez Arango y el poeta Nicolás Guillén. Pero hay algo más, la Escuela de Verano de la UNL permitió a los jóvenes de aquella época no

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solamente la extraordinaria oportunidad de escuchar sus extraordinarias conferencias magistrales, sino convivir y cambiar impresiones con los intelectuales más connotados de este tiempo. Así sucedió con el Regiomontano Universal Alfonso Reyes, que no se limitó a impartir su cátedra brillante, sino que apoyó en sus inquietudes literarias y humanísticas a varios de aquellos jóvenes, inclusive promoviéndolos como becarios a importantes centros educativos nacionales y extranjeros. O como en el caso del poeta Premio Nobel de Literatura Octavio Paz, aconsejándoles y también colaborando en sus incipientes publicaciones literarias. Raúl Roa no fue la excepción. En sus conversaciones extra cátedra o en bares y cafés compartía la charla amistosa con muchos de aquellos jóvenes, que lo escuchábamos con fruición. En nuestro país y particularmente en Monterrey, después de venir en asilo voluntario por la férrea y tenaz persecución del dictador Fulgencio Batista, tuvo momentos de tranquilidad y como él mismo lo manifestó: tiempo para dedicarse a la cátedra, a escribir sus ensayos y sus libros o a la

literatura en general. El desarrollo de la revolución en su país, era casi el tema obligado de las conversaciones y de nuestras preguntas. Pero también la literatura. Particularmente la obra del poeta José Martí o inclusive algunos sucesos de la vida personal del autor de Versos sencillos. Teníamos curiosidad, por ejemplo, de aquel trágico acontecimiento por el que, se supone, María su novia guatemalteca, se había suicidado a causa de la decepción amorosa que le había causado Martí, al haber contraído matrimonio en México. De allí surgió el sentido poema “La niña de Guatemala”. Así es que la Escuela de Verano de la Universidad de Nuevo León era algo más que escuchar las magistrales cátedras de sus exponentes. Supo informar, formar, orientar e imbuir el espíritu humanístico y el conocimiento técnico y científico de una generación que tuvo la excepcional oportunidad de vivirla. Su influencia, por fortuna, traspasó los linderos del tiempo y hoy el Colegio Civil, que fuera su sede principal, se ha transformado en un prestigiado centro de la cultura y del saber. §

Hidalgo 2095 Pte., Col. Obispado, Monterrey, Nuevo León, C.P. 64060 Teléfono conmutador: 83 33 08 00 con seis líneas, FAX: 83 33 29 01 Email: grupoorven@prodigy.net.mx

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Brilla el gato

Gabriel Contreras

D

ivertido,

acariciable, orgulloso. Hay tantas y tantas formas de describirlo. Merece muchos adjetivos, y todos siempre favorables. Su fama tendría que ser envidiada por muchos humanos, es más… por comunidades enteras. Así es el gato, su majestad el gato. Pensemos ahora en su prestigio, su fama, su poder. Un gato es en sí mismo una criatura mitológica. Un mito que maúlla. Perrault, Eliot, Baudelaire, Cortázar y Monsiváis, cada uno en su momento y su geografía, nos ofrecen páginas escritas o vividas que dan testimonio de la seducción que el gato nos impone, hoy, a todos. Su popularidad es un don innegable, incluso me atrevería a decir que, entre las mascotas, el gato ha vivido y vive hoy una situación de privilegio. El escenario de las redes sociales pareciera haber sido diseñado para su publicidad. Efectivamente, los videos en torno a gatos curiosos o cómicos son inagotables, además de que se distribuyen y comparten continuamente. Twitter, You Tube y Facebook han resultado ser grandes herramientas para la construcción de la nueva celebridad del gato, una celebridad avasalladora, que no distingue entre la condición animada de “Simon” o “Garfield”, y el curioso gesto inalterable de “Grumpy Cat”, un ser de carne, pelo y hueso. Hoy, la acción de las redes sociales imprime una gran velocidad al manejo y el flujo de la información, generando fenómenos como el de la viralización, cosa que por cierto ha beneficiado grandemente a la popularidad del gato. Sin embargo, uno de los grandes momentos de la historia imaginativa del gato, es justamente ese en el cual su presencia fue enlazada a los dominios de la física. En el momento en que Edwin Schrödinger reflexiona acerca de la incertidumbre a partir de

un gato atrapado en una caja opaca u oscura, la fama revistió de nuevo al gato, privilegiando su papel más que el de la deducción estadística, la incertidumbre filosófica o el autor mismo de ese experimento imaginario. Sin embargo, hay algo en el gato que puede inquietarnos no solo por razones estéticas. Su inteligencia en términos de destreza física, similar tal vez a la de un boxeador, un gimnasta o un futbolista. El gato posee una inteligencia corporal que los peleadores chinos han querido imitar a lo largo de los siglos: la agilidad como metáfora, la danza como modo de vida. Lo que estoy apuntando es que hay expresiones de la inteligencia que remiten directamente al ámbito corporal y que, aunque sustentadas en reflejos, pueden ser desarrolladas a través del entrenamiento o la repetición. En ese sentido, el gato, ciertos gatos, poseen un gran “potencial de talento” y suelen ser capaces de defecar en una taza de baño, bajarle a la palanca, abrir la puerta de la casa o colarse por las rendijas más prohibitivas. Mi idea es esta: la fascinación que ejercen los gatos (los videos de gatos) sobre nosotros, es muy parecida (o la misma) que ejercen las estrellas del deporte (beisbol, futbol, tenis, box), los superhéroes o las películas de karate. O sea, esta es mi humilde hipótesis: que el gato nos seduce porque nos maravilla su capacidad de romper esquemas, trastocar límites e ir, aparentemente, más allá de las normas que el mundo le impone. Lo que quiero decir es que el gato, como el futbolista goleador, es un héroe mediático, un imán de miradas, tanto así que su fama en las redes es comparable, quizás a la de Lionel Messi o el Capitán América. Porque, más allá de las apariencias, la destreza física es, y ha sido desde hace muchos siglos, una de las virtudes más deseadas por el ser humano. §

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T. S. Eliott

Julio Cortรกzar

Charles Baudelaire

Carlos Monsivรกis

Charles Perrault


El pasado presente

Origen del mรกs antiguo colegio seminario en el Nuevo Reino de Leรณn Meynardo Vรกzquez Esquivel


E

Coahuila y del Nuevo Reino3 ; el día arriba anotado; por tarde arribaron a esta ciudad el obispo y su sequito de acompañantes procedentes de Cadereyta, noventa y cinco días antes habían salido de Guadalajara, el 11 de octubre de 1700 para ser exactos, en todo ese tiempo su derrotero sumaba hasta la capital del Reino, más de mil quinientos kilómetros a lomo de mula, podemos así entender porque las visitas de obispo no tenían la frecuencia que la feligresía deseaba. Viajar implicaba planeación detallada, en un trayecto tan duradero en tiempo y distancia, parte importantísima para el obispo sería elegir su primer círculo de acompañantes, por lo regular no faltaría su secretario de gobierno y notario mayor del obispado y demás personalidades con cargos y responsabilidades en la diócesis, administradores, notarios, escribanos, etcétera. Un segundo circulo estaría integrado, por curas párrocos que auxiliarían al obispo en las tareas espirituales que se le ofreciere, como oficiar misa, pronunciar sermón o cantar las oraciones en la liturgia, entre éstos bien podía haber figurado el padre Jerónimo López Prieto, sabemos que recién se había ordenado en la ciudad de Guadalajara y volvía a su terruño, pues fue nacido en este Nuevo Reino y era originario del Huajuco. Al inicio del nuevo siglo La ciudad de Monterrey aumentaba su población y sus ingresos por cortos que estos pudieran ser; sí una característica nos distingue a los regios aun hoy, es la de decir que no tenemos dinero. Así decían aquellos vecinos despuntando el siglo xviii, nunca tenían dinero, pero las crías de caballada y mulada aumentaban en las estancias, lo mismo que el ganado menor y mayor. Y aumentaba la familia, las generaciones se multiplicaban y una cantidad notable de mancebos hijos de los capitanes, y funcionarios públicos, la mayoría descendientes de los primeros conquistadores y colonizadores, y cuyos padres aspiraban encontrarles un oficio, formarlos y educarlos, para ello

s un honor para un servidor hacer uso de

este espacio de divulgación, comunicación e intercambio de ideas, con un tema de mi mayor interés, por este medio comparto a usted amable lector este esbozo inicial. Abordo el tema agradeciendo a mi colega Lidia Espinoza su generosidad al proporcionarme una importante referencia sin la cual este escrito no hubiera tenido el inicio que hoy tiene. En una relación de méritos fechada en marzo de 1710 por el entonces obispo de esta diócesis don Diego Camacho y Ávila, se lee que el bachiller don Jerónimo López Prieto cura de Monterrey, llegó a este curato por orden del obispo maestro fray Felipe Galindo en 1701, agrega el prelado que López Prieto no solo ha cumplido con las obligaciones de su ministerio, sino que con su ejemplo y aplicación, y con lo que percibía del curato, había fomentado una casa que dentro de poco tiempo sería un seminario. Antes de concluir la relación de méritos en cuestión el obispo resalta qué en el establecimiento referido; López Prieto,…había, y ha puesto en ella seis colegiales con sus maestros de Artes y Teología Moral, de los cuales había ordenado ya, cuatro de sacerdotes, que estaban administrando, y que en breves días estaría muy adelantado y cual –concluye el obisponunca se había visto.1 No precisa Camacho y Ávila, en que tiempo ocurre tal fomento al seminario, tampoco específica la fecha en que el padre López Prieto ordeno a los primeros sacerdotes. Por otra parte queda claro que el cura Jerónimo López Prieto fue el principal promotor y fundador del primer colegio en el Nuevo Reino y que llega aquí en 1701 por orden del obispo fray Felipe Galindo por cuanto, no es difícil suponer haya llegado en su compañía. E1l obispo fray Felipe Galindo2, llegó a Monterrey en su segunda visita pastoral el 14 de enero de 1701, en efecto en menos de cinco años de su gobierno espiritual, por segunda ocasión visita pueblos y misiones de las provincias de

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todo el noreste de México. El gobernador Vergara y Mendoza no pudo ver la conclusión de la obra educativa pues murió antes, obtuvo entonces el cargo de gobernador en febrero de 1703 el capitán Francisco Báez Treviño, a él le corresponde el honor de celebrar la piedra de su fundamento, dejamos que el padre López Prieto nos recree con sus palabras pronunciadas en noviembre de 1705, los afanes con que se realizó la obra:

había que hacer el gasto y enviarlos a la ciudad de México, o a Guadalajara, donde por cierto el obispo fray Felipe Galindo recién envestido cardenalicio, fundaría en septiembre de1696 el seminario conciliar de Guadalajara.4 El concilio de Trento había instituido en una de sus secciones y artículos la disposición para que se… hagan seminarios o colegios donde se crie la juventud conforme a la grandeza y capacidad de cada obispado. En tierras tan dilatadas como las del norte, este mandato cobraba mayor fuerza, el padre Jerónimo López Prieto tal vez pudo observar notable cantidad de jóvenes en los pueblos de Coahuila y Nuevo Reino , o acaso el proyecto del colegio sería motivo de conversación entre los dos primeros círculos que acompañaban al obispo en su segunda visita pastoral a esta provincia, en esos primeros noventa y cinco días de viaje; aiga sido como aiga sido a un año de haber regresado, en 1702, el padre López Prieto estaba solicitando al gobernador del Nuevo Reino Juan Francisco de Vergara y Mendoza merced de un solar para levantar capilla a san Francisco Xavier y establecer un Colegio, su argumento era contundente, invocando el mandato del concilio de Trento su propósito era: asistir a la educación y estudios de los hijos de este reino.5 El 13 de marzo de ese año de 1702, el gobernador concedió el solar solicitado, su área hoy está delimitada por la intersección de las calles Escobedo y Morelos de allí rumbo al poniente un poco más adelante de la calle de Galeana, de este punto y Morelos rumbo al norte, más adelante de la calle de Padre Mier y de allí al oriente hasta Escobedo y de allí por el sur hasta el punto de inicio. La forma del solar es irregular debido a que rumbo al norte salía el camino al real y valle de las Salinas, la banda sur y norte median casi 209 metros, la banda poniente 160 metros, (casi llegaba a la hoy calle de Matamoros), mientras la banda oriente solo contaba 113 metros. En este solar de medidas irregulares tendría asiento el primer claustro educativo de Monterrey y de

Fue el gobernador don Francisco Báez Treviño el primero que repujó al fomento de la iglesia de san Francisco Xavier que está concluida en esta ciudad, siendo tan sólida y firme y permanente, pues siendo los materiales de cal, arena y piedra; dio el señor gobernador toda la cal que fue necesaria para toda la obra; poniendo la mereced, carreta y bueyes y gente de su casa para el acarreo de la piedra en parte que se gastó en dicha iglesia asistiendo personalmente, (a) alentar la gente que trabajaba, cogiendo por su persona el cuidado de ir al corte de madera que fue necesaria (…) , y siendo también digno de merecimiento (el) fomento de los estudios de Filosofía y Gramática que se ven plantados en esta ciudad, a donde desde su fundación (1596) no los ha habido, y siendo para ello maestros, dos clérigos del obispado de Guadalajara y para cosas de tanta importancia las dificultades que comúnmente se ofrecen, particularmente en tierras tan remotas como son las de este reyno; se le debe a dicho señor gobernador el fomento tan conocido, pues siendo notificado del intento que tenía de plantar dichos estudios, reconociendo el muchísimo bien de que este reyno gozaría y goze en el presente y futuro tiempo, en ver logrados a sus hijos de este reino en los estudios y dignidades (…) tuvo por bien su señoría de dar el fomento para que trugesen maestros de filosofía, dando para ello cien pesos cada año para ayuda de la cátedra (…); hallándose sin casa y sin poder principiar dichos estudios, la dio dicho señor gobernador para ambos maestros casi siete meses, que fue el tiempo en que se dilató en

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Manuel Durón

estancia de los maestros de Filosofía y Gramática. Estos, aparte de recibir casa y su mesa permanente, recibían una ayuda o sustento de cien pesos por año, así como el apoyo del gobernador con mozos y mulas para realizar los viajes necesarios a la ciudad de Guadalajara. Es importante advertir que iniciamos este escrito, citando al obispo Diego Camacho y Ávila, reconociendo que en el colegio del Padre Jerónimo López Prieto se estudiaba Artes y Teología Moral, por tanto esa referencia de 1710 está aludiendo a un segundo momento de este colegio. Los primeros estudios de Filosofía y Gramática por el tiempo en que asume el gobierno Báez Treviño y los siete meses que se deja constancia fue el tiempo empleado en la edificación del Templo y Colegio, es probable haya iniciado actividades en su claustro en el año de 1704. No sabemos los nombres ni el número de los colegiales que iniciaron esta aventura educativa, desconocemos aún los documentos constitucionales autorizados por el señor obispo, tampoco

hacer las (casas) que hoy tienen (…) dándoles cotidianamente su mesa con toda atención y cuidado y esmero que se deja entender de su liberalidad.6 El colegio inició con las cátedras de filosofía y gramática, al bachiller Juan de la Rea presbítero y teniente de cura beneficiado le fue asignada la cátedra de Filosofía y al bachiller don Antonio Jiménez, clérigo, diacono bajo su responsabilidad dirigió la cátedra de Gramática. Ambos originarios de Guadalajara donde se formaban, Jiménez había nacido en julio de 1682, y de la Rea en 1685.7 Debemos de recordar que en esa época la edad para ingresar a los colegios era entre los 11 y 13 años, esa edad en la época era suficiente para ser considerado joven, por tanto tener veinte años o un poco más era referirse a una persona adulta. Recordemos que el padre López Prieto llegó a Monterrey en 1701 procedente de Guadalajara donde recién se había Ordenado, no es difícil suponer que él mismo invitara o gestionara la

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hemos encontrado el contenido de las cátedras, la rutina educativa y su reglamento para el orden y buen funcionamiento del Colegio. Sabemos que el encargado de la obra constructiva fue Pedro Montalvo vecino de esta ciudad con oficio de maestro albañil y carpintero fue él quien dio seguimiento a los trabajos, también sabemos que la obra tardo siete meses en terminarse, esto de forma reiterada lo dicen los maestros, pues durante ese tiempo le agradecen al gobernador haberles proporcionado hospedaje con su mesa, sin faltar un solo día.8 En estos siete meses, acaso no solo se construyó el templo de san Francisco Xavier, que si bien fue sólidamente construido en su fundamento, de piedra cal y arena, fue techado inicialmente de paja unos años más tarde en 1710 se reemplazara la paja por tejas; el conjunto en construcción dio como resultado el claustro educativo, que por modesto que hubiese sido debió contar con un lugar privilegiado dedicado a las aulas desde donde se ejercería el magisterio, los aposentos para los maestros y los colegiales, un espacio acaso con vista al interior del solar destinado al refectorio y contiguo a este, su cocina, acequia, corrales y huerto. El gobierno de Báez Treviño inició en febrero de 1703 y entregó su cargo a Gregorio Salinas Varona en mayo de 1705,9 en este lapso de tiempo inició su función educativa el primer Colegio en la ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reino de León, aquí se esparció el simiente y broto el árbol de la sabiduría, el puñado inicial de colegiales se fue multiplicando por más de trecientos años, hasta derivar sus ramificaciones en las instituciones educativas que adaptándose a los cambios sociales sobreviven en este siglo XXI. §

Notas: 1. AGI. Sevilla, Indiferente, 216, No 145. 2. Maestro Fray Felipe Galindo Chávez y Pineda, de padres españoles nació en Veracruz en 1632. Ingreso al convento de Santo Domingo de la ciudad de México, obtuvo grado de maestro en Filosofía. Prior en Guadalajara, México, Veracruz y Puebla y Provincial de la Nueva España. Misiono entre los indios de la Sierra Gorda. Fundó los conventos de Sombrerete, San Juan del Río y Querétaro. Tomó posesión del obispado de la Nueva Galicia el 10 de marzo de 1696. Fundó el Seminario Conciliar de Guadalajara, por Cedula Real el 9 de septiembre de 1696 bajo la advocación del Señor San José. Su primer diario de visita pastoral consta de 157 fojas anverso y reverso, la inició el 17 de noviembre de 1696, recorrió un extenso territorio de su Diócesis, llegando a Coahuila y el Nuevo Reino de León, y recorriendo más de 800 leguas es decir más de tres mil kilómetros. Al ver el estado en que los primeros pobladores y conquistadores del Nuevo Reino de León tenían a los indios originarios de estas tierras escribió una extensa y bien fundada carta al Rey fechada el 5 de agosto de 1697 dando cuenta de las injusticias que contra ellos se cometía. Actualmente trabajo sobre las dos visitas pastorales de éste señor obispo. Véase Episcopologio de Guadalajara. Héctor Antonio Martínez Gonzáles compilador, Tlaquepaque, Jalisco. 2015. Esteban J. Palomera. La obra educativa de los Jesuitas en Guadalajara. Visión histórica de cuatro siglo de labor cultural. 1586-1986. Instituto de Ciencias, ITESO-UIA. México 1997 2a ed. Eugenio del Hoyo. Historia del Nuevo Reino de León (1577-1725). 2ª ed. Monterrey 1979. AHAG. Sección Gobierno, Visitas Pastorales. 3. Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara (AHAG). Sección gobierno. Serie visitas pastorales. Libro primero 1696 y 1700. 4. Lowree Daniel R. El seminario Conciliar de Guadalajara, edición de autor, sin fecha. Guadalajara, Jalisco México. 5. Cavazos Garza Israel. Diccionario Biográfico de Nuevo León, p. 302. Grafo Print Editores, S.A. Monterrey 1996. 6. Archivo Municipal de Monterrey. Ramo Civil, vol. 28-A exp.13, fojas 68 y 68v. 7. AHAG. Libro de títulos, licencias y referendos 17121714. 8. AMM. Ramo Civil. Vol. 28-a exp. 13, Fojas 32 y 32v. 9. Humanitas. Anuario del Centro de Estudios Humanísticos, núm. 24 UANL, 1996, pp .418-419.

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Biblioteca “José Alvarado” de la Facultad de Filosofía y Letras J.G. Martínez


Notas para su historia

sus casas la enseñanza de cada una de las materias. Se menciona que durante la intervención francesa, la casa de “Gonzalitos” –doctor José Eleuterio González–, funcionó como colegio. El afán cultural y de progreso de la sociedad nuevoleonesa y la entrega de sus maestros mantuvo funcionando al Colegio Civil. Con el crecimiento de la población, de las manufacturas y algunos productos de exportación, crecieron también los reclamos del Colegio. Los espacios resultaron insuficientes al crearse la Escuela Normal para Maestros el 20 de diciembre de 1886, ya que en el mismo edificio funcionaban la Escuela de Jurisprudencia y la de Medicina. Un año después se separaron estas dos escuelas quedando la primera al cuidado del Consejo de Instrucción Pública y la segunda a cargo del Consejo de Salubridad. La Escuela Normal pasó a su nuevo edificio el 27 de mayo de 1903. Es importante apuntar también que el 12 de agosto de 1886 se expidió la Ley de Instrucción Pública. Con ello se introdujeron los programas “racionales y filosóficos” basados en los postulados pedagógicos de Augusto Comte. Podemos decir que con la separación de las grandes áreas del conocimiento –Jurisprudencia, Medicina y Pedagogía– nacieron también las primeras bibliotecas especializadas. Bastante pobres en un principio, con el tiempo se enriquecen con donaciones y con la compra de bibliotecas personales. Referido al Colegio Civil, don Israel Cavazos menciona que existió desde sus orígenes una biblioteca, “aunque modestísima” y nos da los siguientes datos:

[Segunda de tres partes]

II. Antecedentes cercanos

A

unque no lo son tanto, consideramos como antecedentes cercanos a los que tienen relación con la historia del Colegio Civil, desde su fundación, pasando por la inauguración de la Universidad, su clausura y la dirección del Consejo de Cultura Superior, hasta la creación de la Nueva Universidad. Ocho décadas transcurren entre la fundación del Colegio Civil por José Silvestre Aramberri –30 de octubre de 1859– y la creación de la nueva Universidad por el general Bonifacio Salinas Leal –13 de septiembre de 1943–, y en la que fue su primer rector el doctor Enrique C. Livas. Cuando el Colegio Civil abre sus puertas se inscriben 70 alumnos y es gratificante el hecho de nombrar a los primeros maestros que impartieron la cátedra de filosofía en el año de 1859: en primer grado, el licenciado Jesús Ma. Aguilar y en segundo, los licenciados Bruno de la Garza y Antonio Margil Cortés. Para el año 1864 impartían estos cursos los maestros Jesús Treviño, Isidro Epstein y Antonio Garibay. Como casi todos sabemos, el Colegio estuvo siempre sujeto a los movimientos estructurales del país y de la sociedad nuevoleonesa. Suspendió sus actividades académicas y fue convertido en cuartel durante la intervención francesa hasta que, con la llegada de Mariano Escobedo, el 15 de octubre de 1866, se organizó su reapertura. Lo mismo sucedió el 18 de abril de 1876 y el 28 de abril de 1914. En estos sucesos es encomiable la vocación de los maestros puesta por encima de raquíticos sueldos, persecuciones militares, amenazas políticas y reclamos religiosos; se situaron siempre al lado del Colegio, al grado de impartir en

• En 1878, doña Rafaela Dávila de Garza García dona 25 volúmenes de la Encyclographie des sciences medicales • En 1879, el Cuerpo de Celadores del Contraresguardo hace donación de 100 pesos para adquisición de libros • En 1885, tiene un presupuesto de 250 pesos anuales para compra de libros

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• En 1891, cuenta con 279 obras (120 en castellano y el resto en francés, inglés y latín) • El director, doctor Atanasio Carrillo, establece un salón de lectura con capacidad para 30 alumnos (1901-1914) • En la dirección del ingeniero Francisco Beltrán el local es adecuado para 70 alumnos (1915-1917) • En 1916 cuenta con 416 volúmenes y para 1926 pasan de 1000 • Los primeros bibliotecarios fueron Calixto Tovar, sustituido luego por Eduardo Livas, y cuando se adquiere la biblioteca particular del ingeniero Ernesto García Ortiz –3,000 libros– el doctor Enrique V. Santos la traslada al segundo piso del Colegio, nombrando como encargado a Juan Manuel Elizondo.

Manuel Durón

Como apuntamos en líneas anteriores, con los años aumentaron la población y las necesidades educativas: de 70 alumnos en 1859, se recibieron 225 en el año 1900. De 30,000 habitantes se pasó a 70,000. Pero es incuestionable que con el arranque industrial iniciado a principios de siglo se diversificaron los requerimientos de personas mejor preparadas en los distintos ramos del conocimiento, haciendo sentir en forma urgente la necesidad de fundar la concebida en un principio Universidad del Norte, después Universidad de Nuevo León. El 31 de mayo de 1933 se promulgó la Ley Orgánica de la Universidad de Nuevo León, y el licenciado Héctor González fue nombrado primer rector. Fue clausurada en 1934, por la huelga en contra de la Universidad Socialista de Nuevo León, cuyo rector fue el doctor Ángel Martínez Villarreal, quedando a cargo de la Universidad el Consejo de Cultura Superior –formado por los directores de las facultades de Medicina, Derecho, Ingeniería, Química y Farmacia, y Extensión Universitaria– dirigido primero por el profesor y general Gregorio Morales Sánchez, y después por el doctor Enrique C. Livas, hasta que el 13 de septiembre de 1943 –

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je: 250. (Informe del Consejo Universitario, 1945-1946) • El 24 de diciembre de 1946, la Universidad de Nuevo León adquirió parte de la biblioteca personal del distinguido poeta nacido en Villaldama, Simón Guajardo. Se compraron 527 volúmenes, la mayoría con temas literarios y filosóficos, incluyendo los de historia, religión. economía, psicología y jurisprudencia. (Armas y Letras, tomo I, p. 221) • La Biblioteca Universitaria recibió por canje 6,700 publicaciones, 380 libros por donación y 720 por compra. Y por primera vez se menciona el número promedio de lectores por día; en este año 1946, fueron 37. (Informe del Consejo Universitario, 1946-1947) • En enero de 1950, el Fondo de Cultura Económica donó obras de economía, sociología, política, historia, filosofía, antropología y la colección “Tierra Firme”.

como habíamos apuntado–, el gobernador Bonifacio Salinas Leal ordenó la creación de la nueva Universidad, al frente de la cual permaneció el doctor Enrique C. Livas hasta 1948, pero ahora como rector de la Universidad de Nuevo León. Cada Facultad, al instituirse en forma independiente, fue integrando su propia biblioteca: Medicina, Jurisprudencia y la Escuela Normal fueron las primeras; las de nueva creación: Ingeniería y Química lo hicieron después. Es oportuno señalar que todas las bibliotecas universitarias han crecido por donaciones, más que por tener asignados presupuestos decorosos destinados a cubrir lo solicitado para estar en la vanguardia del pensamiento y de la ciencia. Damos como ejemplo los siguientes datos: • Catedráticos y alumnos de la Escuela Nocturna de Bachilleres aportaron $ 1,000.00 para la compra de libros. (Informe del Consejo Universitario, año escolar 1941-1942). • En la Escuela Nocturna de Bachilleres se invirtieron $ 523.00 en la compra de libros para la biblioteca. (Informe del Consejo Universitario, 1942-1943) • En el Departamento de Acción Social se recibieron donativos por valor de $3,525.00, de las personas que obtuvieron títulos profesionales de enero a la fecha. (Informe del Consejo Universitario, 1943-1944) • La Biblioteca Universitaria principió su catalogación y clasificación utilizando el Sistema de Bruselas. Se recibieron por canje y donación 3,619 revistas, 267 obras, y se compraron 312 libros. (Informe del Consejo Universitario, 1944-1945) • Libros recibidos: 350, publicaciones por can-

Con las notas aportadas podemos afirmar que desde su fundación, Nuevo León ha sido movido por la curiosidad espiritual de sus hombres y de sus mujeres; también por la necesidad de apropiarse de la cultura, lo que los ha llevado, en cierta forma, a buscar las rutas del progreso y de la industrialización. El desprendimiento altruista de sus habitantes más ilustres, ha hecho posible el nacimiento, crecimiento y desarrollo de las bibliotecas universitarias. En este proceso, la vocación de los maestros ha sido encomiable, pues a pesar de los simbólicos sueldos que reciben, de las presiones ideológicas y políticas, siempre han estado dispuestos a la defensa de la Universidad Autónoma de Nuevo León. §

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Don Moisés Sáenz Garza, maestro y diplomático Francisco Valdés Treviño

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U

no de los nuevoleoneses más destacados en la historia de México es don Moisés Sáenz Garza. Una muestra del reconocimiento y admiración que se le tiene a su memoria es el hecho de que 15 escuelas y 6 bibliotecas en Nuevo León llevan su nombre. La más importante de estas es la Escuela Normal Superior, en la cual los profesores cursan estudios para obtener los grados de licenciatura, maestría y doctorado en educación. Nació en el municipio de Apodaca, específicamente en el poblado llamado “El Mezquital”, el16 de febrero de 1888. Sus estudios de primara y secundaria los realizó en Nuevo León. La preparatoria la cursó en el Colegio Civil, aquí en Monterrey, y en la Escuela Preparatoria, en Coyoacán. Se tituló de maestro en la Escuela Normal de Xalapa y de ahí partió a los EE.UU. donde obtuvo el grado de doctor en ciencias y en filosofía en la Universidad de Columbia. Retornó a México e inició el ejercicio de su carrera como educador. Entre los numerosos cargos que desempeñó son de mencionarse el de director de Educación en el estado de Guanajuato y en la ciudad de México, director de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM y el de director de la Escuela de Verano también de dicha Universidad. Catedrático de Filosofía en la Escuela Nacional de Maestros. Oficial Mayor, subsecretario y, durante unos cuantos meses, secretario de Educación Pública de México. También fue director general de la Beneficencia Pública y presidente del Comité de Investigaciones Indígenas. Uno de sus mayores logros fue haber creado las escuelas rurales, es decir, las escuelas en el campo, y las misiones culturales que llevaban a los pueblos ayudas y orientaciones en el campo, la agricultura, la ganadería, la salud y, obviamente, en la educación. Se ocupó muy eficazmente del progreso y bienestar de los millones de indígenas que en aquellas décadas formaban parte importante de la población mexicana. Fue el organizador del Primer Congreso Indigenista, que se reunió en

Pátzcuaro en 1940. Director del Instituto Indigenista Interamericano (ojo, internacional) y también fue el autor de un programa para la creación de un Departamento de Asuntos Indígenas y, además, de un Programa de protección legal del indio mexicano. Estableció las bibliotecas ambulantes. Uno de sus mayores logros históricos fue haber creado en México la educación secundaria, en 1926. Desde mediados de 1931 y hasta principios de 1932, realizó un largo viaje a Centro y Sudamérica. Fue comisionado por la Secretaría de Educación Pública para investigar sobre las instituciones educativas de diversos países, especialmente aquellas que tuvieran que ver con la educación de los indígenas. Dichos países fueron: Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Ecuador, Perú y Bolivia. En ellos, se entrevistó con jefes de estado, ministros o secretarios de educación y demás funcionarios relacionados con esta materia. Muy especialmente, todo aquello que tuviera que ver con la enseñanza en las zonas indígenas. Por ejemplo, en Guatemala, durante 15 días se internó en las regiones donde vivieran los indígenas, para conocer directamente su forma de vida. Al concluir su estancia en dicho país centroamericano, viajó a El Salvador y a Costa Rica, para llegar finalmente a Ecuador y continuar su misión. Ahí permaneció más de un mes y, al igual que en Guatemala, se internó en las zonas indígenas ubicadas en las provincias. Además, en Quito, la capital de Ecuador, dictó dos conferencias, una intitulada “La obra educacional en México”, que ofreció en la Escuela Normal de Maestros, y la otra llamada “El genio de la vida en México”, en la Universidad Central. Para proseguir sus investigaciones sobre los sistemas educativos y la situación de los indígenas, llegó a Perú en diciembre de 1931. Estuvo también poco más de un mes. Su estancia no se circunscribió a la ciudad de Lima. Interesado cabalmente en el cumplimiento de su encomienda, visitó las zonas de los pueblos incas, aunque en esos meses llueve mucho por aquellos rumbos.

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Fue así como visitó Arequipa, Cuzco y Kaira, y cruzó el Lago “Titicaca” para internarse en Bolivia. Hasta esos momentos todas sus funciones estaban íntimamente ligadas con la educación. ¿Cómo fue posible, entonces, que el gobierno de México lo retirara de esas funciones y lo designara como representante diplomático? La explicación es que, generalmente, el gobierno de México designa como embajadores o ministros plenipotenciarios en los demás países a mexicanos de connotada inteligencia y, además y muy especialmente, que hayan realizado actividades relacionadas con el país a donde los comisionan. Pues bien, la intensidad con que realizó sus recorridos por regiones de Centro y Sudamérica, y su vocación de maestro, seguramente le habían permitido conocer y familiarizarse con los pueblos de aquellos países. Por lo tanto, no resulta extraño, más bien es explicable, que año y medio después de haber concluido aquel viaje a Centro y Sudamérica se haya pensado en él para que representara a México en alguna de aquellas naciones. Generalmente, el presidente de la República nombra a los representantes de México en el exterior tomando en consideración el conocimiento que esas personas tengan del país a donde se les destine. El presidente de la República, general Abelardo L. Rodríguez, lo designó ministro plenipotenciario ante el gobierno de Ecuador el 3 de noviembre de 1933. Dicho nombramiento era a partir del 1 de enero de 1934. En aquel entonces, los medios de comunicación no eran tan rápidos y numerosos como en la actualidad. Es por esto que presentó sus cartas credenciales hasta el 25 de mayo ante el presidente Abelardo Montalvo. Una persona puede tener ya el rango de Embajador y no laborar en una Embajada. Puede ser el secretario de Relaciones Exteriores, o subsecretario, o representante ante un organismo internacional, por ejemplo: la ONU, la UNESCO, la OEA, etc. Durante el cumplimiento de las funciones de don Moisés como representante de México en

Ecuador, aquí se efectuaron las elecciones presidenciales en las que resultó triunfador el general Lázaro Cárdenas. Correspondió entonces a don Moisés Sáenz Garza la delicada tarea de cuidar que en Ecuador se conocieran fielmente las medidas progresistas e innovadoras que disponía el presidente Cárdenas. En relación a esto, don Moisés informó a la Secretaría de Relaciones Exteriores en una comunicación fechada el 19 de diciembre de 1934 lo siguiente: “Por fortuna, en el Ecuador no hemos tenido que sufrir las informaciones tendenciosas sobre el momento mexicano y en general sobre nuestro país. Por el contrario, la prensa, (entonces todavía no había televisión) por lo común, al referirse a México, ahora y desde hace mucho tiempo, lo hace en términos de cordialidad, simpatía y admiración. Es una cordialidad que expresa justamente el sentimiento general del pueblo del Ecuador hacia México.” Para dar una idea del interés que en Ecuador se tenía sobre México y muy especialmente la importancia que se le reconocía al gobierno del general Lázaro Cárdenas, baste mencionar que el periódico La Tierra publicó íntegro el discurso pronunciado por el general en la ceremonia de toma de posesión como presidente. Fue tan exitosa y brillante la breve actuación de don Moisés en el Ecuador, que se le honró al poner el nombre de “Moisés Sáenz” a la escuela mixta de un municipio llamado Arriaga. Con la modestia que caracterizó a don Moisés a lo largo de su vida, en carta fechada el 25 de septiembre de 1934, calificó el hecho de la siguiente manera: “La designación es a la vez que una gentil atención al suscrito, un reconocimiento de la obra emprendida en México en pro de la educación.” Muy breve fue su estancia al frente de la Legación pues presentó sus cartas credenciales el 25 de mayo de 1934 y nueve meses después, febrero de 1935, se le nombró con el mismo cargo para Dinamarca, cambio sumamente extraño, pues habiendo sido designado ministro plenipotenciario en Ecuador por razones muy justifica-

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Manuel Durón

das, dado su amplio conocimiento de ese país, especialmente en materia educativa, resulta difícil comprender que se le haya designado también enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante el gobierno de un país escandinavo como es Dinamarca. Fue designado el 1 de febrero de 1935 y llegó a Copenhague el 4 de mayo de ese año y presentó sus cartas credenciales cinco días después; en aquellos tiempos era inusual que tan rápidamente un nuevo representante de algún país fuera recibido tan rápidamente. Informó a la Cancillería Mexicana de la situación política, económica y social de ese país. Su impresión sobre la situación económica de la sociedad danesa era que allá no existían ni la riqueza ni la pobreza extremas. “El standard de vida es alto, la gente come bien, viste bien, vive bien.” Calificaba la vida política de aquel país como tranquila. Poco tiempo representó a México en Dinamarca. Siete meses después de haber presentado sus cartas credenciales, el presidente Cárdenas expidió, el 3 de diciembre de 1935, el acuerdo designando a don Moisés Sáenz Garza como enviado extraordinario y ministro plenipotencia-

rio de México ante el gobierno del Perú. El agrement había sido solicitado el 25 de noviembre de 1935 y el día 28 fue contestado positivamente. ¡Apenas tres días después! Tal celeridad se explica porque en Perú todavía se le recordaba gratamente desde su viaje que había realizado en 1931 y era ampliamente conocido por su labor educativa, especialmente en el ámbito de los indígenas. Arribó a Lima el 6 de mayo de 1936 y el 14 del mismo mes entregó las cartas credenciales al general Óscar Benavides, presidente del Perú. En junio de 1937, ambos países elevaron el rango de sus mutuas representaciones, pasando de legaciones a embajadas. Don Moisés fue recibido con verdadero entusiasmo dado el prestigio de que gozaba en los círculos políticos y educativos. La prensa de Lima hizo comentarios muy elogiosos a su designación como embajador. Por ejemplo, el periódico La Crónica publicó una nota en la cual, entre otras cosas, decía: “Grato es el regreso de quien, durante su pasada gestión diplomática, no sólo se ha ganado múltiples simpatías por su alto espíritu, su serenidad, su tino y don de gentes,

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sino también por su intensa labor intelectual.” Presentó sus nuevas cartas credenciales el día 13 de ese mes de julio al mismo presidente peruano, ante quien había presentado las de ministro plenipotenciario: el general Óscar Benavides. En ambas presentaciones los discursos de don Moisés Sáenz Garza fueron muy diferentes. En la primera ocasión fue exclusivamente protocolario, formal; en el segundo introdujo un tema que siempre había manejado desde sus iniciales estudios sobre el indigenismo en América Latina: la integración americana. En aquellos momentos se originó un problema esencialmente político y delicado, pues el gobierno peruano había puesto fuera de la ley al APRA, (Alianza Popular Revolucionaria Americana), partido de oposición fundado en México, precisamente por su postura internacionalista. No se suscitó problema alguno pues el embajador Moisés Sáenz Garza se refería a la integración americana con inteligente delicadeza y el presidente Benavides fue igualmente cortés. Con alguna frecuencia don Moisés viajaba entre México y Perú. En febrero de 1940 vino a nuestro país para organizar el Congreso Panamericano Indigenista por indicaciones del propio presidente Cárdenas. Démonos cuenta que don Moisés siempre se ocupó a lo largo de su vida de los temas que tuvieran qué ver con los indígenas. En ese mismo año, el general Manuel Ávila Camacho llega a ser Presidente de México; don Moisés presentó su renuncia al nuevo mandatario, misma que no le fue aceptada. Alguna vez me contó su sobrino, el también embajador Fernando Elías Calles, que, sin saber el motivo, se encontraba en Perú una pequeña avioneta propiedad de México. Don Moisés dispuso que se destinara como ambulancia para auxiliar a los enfermos habitantes de la selva peruana. Imaginémonos con esto, ¡cuánta admiración y gratitud se le tenía en aquel país! A mediados de septiembre de 1941, empezó a declinar su estado de salud. La Secretaría de Relaciones Exteriores ordenó al funcionario Rafael

Fuentes, quien trabajaba en nuestra embajada en Chile, que se trasladara urgentemente a Lima para quedara como segundo allí, debido a su delicado estado de salud. A pesar de los cuidados médicos que tuvo, falleció el 24 de octubre de 1941, a los 53 años de edad. Por su bien ganado prestigio, su muerte fue muy sentida por el gobierno y el pueblo peruanos. Si cuando llegó a Perú ya con el rango de embajador la prensa se explayó en elogios hacia su persona, con su muerte, a los elogios se sumaron numerosas y sentidas expresiones de condolencia. Los periódicos La Crónica, El Universal, El Comercio y La Prensa, dedicaron amplios espacios a su trayectoria y muerte. Incluso los periódicos de Ecuador publicaron notas y artículos lamentando su deceso, pues todavía lo recordaban muy gratamente. Fue sepultado con honores el 25 de octubre en el Panteón de Bellavista, en Lima. Para que nos demos cuenta de cuánto se le quería y admiraba y el respeto que le tenían, los jefes de las misiones diplomáticas, acordaron en todas y cada una de las embajadas de sus países, izar sus banderas a media asta y no realizar, durante 10 días de duelo, actividades sociales oficiales. Semanas después de su fallecimiento, Rafael Fuentes, quien se había quedado como encargado de negocios ad interim, gestionó que sus restos mortuorios se enviaran a México. Para ello, tuvo que solicitar a la Secretaría de Relaciones Exteriores que le enviara la cantidad de 191 dólares, destinados a pagar su traslado a La Habana a bordo del barco chileno “Aconcagua”. Sirva este dato como prueba de las penurias por las que pasaban nuestras representaciones en el exterior. El barco zarpó hacia Cuba el 3 de noviembre. Los restos fueron acompañados por su hermana María de Jesús Sáenz y su hijo Josué Sáenz, quienes se habían trasladado a Perú los días previos a su fallecimiento. Desde La Habana, el cadáver fue trasladado al puerto de Veracruz en un barco de nombre “Monterrey”. ¡Vaya coincidencia!. Llego el día 17 –es decir, tardó 2 semanas

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el traslado– y al día siguiente terminó su largo viaje cuando llegó por tren a la ciudad de México, donde fue sepultado en el llamado Panteón Moderno. Cuarenta años después, el 29 de junio de 1981, por acuerdo del entonces presidente de México, licenciado José López Portillo, los restos llegaron a su merecido destino final: la “Rotonda de los Hombres Ilustres”, ubicada en el Panteón de Dolores de la ciudad de México. Este nombre de “Rotonda de los Hombres Ilustres” fue modificado el 4 de marzo de 2003 por el de “Rotonda de las Personas Ilustres”, en razonable y justo reconocimiento a las mexicanas que se distinguieron con sus aportaciones a nuestra vida nacional. Ya se encontraban en la Rotonda: Ángela Peralta, cantante de ópera, 1937; Virginia Fábregas, actriz de teatro, 1950, y Rosario Castellanos, poetisa, escritora y diplomática, 1974. Posteriormente, fueron inhumados allí los cadáveres de: Emma Godoy, escritora y defensora de la dignificación de la vejez; María Lavalle, pionera de la participación de la mujer en la administración pública y Dolores del Río, actriz de la época de oro del cine mexicano. Don Moisés Sáenz Garza, durante 3 regímenes presidenciales, fue ministro plenipotenciario o embajador. Su fecunda labor duró poco más de 17 años.

Publicó, entre otros, los siguientes libros: Some Mexican Problems, 1926; El Sistema de las escuelas rurales en México, 1927; Sobre el indio peruano y su incorporación al medio nacional, 1933; Carapan. Bosquejo de una experiencia, 1936; México íntegro, 1939, y Perú. Joyas, telas, cerámica, 1947. Mucho, pero quizás no lo suficiente, se le ha reconocido su prestigio en el desarrollo de la educación de México. Particularmente, como ya lo mencioné al principio, en Nuevo León llevan su nombre 6 bibliotecas: una estatal que se encuentra en Monterrey, otra municipal también en Monterrey; 3 en Apodaca y una en General Escobedo; y quince escuelas: 3 de nivel preescolar en Apodaca; 7 primarias: 2 en Guadalupe y una en cada municipio de: Monterrey, Apodaca, General Terán, Linares y General Escobedo; 4 escuelas secundarias: en Monterrey, en García, en Salinas Victoria y en Apodaca. También lleva su nombre la Escuela Normal Superior del Estado. En la plaza principal del pueblo donde nació, El Mezquital, existe en su honor un monumento, y en el centro del municipio de Apodaca existe un Museo y Casa de Cultura que lleva su nombre y en el que también existe un busto erigido en su honor. En mayo de 1991 fue declarado por el Congreso del Estado, a iniciativa del entonces gobernador, licenciado Jorge Treviño, Benemérito de la Educación Nuevoleonesa. §

Escuela Preparatoria Núm. 2

de la Universidad Autónoma de Nuevo León [1955-2017]

Ing. Manuel Ovalle González, Director

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Oficio de tinieblas

El caso del cine maldito Nazario Sepúlveda E.

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Adele Haenel

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Jean-Pierre Dardenne Adele Haenel Luc Dardenne

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L

de cine a la que asistí antes de escribir esta nota, fue un viernes cuando ya la tarde declinaba y yo seguía la costumbre de asistir a conocer el estreno de la llamada Sala de Arte, como lo hago cada viernes por la tarde y así veo películas que son consideradas de arte (?), tan sólo porque no son de Hollywood y provienen de Europa, Asia y Latinoamérica, y de esta suerte, disfruto un cine que no está diseñado para las vísceras del espectador, sino para su inteligencia. Además, descubro y conozco muchas cosas de los países de donde provienen los filmes y de quienes los habitan y no participo para nada en la actitud fascista de ver sólo las gringadas con que se llenan las muchas e inútiles salas de cine comercial del área metropolitana. Cuando la función comenzaba, llegaron, y conversando, seis o siete jóvenes que se dirigieron a la parte de arriba de la sala. Aparecieron en la pantalla los créditos de una película titulada La chica desconocida, que se anunciaba como una coproducción belga-francesa, y las jóvenes recién llegadas se dieron cuenta de que habían entrado a una sala equivocada, ya que no era el filme comercial gringo que iban a ver y se salieron, riendo ruidosamente, pues rechazaban conocer un tipo de cine que las iba a obligar a pensar, algo muy molesto e incómodo, y buscaron la sala en donde iban a estar todas ellas con su inconsciente colonizado por Hollywood. Los que permanecimos en la sala, vimos una obra acerca de una joven seria y trabajadora, que al saber que en forma involuntaria había dejado que mataran a una mujer, fue obligada por su conciencia y su responsabilidad moral a involucrarse en el caso para tratar de resolverlo y así sentirse tranquila y sin la culpabilidad, que en realidad no tenía, y poder continuar con su vida

normal; y las jóvenes que abandonaron la sala, se hubieran salido durante la función ya que no les hubiera interesado el caso de responsabilidad moral y hubieran encontrado aburrida la película, ya que la heroína no tenía novio, amante o marido y la violencia y el acelere del cine gringo no estaban presentes. Al salir de la función, supe que había visto un cine serio, muy bien dirigido y actuado y que me hizo conocer mucho de la provincia de Lieja, en Bélgica, y el sistema social bajo el que viven sus gentes, lo cual me llevó a la inevitable comparación de Bélgica, o sea el primer mundo, con México, que es del tercero o tal vez quinto mundo, en lo que se refiere a la cultura cinematográfica y el muy deficiente sistema de seguridad social que aquí se padece. El director y guionista de La chica desconocida, es el belga Jean-Pierre Dardenne y la actriz que protagoniza el papel de la joven médica que busca saber quién era la joven muerta a la que nunca conoció pero que se vuelve su obsesión, es una atractiva belga llamada Adèle Haenel, y me gustaría seguirla viendo en la pantalla, pero para ello dependo de los que dizque manejan las salas de arte con filmes que se exhiben con la menor publicidad posible, en la menor cantidad de salas y con horarios de exhibición imposibles que se les ocurren y además, cuentan con todo el apoyo de los dizque recomendadores de los periódicos y la televisión, que rechazan abiertamente este cine que ni siquiera van a ver: el periódico de las estrellitas raras veces lo toma en cuenta, pues no debe ser visto porque no es de Hollywood ni es hablado en inglés; por ello también el buen cine mexicano es rechazado y silenciado por los dizque comentaristas que lanzan torrentes de adjetivos elogiosos para cualquier filme norteamericano y para el cine mexicano o de arte (?) sólo dedican el silencio de los indecen-

a última función

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tes. El buen cine está perpetuamente maldito en esta ciudad. Así están las cosas con el arte cinematográfico internacional que debe ser rechazado e ignorado por los súbditos de Trump. Falta, por supuesto, hablar de ese espacio que se llama la Cineteca, en donde hace días se efectuó, en forma muy breve y acelerada, un festival de cine latinoamericano denominado Ternium, integrado por filmes de Argentina, Chile, Colombia, Brasil y otros países que, a priori son vetados para proyectarse en las inútiles salas metropolitanas y así, el domingo por la mañana, en un canal de TV local, el recomendador oficial no tuvo una palabra para la muestra de Ternium y en cambio sí habló de una mediocridad comercial gringa. Ésta, sí era digna de ser elogiada y así, el público ignoró el excelente cine latinoamericano. Tampoco hubo mención alguna de La chica

desconocida. ¿Cine de arte? ¡Nunca! En estos días, llegó a una sola sala una película de Israel, país que hace muy buen cine. ¿Estrellitas otorgadas? Ninguna. ¿Crónicas elogiosas o de ataque? Acaso, en algún periódico local que pocos leen. Nada más queda por hablar el caso de la única revista buena sobre el cine internacional llamada Film Comment, que llegaba aquí cada dos meses. Pues bien, ésta ya no se vende en la ciudad y si a alguien le interesara, sólo queda la suscripción pedida a Nueva York, pues hace meses que dejó de llegar aquí. Este es el caso del cine maldito, del buen cine en esta ciudad y creo que así está en el resto del país. Y no hay más que decir, sólo continuar efectuando el oficio de tinieblas, o sea ver el cine en una sala a oscuras y teniendo distintas reacciones ante éste. §

Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León 67 años en la cultura Ciudad Universitaria, 2017

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Autorretrato. Manuel Durón

El placer de pintar Sofía Gamboa Duarte

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M

Durón aprendió la técnica del dibujo y del grabado pero, sobre todo, y a pesar de que produjo y finalizó pocas obras, explotó la manera de expresar su interior. Su trabajo es el reflejo de una sociedad, de una región y de una clase económica; es un testimonio fidedigno de sucesos –casi un documento histórico– que consolida a su autor, incluso sin que él se lo hubiera propuesto, como un retratista de personalidades y de estudios antropológicos de una sociedad. La obra de Manuel Durón no es solamente la compilación de trabajos terminados o no, obras maestras o meros estudios; es ya el legado de un artista original, creativo y talentoso con una aguda sensibilidad y una pasión desbordada. Al contemplar su obra es posible percibir su personalidad y transitar las calles de su mundo, viajar al pasado y toparse con la gente que conoció. Este trabajo irradia vitalidad y frescura entre la pobreza, la soledad y la impotencia. La tragedia de la existencia deja de serlo en cuanto se tiene conciencia de que es parte de la esencia de la sociedad, de que sin ella no podría existir el mundo. La vida exige muerte; la compañía, soledad, y la esperanza, desolación. El encuentro de los contrarios permite la existencia de ambos y preguntarse por qué o tratar de indagar los

motivos por los que a cada individuo que le toca cierto papel en la existencia tiene el mismo sentido que pretender escudriñar la forma final de cada insecto, animal o mineral. Manuel Durón comprendió la esencia de las cosas, la aceptó y decidió expresarla, es por ello que su obra alcanza niveles superiores y magníficos; sin embargo, su carrera quedó en los comienzos, ni siquiera se puede decir que se truncó, simplemente comenzó y se perdió, pero nos dejó la prueba de que este autor fue un artista, no un aprendiz ni un imitador o un estudiante. Durón no recibe el calificativo de “maestro” por haber trasmitido sus conocimientos y su sensibilidad a través de la docencia, sino por su capacidad de penetrar en la realidad y en la esencia de los objetos y de las personas y por haber encontrado la manera de trasmitirla mediante la imagen. De ahí los reiterados homenajes de quienes conocieron al artista y de aquellos que conocen su obra; de ahí que el trabajo de Durón siga vivo junto con su autor. §

anuel

Parte final de: Manuel Durón: imágenes desde la oscuridad, Sofía Gamboa Duarte, primera edición: CONACULTA México, CONARTE Nuevo León, Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”, Zacatecas. Monterrey, 2012.

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Manuel Durón

Poemas Jorge Cantú de la Garza

De vida irregular No fuimos personas comunes y corrientes. Durante muchos años tuvimos diecinueve años. Propensos a la disidencia y al escándalo ejercimos el desdén hasta la indiferencia. Hoy, maduros ya mas nunca viejos, seguimos siendo gente rara. Nuestra rareza brinda a las gentes de bien un prisma perfecto en qué mirarse y seguir siendo, felizmente, personas comunes y corrientes.

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Armas de nacimiento Miro mis armas de nacimiento: aire de familia, insomnio pertinaz, silencioso, arribo tardío, inesperado, aislado con premura por asepsia maternal, paperas, sarampión, granos en la cabeza, rejas en la cuna, miedo, celos, resentimiento, llanto y soledad. Todo lo demás es responsabilidad mía.

El imperio de la luz Los cocuyos a la sombra de un árbol, [en la noche. Los cielos de Van Gogh echados sobre [las barcas. El quinqué de mamá grande creando fantasmas en las paredes y en las sábanas del verano. Una niña que se esfuma en el entramado [del viñedo. El huevo solitario que se confunde con el plato donde está servido, tembloroso, transparente. Una camisa a las volandas tendida al sol vista desde la ventanilla de un tren en marcha. La primera sangre de todas las heridas. Las campanadas de la madrugada. El adagio de la Quinta Sinfonía de Mahler. Mis hermanas Neche y Sari sonriendo [al mismo tiempo. La alegría de Rubinstein en los nocturnos [de Chopin. Las carcajadas de Ella Browne [a los noventa años, sola, ciega y sorda en Montemorelos. Las manos de Yo–Yo Ma tocando las suites para cello de Bach. Lo que alcanza a vislumbrar el niño que nace. El cuadro de René Magritte, noche abajo, [día arriba. Los hexagramas del I Ching.

Los beneficios de la Luna Homenaje a Ch. Baudelaire

Para conocer a la Luna rasgué el cielorraso de mi intimidad. Por esa herida de sangre, tinta china y Satie entré, y me bañó con plenitud la reina. Desde entonces gozo de sus beneficios guiado por la muerta más pálida de la noche: la que da vida a los lunáticos.

Exactitud Una gota más La presa se rompe Una vuelta menos El violín desafina Un beso inoportuno La vela se apaga Una palabra que sobra El espejo se licua Vivimos por equilibrio

Carta Hablo mal de ti, te vitupero. Me escribes tan poco. Me dices:”este tiempo encantador aquí” Y añades: “cómo quisiera haberlo compartido [contigo”.

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Flor de alcohol Flor de alcohol que abre de noche sus pétalos [de llama azul, y se cierra en madrugadas de hielo; flor cuyo drama circulaba por mis venas como el agua por un cauce agreste que se va haciendo al azar, a fuerza de la corriente borrascosa de unos años que no puedo olvidar, pero que tampoco puedo recordar en una [sola pieza, sino craquelados como pintura antigua, arañados por los gatos furiosos de la desdicha. Y sin embargo, amo al alcohol, sus vapores que me permitieron remontar a picos de aire enrarecido, bajar a simas de mefítica, [lamosa piedra, aprendiendo a marchas forzadas el dolor, las crestas de alegría amanecida en camas de dudosa limpieza acompañado por fantasmas de una noche. Lo amo como ama uno un animal siempre abusado, y por ello dispuesto al ataque, y que ha permanecido a nuestro lado por muchos años. Desde hace dieciocho el alcohol no circula por ninguno de los rincones en los que solía esconderse y asestar sus golpes de abstinencia, las resacas que invitaban perentoriamente a volver a sus brazos, al dogal que a golpes de yunque durante todo un año logré un día romper, [por fin.

Manuel Durón

Imposibilidad del mar Hoy por la mañana he ido a algunas librerías Y porque no tenía dinero Escondí detrás de otros libros algunos [que me interesaban: Pessoa, Saint–John Perse y el joven Keats, Que era un muchacho travieso. Luego, en una esquina, me quedé largo rato Sin saber qué hacer.

Hoy le dedico un recuerdo lejano tratando de armar el rompecabezas de mi vida.

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Oh love, oh loveless love

El poeta, porque ama, hace un homenaje a la Real Academia Española de la Lengua

Que afán de la luz por la mañana Presentarme estos rostros que recién salen [del sueño. Pareciera que quiere quebrantar Mi apego a un desamor.

La armonía de la palabra, esa música, nada es entre tú y yo. Y sin embargo es lo único que te limpia, fija y da esplendor.

Oh pretérita Hoy, por el camino llovido que va [a Cuernavaca, No recordé las querellas. Sí un aroma,

San Juan del siglo Sí, yo también salí tras ti clamando y eras ido. Pero ni soy San Juan ni eres, obviamente, Aquél. Qué suerte, ¿no?

Una frase.

Del uso y el abuso que el poeta hace de una carta Tú ignoras que te amo. Deja entonces que me recueste Al lado de la alta torre, Sobre la hierba, Para releer tu carta.

Thomas Mann Te comparan a veces A un cazador aficionado a los toros Que escribía novelas. Te leen hasta al compás De La Cumparsita. Y dicen, desde su partida de dominó, Que quién te entiende.

El poeta piensa que habiendo imitado a todos, amigos y enemigos, debe dejar un testimonio Nada he sido sino espejo. Un espejo que viaja.

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D

el desnudo humano ha sido tema en el arte en distintas disciplinas y técnicas con enfoques y motivaciones distintas. En cada época, el desnudo masculino ha sido observado, alabado, cuestionado y censurado. Pinturas, dibujos, esculturas y fotografías, con una visión estética, dan cuenta de la gran producción que existe y está presente en las culturas pasadas con percepciones diferentes a las actuales. Decenas de anónimos y grandes artistas han manejado el tema con perspectivas particulares. En la colección fotográfica “Piel de Eros”, Paco Barragán (Monterrey, 1960), muestra 19 imágenes elaboradas entre 1999 y 2013. Con una extrema sensibilidad, el autor construye distintas ambientaciones y logra transmitir una serie de emociones. Aunque hay una unidad temática, cada imagen cuenta una historia en particular. En sí, no todas las imágenes muestran desnudos totales ni frontales, como pudiera pensarse; al contrario, las atmósferas realizadas por el artista le dan otro carácter. El desnudo es entonces un pretexto para hablar de lo efímero de la condición humana y la proyección de estados de ánimo como la soledad, el goce y el sufrimiento. Apoyadas con distintos objetos, las ambientaciones están orientadas hacia lo fantástico y etéreo, lo onírico y lúdico, lo misterioso y lejano. Barragán ha usado para sus entornos: esferas, peces, alas, una muñeca, una silla y un desierto; detrás de cada uno de ellos hay un aliento poético que va más allá de lo aparente. Esto es lo que hace enriquecedor su trabajo: ofrecer una lectura más amplia e intensa de lo que presuntamente se pretende encontrar en algo que en ocasiones es simplemente considerado frívolo o con otro sentido. Uno de los detalles de las fotografías es que las miradas de los modelos están ausentes o forman parte de un universo ambiguo. Con este aspecto y los elementos que conforman las “construcciones”, la colección de imágenes “Piel de Eros” alude a un mundo más sensual y simbólico, más allá de lo que se observa. §

Autorretrato. Francisco Barragán Codina

esde la antigüedad,

Piel de Eros Hernando Garza

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57 Francisco Barragรกn Codina


58 Francisco Barragรกn Codina


59 Francisco Barragรกn Codina


Primera ediciĂłn

Retrato del artista adolescente JosĂŠ Roberto Mendirichaga

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Joyce (1882-1941), antes de haber publicado en 1916, hace un siglo, Retrato del artista adolescente, había escrito versos para música y una no muy perfecta pieza de teatro. Escribió también cuentos cortos. Su primera novela fue Dublineses (1914), a las que siguieron, además del Retrato…, Ulises (1922) y El despertar de Finnegan (1939). La novela autobiográfica se divide en cinco capítulos. El inicio son los recuerdos del adolescente Stephen Dédalus acerca del hogar. Batalla Stephen para adaptarse al nuevo sistema de vida colegial con los jesuitas, consistente en oración, estudio y deporte. El objetivo central es la salvación eterna. Al inicio, debe sufrir la humillación de un compañero que lo arroja a una charca inmunda, lo que le provoca un resfrío que lo manda a la cama. Va a su casa para las vacaciones de Navidad y es testigo de las posiciones familiares en contra y a favor de la Iglesia. Para el resto del curso, ha de sufrir el injusto castigo del padre Dolan. En el segundo capítulo, Joyce describe el cambio de residencia de Sallins a Dublín y, a la vez, el cambio de colegio de Clongowes al Belvedere de Dublín; el reencuentro con Eileen, una chica encantadora; el pleito con Heron y Boland; la muerte del tío Charles; y el viaje de Stephen con su padre a Cork, donde habrían de despertar las bajas pasiones, sumado a un sentimiento de frustración en su intento por fortalecer a su familia. En el tercero, el escritor irlandés consigna los ejercicios ignacianos, compendiados en un retiro, donde el predicador pinta los horrores del pecado y sus castigos. El estudiante externo Stephen, quien tiene ya 16 años, adquiere conciencia de su vida pecaminosa y se debate entre el bien y el mal. Toca la confesión general

y él prefiere irse a una iglesia alejada, donde un viejo sacerdote lo confiesa, de tal manera que el día de la misa final del retiro, éste comulga con el resto de sus compañeros. “¡Una nueva vida!”. Contiene el capítulo cuarto cómo Stephen, debido a su buena conducta, es visto como candidato para ingresar a la Compañía de Jesús, lo que él rechaza. Sigue en la vida de la mortificación pero se extraña de que los sentidos no logren ser totalmente dominados. En tanto, la familia del protagonista de la novela sufre los rigores del cambio de empleo del padre. Al señor Dédalus le gustaría que el hijo, una vez concluidos sus estudios preparatorios, fuera a la Universidad. Camina Stephen hacia el mar y allí ve a sus compañeros nadar; observa también a una linda joven bañista, la que le despierta hermosas sensaciones. Finalmente, en el último capítulo, el novelista busca la definición del arte, apoyándose en autoridades clásicas, lo que hace a través del diálogo con sus maestros y sus compañeros. Stephen busca escapar de lo que denomina redes, a saber: nacionalidad, lengua y religión. El arte adquiere así una dimensión sucedánea. Vuelve a ver a Eileen y esto le evoca un efluvio de bellos sentimientos que se concretan en un poema. Al final de la novela, hay un diálogo muy interesante entre Stephen y su compañero Cranly, quien intenta conocer la posición de Stephen respecto a la fe. Stephen confiesa que ha perdido la fe, pero no el respeto a sí mismo. La madre de Stephen asegura que ha de volver a la fe, porque tiene “un espíritu tornadizo”. §

ames

Joyce, James. Retrato del artista adolescente, Tr. de Dámaso Alonso, Clásicos 5570, Alianza, Madrid, 2001, 293 pp., ISBN 8420634972.

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Sociedad y crítica

Agrupaciones nuevoleonesas de cultura

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vacío al no tener interlocutores. Al llegar a cierta edad, la gente va llenándose de sabiduría, de cosas buenas y una que otra mala, por lo que requiere de interlocutores para platicar. Esto es muy común en la región noreste y en todo México. Tal vez en todo el mundo. Así es como se reúne la gente por profesiones, por oficios, en diversos lugares como restaurantes, clubes, bares, cantinas, cafés, peñas literarias o taurinas y de otras actividades. Notábamos que había la necesidad de un tipo de peña o agrupación en donde se hablara de asuntos culturales y de temas que son nuestra pasión como la historia o la crónica y que pudieran aderezarse, además, con pláticas sobre política o cultura general, comentar los sucesos del día y, por qué no, lo muy clásico del norestense: contar chascarrillos y cuentos picosos. Resulta que al leer libros de historia de la Revolución Mexicana, sobre todo uno del general Manuel W. González –en dos tomos–, que se publicaron por entregas en el periódico El Porvenir, y que se llama Con Carranza, me causó mucha admiración, porque había un grupo de jóvenes revolucionarios muy inquietos, liberales, jacobinos y algunos socialistas. Por cierto, W. González escribió posteriormente otro libro titulado Contra Villa. Entre ellos estaba José Eráclito Santos, apodado “El Cabezón” por obvias razones, y que muy joven fue gobernador del estado de Nuevo León. Estaba también el profesor –que luego llegó a general– Jesús Garza Siller, maestro de matemáticas del Colegio Civil, fundador la Sociedad Astronómica de Nuevo León, quien hacía grandes exhibiciones con un par de telescopios que consiguió del gobierno del general Bernardo Reyes, llegando a subir a los techos del Colegio Civil a 500 personas para observar las estrellas. Era gente inquieta. Estaba además David G. Berlanga, excelente profesor; él fue Secretario de Educación en San Luis y Secretario General de Gobierno en Aguascalientes; don Justo Sierra lo becó a México al salir de la Escuela Normal de Coahuila, y trabajó con Filomeno Mata en aquel periódico tan hermoso que era El Diario del Hogar. Luego fue becado a París, ciudad en la que algunos dicen que fue

al y como sucede en muchas ciudades del orbe –

grandes y pequeñas–, en Monterrey existen grupos de ciudadanas y ciudadanos que se reúnen para comentar, intercambiar información, enjuiciar e incluso reflexionar sobre diversos sucesos de la vida política, económica, social y cultural de Nuevo León, de México y del mundo. Unos con mayor regularidad y organización que otros, estos grupos se juntan en cafés, restaurantes, oficinas y locales escolares; lo hacen motivados por dos sentimientos: la amistad y la inquietud intelectual. De una u otra manera, la raíz profunda de todos ellos se encuentra en la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, nacida en 1942. En este año se conmemora su 75 aniversario. Consciente de la presencia de otros grupos semejantes, como la Sociedad Numismática de Monterrey y Cadena Ciudadana de la Cultura, Vuelo presenta en seguida la trayectoria y el palpitar de cuatro agrupaciones, cuyos miembros reflejan de alguna forma, su interés por seguir el fluir de los acontecimientos de nuestro tiempo. §

Academia de la Lengua Viperina / Héctor Jaime Treviño V.

Hablamos mal del presente, pero más mal del ausente.

Hace ya unos años que en charlas con algunos compañeros, sobre todo con Armando Leal Ríos, Cronista de Linares, siempre nos invadía la sensación de

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compañero de Lenin, donde perfeccionó sus estudios magisteriales; era un muchacho joven pues no llegaba a los 30 años. En esa brillante generación hay que agregar a Federico Montes, quien fue uno de los que defendieron a Madero cuando los huertistas irrumpieron en el Palacio Nacional y mató a dos de los que agredieron al Presidente. Él siguió en el ejército federal y precisamente en Monterrey se escapó con un montón de gente, se llevó las ametralladoras y enrumbó hacia la Cuesta de Mamulique, llegó a Sabinas Hidalgo y ahí se cambió al Ejército Constitucionalista. También estaban Manuel W. González, más tarde secretario del general Pablo González, el ingeniero Guillermo Castillo Tapia y Vicente F. Escobedo, entre otros. ¿Qué hacían todos ellos cuando no estaban en combate? Se reunían alrededor del fogón a platicar sobre cuestiones de cultura, de política… Lógicamente enderezaban sus críticas al clero católico, pues ellos eran jacobinos, a raíz de que el clero había tomado participación decidida por Victoriano Huerta. Obviamente, ellos estaban muy resentidos con la mayor parte del clero, salvo con el sacerdote Rodríguez, de Hidalgo, N. L., quien fue el único que se integró a la lucha revolucionaria y que tomó las armas. Platicaban de todo. David G. Berlanga se paraba y peroraba discursos de carácter socialista; “Chucho Melenas” que era Jesús Garza Siller y el “Cabezón” Santos, encabezaron las turbas que entraron a los templos católicos de Ciénega de Flores, Monterrey, Salinas, y de otros pueblos, sacaban las imágenes religiosas, las fusilaban, las arrastraban, quemaron confesionarios e impulsaron la destrucción del templo y convento de San Francisco en el regiomonte. Ese era el fervor jacobino. Era gente muy dada a la ideología liberal y algunos hasta de izquierda como Berlanga. El general Manuel W. González escribió en uno de sus libros que “…la palomilla descansaba, se alimentaba y adquiría nuevos bríos para continuar su obra de alegría y escándalo, convirtiendo en salón de sesiones la afamada cantina de don Pancho Shereck.” A estas reuniones el culto periodista revolucionario Vicente F. Escobedo “Ego”, las llamó de la “Academia de la Lengua Viperina”, donde se trataban asuntos de política, de la revolución, de cultura, se criticaba a los jefes, se mofaba de los presentes y de los ausentes, pero también donde se decían poesías y entonaban bellas canciones. Es de ahí de donde yo obtengo el nombre y la fi-

losofía para fundar nuestra Academia de la Lengua Viperina y aprovechamos una situación muy interesante. Nos reuníamos esporádicamente a tomar café, el profesor José Mario Elizondo Montalvo, el ingeniero Jesús Chapa Garza, el contador Leonardo Villarreal García y yo. ¿Dónde se reunía esta incipiente peña cultural? Pues en el Restaurante “Al”, al oriente de Monterrey, y para poder platicar a gusto nos íbamos al local anexo. Luego se integraron otras personas: Armando Leal Ríos, Martín Saláis, Jesús Iruegas, Guadalupe Hinojosa, Juan Alanís, el ingeniero Lupito Lozano, Rogelio Velázquez de León, Carlos González Rodríguez, “Panchito” Alvarado –que siempre anda en todos estos cenáculos en donde se habla de libros, de historia–, Jesús Osorio Morales y otros más. Este grupo empezó a crecer y se hablaba de temáticas diversas, sin un orden del día establecido, como hasta ahora; se contaban chistes, chascarrillos… En ese mismo local se reunía otro grupo de 10 a 12 personas; nosotros éramos al principio cuatro, así que ellos eran los amos y señores de ese local anexo del “Al”. Entre éstos estaba “La Varilla” Garza, padre de un muchacho beisbolista profesional con el mismo apodo, y otros personajes que todavía van ahí. Alejandro “La Varilla” Garza era un tipo largo, flaco, beisbolista de toda la vida. Pero llegó un momento en que se nos fueron acercando otros, por lo que ellos ya no pudieron estar ahí. Los invitamos a que se unieran y alguno se incorporó; ahora, ellos siguen siendo menos de diez y se juntan ya no en el local anexo, sino afuera. Nosotros nos apoderamos por completo del espacio en que sesionamos. Y en las pláticas, en los comentarios, fue surgiendo –desde un principio que éramos cuatro– lo que ahora es la Academia de la Lengua Viperina, porque no dejábamos títere sin cabeza. De ahí surgió la idea de un servidor sobre el lema: Hablamos mal del presente, pero más mal del ausente. Es así como en un par de horas componemos y recomponemos el mundo. Si nos falta algo, nos queda pendiente para la siguiente sesión. Todos los puestos son vitalicios, es una democracia dirigida, es decir, una dictadura. Les evitamos a los socios las ideas profanas eleccionarias. Un servidor es el presidente vitalicio desde la fundación de la Academia de la Lengua Viperina, el 8 de marzo de 2003; el profesor y licenciado José Mario Elizondo Montalvo es el secretario; el ingeniero Jesús Chapa Garza es el tesorero, (de no sé qué, porque tesoro nunca hay). El único gran tesoro es la plática, el comentario, el co-

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nocimiento. El encargado de Relaciones Exteriores fue Leonardo Villarreal García, hasta hace poco que por asuntos de salud dejó de asistir. Llegó un momento en que el grupo fue creciendo tanto, que se requería una llamada de atención para iniciar las sesiones, y como Martín Saláis Cantú tiene la virtud de la puntualidad, en cuanto daban las nueve de la mañana él tomaba una cuchara y con ella sonaba un vaso para llamar la atención. Destruyó varios, porque es muy efusivo. De modo que para evitar más pérdidas para el “Al”, decidimos llevarle una campana. Lo nombramos Campanero Oficial. Él fue el que marcó por mucho tiempo el inicio de las sesiones, y cuando alguna “víbora” salía de viaje –o de aquí mismo, en la ciudad– encontraba una campana, se la traían y regalaban a Martín. Él tiene una colección de campanas muy diversas. En muchas ocasiones le criticaron que adelantaba la hora y yo decía con mucha autoridad: “Es que aplicamos el uso horario de Abasolo, N. L., y ese uso horario es el que se respeta en la academia”. Así sea media hora más tarde o media hora más temprano, Martín Saláis tenía la autoridad como Campanero Oficial, de llamar a asamblea cuando él lo decidía. Además, tenía otra cualidad: como le interesaba escuchar lo que se está diciendo, cuando alguien hablaba sin pedir la palabra, daba unos manazos en la mesa y le llamaba la atención. Todo mundo se callaba. Hoy lo suple el profesor Javier Castillo Moncada, “El Charro”, a quien nombramos Cronista Auxiliar de Abasolo, Nuevo León. En son de broma, se afirma que los vientos frescos de la democracia han llegado a la Academia, pues se hará la elección del nuevo presidente el 18 de octubre de 2048, a las diez de la mañana, y ya hay un candidato: el ingeniero Enrique Garza Valdivia, gran matemático de 89 años de edad. No hay una temática preestablecida; hemos querido darle este sesgo de que estemos enterados de los sucesos históricos por medio de un buen nacionalismo, no un nacionalismo mal entendido; lo hacemos vía las efemérides; para ello, el secretario, el profesor José Mario Elizondo Montalvo, consiguió un libro que escribió Francisco Javier Alvarado; en ese libro se basa el profesor Elizondo para su gustada sección “Efemérides”, de la que nosotros decimos que es la sección que todos esperamos pero que nadie escucha. De allí se hacen discusiones, surgen comentarios y hasta críticas al famoso libro de Panchito por algunas erratas que le encuentran, a tal grado que la gen-

te ha propiciado en broma que se haga otra edición de las puras erratas. Hemos tenido otras secciones como “Qué tal el Napo”, donde los participantes se autoelogian por alguna actividad realizada, o la actual “Péguele a la piñata”, y la piñata es el Presidente de la República Enrique Peña Nieto. Participan en el anuncio de eventos los dirigentes de las agrupaciones como la Asociación Estatal de Cronistas Municipales “Don José P. Saldaña”, el Patronato Cultural de “La Fama”, Santa Catarina, N. L., la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, A. C., la Academia de Investigación Histórica y Regional, el Club del Tango, la Sociedad Musical “Agustín Lara”, el Grupo Bohemio “El Gallinero”, entre otros. En cierta ocasión organizamos un homenaje a humoristas nuevoleoneses; entre ellos estuvo “El Conde de Agualeguas”, licenciado en matemáticas Juan Jaime Gutiérrez y González, humorista, actor, declamador, quien fue uno de los primeros hombres que en Nuevo León supo de computación… manejó aquellas computadoras enormes, verdaderos armatostes, que había antes. Lo homenajeamos, le dimos su diploma, pero apareció el siguiente miércoles y no volvió a fallar. Se quedó como en su casa, lo cual le agradecemos; él cierra las sesiones de la Academia de la Lengua Viperina con un humor extraordinario, porque siempre nos está recreando con sus personajes y chistes, muy propios de Agualeguas y de la región. Verdaderamente “El Conde” tiene mucha gracia; además, se ha revitalizado, porque él lo dice: “Me obligan a no estar repitiendo y a buscar otro tipo o darle otras salidas a los chistes.” Es una gran ventaja en la Academia haber tenido personajes como el ingeniero Lupito Lozano, el doctor Carlos Alatorre, Jesús Iruegas que en su momento nos comentó que con la Academia se había revitalizado y había visto la vida de otra manera. Iruegas, un mes antes de fallecer, me dijo: “Héctor Jaime, estoy muy agradecido con la Academia de la Lengua Viperina porque me permitió vivir cuatro años más”. Una de las frases que manejamos en la Academia es que quien vaya a nuestras reuniones tiene seis meses más de vida por cada sesión que asista, y tal parece que es cierto. El doctor Alatorre me dijo en muchas ocasiones que él revivió con la Academia de la Lengua Viperina. Claro, hacía la guasa de que tenía que escaparse de la sujeción de su señora para ir a las sesiones.

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Emotivo con sus declamaciones, eterno enamorado de la maestra Carolina Montemayor Martínez desde sus mocedades, a ella le dedicó poemas y piropos. Nos hemos nutrido, también, con otra gente que le gusta declamar, un arte que ya se está perdiendo. Tales son los casos de Leonel Garza, empresario sabinense, y de Mario Valdez, hombre culto y de gran sensibilidad, quien nos leía poemas extraordinarios de su autoría. Esta Academia es un divertimiento para todos nosotros, porque aparte de escuchar de cultura y de tantos temas, la gente sale relajada. ¿Por qué los días miércoles son las reuniones? Porque es el día que quiebra la semana. La gente sale fortalecida, se siente que revivió y lista a llegar al fin de semana a tambor batiente, además nos ahorramos el pago del siquiatra o del sicólogo. La única oposición para que sesionáramos los miércoles, fue la del profesor y licenciado Napoleón Nevárez Pequeño, porque resulta que él estaba ocupado ese día. Siempre ha pugnado para que las cambiemos al jueves. Nosotros le contestamos que precisamente sesionamos los miércoles para que no vaya. Pero cuando va siempre es muy bien recibido el buen Napo, porque siempre pone mucha sal y pimienta, y siempre habla como Martín Saláis de su municipio. Si alguien conoce de Hualahuises es por Napoleón. Si alguien conoce de Abasolo es por Martín Saláis. Si alguien conoce más datos de Zaragoza es por Emma Reya, o de Parás por Mirtha Hinojosa, o de Marín por Elda Feliz, o de General Treviño por Aarón Cadena. Mario Elizondo no deja de hablar de Pesquería. Nosotros aprovechamos para hacerle la burla a Mario, de que Pesquería siempre ha sido la colonia más amolada de Apodaca. Lo mismo a Martín Saláis cuando le decimos que El Carmen es el dueño de Abasolo. Incluso, hay unos letreros que dicen: “Se vende Abasolo, informes en El Carmen”. El maestro Saláis todavía se enoja, se exaspera. Pero no pasan de ser buenas bromas de los compañeros cuando tratamos estas cuestiones. Otro ciclo fue: “Titanes de la oratoria nuevoleonesa”, al que fue Hernando Castillo Guerra, quien también se quedó con nosotros. César Lucio Coronado, excelente en oratoria. Adrián Yáñez Martínez, maestrazo, y Ramiro Estrada Sánchez, hombre del buen decir, humanista, culto, conocedor como nadie del tema del cine mexicano, de la historia de las canciones, enamorado eterno de su terruño zacatecano;

él también se quedó en la Academia. Se partió de la idea de que tenemos que revivir estas dos grandes actividades que eran parte de la formación de los jóvenes en las escuelas: la oratoria y la declamación. En algún momento se abandonaron y creo que hay que fortalecerlas, revitalizarlas. Alguna gente creía que estas actividades son cosa fácil, y no; para ser un buen orador, para ser un buen declamador, se requiere mucho talento para manejar las frases adecuadas; por eso hicimos este homenaje a los titanes de la oratoria nuevoleonesa. Igualmente homenajeamos a personajes interesantes de la crónica deportiva, principalmente a don Salvador Meza, quien fue un gran personaje en esta actividad, hoy dominada por “terroristas verbales”; pero, además, él tuvo mucho qué ver con el espectáculo de este país. Era publicista de “Así es mi tierra”, aquel programa radiofónico y luego televisivo, donde estuvo con grandes artistas de la época. Incluso, Casa “Madero” lo patrocinaba. Fue un gran pozo de sabiduría. Este hombre escribía dos columnas diarias en el Regio.com y una página completa en este mismo diario, a sus 87 años. Algo fabuloso. Además, alguien decía que don Salvador era muy especial, que no cabía en ningún círculo o agrupación, y resulta que estuvo mucho tiempo con nosotros en las “Víboras”. Iba con su hija Gloria y fue muy propositivo, expuso ideas, cambios, hasta unos días antes de morir. Siguiendo el ejemplo de don Salvador hay que seguir activos, no debemos sentarnos. Es una de las cualidades de la Academia. Les decimos que no hay que sentarse, que no hay que acostarse. Muchos de los que asisten están jubilados, sí, pero hay que seguir haciendo la tarea, hay que seguir haciendo cosas para avanzar en la vida. En el momento en que uno se sienta, se acuesta, ahí se queda. Ejemplos los tenemos: compañeros que se jubilan hasta con menos edad, resulta que ya están llenos de achaques, enfermos, algunos ya murieron por dejarse, por no cultivarse. No digamos que sean unos especialistas en la historia o en la crónica o en lo que ahí se habla, tampoco que se pongan a trabajar en un horario riguroso; hay maneras de continuar haciendo cosas en esta sociedad, en este Monterrey, en este Nuevo León, que a pesar de todos los pesares sigue siendo hermoso. Es nuestra ciudad, es nuestra casa. Hay que voltear hacia esas hermosas montañas. Creo que hay mucho optimismo. Y lo que sobra en la Academia de la Lengua Viperina es optimismo. A catorce años de su fundación, la Academia de la

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Lengua Viperina sigue sesionando sin interrupción, todos los miércoles en el Restaurante “Bistro”, entre las calles de Morelos y Naranjo, en el Barrio Antiguo, después de mucho tiempo de reunirse en el Restaurante “Regio” de la avenida Gonzalitos. §

La Sociedad Cultural “Virginia Treviño de Collins” es una agrupación dedicada al cultivo de las manifestaciones culturales, en especial la historiografía y la literatura y tiene su origen en las conmemoraciones de 1996 de los 400 años de la fundación de Monterrey, luego del diplomado de historia y crónica municipal que en 1997 organizado en 1997 por el licenciado Carlos González Rodríguez, cronista de Garza García, investigador y promotor cultural. En este encuentro participaron como expositores distinguidos autores locales destacando entre ellos el maestro, historiador, investigador y cronista municipal de Monterrey, don Israel Cavazos Garza. Al diplomado concurrieron cerca de 200 amantes de la historia y se llevó acabo en el auditorio del Museo Metropolitano de Monterrey. Al concluir ese diplomado, don Esteban Valdez Salazar ex sacristán de la Iglesia Santa Engracia, de San Pedro Garza García, buscó a sus compañeros de diplomado para continuar reuniéndose y hacer comentarios sobre diversos tópicos de la historia. En un principio, esto sucedió en algún café del centro de Monterrey, por ejemplo en el que funcionó la arcada del museo metropolitano y otras en “Sanborns”, empezaron a reunirse. Respondieron al llamado de don Esteban Valdez, el periodista José Óscar Ortegón Pérez, el contador público Jaime Villarreal, el ingeniero José Guadalupe Lozano, el señor Esteban Ovalle, el contador público Pedro Nabor González Cárdenas, el señor Martiniano Garza de la Cruz y la señora Silvia Báez, entre otras personas. Este grupo, decidió en 1998 empezar a reunirse en el Restaurante “Alf ”, los lunes a las 6:00 de la tarde; desde entonces ha sido una constante la reunión en lunes y a esa hora, aunque el lugar ha variado. Al poco tiempo, el hombre que le dio el impulso inicial al grupo, don Esteban Valdez, luego de una operación quirúrgica y ya jubilado como sacristán, emigró a su natal Totatiche, Jalisco, donde fue designado cronista oficial del municipio y sobre el que ha escrito su historia. De él conservamos el interesante opúsculo titulado Un sacristán en Monterrey. Al dejar don Esteban nuestra ciudad, el grupo fue presidido por el periodista Oscar Ortegón, quien lo hizo durante varios años. Además de los ya mencionados, a los que podemos considerar como fundadores del grupo por ese tiempo también asistían al café de los lunes el cuentacuentos Nacho Carrillo, el escritor Juan Manuel Carreño, los poetas Luis Pardera Salinas y Claudia Hinojosa, el inquieto, inteli-

Sociedad Cultural “Virginia Treviño de Collins” / Erasmo

Torres López

(El 12 de mayo de 2012, la Sociedad Cultural “Virginia Treviño de Collins” conmemoró su XV aniversario. Ese día, su presidente, licenciado Erasmo Torres López, leyó el texto siguiente durante la velada cultural realizada con ese motivo en el Colegio Civil de la Universidad Autónoma de Nuevo León. En 2015, el licenciado Torres López dejó la presidencia de la sociedad y meses después sus integrantes eligieron formalmente una mesa directiva, al frente de la cual quedaron tres universitarios: Carlos Ruiz Cabrera como presidente, Joel Jaime Villarreal Gutiérrez, como secretario y María Ernestina del Ángel Segura como tesorera. Ellos la dirigen en la actualidad. Como ha sucedido antes, cada lunes a las 6.00 de la tarde, llevamos a cabo nuestras reuniones en el Café “York” del Hotel Quinta Avenida, con excepción del primer lunes de cada mes, que sesionamos en el local de Cadena Ciudadana de Cultura. Ahora, los consocios cubrimos una cuota mensual para solventar situaciones emergentes, como sucedió al fallecer el inolvidable maestro Israel Cavazos Garza, en cuyo velorio y sepelio estuvimos presentes. En cada sesión nos regimos invariablemente por el siguiente orden del día: 1. Lista de presentes 2. Acuerdos anteriores. 3. Efemérides regionales y nacionales. 4. Lectura de textos, aportados y leídos por los consocios. 5. Eventos políticos y culturales del mundo, de México y de Nuevo León, expuestos y comentados libremente por los consocios. 6. Asuntos generales. Así como algunos consocios, por diversas razones se han alejado de las reuniones, a las que asisten de manera intermitente, otros nuevos se nos han agregado, enriqueciendo la vida de nuestra organización cultural. Cabe señalar que en la actualidad, dentro de las asociaciones, colegios, sociedades y grupos de esta naturaleza, la nuestra destaca por llevar el nombre de una mujer: Virginia Treviño de Collins.) Joel Jaime Villarreal Gutiérrez, secretario

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gente y además invidente Juan Guillermo González Treviño, la licenciada Blanca Treviño, funcionaria del INEGI, la escritora Blanca Nelly Reyna Treviño, la poeta del verbo encendido Graciela Vázquez, la licenciada en enfermería Cristina Isabel Pirino, el señor Pablo Guerra y su esposa Francis, el señor Daniel Olguín y su esposa, el señor Cuitláhuac Delgado, sensible y fino como poeta, quien asistía acompañado de su hija, el ingeniero Nicolás Villanueva, el licenciado Luis Mario Garza, originario de Sabinas Hidalgo, el historiador Sergio González de León y su esposa la profesora Rosalinda Oyervidez, el profesor Sergio Ernesto Aguilera, pedagogo y líder de pedagogos, el señor Fernando Gómez, el profesor Emilio Medellín, radicado en Juárez, Nuevo León, en donde hace años fue regidor por el Partido del Trabajo. Mención especial merecen los señores Raúl Gómez Garza, Aurelio Cervantes, Pedro Celso Covarrubias, Alfonso González de León y el profesor Héctor Treviño Flores, quienes ya no están entre nosotros, pero los conservamos en nuestra memoria. Durante un breve tiempo Jaime Villarreal presidió las reuniones del grupo; al renunciar éste, integrantes del mismo cubrieron las diversas asignaciones del puesto y las reuniones continuaron como siempre todos los lunes a las 6:00 de la tarde, situación que no se interrumpió ni cuando azotó a la ciudad la influenza AH1N1, –tiempo en el que se limitaba la asistencia a lugares públicos– En esos días de pandemia acudimos al café poco tiempo y en una ocasión la asistencia del colaborador Javier Garza Williams, de Joel Villarreal, de Juan Manuel Carreño, Nicolás Villanueva, de Alfonso González de León y del poeta trotamundos originario de Baja California reconocido por su seudónimo Martin Vernet, cuando nos visitó de improviso el reportero impar Gerardo López Moya entrevistando a todos los presentes, incluyendo a los pocos parroquianos que se habían atrevido a ir al café en esos días de pandemia. Entre esos asistentes se encontraba el actor cómico conocido como “Pinolillo” quien a sus 70 y tantos años aún lograba pararse de cabeza apoyando sus manos en los respaldos de dos sillas colocadas respaldo contra respaldo. Esto lo captó la cámara de Taller Abierto, el programa dirigido por López Moya en el canal 28. Reseñar todos y cada uno de los sucesos que en el transcurso de 15 años han tenido lugar en el desarrollo de nuestras acciones sería prolífico, mas no quiero dejar de mencionar a la autora Griselda Zárate, quien nos habló en una ocasión de la heroica

mujer que fue Andrea Villarreal y de sus indagatorias en los archivos estadounidenses, en compañía del maestro Ismael Vidales, que trató el tema de las muy diversas acepciones con que el mexicano alude a la palabra madre. Durante la celebración de la Feria Internacional del Libro que cada año lleva a cabo el Tecnológico de Monterrey, donde escritores e intelectuales cubanos que acudían a dicha feria nos acompañan en el café, contando en ocasiones con la presencia de los cónsules cubanos; recordamos al licenciado Eulogio Rodríguez Villares y a Luis Abraham Quiranter. También recibimos a la hermana de nuestra compañera Francis, la religiosa sor Rosa Margarita Valdez, religiosa de la Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado, quien nos narró su experiencia en África, en la región de Zambia, donde sus habitantes luchan no por vivir, sino por sobrevivir. Además, en alguna ocasión el escritor y líder sindical universitario Carlos Ruiz Cabrera nos ofreció una plática sobre el Movimiento Estudiantil de 1968. Asimismo, han estado también entre nosotros los integrantes de la agrupación política “Venustiano Carranza”, de Monclova, Coahuila, presidida por el licenciado Enrique Leal Muñiz, quien nos habló del propósito de la agrupación de mantener viva la memoria de los creadores de la obra jurídica de 1917. Durante varias reuniones, el maestro Sergio Ernesto Aguilera Mejía nos ilustró sobre el pensamiento complejo de Edgar Moral; él se convirtió también en el orgullo ilustrativo durante las pláticas de nuestro consocio, el ingeniero Nicolás Villanueva, quien disertó sobre el punto exacto de la fundación de Monterrey y acerca de la obra de Velázquez, “Las Meninas”; igualmente tuvimos la ocasión de escuchar al gran maestro de la Logia, el contador Carlos Díaz Cabrera, quien nos ofreció una visión general de lo que es la masonería: una agrupación plural integrada por elementos de muy diversas y diferentes tendencias sociales, políticas, religiosas e ideológicas. Un momento especial en la vida de nuestra sociedad fue cuando el querido compañero Cuitláhuac Delgado, ya mencionado antes, diseñó el logotipo de nuestra organización, mismo que seguimos admirando. Nuestro agradecimiento creció cuando los socios decidieron imponer a la agrupación el nombre de “Virginia Treviño de Collins” y autorizaron la modificación del logotipo a efecto de agregarle las iniciales de doña Virginia Treviño de Collins. Muchas gracias a nuestro compañero Cuitláhuac Delgado.

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No podemos dejar de resaltar las obras realizadas por nuestros compañeros y socios como son los casos de Ariel Núñez, quien escribió sobre “El Pípila”; del ingeniero José Guadalupe Lozano, quien desde hace tiempo ha venido escribiendo sobre la Ciudad Universitaria de Nuevo León, por lo que bien merece ser designado cronista oficial de la misma. Nuestro consocio, el historiador coahuilense Sergio González de León, autor de varias e importantes investigaciones en torno al Estado de Coahuila. Debemos mencionar igualmente las obras de nuestro compañero Pedro Nabor González Cárdenas, Historia de dos templos y también El mestizaje en el norte de Nuevo León, donde aborda e investiga este tema en cuatro municipios: Villaldama y Bustamante, entre otros. Nuestro consocio y muy querido amigo Abel Moreno López ha realizado igualmente una importante aportación intelectual, destacando La Ley Electoral de Nuevo León de 1825 a 2007. Durante el diplomado sobre la historia municipal, organizado por el Centro de Información de Historia Regional, destacó la participación del licenciado Raúl Collins Treviño, quien recientemente en conjunto con el ingeniero Villarreal en Sabinas Hidalgo, expuso una interesante plática tuvo oportunidad de reseñar el surgimiento del registro civil en Nuevo León. Pero sin duda la más hermosa y destacada labor es la que realiza, desde hace ya mucho tiempo, el compañero Abel Moreno Gómez, quien propone ciclos de películas y festivales de poesía y lectura a través de la Cadena Ciudadana de Cultura. Por muy diversas razones, nuestra sociedad se ha visto precisada a cambiar de sede; actualmente nos reunimos en el Restaurant “York”, del Hotel Quinta Avenida, en Calzada Madero esquina con Galeana, donde sesionamos como siempre los lunes a las 6:00 de la tarde. Al inicio de 2010 y a raíz del fallecimiento de la señora Virginia Treviño de Collins a sus casi 102 años de edad, nuestra agrupación decidió adoptar su nombre en honor de quien fuera una incansable promotora social y cultural. En el año 2012, el día 2 de enero, celebramos la primera reunión de ese año y ese día festejamos el cumpleaños número 89 del maestro Israel Cavazos Garza, quien tuvo como invitado especial al doctor Antonio Aguilar, quien expuso el tema “El acta de la fundación de Monterrey”. Quiero resaltar que nuestra Sociedad Cultural

“Virginia Treviño de Collins” ha estado presente y participado en diversas reuniones, congresos y eventos que han organizado la Asociación Estatal de Cronistas Municipales, la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, así como la Secretaría de Extensión y Cultura y escuelas preparatorias de la Universidad Autónoma de Nuevo León. También han participado sus miembros en los ciclos de conferencias organizados por la Universidad de Montemorelos. §

Colegio de Cronistas e Historiadores de Nuevo León “Israel Cavazos Garza”, A.C. Carlos González Rodríguez Quienes creamos aquel mes de mayo de 1999 el Colegio de Cronistas, lo hicimos a sabiendas de que era necesario hacer algo distinto. No fue una forma diferente de hacer las cosas, queríamos ir más lejos. Con mucha antigüedad y gran carga anecdótica, la Sociedad de Historia dio cabida a grandes historiadores desde los años 40 del siglo XX. Resulta ocioso decir sus nombres, los recordamos a través de sus obras de investigación y análisis de los hechos históricos. En el año de 1987 los profesores Héctor Jaime Treviño Villarreal y Celso Garza Guajardo impulsaron la creación de un organismo que agrupara a los escasos cronistas designados. Así, en aquel año se creó de manera informal la llamada Asociación de Cronistas del Estado de Nuevo León. Años después se le agregó el nombre del cronista de Monterrey, don José P. Saldaña, y se inició el proceso para que sus miembros fueran cronistas oficiales. El primer presidente designado fue el maestro Celso Garza Guajardo y el mismo día de su nombramiento se integró una mesa directiva. Se fijaron algunos estatutos y reglas a seguir en aquel pacto no oficial, pues el organismo se oficializó de manera pública años después, cuando a través de un instrumento público pasó por la fe de un notario público. Yo formé parte de este organismo hasta el año de

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Manuel Durón

1997. Fui presidente en el periodo 1996- 1997. El día 1 de mayo de 1999, a invitación expresa, un grupo de cronistas y su servidor, decidimos crear un organismo que agrupara no sólo cronistas oficiales, sino que se abrieran las puertas para aquellos que escribían preciosas crónicas y realizaban profundas investigaciones. Aquel 1 de mayo, fuimos atendidos por un excelente anfitrión: el maestro Martín Saláis Cantú, cronista de Abasolo y dueño del Centro Social “Monarca”, ubicado en la comunidad de Agua Fría, en Apodaca, Nuevo León. A la convocatoria acudieron más de 50 personas. Ahí se planteó la idea de crear aquel organismo. Entre los entusiastas oradores –porque hubo varios– destacaron los maestros Hortencia Camacho y Héctor Jaime Treviño Villarreal. Se fijaron algunos lineamientos para que el organismo funcionara; entre los que recuerdo: la apertura para todo aquel que deseara ensanchar sus conocimientos de historia y quisiera hacer crónica, las puertas estaban abiertas, y vale decir que siguen así. Haciendo un paréntesis, recuerdo que como presidente de la Asociación Estatal de Cronistas, había convocado a realizar diplomados abiertos para aquellos que desearan explorar junto con nosotros en el campo de la historia. Aquello fue un éxito rotundo y la cantidad de personas que acudieron fue grande. El cambio de mesa directiva de aquella asociación, modificó la política de apertura, pues quienes no fueran cronistas oficiales no podían asistir a las reuniones, política que respetamos mucho, pero que no compartimos. Hoy veo que muchos de aquellos asistentes –lo expreso con satisfacción– hoy son excelentes cronistas no oficiales. Algunos bajo la directriz de compañeros integrantes del recién formado Colegio, aprendieron a volar solos y han realizado e impreso excelentes trabajos. El Colegio decidió que un consejo directivo permanente fuera quien le fijara la directriz; así, a finales de 1999 acudimos a protocolizar lo que denominamos Colegio de Cronistas e Historiadores de Nuevo León, A.C. Aquel consejo quedó integrado como sigue: maestra Hortencia Camacho Cervantes, licenciada Concepción Hinojosa Velazco, señora Leticia Montemayor de Lazo, señora Bertha Villarreal de Benavides, profesor Héctor Jaime Treviño Villarreal, doctor Héctor Barbosa Alanís, Señor Gaspar Bustillos Muñoz, maestro Francisco Sepúlveda García y licenciado Carlos González Rodríguez.

De aquel Consejo, algunos de sus miembros ya no nos acompañan, al haber desistido de este propósito. Se formó entonces una mesa directiva que decidió que el que suscribe la encabezara como presidente. Seguiría para el periodo 2002-2003 la maestra Hortencia Camacho y posteriormente la licenciada Concepción Hinojosa. Durante la gestión de la señora Leticia Montemayor de Lazo (2006-2007) se decidió por el Consejo, imponer el nombre del maestro Israel Cavazos Garza a nuestro Colegio y crear la Medalla al Mérito Histórico con el mismo nombre. En el año 2000, como tributo a la memoria de quien había sido simpatizante de este movimiento, el profesor Celso Garza Guajardo, quien falleció el día 9 de enero de aquel año, creamos la medalla con su nombre y efigie, y decidimos en junta de consejo que el día 13 de mayo, aniversario del natalicio de nuestro homenajeado fuera fecha para marcar nuestro festejo más importante. El día 13 de mayo de 2000, en el patio central del Museo Metropolitano de Monterrey, en ceremonia presidida por las autoridades municipales, otorgamos la primera edición de la medalla “Celso Garza Guajardo” a los maestros Jorge Mascareñas Valadéz, –editor del periódico Semana Regional de Sabinas Hidalgo– a la señora Leticia Montemayor de Lazo, por su eficiente trabajo organizando muestras artesanales y gastronómicas en coordinación con el Instituto de Enseñanza Técnica y Administrativa del

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30 aniversario de la Asociación de Cronistas “José P. Saldaña”

Norte, A.C, en las cuales se buscaba que al menos participaran 12 municipios, eventos por lo regular llevados a cabo en las arcadas del Museo Metropolitano de Monterrey; el tercer recipiendario fue el licenciado Horacio Alvarado Ortiz, por su programa televisivo “Reportajes de Alvarado”. Después creamos las medallas “Juan Bautista Chapa”, para aquellos cronistas anónimos, y la Medalla al Mérito Deportivo “Daniel Bautista Rocha”, además de los trofeos “La Lámpara de Oro” y el “Micrófono de Oro”, buscando con ello además de reconocer a aquellos que se lo han ganado, un estímulo para vincular el trabajo de la crónica y la historia con nuestro organismo, sin perder la reflexión crítica e ir al fondo de las verdades que nos deparan los archivos. En este Colegio evitamos la repetición de trabajos hechos por otros, no abusar de las redes sociales que apabullan con tanta información, en ocasiones carentes de verdad y certeza. Preferimos el panfleto, algo escrito, capaz de crear conciencia y no fomentar la cultura de lo efímero. El Colegio, en palabras de nuestro integrante, profesor Héctor Jaime Treviño, es persistente, no claudica, no deliran nuestros miembros por un nombramiento oficial. Nuestra antigua puerta se ha convertido en un portón enorme para todo aquel que desee indagar y hacer crónica del municipio que más le guste de la geografía de Nuevo León. Tuvimos la gran fortuna de que el maestro Israel Cavazos Garza nos honrara siempre con su apoyo y simpatía: fue y será siempre nuestro guía. Sobre este Colegio él llegó a manifestar su satisfacción al encontrar en nosotros “…este amor por la historia y que aquí está un grupo del que ya salieron sucesores nuestros, esto vale tanto para mí.” Seguimos creyendo que cronista es aquel que escribe crónica. El nombramiento oficial no hace cronistas. Se debe estudiar y escribir, el historiador es como el genealogista, debe investigar, debe ir a los archivos, no hay de otra. §

Hernán Farías Gómez En 1986 bajo la presidencia del licenciado Héctor Jaime Treviño Villarreal en la Sociedad Nuevoleonesa de Historia Geografía y Estadística (SNHGE), se concibió la idea de una asociación de cronistas. La inquietud que se plantearon un grupo de historiadores fue la siguiente: si nosotros investigamos la historia remota de Nuevo León, ¿quién se encarga de la historia que está ocurriendo actualmente en los pueblos, municipios y comunidades? Con esta idea latiendo en aquellos fundadores de la crónica, a partir del 1 de enero de 1986 realizaron un recorrido por los municipios del estado, logrando el nombramiento de 37 cronistas para mayo del mismo año, en ardua labor de visitar a los alcaldes para explicarles qué es un cronista y la importancia de nombrarlo en cada municipio. Es justo reconocer la dedicación de Héctor Jaime Treviño Villarreal, de su fiel escudero, profesor José Raymundo Retta, el apoyo de la licenciada Leticia Martínez Cárdenas, directora entonces del Archivo General de Nuevo León, la colaboración de Jesús Ávila Ávila y de Carlos Gómez, entre otros. Los más entusiastas colaboradores en la SNHGE fueron don José P. Saldaña y don Ramón Cárdenas Coronado. El primer cronista que recibió nombramiento del Ayuntamiento de Hualahuises (y el único) fue Napoleón Nevárez Pequeño, el 28 de enero de 1986. Fallecidos don José P. Saldaña, Celso Garza Guajardo y don Israel Cavazos nombrado cronista de Monterrey y dejar esa función en Guadalupe, fue, hasta su reciente fallecimiento, el decano de los cronistas. En los siguientes meses de 1986 fueron nombrados: Armando Leal Ríos en Linares, Juan Alanís en Santiago, Hortencia Camacho en Anáhuac, María Luisa Santos en Villaldama, don Ambrosio Guajardo en Salinas Victoria y Aureliano Tapia Méndez de la Arquidiócesis de Monterrey. La idea de una asociación estatal de cronistas cristalizó con una reunión el 30 de mayo de 1987 en la

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Hacienda San Pedro, en Zuazua, Nuevo León, sede actual del Centro de Información Histórica Regional de la UANL, obra de Celso Garza Guajardo, donde se acordó la fundación de la Asociación Estatal de Cronistas de Nuevo León “José P. Saldaña”. Esta fecha es la referencia oficial que hemos tomado para conmemorar aniversarios anteriores, generalmente por lustros, para dar testimonio memorable se colocó una placa a la entrada de la Hacienda. Sin embargo, fue hasta después de dos años, el 27 de mayo de 1999 que se concretó la integración legal del Acta Constitutiva, con la Escritura Pública número 54,088 de las Notarías Públicas Asociadas Núm. 60 y 130 en Monterrey, Nuevo León, y acatando el Protocolo: “Comparecieron los señores profesor Celso Garza Guajardo, profesor y licenciado Jesús Iruegas Zavala, licenciado Napoleón Nevárez Pequeño, arquitecto Juan Alanís Tamez, maestra Lilia Idalia Alanís García, maestra María Luisa Santos Escobedo, profesor Francisco Arredondo Cano, profesor Israel Cavazos Garza y monseñor Aureliano Tapia Méndez, dijeron que tienen propalado un acuerdo para constituir una Asociación Civil, el cual formalizaron al tenor de los siguientes Estatutos: Destaco sólo algunos temas de mayor importancia, con la promesa de publicar en nuestra página web (aecmnl.org) y de Facebook (aecmnl / fecebook) el Acta Constitutiva íntegra. El artículo 1° establece que la asociación se denomina: Asociación Estatal de Cronistas Municipales de Nuevo León “José P. Saldaña”, nombre que irá seguido de las palabras “Asociación Civil” o de sus iniciales “A.C.”. Los Artículos 2°, 3° y 4° determinan el domicilio en la ciudad de Monterrey, con duración de 99 años, cuyo objeto es: “Agrupar a todos los cronistas municipales de Nuevo León para promover y estimular las investigaciones históricas y el asentamiento, ejercicio y difusión de las crónicas, así como el intercambio de estos conocimientos y experiencias entre los agrupados.” El Artículo 7° establece “las clases de cronistas asociados: activos (u oficiales), benefactores, honorarios y eméritos” y explica cada uno. La Sección III. Deberes y derechos. Algunos deberes relevantes como: “Cubrir con puntualidad las cuotas ordinarias y extraordinarias que determine la asamblea general. Acatar los estatutos, los reglamentos y las decisiones de la asamblea general. Concurrir personalmente a las asambleas generales ordinarias y separarse de la Asociación con previo aviso dado con dos meses de anticipación; son, entre

otros, derechos exclusivos de los asociados activos: “Concurrir personalmente a las asambleas ordinarias y extraordinarias, con derecho a un voto, ningún asociado tendrá voto de calidad, excepto el presidente del comité directivo o quien funja en esa calidad en caso de empate”. El Artículo 17° indica que “La dirección, administración y vigilancia de la Asociación, estará respectivamente a cargo de: la asamblea general, el comité directivo, el comisario. A partir de 1987 han presidido nuestra asociación los distinguidos cronistas: Celso Garza Guajardo (+), 1987-1990. Jesús Iruegas Zavala (+), 1990-1992. Napoleón Nevárez Pequeño, 1992-1994. Juan Alanís Tamez, 19941996. Carlos González Rodríguez, 1996-1998. Lilia Idalia Alanís García, 1998-2000. Aureliano Tapia Méndez (+), 2000-2002. Armando Leal Ríos, 20022004. Leonardo Villarreal García, 2004-2006. Elda Feliz González González, 2006-2008. Emma Reyna García, 2008-2010. Antonio Guerrero Aguilar, 20102012. Armando Leal Ríos, 2012-2014. Carlos Jesús Gómez Flores, 2014-2016. Hernán Farías Gómez, 2016-2018. El comité directivo deberá estar integrados por: presidente, vicepresidente, secretario, tesorero y comisario; y por los suplentes y comisiones que determine la asamblea general. Las sesiones de realizan, generalmente el segundo sábado del mes por convocatoria del comité directivo. A partir de julio de 2016 el domicilio oficial de la Asociación está ubicado en la Escuela “Adolfo Prieto”. Si hacemos un recuento de las actividades de los cronistas de Nuevo León a lo largo de tres décadas, he aquí un resumen: hemos generado crónicas, monografías, investigaciones, congresos, coloquios, simposios, festivales de identidad municipal, participado en sesiones solemnes de cabildo, organizado eventos cívicos en los municipios y a nivel estatal, oradores con temas históricos, conmemoraciones de fundación y de Santo Patrono municipales, rescatado leyendas, tradiciones y costumbres, organizado muestras gastronómicas, colaborado en el diseño de vestimenta típica, difusión de corridos y escudo municipales, creado preseas de reconocimiento como la Medalla al Mérito de la Crónica “José P. Saldaña”, creada en 1995 y la Medalla por la Conservación y Fortalecimiento del Patrimonio Integral de la Hu-

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manidad “Juan Bautista Chapa”, creada en 2015; hemos fundado museos, participado en eventos locales, nacionales e internacionales, hemos sido guardianes y defensores del patrimonio histórico, cultural y natural de nuestros pueblos, se han escrito alrededor de un millar de publicaciones, entre libros, artículos y folletos, lo que es sorprendente y positivo. Fue un detonante, dice Héctor Jaime Treviño, considerado el fundador de la asociación, que a partir de 19861987 los cronista hayan empezado a escribir sobre sus pueblos, lo que no sucedía antes, a pesar de que desde 1942 fue fundada la SNHGE. En este 2017, nuestra Asociación cumple 30 años de fundada, con este propósito integramos un ambicioso programa conmemorativo que comprende participación de los cronistas en la conmemoración del centenario de las Constituciones federal y del estado, con reuniones por regiones municipales para difundir la estructura, contenido y el contexto histórico en que se promulgaron ambas en un inédito proyecto en colaboración con la Fundación “Dr. Ildefonso Vázquez Santos”, institución depositaria del acervo bibliográfico del maestro Israel Cavazos Garza; hicimos un recorrido por sitios históricos emblemáticos de Monterrey el Día del Patrimonio de Nuevo León, el 12 de marzo, donde la sabiduría “del cronista cuente la historia del sitio”, colaboraremos con la Escuela de Artes y Oficios “Adolfo Prieto”, donde se encuentra nuestra sede, en la biblioteca que fue cedida en comodato por CONARTE en julio

de 2016. En el programa “Café con historia” retomamos el origen del programa sobre la historia de los municipios, pero difundiendo el rostro actual de los pueblos; también en el mencionado programa celebramos el 10° aniversario el Museo del Noreste (MUNE), publicaremos un libro de semblanzas de personajes de los pueblos, creamos un PIN conmemorativo por el 30 aniversario, organizamos un congreso de historia regional y un homenaje a don Israel Cavazos en coordinación con la Fundación “Vázquez Santos” y el Municipio de Monterrey, y otorgamos preseas a los recipiendarios de las medallas: “José P. Saldaña y “Juan Bautista Chapa”. Planteamos al presidente municipal de Cadereyta Jiménez convertir en un centro cultural la Casa del Primer Cronista de Nuevo León, el Cap. Alonso de León, que llegó por buen camino a ser realidad, gracias a las gestiones del alcalde. El actual comité directivo está integrado como sigue: presidente, maestro Hernán Farías Gómez, vicepresidenta, maestra María Luisa Santos Escobedo, secretario, profesor Jorge Santiago Alanís Almaguer, tesorero, profesor Adalberto A. Martínez Lozano, comisario, contador público Antonio Flores Treviño, prosecretario, profesor Israel Pedraza Garza y protesorero, don Abel G. Jiménez Garza. Como lo expresaba en sus crónicas el considerado Primer Cronista de Nuevo León, Alonso de León, palabras inscritas en nuestro escudo y estandarte: “Según lo que tengo visto y andado”. §

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VUELO. REVISTA UNIVERSITARIA DE CULTURA, año 1, N° 4, marzo-abril de 2017, es una publicación editada por Carlos Ruiz Cabrera y Alfonso Reyes Martínez. Calle Modesto Arreola 711, Col. Centro, Monterrey, Nuevo León, C.P. 64000, Tel. (81) 8358 9109, redacción@vuelocultura.mx. Editor responsable: Carlos Ruiz Cabrera. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo N° (en trámite), ISSN: (en trámite), ambos Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX N° (en trámite). Impresa por Ala Imprenta, 5 de mayo 494 pte., Col. Centro, Monterrey, Nuevo León, este número se terminó de imprimir el 15 de junio de 2017 con un tiraje de 1 000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente

VUELO REVISTA UNIVERSITARIA DE CULTURA PUBLICACIÓN BIMESTRAL

Editores: Carlos Ruiz Cabrera y Alfonso Reyes Martínez Coordinación editorial: Lourdes Ibarra Arte: Armando López

/ Alfonso Reyes Martínez y Francisco Javier Galván Castillo. Portada de: Francisco Barragán Codina.


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