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Origen del más antiguo colegio seminario en el Nuevo Reino de León, por Meynardo Vázquez Esquivel

Es un honor para un servidor hacer uso de este espacio de divulgación, comunicación e intercambio de ideas, con un tema de mi mayor interés, por este medio comparto a usted amable lector este esbozo inicial. Abordo el tema agradeciendo a mi colega Lidia Espinoza su generosidad al proporcionarme una importante referencia sin la cual este escrito no hubiera tenido el inicio que hoy tiene.

En una relación de méritos fechada en marzo de 1710 por el entonces obispo de esta diócesis don Diego Camacho y Ávila, se lee que el bachiller don Jerónimo López Prieto cura de Monterrey, llegó a este curato por orden del obispo maestro fray Felipe Galindo en 1701, agrega el prelado que López Prieto no solo ha cumplido con las obligaciones de su ministerio, sino que con su ejemplo y aplicación, y con lo que percibía del curato, había fomentado una casa que dentro de poco tiempo sería un seminario. Antes de concluir la relación de méritos en cuestión el obispo resalta qué en el establecimiento referido; López Prieto,…había, y ha puesto en ella seis colegiales con sus maestros de Artes y Teología Moral, de los cuales había ordenado ya, cuatro de sacerdotes, que estaban administrando, y que en breves días estaría muy adelantado y cual –concluye el obisponunca se había visto. [1]

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No precisa Camacho y Ávila, en que tiempo ocurre tal fomento al seminario, tampoco específica la fecha en que el padre López Prieto ordeno a los primeros sacerdotes. Por otra parte queda claro que el cura Jerónimo López Prieto fue el principal promotor y fundador del primer colegio en el Nuevo Reino y que llega aquí en 1701 por orden del obispo fray Felipe Galindo por cuanto, no es difícil suponer haya llegado en su compañía.

El obispo fray Felipe Galindo [2], llegó a Monterrey en su segunda visita pastoral el 14 de enero de 1701, en efecto en menos de cinco años de su gobierno espiritual, por segunda ocasión visita pueblos y misiones de las provincias de

Coahuila y del Nuevo Reino [3] ; el día arriba anotado; por tarde arribaron a esta ciudad el obispo y su sequito de acompañantes procedentes de Cadereyta, noventa y cinco días antes habían salido de Guadalajara, el 11 de octubre de 1700 para ser exactos, en todo ese tiempo su derrotero sumaba hasta la capital del Reino, más de mil quinientos kilómetros a lomo de mula, podemos así entender porque las visitas de obispo no tenían la frecuencia que la feligresía deseaba.

Viajar implicaba planeación detallada, en un trayecto tan duradero en tiempo y distancia, parte importantísima para el obispo sería elegir su primer círculo de acompañantes, por lo regular no faltaría su secretario de gobierno y notario mayor del obispado y demás personalidades con cargos y responsabilidades en la diócesis, administradores, notarios, escribanos, etcétera.

Un segundo circulo estaría integrado, por curas párrocos que auxiliarían al obispo en las tareas espirituales que se le ofreciere, como oficiar misa, pronunciar sermón o cantar las oraciones en la liturgia, entre éstos bien podía haber figurado el padre Jerónimo López Prieto, sabemos que recién se había ordenado en la ciudad de Guadalajara y volvía a su terruño, pues fue nacido en este Nuevo Reino y era originario del Huajuco.

Al inicio del nuevo siglo La ciudad de Monterrey aumentaba su población y sus ingresos por cortos que estos pudieran ser; sí una característica nos distingue a los regios aun hoy, es la de decir que no tenemos dinero. Así decían aquellos vecinos despuntando el siglo xviii, nunca tenían dinero, pero las crías de caballada y mulada aumentaban en las estancias, lo mismo que el ganado menor y mayor. Y aumentaba la familia, las generaciones se multiplicaban y una cantidad notable de mancebos hijos de los capitanes, y funcionarios públicos, la mayoría descendientes de los primeros conquistadores y colonizadores, y cuyos padres aspiraban encontrarles un oficio, formarlos y educarlos, para ello había que hacer el gasto y enviarlos a la ciudad de México, o a Guadalajara, donde por cierto el obispo fray Felipe Galindo recién envestido cardenalicio, fundaría en septiembre de1696 el seminario conciliar de Guadalajara. [4]

El concilio de Trento había instituido en una de sus secciones y artículos la disposición para que se… hagan seminarios o colegios donde se crie la juventud conforme a la grandeza y capacidad de cada obispado. En tierras tan dilatadas como las del norte, este mandato cobraba mayor fuerza, el padre Jerónimo López Prieto tal vez pudo observar notable cantidad de jóvenes en los pueblos de Coahuila y Nuevo Reino , o acaso el proyecto del colegio sería motivo de conversación entre los dos primeros círculos que acompañaban al obispo en su segunda visita pastoral a esta provincia, en esos primeros noventa y cinco días de viaje; aiga sido como aiga sido a un año de haber regresado, en 1702, el padre López Prieto estaba solicitando al gobernador del Nuevo Reino Juan Francisco de Vergara y Mendoza merced de un solar para levantar capilla a san Francisco Xavier y establecer un Colegio, su argumento era contundente, invocando el mandato del concilio de Trento su propósito era: asistir a la educación y estudios de los hijos de este reino. [5]

El 13 de marzo de ese año de 1702, el gobernador concedió el solar solicitado, su área hoy está delimitada por la intersección de las calles Escobedo y Morelos de allí rumbo al poniente un poco más adelante de la calle de Galeana, de este punto y Morelos rumbo al norte, más adelante de la calle de Padre Mier y de allí al oriente hasta Escobedo y de allí por el sur hasta el punto de inicio. La forma del solar es irregular debido a que rumbo al norte salía el camino al real y valle de las Salinas, la banda sur y norte median casi 209 metros, la banda poniente 160 metros, (casi llegaba a la hoy calle de Matamoros), mientras la banda oriente solo contaba 113 metros. En este solar de medidas irregulares tendría asiento el primer claustro educativo de Monterrey y de todo el noreste de México.

El gobernador Vergara y Mendoza no pudo ver la conclusión de la obra educativa pues murió antes, obtuvo entonces el cargo de gobernador en febrero de 1703 el capitán Francisco Báez Treviño, a él le corresponde el honor de celebrar la piedra de su fundamento, dejamos que el padre López Prieto nos recree con sus palabras pronunciadas en noviembre de 1705, los afanes con que se realizó la obra:

Fue el gobernador don Francisco Báez Treviño el primero que repujó al fomento de la iglesia de san Francisco Xavier que está concluida en esta ciudad, siendo tan sólida y firme y permanente, pues siendo los materiales de cal, arena y piedra; dio el señor gobernador toda la cal que fue necesaria para toda la obra; poniendo la mereced, carreta y bueyes y gente de su casa para el acarreo de la piedra en parte que se gastó en dicha iglesia asistiendo personalmente, (a) alentar la gente que trabajaba, cogiendo por su persona el cuidado de ir al corte de madera que fue necesaria (…) , y siendo también digno de merecimiento (el) fomento de los estudios de Filosofía y Gramática que se ven plantados en esta ciudad, a donde desde su fundación (1596) no los ha habido, y siendo para ello maestros, dos clérigos del obispado de Guadalajara y para cosas de tanta importancia las dificultades que comúnmente se ofrecen, particularmente en tierras tan remotas como son las de este reyno; se le debe a dicho señor gobernador el fomento tan conocido, pues siendo notificado del intento que tenía de plantar dichos estudios, reconociendo el muchísimo bien de que este reyno gozaría y goze en el presente y futuro tiempo, en ver logrados a sus hijos de este reino en los estudios y dignidades (…) tuvo por bien su señoría de dar el fomento para que trugesen maestros de filosofía, dando para ello cien pesos cada año para ayuda de la cátedra (…); hallándose sin casa y sin poder principiar dichos estudios, la dio dicho señor gobernador para ambos maestros casi siete meses, que fue el tiempo en que se dilató en hacer las (casas) que hoy tienen (…) dándoles cotidianamente su mesa con toda atención y cuidado y esmero que se deja entender de su liberalidad. [6]

El colegio inició con las cátedras de filosofía y gramática, al bachiller Juan de la Rea presbítero y teniente de cura beneficiado le fue asignada la cátedra de Filosofía y al bachiller don Antonio Jiménez, clérigo, diacono bajo su responsabilidad dirigió la cátedra de Gramática. Ambos originarios de Guadalajara donde se formaban, Jiménez había nacido en julio de 1682, y de la Rea en 1685. [7] Debemos de recordar que en esa época la edad para ingresar a los colegios era entre los 11 y 13 años, esa edad en la época era suficiente para ser considerado joven, por tanto tener veinte años o un poco más era referirse a una persona adulta.

Recordemos que el padre López Prieto llegó a Monterrey en 1701 procedente de Guadalajara donde recién se había Ordenado, no es difícil suponer que él mismo invitara o gestionara la estancia de los maestros de Filosofía y Gramática. Estos, aparte de recibir casa y su mesa permanente, recibían una ayuda o sustento de cien pesos por año, así como el apoyo del gobernador con mozos y mulas para realizar los viajes necesarios a la ciudad de Guadalajara.

Es importante advertir que iniciamos este escrito, citando al obispo Diego Camacho y Ávila, reconociendo que en el colegio del Padre Jerónimo López Prieto se estudiaba Artes y Teología Moral, por tanto esa referencia de 1710 está aludiendo a un segundo momento de este colegio. Los primeros estudios de Filosofía y Gramática por el tiempo en que asume el gobierno Báez Treviño y los siete meses que se deja constancia fue el tiempo empleado en la edificación del Templo y Colegio, es probable haya iniciado actividades en su claustro en el año de 1704.

No sabemos los nombres ni el número de los colegiales que iniciaron esta aventura educativa, desconocemos aún los documentos constitucionales autorizados por el señor obispo, tampoco hemos encontrado el contenido de las cátedras, la rutina educativa y su reglamento para el orden y buen funcionamiento del Colegio.

Sabemos que el encargado de la obra constructiva fue Pedro Montalvo vecino de esta ciudad con oficio de maestro albañil y carpintero fue él quien dio seguimiento a los trabajos, también sabemos que la obra tardo siete meses en terminarse, esto de forma reiterada lo dicen los maestros, pues durante ese tiempo le agradecen al gobernador haberles proporcionado hospedaje con su mesa, sin faltar un solo día. [8]

En estos siete meses, acaso no solo se construyó el templo de san Francisco Xavier, que si bien fue sólidamente construido en su fundamento, de piedra cal y arena, fue techado inicialmente de paja unos años más tarde en 1710 se reemplazara la paja por tejas; el conjunto en construcción dio como resultado el claustro educativo, que por modesto que hubiese sido debió contar con un lugar privilegiado dedicado a las aulas desde donde se ejercería el magisterio, los aposentos para los maestros y los colegiales, un espacio acaso con vista al interior del solar destinado al refectorio y contiguo a este, su cocina, acequia, corrales y huerto.

El gobierno de Báez Treviño inició en febrero de 1703 y entregó su cargo a Gregorio Salinas Varona en mayo de 1705, 9 en este lapso de tiempo inició su función educativa el primer Colegio en la ciudad de Monterrey, capital del Nuevo Reino de León, aquí se esparció el simiente y broto el árbol de la sabiduría, el puñado inicial de colegiales se fue multiplicando por más de trecientos años, hasta derivar sus ramificaciones en las instituciones educativas que adaptándose a los cambios sociales sobreviven en este siglo XXI. §

Notas:

1. AGI. Sevilla, Indiferente, 216, No 145.

2. Maestro Fray Felipe Galindo Chávez y Pineda, de padres españoles nació en Veracruz en 1632. Ingreso al convento de Santo Domingo de la ciudad de México, obtuvo grado de maestro en Filosofía. Prior en Guadalajara, México, Veracruz y Puebla y Provincial de la Nueva España. Misiono entre los indios de la Sierra Gorda. Fundó los conventos de Sombrerete, San Juan del Río y Querétaro. Tomó posesión del obispado de la Nueva Galicia el 10 de marzo de 1696. Fundó el Seminario Conciliar de Guadalajara, por Cedula Real el 9 de septiembre de 1696 bajo la advocación del Señor San José. Su primer diario de visita pastoral consta de 157 fojas anverso y reverso, la inició el 17 de noviembre de 1696, recorrió un extenso territorio de su Diócesis, llegando a Coahuila y el Nuevo Reino de León, y recorriendo más de 800 leguas es decir más de tres mil kilómetros. Al ver el estado en que los primeros pobladores y conquistadores del Nuevo Reino de León tenían a los indios originarios de estas tierras escribió una extensa y bien fundada carta al Rey fechada el 5 de agosto de 1697 dando cuenta de las injusticias que contra ellos se cometía. Actualmente trabajo sobre las dos visitas pastorales de éste señor obispo. Véase Episcopologio de Guadalajara. Héctor Antonio Martínez Gonzáles compilador, Tlaquepaque, Jalisco. 2015. Esteban J. Palomera. La obra educativa de los Jesuitas en Guadalajara. Visión histórica de cuatro siglo de labor cultural. 1586-1986. Instituto de Ciencias, ITESO-UIA. México 1997 2a ed. Eugenio del Hoyo. Historia del Nuevo Reino de León (1577-1725). 2ª ed. Monterrey 1979. AHAG. Sección Gobierno, Visitas Pastorales.

3. Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara (AHAG). Sección gobierno. Serie visitas pastorales. Libro primero 1696 y 1700.

4. Lowree Daniel R. El seminario Conciliar de Guadalajara, edición de autor, sin fecha. Guadalajara, Jalisco México.

5. Cavazos Garza Israel. Diccionario Biográfico de Nuevo León, p. 302. Grafo Print Editores, S.A. Monterrey 1996.

6. Archivo Municipal de Monterrey. Ramo Civil, vol. 28-A exp.13, fojas 68 y 68v.

7. AHAG. Libro de títulos, licencias y referendos 1712- 1714.

8. AMM. Ramo Civil. Vol. 28-a exp. 13, Fojas 32 y 32v.

9. Humanitas. Anuario del Centro de Estudios Humanísticos, núm. 24 UANL, 1996, pp .418-419.