Revista Mishkán Anuario 5781

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Mishkán    Altas Fiestas 5781

Un día el mundo cambió Un virus se apoderó de todos y cada uno, bloqueó nuestros cuerpos, nuestras almas, y nos hizo modificar absolutamente y totalmente nuestra normalidad, nuestras rutinas. Cuando me preguntaba acerca del sentido de comunicar y de enseñar, en un contexto tan adverso, descubría que una cantidad de interrogantes venían a mi mente en forma de inquietudes, no de certezas. Me recordaba a algo conocido, a una sensación instalada ya en mí, no como recuerdo, sino como experiencia física vivida. En mi libro relato los momentos que pasamos como comunidad educativa para llegar a la construcción de un proyecto como el que fue “Convivencias”. Uno de ellos es el de “los interrogantes”. Partir de un hecho atroz, catastrófico que nos había enmudecido para ir hallando el modo de ponerle palabras, sacarlo del estado de shock y llevarlo al encuentro fortuito y necesario con los pares y con los niños en la escuela. En este especial presente, rememoro esa instancia en la que estábamos y me reconozco falta de palabras, atravesando una sensación que tiene resonancias en mí desde el punto de vista de lo que genera la incertidumbre, el miedo, la espesura de un hecho arrasador que se instala para cambiar nuestras vidas de una vez y para siempre. Aparecieron muchísimos dispositivos tecnológicos para seguir comunicándonos, pero una vez más descubro que no hay nada, absolutamente nada, más poderoso que la mirada, que el abrazo, que el estar cerca, que poder compartir ideas en tiempo real, no tecnológico. Es un momento donde nuevamente cobran fuerza el valor de la escuela y de la Comunidad. Tomando en cuenta algunos reportajes que he visto que les hacían a los chicos que habían salido por primera vez, todos decían que lo que más extrañaban era sus amigos, aprender, estar juntos y sobre todo, jugar juntos. Eso habla de la escuela como un espacio contenedor, de escucha, de compañerismo, donde hacer brotar entre chistes, el humor, el buen ánimo compartido. El 2020 era el año para presentar el libro “La escuela como territorio de identidad, crónicas en primera persona y herramientas para educadores en el arte de convivir”. Un momento para sacar afuera todo aquello que durante dos años estuvo encerrado, esas horas de escritura, de lectura y reflexión, de armado, de búsqueda, hasta llegar a finalizar la edición del libro. Frente a la pandemia del COVID 19 la humanidad entera quedó aislada, estupefacta, aturdida, pero fundamentalmente, en la soledad de sus casas. No era un momento para encontrarme con oyentes, docentes, jóvenes en formación, colegas, y personas con las cuales reflexionar sobre este material que aporta herramientas para pensar la educación. Pero sí era el momento para otra cosa, aunque aun inicialmente no sabía descubrir qué ni cómo. Escribir y volcar en la palabra escrita aquello que la mente desordenada advierte era una buena manera de comenzar. ¿Iba a ser igual dar a conocer este libro luego de este episodio? ¿qué cosas hay en esa “caja de herramientas” que pueden servirnos para pensar acerca de la pandemia en la vuelta a la escuela? ¿cómo se vuelve a la escuela? ¿cuál es la influencia fundamental del encuentro cuerpo a cuerpo con otros? Dice Daniel Goleman en Inteligencia Interpersonal “Así como tendemos a separar el cuerpo de la mente, tendemos a asociar la inteligencia con el conocimiento del mundo de las ideas más que con el mundo de las personas. De hecho, no obstante, la habilidad de comprender a otras personas (…) es crucial para sobrevivir y prosperar en cualquier ambiente humano. A esto agregará Gardner: “Incluso en algunos niños muy chicos es evidente una sensibilidad especial hacia los demás. Son aquellos que observan a los otros niños con gran atención o que son capaces de influir en los demás para que se comporten de manera que les resultan deseables a ellos.” Volver a los interrogantes me hacía volver a ese recuerdo anterior, que relato en el libro. Incluso sin tener aún las certezas, sé que interrogándome hay una llave crucial, un aspecto que habla de que no estoy dormida, sino que estoy con la escucha atenta, sensible y necesitada de conectar con toda esa humanidad desconcertada que nos espera. Creo que el libro es lo suficientemente versátil como para entender que de cada situación nueva uno tiene que sentarse, relajarse, aprender, capitalizar qué implicó esto en cada uno de nosotros. Pensar y trabajar cómo se va a abordar esto con los chicos: ya sea con cuentos, con actividades, escuchándolos. Pero creo que cada una de las actividades que propone el libro son valiosas. Porque tanto en el buzón de quejas y sugerencias podemos hablar de la pandemia y del coronavirus, en el magaal o la ronda podemos hablar de todas nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestras inquietudes, todo lo que pasó pasará, sentimos y sentiremos. No me cabe duda que va a ser valioso el aporte de la comunidad de aprendices ya que los abuelos, los padres, ya

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