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Abrir la mano

El año que estamos dejando fue atravesado transversalmente por una pandemia a nivel global. Esta crisis nos golpeó física y emocionalmente, pero también golpeó la economía de gran cantidad de familias que sufrieron una merma importante en sus fuentes de ingresos que en muchos casos quedaron reducidas a nada.

La nueva normalidad nos hizo replantear, modificar y reinventar la forma en que nos movemos, estudiamos, trabajamos pero, principalmente, en cómo nos encontramos unos con otros. Y a pesar de que ese encuentro quedó acotado por medidas de protección variopintas, hubo voluntad de toda la familia de Mishkán en ayudar a quienes están teniendo serias dificultades para ganarse el sustento o poder tener abrigo.

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¨Sin embargo, si hay un necesitado entre ustedes, uno de sus hermanos en cualquiera de sus asentamientos en la tierra que el Señor su Dios les da, no endurezcan su corazón y cierren su mano contra su hermano necesitado. Más bien, deben abrir su mano y prestarle lo suficiente para lo que necesite¨ Deuteronomio 15 (7;8)

La acción social realizada por todos los voluntarios de la comunidad de Mishkan y los ajenos que se han sumado, aunque no pertenezcan a nuestra comunidad, ya sea cocinando viandas o haciendo aportes de dinero para compra de alimentos, hizo posible que muchas familias pudieran mitigar la necesidad con un plato caliente en sus mesas. Además, recibimos muchas donaciones de ropa.

Llegando Rosh Hashana, por lo general, organizamos la típica cena familiar, pensando qué cenaremos, cómo vamos a vestirnos y, hasta antes de la pandemia, también nos preparábamos para recibir invitados.

Nuestro patriarca Abraham hizo de la hospitalidad un don distintivo. Para dimensionar el esfuerzo realizado por los voluntarios, es como si cada uno de ellos desde mayo hubiera sentado a su mesa a una persona por día a comer. Se pudieron entregar más de 2500 viandas de comida, cientos de bolsos con ropa de donación y muchos juguetes en la campaña del día del niño.

La palabra tzedaká solemos traducirlo como “asistencia social” y la asociamos directamente a caridad. Este término comparte su raíz hebrea con la palabra tzedek צדק ,que significa “justicia”. Por lo que hacer tzedaká no es hacer “caridad” sino hacer justicia.

Una de las formas de escribir la palabra amigo en hebreo es ידי )Yadid) dos veces la palabra די )mano). Es una linda metáfora de la unión de la mano de quien da y quien recibe. Antiguamente el agricultor para sembrar iba caminando detrás del arado y tomaba las semillas de su alforja y las arrojaba al surco. Tomaba esas semillas y, abriendo su mano, las dejaba caer sin saber quizás si germinarían. En nuestro caso, es dar sin saber exactamente quién recibe y sin saber si esta semilla dará frutos pero, de mí experiencia, les puedo asegurar que sí los da.

Quiero agradecer a nuestros queridos Rabinos Reuben Nisembon y Diego Elman la oportunidad de poder ser el nexo entre todos los que tienen el deseo, las ganas y el amor de colaborar y quienes reciben esa muestra de amor hecha vianda, donación, abrigo, etc. Tuve el regalo de ver las caras de felicidad de todos los que se sumaron a los distintos proyectos solidarios. Esa ganas y alegría que transmite todos los que colaboran, son parte fundamental que nos debe motivar a seguir haciendo crecer estos proyectos. Todos los jueves, al entregar las viandas y las distintas donaciones, veo también las muestras de agradecimiento de la gente del comedor, que son los que están todos los días en contacto con quienes necesitan. Desde hace 5 meses, todos los jueves tengo sonrisas multiplicadas a la mañana: de los que dan y los que reciben. Es muy reconfortante y poder actuar de nexo entre unos y otros. Les aseguro que empiezo mucho mejor el día.

Nos deseo a todos como comunidad comprometida, que en este año que comienza, sigamos abriendo la mano sin que importe cómo, ni a quién, ni dónde. Este sencillo acto de amor, de guemilut jasadim, de encuentro con el otro, quizás transforme un mal presente en un buen futuro, para nosotros y para quienes nos rodean.

Shaná Tová Umetuká! Pablo Cancellieri Voluntario Acción Social

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